El 24 de Mayo de 2008, la Sociedad Española de Psicoanálisis ofreció un homenaje a Hanna Segal en el que ella misma participó leyendo un trabajo. En aquella ocasión, Antonio Pérez Sánchez, presidente de la SEP, leyó unas palabras. Ahora, con ocasión de la muerte de Hanna Segal (Londres, 6 de Julio de 2011), las publicamos como muestra de reconocimiento a su persona y a su obra.
HANNA SEGAL: UNA MENTE ABIERTA[1]
“I kept an open mind”
H. Segal
En el trabajo de Hanna Segal que oiremos a continuación, en un momento de la descripción de una de las sesiones tras escuchar al paciente dice así: “Mantuve la mente abierta”. Creo que esta frase expresa bien su actitud básica, tanto en la clínica y en la elaboración de la teoría psicoanalítica, como en la aplicación de la misma a otras áreas de la vida. Y la mente abierta no quiere decir una actitud ecléctica. H. Segal adopta posturas claras, en primer lugar como psicoanalista, pero también como persona consciente del mundo en el que vive. Como psicoanalista, es clara su postura fundamentada en Freud, en Klein y recogiendo también las aportaciones más fructíferas de Bion y de otros. Es abierta en su escucha del paciente, donde está atenta a las diferentes vicisitudes de la complejidad de la psique; atenta a la inmediatez de la relación con el paciente, pero al mismo tiempo conectando con el pasado cuando es necesario. Y es abierta, es decir, sensible también a otras expresiones de la mente como el arte, la literatura, así como a los problemas más acuciantes de nuestra época, como las guerras. Tomaré como hilo conductor esta actitud básica de apertura para dar unas pinceladas sobre las áreas que ha explorado, aunque reteniendo en primer plano lo que ella misma dice cuando afirma que, en realidad, su única “especialidad” es el psicoanálisis (Segal, 1981, p. XV).
1. Apertura en el trabajo clínico. En varios sentidos. Por una parte, al conceder prioridad al valor de la clínica psicoanalítica, garantiza que su curiosidad y apertura en otros terrenos de la mente no sucumban a la tentación especulativa o la simplificación, mediante fáciles atajos prestados de otras disciplinas. Así explica su postura: “Por muy interesados que estemos en intentar comunicarnos con otros tipos de investigación (de otras disciplinas) nuestro propio laboratorio es siempre el setting analítico y la investigación psicoanalítica de la mente de la gente” (Segal, 2007, p. 60).
Y esa valoración de la clínica viene refrendada por sus publicaciones en las que siempre encontramos el argumento clínico como la base de sus desarrollos teóricos. Con este énfasis en la clínica, Segal ha intensificado una trayectoria que el psicoanálisis inició con Freud, y que se ha venido desarrollando más tarde, primero por otros analistas kleinianos, y hoy día por la gran mayoría de círculos psicoanalíticos. Quisiera señalar un aspecto característico de sus trabajos, y es que la referencia a la clínica va acompañada de manera casi sistemática de los sueños que aportan sus pacientes. Lo que indica la importancia que le concede a los sueños, a los que ha dedicado varios trabajos, analizando su función tanto en la vida psíquica, como en el uso que puede hacer el paciente de ellos en el marco de la relación analítica (Segal, 1991).
Pero su apertura de mente le lleva, por ejemplo, a advertir sobre el riesgo de sobrevaloración de algunos aspectos de la técnica kleiniana, como la interpretación de la transferencia. “La cuestión -dice Segal- no es la interpretación de la transferencia per se, sino una clara comprensión del paciente y sus dificultades” (citado por D. Bell, 1997). Y coincido también con D. Bell al señalar que H. Segal enfatiza la idea de la reconstrucción en psicoanálisis en dos sentido: uno, la reconstrucción de fantasías inconscientes; y dos, la comprensión de los acontecimientos reales de su pasado infantil, que el paciente puede revivir en la transferencia.
Por otro lado, esta apertura clínica le llevó a investigar en áreas psicopatológicas diferentes, no exploradas hasta entonces. Es el caso de la psicosis, al que me referiré enseguida. Es también el hecho de ocuparse del tratamiento psicoanalítico de personas ancianas. Freud consideraba el límite de los 50 años como el máximo aceptable para la indicación de análisis; el trabajo psicoanalítico de H. Segal con un hombre de casi 74 años rompió con ese precepto (Segal, 1958, en Segal, 1981). Sobre todo si tenemos en cuenta que el paciente padecía de un episodio psicótico y que el análisis tuvo lugar hace más de 50 años, cuando la expectativa de vida media era más baja que hoy día. En el trabajo, Segal destaca básicamente las ansiedades referidas al temor a la muerte. Con este trabajo, abrió el camino a muchos analistas para quienes no resulta ya una actividad excepcional el que personas por encima de los 60, cuando reúnen condiciones adecuadas, puedan beneficiarse de un análisis.
2. Apertura en la teoría psicoanalítica. En varios sentidos: Una primera aportación de Segal al psicoanálisis ha sido la difusión de la obra de Melanie Klein, inevitablemente apoyada en la propia experiencia clínica. Es ya un clásico de la literatura psicoanalítica su Introducción a la obra de Melanie Klein (Segal, 1981). Pero esa difusión de Klein es coherente con el planteamiento de ésta enraizado en la obra de Freud; y no solamente porque acepta las implicaciones freudianas de la obra de Klein, sino porque ella misma aporta nuevos puentes que refuerzan esas raíces freudianas. Con lo cual la idea de una teoría kleiniana telescópica que contiene en su interior una teoría freudiana, en Segal se refuerza. Pero también profundiza en las aportaciones recibidas de los mayores (Freud, Klein) así como en las de sus coetáneos, (Bion o Money Kyrle, por citar algunos de los más relevantes).
Sus contribuciones teóricas son posibles precisamente porque se adentran en ámbitos no frecuentados en su momento por el psicoanálisis. Uno de ellos, como decía, es el de la psicosis, tarea que surge en el contexto de un movimiento psicoanalítico postkleiniano que fecunda las aportaciones de Klein (junto con H. Rosenfeld y W. Bion), como tendremos oportunidad de comprobar en el articulo que oiremos enseguida. De manera que dicha apertura permite, por una parte, ampliar el ámbito de intervención del psicoanálisis como terapia a patologías más graves que las denominadas neuróticas, es decir, la psicosis, y con ello a la patología borderline; pero también, ese nuevo campo de indagación permite un desarrollo de la teoría psicoanalítica al acceder a la comprensión de niveles de la mente no explorados hasta ahora.
Para dar cuenta de su actitud abierta sería suficiente con citar el hecho de que su primer trabajo presentado en la Sociedad británica, en 1947 (publicado en 1952), no fue sobre teoría o técnica psicoanalítica, propiamente, sino sobre estética. Aunque, eso sí, fundamentado en la clínica psicoanalítica y desarrollado de acuerdo con teorías psicoanalíticas. Coincidió en el tiempo estar tratando a pacientes artistas y esquizofrénicos, y encontró algo presente en ambos: la dificultad de simbolización. En el artista, al quedar bloqueada su capacidad creativa; en el esquizofrénico, al estar bloqueada su relación con la realidad. Así que psicosis (esquizofrénica), proceso estético y procesos de simbolización se encuentran interrelacionados ya desde los inicios de la obra de Segal, lo que dará lugar a desarrollos y contribuciones originales importantes en cada uno de los tres campos. Es conocida su importante aportación al estudio de la simbolización con su concepto de «ecuación simbólica», una forma primitiva de simbolización, en contraste con la forma más madura de la representación simbólica.
Las aportaciones de Freud y otros psicoanalistas a la comprensión del arte se habían centrado en el contenido de las obras y su conexión con la biografía del artista. Segal propone una comprensión del proceso artístico mismo, lo que constituye su aportación original. “La esencia de la creación artística consiste en la resolución de una situación depresiva central y el factor principal en la experiencia estética es la identificación con este proceso” (Segal, 1981). En otras palabras, el artista debe elaborar la posición depresiva; reconstruir el mundo interno destruido es la tarea que subyace al proceso artístico, como ya había señalado M. Klein, pero Segal abunda en el grado de restauración que se produce y en que eso se haga tolerable, para lo cual cita al poeta: “La belleza no es más que el comienzo del terror que somos capaces de tolerar” (Rilke, citado por Segal, 1981) Pero después de ese primer trabajo, realizó desarrollos en su pensamiento sobre la estética, en especial la valoración de la posición esquizoparanoide en el proceso artístico. “Una obra de arte debe transformar los elementos esquizoides en arte. Incluirlos en ella. Y la tensión por el conflicto entre elementos de la posición depresiva y la esquizoparanoide son esenciales en el proceso creativo” (Segal en J.M. Quinodoz, 2008). También nos dice que todo artista es un artesano, es decir, que trabaja en contacto con la realidad concreta, aunque es capaz de transformar esta concreción en algo simbólico, a diferencia del paciente psicótico que se queda en la concreción. Y otro aspecto que destaca del artista es su contacto con la parte infantil de sí mismo para que sea posible una percepción fresca de la realidad (Segal en JM. Quinodoz, 2008).
Al preguntarle J.M Quinodoz (op. cit., p.23) cómo se produjo la evolución de sus ideas sobre la estética contesta: “Después de leer a A. Stokes -1965- y a través de mi experiencia clínica ; y también quizá por mis propias tendencias depresivas”. Creo que esta respuesta encierra algunos de los elementos básicos de cómo se constituye su pensamiento. En primer lugar, un pilar es el reconocimiento de lo que otros aportan, en este caso A. Stokes -ya me he referido a otros, como Freud, Klein, etc-; el segundo pilar es, ¿cómo no?, la clínica, siempre tan importante; y por último, añade algo que quizá a veces los analistas olvidamos, y es que en psicoanálisis trabajamos con nuestra personalidad, y no sólo con nuestras capacidades y habilidades sino con nuestras limitaciones y dificultades en función de lo que seamos capaz de elaborar de ellas.
Otra expresión de su apertura mental la encontramos en su participación en el diálogo con otras líneas de pensamiento psicoanalítico: en primer lugar, mostrando y enseñando la teoría kleiniana de una manera que según las propias palabras de M. Klein «ella es la persona que mejor puede explicar mi trabajo sucintamente y al mismo tiempo sin ser provocadora» (citado por J. M. Quinodoz, p. 90).
Esta apertura se expresa de manera más directa en su participación activa en el diálogo con otras corrientes psicoanalíticas. Por ejemplo, por citar tan sólo algunas: su participación en la mesa redonda de Marsella en 1984, sobre pulsión de muerte (junto a J. Laplanche, E. Rechardt y A. Green, 1989); o en la mesa redonda sobre ¿Qué es un objeto? junto a Sandler, Ian Smith, A. Green; o discutiendo trabajos de analistas norteamericanos: el de Charles Brenner, «La mente como conflicto y la formación de compromiso» (1992); o presentando un caso clínico propio al tiempo que un analista americano, Ed Weinshel, presentaba el suyo y luego discutido mutuamente; o su participación al aportar una versión kleiniana (junto con P. Roth) a la discusión de un material clínico presentado por otro analista americano, J. Fosshage (1990).
3. Aplicación del pensamiento psicoanalítico a áreas diferentes: el arte (en especial la literatura), la política (en especial la guerra). Ya me he referido a su contribución a la estética, y ha hecho otras aportaciones al campo de la literatura en las que no puedo entrar aquí (para ver su aportaciones y repercusiones en el ámbito de la cultura ver D. Bell, 1999).
En cuanto a su preocupación por la política, ha realizado también aportaciones psicoanalíticas que sólo puedo citar ahora. Junto con M. Laufer fue la fundadora en 1983 de “Psicoanalistas para la Prevención de la Guerra Nuclear”, para cuya reunión inaugural escribió un ya clásico trabajo en este campo, “El silencio es el auténtico crimen” (1987). Y sus postulados se fundamentan, nos dice, en el nuevo modelo de comprensión psicoanalítica que ofrecía, por una parte, la teoría de Freud de la lucha entre Eros y Tanatos, y por otra, la teoría de la posición esquizoparanoide de Klein, junto a la transición a la posición depresiva; a lo que cabía añadir la conceptualización de los grupos por Bion (Segal en J.M. Quinodoz, op. cit).
Los acontecimientos más importantes de las últimas décadas han encontrado en H. Segal la correspondiente reflexión psicoanalítica: La guerra fría, la caída del bloque soviético, la guerra del Golfo, el 11 de Septiembre (los trabajos referidos a estos temas pueden encontrarse en Segal, 1997). Sirva como muestra el título de uno de estos trabajos: “No se aprende de la experiencia: Hiroshima, [la guerra] del Golfo y el 11 de Septiembre”(2002).
4. Mi visión de la aportación de Hanna Segal. Creo que una idea fundamental que atraviesa toda su obra es la consideración de la vida mental presidida por el conflicto entre las tendencias de vida y las tendencias de muerte. La integración, tras un proceso de elaboración, de las tendencias destructivas con las tendencias de vida es el elemento fundamental para el crecimiento de la vida mental. Pero quizá más que integración, ella suele utilizar expresiones como ambivalencia, balance de fuerzas, equilibrio y la lucha implícita en ello, que probablemente describe mejor el estado real de una mente madura, y la necesidad de tolerarla. Si bien es algo que ya está en el Freud de la última época, y más claramente en M. Klein, en H. Segal se hace más evidente.
Otro elemento que me interesa destacar es el estudio comparativo, implícito o explícito, en la obra de Segal entre dos tipos de fantasía. Una, la fantasía al servicio del pensamiento y el contacto con la realidad. Si consideramos la fantasía inconsciente como un conjunto de hipótesis primitivas sobre el objeto y el mundo, es posible experimentar en la fantasía comparando los diferentes resultados imaginados. El pensamiento «¿qué ocurriría sí…hiciera tal o cual cosa?» sienta las bases de un pensamiento racional y realista. Diferente de la fantasía omnipotente y delirante que no duda en crear un mundo «as-if» «como si» fuera el auténtico, y por tanto no sujeto a modificación por la prueba de realidad ( Segal,1994).
Esos dos niveles de funcionamiento mental también están presentes en su descripción de las dos formas de simbolización ya mencionadas: la ecuación simbólica, donde el objeto es la cosa misma, y la simbolización representacional.
Pero lo que para mí me resulta de un interés primordial y quiero resaltar es el hecho de que en la obra de Segal ambos niveles de funcionamiento mental están siempre presentes en todo individuo. Cuando hablamos con alguien, dice, no sólo nos comunicamos con el nivel mental evolucionado de la simbolización, sino que nos impactamos en el nivel concreto, en el sentido de la concreción de la ecuación simbólica; porque los dos niveles de simbolización, el primitivo y el evolucionado, coexisten en toda persona (Segal en J. M. Quinodoz, op. cit. p. 71).
Igualmente, podemos decir que los dos niveles de fantasía mencionados coexisten. Y el progreso de todo análisis, nos dice Segal, y no sólo con pacientes psicóticos, consiste en conseguir el cambio desde una organización arcaica de la fantasía que distorsiona la percepción, al predominio de otra que permita una mayor capacidad para tolerar la prueba de realidad.
Y ello está presente también cuando distingue, por un lado, el proceso creativo como resultado del reconocimiento de un mundo caótico y destruido que requiere de un proceso de elaboración reparatoria para re-crear un nuevo mundo. Y por otro lado, el mundo psicótico en el que el “reconocimiento” del caos conduce a la huída de la realidad y la construcción de un mundo omnipotente.
Pero lo que quiero destacar es el hecho de que tales opciones se evidencien claramente en la persona “sana” y la delirante, o entre el artista y el psicótico, es decir que forman parte de la psicopatología cotidiana. Por lo tanto, me parece de gran utilidad clínica y teórica. Y en esta última, lo es tanto para la comprensión psicoanalítica de la mente, como para la aplicación de esta teoría en ámbitos diversos de la vida humana.
Según lo veo yo, creo que la obra de Hanna Segal arranca de las fuentes de Klein en el sentido de que el logro del desarrollo del individuo y de toda actividad humana pasa por la elaboración de la posición depresiva. Pero con el desarrollo de su pensamiento, ha ido incorporando la presencia de la posición esquizoparanoide en la vida psíquica como exactamente lo que es, una “posición”, es decir un estado de la mente, que no se supera de manera definitiva para siempre, como si fuera una fase que queda atrás, sino que persiste permanentemente. Y en consecuencia, el conflicto está garantizado. El conflicto entre la posición esquizoparanoide y la posición depresiva es inacabable. Es una línea de pensamiento que converge con la de Bion, en la bien conocida fórmula Ps-D. Aunque creo que la formulación abstracta de Bion adquiere en Segal cuerpo y vinculación, tanto a través de la clínica como de las otras áreas de la vida psíquica y relacional que explora.
Creatividad y delirio dice Segal que fue el subtítulo que quiso darle a la edición americana de su libro “La obra de Hanna Segal”, y creo que refleja bien los fundamentos de la mente. Y ello lo completa cuando en la entrevista con J.M. Quinodoz, recogida en el libro tantas veces citado, le dice que la zona borderline entre ambos, delirio y creatividad es realmente en la que estamos constantemente trabajando. Con nuestros pacientes, pero también me atrevería a decir, en nuestras vidas, en un intento de que en ese conflicto el balance predomine en el sentido de lo creativo (aunque sea con c minúscula).
Para terminar, querría agradecer a la Dra. Segal sus enseñanzas porque nos permiten la posibilidad de ser un poquito más inteligentes… incluso que ella misma. Y digo esto parafraseando un comentario suyo, cuando en una ocasión nos dijo que, hoy día, los psicoanalistas podíamos considerarnos más inteligentes que Freud, porque tenemos la oportunidad de subirnos a sus hombros y ver más lejos que él. Muchas gracias por ofrecernos los suyos. Y gracias también por estar hoy entre nosotros.
[1]Texto introductorio a la conferencia de Hanna Segal: What is an object ? The Role of Percepction, invitada por la Sociedad Española de Psicoanálisis, en La Casa del Mar. Barcelona, 24 de Mayo de 2008. Publicado en la Revista Catalana de Psicoanàlisi Vol. XXVI/1 2009.
Referencias bibliográficas
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Antonio Pérez Sánchez
Psicoanalista. Presidente de la Sociedad Española de Psicoanálisis (IPA)