1. Introducción

Jerome David Salinger escribió Franny y Zooey en 1954, tres años después de publicar El guardián entre el centeno, inquietante reflexión sobre la vida interior de su personaje adolescente, Holden Caulfield, que ha cautivado a varias generaciones de lectores de todas las edades y culturas.

Creo que su vida y el sentido de su escritura quedaron profundamente transformados por su participación en la Segunda guerra mundial y su intento de elaboración de la pérdida de sus compañeros y de las desesperadas situaciones humanas que experimentó en el regimiento número 12 de la Cuarta División de Infantería, durante el desembarco de Normandía y luego en la liberación de los prisioneros de los campos de concentración nazis. Se cree que también vivió de cerca los juicios de Nuremberg y ayudó en los campos de desplazados donde había numerosos niños huérfanos (K. Slawensky, 2010).

2. El Sueño

Franny y Zooey es la historia de una joven universitaria que critica los valores de quienes le rodean con tal intensidad que cae en una crisis personal y tiene que volver con su familia. La familia Glass había estado compuesta por cinco chicas y dos chicos, todos los cuales, a intervalos de tiempo convenientemente espaciados durante la infancia, habían intervenido con regularidad en un programa radiofónico, un concurso infantil titulado Es un niño sabio. La diferencia de edad entre los siete hermanos, que era de 18 años, había permitido que la familia estuviera en antena durante dieciséis años. Siguiendo al autor, los siete niños habían logrado responder a muchísimas preguntas eruditas con una naturalidad y un aplomo extraordinario.

Cuando Franny vuelve a casa luego de estar comiendo con su novio Lane y sufrir un desmayo, su madre, la Sra. Bessie Glass, la ve en un estado lamentable, y antes de pedirle a su hermano Zooey que hable con ella, le dice a éste durante una larga conversación:

Me parece que debe haber un psicoanalista escondido en alguna parte que podría ayudar a Franny…, lo pensé anoche -hizo una pequeña mueca-.Pero yo no conozco a ninguno. Para que un psicoanalista le sirva de algo a Franny, tendría que ser un tipo muy especial. No sé. Tendría que creer que si tuvo la inspiración de estudiar psicoanálisis fue por la gracia de Dios. Tendría que creer que, si no le atropelló un maldito camión antes de que obtuviera su licencia para ejercer, fue por la gracia de Dios. Tendría que creer que si posee la inteligencia natural que le permite ayudar en algo a sus malditos pacientes es por la gracia de Dios. No conozco a ningún buen analista que piense nada parecido. Pero ése es el único tipo de psicoanalista que podría servirle a Franny. Si da con alguien terriblemente freudiano, o terriblemente ecléctico, o sólo terriblemente mediocre, alguien que ni siquiera sienta una absurda y misteriosa gratitud por poseer intuición e inteligencia…, saldrá del análisis en peor estado que Seymour. Me preocupe horrores pensando en ello. No hablemos más del asunto, si no te importa.

La Sra. Glass nos explica, en parte, lo anterior cuando le comenta a Zooey que su hermana ha quedado cautivada por el contenido de un libro, la historia de un campesino ruso errante que busca cumplir la exhortación bíblica de “rezar sin cesar”. Franny se ha vuelto adicta a la “Oración de Jesús” que dice: “Jesucristo nuestro Señor, ten piedad de mi”, un mantra que se repite hasta que se logra la sincronía con los latidos del corazón y se vuelve automático.

Cuando Zooey a regañadientes cumple el pedido de su madre y comienza a conversar con Franny, ella le dice: “He tenido un sueño verdaderamente horrible. Cuéntamelo- dijo Zooey, chupando su puro, yo te lo interpretaré. Ella se estremeció y dijo: “era sencillamente horrible. Tan lleno de arañas. Nunca había tenido una pesadilla con tantas arañas en toda mi vida”. Su hermano continuó hablando: Arañas, ¿eh? Es muy interesante. Muy significativo. Tuve un caso muy interesante en Zúrich, hace unos años, una joven muy parecida a ti, en realidad… -cállate un segundo, o se me olvidará- dijo Franny. Miraba ávidamente ante sí, como hacen las personas que intentan recordar una pesadilla”.

Más adelante Salinger nos cuenta el sueño de Franny:

-¡Oh, Dios, ahora lo recuerdo!-exclamó ella-. Era algo espantoso. Yo estaba en una piscina, y había, y había un montón de gente que me obligaba a sumergirme una y otra vez para coger una lata de café Medaglia d’Oro que estaba en el fondo. Cada vez que yo salía, me hacían bajar de nuevo. Yo lloraba y les decía a todos: “Vosotros estáis en bañador. ¿Por qué no buceáis un poco?”, pero ellos se reían y hacían unos comentarios terriblemente sarcásticos, y yo tenía que volver a sumergirme- se estremeció nuevamente-. Había dos chicas de mi residencia, Stephanie Logan y otra a la que apenas conozco, alguien que, en realidad, siempre me ha dado mucha pena porque tiene un nombre espantoso, Sharmon Sherman. Las dos tenían un remo muy grande, y cada vez que yo subía a la superficie, trataban de golpearme con él –Franny se tapó los ojos con las manos por un momento-. ¡Uff! -meneó la cabeza y reflexionó-. La única persona que tenía sentido en el sueño era el profesor Tupper. Quiero decir que era el único de los que estaban allí que que realmente me detesta. -Conque te detesta, ¿eh? Muy interesante-dijo Zooey. Tenía el puro en la boca y le daba vueltas lentamente entre sus dedos, como un intérprete de sueños a quien no le proporcionan todos los datos pertinentes. Parecía muy satisfecho-. ¿Por qué te detesta? –preguntó-. Sin una franqueza absoluta, como comprenderás, mis manos están… -Me detesta porque estoy en ese ridículo seminario de religión que él dirige y no soy capaz de devolverle la sonrisa cuando se muestra encantador y oxfordiano. Ha venido de Oxford en préstamo y arriendo o cosa así y no es más que un viejo farsante terriblemente triste y satisfecho de si mismo, con el pelo blanco rizado y revuelto. Creo que entra en el lavabo de caballeros y se despeina antes de venir a clase, palabra. No siente el menor entusiasmo por la asignatura. Ego sí. Entusiasmo, no. Lo cual no estaría mal, quiero decir que no sería nada particularmente extraño, pero es que no para de dejar caer insinuaciones idiotas dando a entender que él es un Hombre Realizado, y nosotros deberíamos estar felices por tenerlo en este país – Franny hizo una mueca-. Lo único que hace con cierta energía cuando no está alardeando es corregir a quien diga que algo es sánscrito cuando realmente es pali. ¡Sabe que no lo soporto! Si vieras las caras que le pongo cuando no me mira. -¿Qué hacía en la piscina? -¡Ésa es la cosa! ¡Nada! ¡Absolutamente nada! Estaba allí de pie, sonriendo y observando. Era el peor de todos. Zooey, mirándola a través del humo de su cigarro, dijo desapasionadamente: -Tienes una cara malísima. ¿Lo sabías? Franny le miró fijamente. -Podías haberte pasado la mañana ahí sentado sin decir eso-dijo, y añadió con intención-: No empieces a meterte conmigo otra vez, a estas horas de la mañana, Zooey, por favor. Te lo digo en serio.

A continuación veremos que Salinger no hace ninguna alusión al sueño. Sin embargo, Zooey inicia una larga conversación con su hermana, con la cual parece que el autor nos quiere mostrar una manera muy psicoanalítica de reflexionar, acerca de las creencias y de la forma de relacionarse con los otros. Por sus biógrafos sabemos que Salinger frecuentaba a escritores y artistas y seguramente hablaban de psicoanálisis.

En un momento del libro, refiriéndose Zooey a un guión que le habían dado para representar, dice: “tengo que ser Rick Chalmers en, te lo juro, una comedia de salón de 1928 sacada directamente del catálogo de French. La única diferencia es que la han modernizado brillantemente metiéndole un montón de jerga sobre complejos, represiones y sublimaciones que el autor se ha traído a casa de la consulta de su psicoanalista “.

Algo importante a considerar también es el enorme interés que Salinger tenía por lo místico (budismo Zen y misticismo católico) y su sentimiento que su trabajo de escritor era un cierto ejercicio espiritual.

En la conversación que sigue Zooey le comenta a Franny que tiene que ir a trabajar a París y a él no le gusta moverse de Nueva York y ella le dice:

-¿Por qué vas, entonces?-pregunto-. Si es eso lo que piensas.
-¿Qué por qué voy?-Dijo Zooey, sin volverse-. Fundamentalmente porque estoy harto de levantarme furioso por las mañanas y acostarme furioso por las noches. Voy porque emito juicios sobre todos los pobres desgraciados ulcerosos que conozco. Lo cual, en sí mismo, no me preocupa demasiado. Al menos, cuando juzgo lo hago directamente desde el colon, y sé que pagaré ampliamente por cualquier juicio que emita, más tarde o más temprano, de un modo u otro. Eso no me preocupa tanto. Pero hay algo, Dios de mi vida, hay algo que yo le hago a la moral de la gente, algo que no soporto observar por más tiempo. Puedo explicarte exactamente qué es. Hago que todo el mundo tenga la sensación de que no desea realmente realizar un buen trabajo, sino que se conforma con realizar un trabajo que sea considerado bueno por todos aquellos a quienes conoce: los críticos, los patrocinadores, el público y hasta la maestra de sus niños. Eso es lo que hago. Eso es lo peor que hago. (…) Se volvió hacia Franny bruscamente cuando la oyó decir algo-. ¿Qué?- preguntó- No te he oído.
-Nada. He dicho “Oh Dios”
-¿Por qué “Oh, Dios”? -inquirió Zooey con impaciencia. -Por nada. No me atosigues, por favor. Sólo estaba pensando, eso es todo. Quisiera que me hubieses visto el sábado. ¡Hablar de minar la moral a la gente! Yo le machaqué el día entero a Lane. No sólo me desmayé cada hora, sino que había ido allí para ver un partido de fútbol agradable, amistoso, normal, asistir a un cóctel y pasar un día feliz, y me dediqué a discutir, o contradecir o, no sé, reventar absolutamente todo lo que él decía – Franny sacudió la cabeza. (…) Simplemente era incapaz de guardarme una sola de mis opiniones. Fue espantoso. Casi desde el mismo instante en que me recibió en la estación, empecé a atacar, una tras otra, sus opiniones, sus valores y… todo. Lo que se dice todo. Había escrito un trabajo perfectamente inofensivo, como de laboratorio, sobre Flaubert y estaba tan orgulloso de él y quería que yo lo leyera, pero a mí me sonó tan estrictamente Departamento de inglés y condescendiente y típico del campus que lo único que hice fue… –se interrumpió y sacudió de nuevo la cabeza, y Zooey, vuelto a medias hacia ella, la miró entrecerrando los ojos.

Algo más adelante Zooey le dice:

En primer lugar, te equivocas cuando te pones a protestar contra las cosas y las personas en lugar de contra ti misma. A mi me ocurre igual. Yo hago lo mismo respecto a la televisión……Soy consciente de ello. Pero es un error. Somos nosotros, Te lo he dicho muchas veces. ¿Por qué eres tan condenadamente obtusa a ese respecto? -No soy tan condenadamente obtusa, pero tú… -Somos nosotros repitió-Zooey, sin escucharla-. Somos bichos raros, eso es todo. Esos dos cabrones (se refiere a sus dos hermanos mayores Seymour y Buddy, quizás para dejar apartados y preservados a los padres) nos cogieron por su cuenta bien pronto y nos convirtieron en bichos raros con criterios anormales, eso es lo que pasa. Somos La Mujer Tatuada, y nunca tendremos un minuto de paz en toda nuestra vida hasta que todos los demás estén tatuados también-con un gesto un poco adusto, se llevó el puro a los labios y dio una chupada, pero estaba apagado- Y encima de todo lo demás-continuó enseguida- tenemos complejo de “Niño Sabio”. En realidad nunca hemos salido de las malditas ondas. Ninguno de nosotros. No hablamos, discurseamos. No conversamos, exponemos. Por lo menos yo. En cuanto estoy en una habitación con alguien que tenga un número normal de oídos, o bien me convierto en un maldito profeta o en el convidado de piedra. El Príncipe de los Pelmazos.

En la página siguiente continúa Zooey:

¿Qué crees que estás haciendo con la Oración de Jesús?- preguntó-. A eso quería llegar anoche antes de que me dijeras que me largase. Hablas de acumular dinero, tesoros, propiedades, cultura, conocimientos, etc., etc…Al continuar con la Oración de Jesús, déjame terminar, por favor, al continuar con la Oración de Jesús, ¿acaso no estás intentando acumular algún tipo de tesoro? ¿Algo que es tan negociable como todas esas cosas materiales? ¿O es que el hecho de que sea una oración lo cambia todo?.

Y luego en relación con este tema:

Te diré una cosa, Franny. Una cosa que sé seguro. Y no te enfades. No es nada malo. Pero, si lo que quieres es la vida religiosa, deberías saber ya que te estás perdiendo todos los malditos actos religiosos que se celebran en esta casa. Ni siquiera tienes el sentido común de bebértela cuando alguien te ofrece una taza de caldo de pollo consagrado, que es el único tipo de caldo de pollo que Bessie le ofrece a alguien en este manicomio. Así que dime, sólo dime. Aunque te fueras a buscar un maestro por el mundo entero, un gurú, un santón, para que te explicara cómo rezar adecuadamente la Oración de Jesús, ¿de qué te serviría? ¿Cómo demonios vas a reconocer a un legítimo santón cuando lo veas, si ni siquiera reconoces una taza de caldo de pollo consagrado cuando lo tienes delante de tus narices? ¿Me lo quieres decir?

Franny le dice:

-Sé todo lo que me estas diciendo. No me estás descubriendo ni una sola cosa que no haya pensado ya por mí misma. Me estás diciendo que quiero algo de la Oración de Jesús, y, por lo tanto, en realidad soy tan ambiciosa, por usar la misma palabra que tú, como la persona que quiere un abrigo de martas, o ser famosa, o estar nadando en un absurdo prestigio. ¡Ya sé todo eso! Dios mío, ¿Qué clase de imbécil crees que soy? El temblor de su voz había aumentado hasta ser casi un impedimento. -Esta bien, tranquilízate, tranquilízate -¡No puedo tranquilizarme! ¡Me pones frenética! ¿Qué crees que estoy haciendo en esta habitación, perdiendo peso sin parar, preocupando terriblemente a Bessie y a Les (sus padres), trastornando la casa y todo eso? ¿No crees que tengo suficiente sentido común para que me preocupen mis motivos para rezar la Oración de Jesús? Eso es exactamente lo que me angustia. El hecho de que sea más exigente respecto a lo que deseo, en este caso lucidez, o paz, en lugar de dinero o prestigio o fama o cualquiera de esas cosas, no significa que no sea tan egoísta y egocéntrica como los demás. ¡En todo caso, más! ¡No necesito que el famoso Zacharay Glass me lo diga!

Luego Zooey agrega:

Creo entender que fundamentalmente tus ataques van dirigidos contra el sistema de la enseñanza superior. No te lances sobre mí ahora; estoy de acuerdo contigo en el 98% de la cuestión. Pero el otro dos por ciento me aterra. Tuve un catedrático en la universidad, sólo uno, lo reconozco, pero era un gran profesor, que no concuerda con nada de lo que decías. No era Epicteto. Pero tampoco era un ego maníaco, ni un pedante de Facultad. Era un erudito serio y modesto. Y lo que es más, creo que nunca le oí decir nada, ni dentro ni fuera del aula, que no contuviera un poco de auténtica sabiduría, y a veces mucha. ¿Qué le sucederá a él cuando tú inicies tu revolución?.

Siguiendo dice:

Pero lo que no me agrada, y creo que no les agradaría tampoco a Seymour y a Buddy, a ninguno de los dos, es el modo en que hablas de esa gente. Quiero decir que no sólo desprecias lo que representan, les desprecias a ellos. Es demasiado personal, Franny. Te lo digo de verdad. Hay un brillo realmente homicida en tus ojos cuando hablas del tal Tupper, por ejemplo. Toda esa historia de que se mete en el lavabo de caballeros para despeinarse antes de entrar a clase. Es probable que lo haga; encaja con todo lo que me has contado de él, no te digo que no. Pero no es asunto tuyo, rica, lo que él haga con su pelo. Estaría bien, en cierto modo, si consideras que sus afectaciones personales eran graciosas. O si te diera un poco de pena de él por ser tan inseguro que necesita darse un maldito y patético toque de atractivo. Pero cuando me lo cuentas, y ahora no bromeo, lo dices como si su pelo fuese tu enemigo personal. Eso no está bien, y tú lo sabes. Si le vas a declarar la guerra al Sistema, dispara como una chica buena e inteligente: porque el enemigo existe, y no porque te disguste su peinado o su maldita corbata.

Más adelante, como si Salinger no quisiera dejar nada fuera, nos cuenta que Zooey llama por teléfono a Franny haciéndose pasar por su hermano Buddy y le dice:

-Oye chata. ¿No se te ocurre nada que a Bessie se le haya escapado? ¿No te apetece hablar? -Bueno, estoy un poco cansada de hablar, para serte franca – dijo-. Zooey ha estado dándome la lata toda la mañana. -¿Zooey? ¿Qué tal esta? -¿Qué cómo está? Muy bien. Fenomenal. Me encantaría asesinarle, eso es todo. -¿Asesinarle? ¿Por qué, bonita? ¿Por qué quieres asesinar a nuestro Zooey? -¿Por qué? ¡Porque sí, simplemente! ¡Es completamente destructivo! ¡Nunca en mi vida he conocido a nadie tan completamente destructivo! ¡Es tan innecesario!

3. Algunas consideraciones

Me pregunto si Salinger, al crear esta conversación entre Zooey y Franny a partir del sueño, quería transmitir y contagiar a sus lectores su curiosidad por el funcionamiento de la mente. No sabemos hasta qué punto él conocía cómo se manifestaban algunos mecanismos de defensa como la proyección, la identificación proyectiva, la negación, la idealización, las defensas obsesivas, o si conocía los conceptos psicoanalíticos de narcisismo o transferencia. Sin embargo, parece que sí confiaba en la posibilidad de una transformación psíquica a partir de un dialogo dinámico que puede generar cambios, en cada momento y en cada miembro de la interacción, manteniendo las funciones diferenciadas y teniendo como telón de fondo el inconsciente.

*Todas las citas corresponden a Franny y Zooey. Traducción de Maribel de Juan. Alianza Editorial, 1987.

*La biografía de Salinger de Kenneth Slawenski J.D.Salinger, Una vida oculta, Galaxia Gutenberg, 2010, bien documentada y nada intrusiva, también la he tenido en cuenta.

Mabel Silva
Psicoanalista de la SEP-IPA

Descargar el archivo