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He seleccionado “un sueño masculino”, según Freud lo denomina, para tratar de proponer una mirada  espontánea/reflexiva sobre un sueño relatado por Freud, mirada basada en la evolución que se ha producido en la forma de entender los sueños. Se trata de un sueño del que no he encontrado referencias analíticas y tampoco dispongo de las emociones del paciente al relatarlo. Éste es pues, un mero ejercicio, un intento de volver a mirar, desde nuestra perspectiva actual, un material utilizado por Freud.

En el Capítulo V  de La Interpretación de los sueños, Freud trata de mostrar la huella de los sucesos infantiles en el contenido latente  y para ello expone una serie de seis sueños. El sueño tercero, denominado “Un sueño masculino” no está interpretado, sino comentado. A continuación transcribo el texto del sueño, las asociaciones del soñante y los comentarios de Freud.

Ve a dos muchachos peleándose. Por los utensilios que en derredor de ellos advierte, deduce que son aprendices de tonelero. Uno de ellos tiene derribado al otro. El caído lleva pendientes con piedras azules. Con el bastón en alto, (el soñante) se dirige hacia el vencedor para castigarle. Pero el muchacho se refugia al lado de una mujer que hay junto a una valla, como si de su madre se tratase. Es una mujer de aspecto humilde y está de espaldas al durmiente. Luego se vuelve y le dirige una mirada tan torva y feroz, que echa a correr, asustado. Antes advierte que los párpados inferiores de la mujer, laxos y caídos, dejan asomar la carne roja.» 

«Este sueño ha aprovechado, con gran amplitud, triviales sucesos del día anterior. En él vio, efectivamente, dos muchachos que reñían en la calle, teniendo uno de ellos derribado al otro, y cuando se dirigió a ellos para separarlos, emprendieron ambos la fuga. El elemento «aprendices de tonelero» queda aclarado a posteriori por otro sueño en cuyo análisis empleó el sujeto la locución «desfondar el tonel». Sobre los «pendientes con piedras azules», observa que son un  adorno muy llevado por las prostitutas. Con esta asociación concuerda la reminiscencia de una conocida canción en la que se trata de dos muchachos. ‘El otro muchacho se llamaba María’ (esto es, era una muchacha). La mujer en pie junto a la valla: después de la escena de la riña estuvo paseando por la orilla del Danubio y aprovechó lo solitario de aquellos lugares para orinar contra una valla. Continuando su paseo, encontró una mujer, ya entrada en años y decentemente vestida, que le sonrió amable y quiso hacerle aceptar su tarjeta.

La mujer de su sueño aparece junto a la valla en actitud idéntica a la suya cuando se puso a orinar: corresponde, pues, a la representación de una mujer orinando, y con esta representación concuerda la repugnante visión de la carne roja asomando por el borde de los párpados inferiores, visión que no puede referirse sino a la de los genitales femeninos, abiertos cuando la mujer se pone de cuclillas para orinar. El sujeto debió de presenciar alguna vez, en su infancia este espectáculo, y el mismo resurge ahora, en su recuerdo, bajo la forma de ‘herida’ o ‘carne viva’. Su sueño reúne las dos ocasiones en que siendo niño le fue dado  contemplar los genitales de sus infantiles compañeras: al derribarlas jugando y al orinar. En el análisis surge también  el recuerdo de los castigos o amenazas que su padre le hizo objeto al descubrir su temprana curiosidad sexual”  (Trad. Luis López-Ballesteros, 1973).

Hasta aquí la traducción del texto de Freud. En el primer párrafo está propiamente el sueño, en el segundo las asociaciones del soñante y en el tercero Freud destaca los elementos que entiende ligados a la micción y a la visión de los genitales, asociándolos a los castigos derivados de la curiosidad sexual del soñante cuando era niño. “Cuanto más ahondamos en el análisis de los sueños, más frecuentemente descubrimos las huellas de sucesos infantiles que desempeñan, en el contenido latente, el papel de fuentes oníricas”  (Freud, 1900). Mi impresión es que Freud recoge el sueño y las asociaciones del soñante y las fuerza para encajarlas con recuerdos infantiles y demostrar el valor de estas experiencias ligadas a la sexualidad.

Sin embargo también Freud deja la puerta abierta a que el sueño posea con frecuencia varios significados. “El sueño posee con frecuencia varios sentidos (…) La acumulación de significados del sueño es uno de los problemas más arduos y al mismo tiempo más ricos en contenido de la interpretación onírica” (Freud, 1900). Por ello trataré de comentarlo desde las perspectivas que me sugiere el sueño a la luz de algunos de los desarrollos posteriores a Freud.

Desde el punto de vista psicoanalítico, los aspectos referidos al aquí y ahora de la sesión y a la relación entre paciente y analista actualmente son esenciales para comprender la comunicación inconsciente contenida en el sueño. Dichos aspectos no podrán ser aquí considerados puesto que Freud no facilita el contexto de la sesión.

Actualmente no hablaríamos de los genitales y la similitud de la carne roja con una herida, idea que apunta hacia la castración, ya que son elementos que sugieren ser tomados como objeto parcial. Hoy hablaríamos de características de la relación de objeto del soñante. Siguiendo a Fairbairn (1953) es comúnmente aceptado que los distintos personajes del sueño representan distintos aspectos del self del soñante que dan lugar a desplegar un escenario interno fantaseado. Cada personaje representa los diferentes sentimientos y emociones del soñante. Todos los personajes son figuras alejadas del soñante, no le son familiares y esto me haría pensar en que proyecta en figuras desconocidas aspectos disociados de sí mismo, proyectando en la figura extraña aquello que le resulta intolerable y por este mecanismo lo aleja de sí. En el caso de que fueran personajes conocidos, como amigos, familiares, me sugeriría una proyección de aspectos más cercanos al Yo del soñante.

Teniendo en cuenta esta perspectiva relacional en la comprensión del sueño y el escenario en el que Freud lo sitúa, voy a tratar de relacionar los aspectos de continente-contenido y las fantasías edípicas que me parecen presentes en el sueño.

En las asociaciones del soñante, a mi entender, Freud nos permite destacar los aprendices de tonelero y el desfondar el tonel como dos perspectivas contrapuestas ligadas a la construcción y la destrucción de un continente. En este escenario transcurre el sueño. Desde el contexto histórico-lingüístico he tratado de precisar el significado de un aspecto que quedaba en la penumbra como la fabricación de toneles y la expresión traducida como “desfondar toneles”. Tras consultar el texto original en alemán y la traducción en inglés, la expresión desfondar toneles («dem Fass den Boden ausschlagen») significa romper deliberadamente el fondo del tonel para vaciarlo. Expresión que está asociada a una ley de control de calidad y  pureza de la cerveza que implantó la familia reinante Witelsbach  en el siglo XVI en Baviera. Dicha ley establecía controles estrictos que llegaban hasta la destrucción de los toneles por el sistema de desparramar su contenido cuando éste no cumplía con las condiciones de fermentación y acidez exigidas. Esta fue una práctica común para forzar a los campesinos a cumplir la normativa e impedirles vender la cerveza o el vino  que no reunía las condiciones exigidas. Tenía por tanto un valor de castigo así, como la destrucción del continente por la mala calidad del contenido.

Esta imagen del sueño y las evocaciones asociadas al contexto histórico  me acercan a pensar en el concepto de continente-contenido de Bion. La noción de contención es un concepto central en las distintas corrientes psicoanalíticas. Deriva de la descripción original de Melanie Klein de la identificación proyectiva, que ha dado lugar, en psicoanálisis, al desarrollo de la comprensión del contacto emocional del bebé con su madre como relación continente-contenido (Bion 1962)

En cuanto al aspecto relacional podemos ver una triple imagen de relación de objeto que me hace pensar en una sucesión de fantasías edípicas del soñante. Aparecen en el sueño tres mujeres. En el primer momento relata una pelea entre dos jóvenes, de los cuales uno resulta ser una mujer que tiene atributos relacionados con la prostitución, pelea entre pares que sugiere una relación sexual con una prostituta.

En la segunda figura femenina  nos habla de una relación entre una mujer adulta y el chico joven agazapado en las faldas de  la mujer-madre que bien podría representar la relación incestuosa madre-hijo, teniendo en cuenta la mirada feroz que ésta dirige al soñante ya que su presencia amenaza su relación con el joven. Hace huir al soñante y lo aleja de la escena.

La tercera figura femenina se representa por una mujer entrada en años, que estaría más cercana a la fantasía de Edipo, (en Edipo de Sófocles Yocasta colabora en la relación incestuosa) dando la tarjeta o haciendo la vista gorda y colaborando en la relación seductoramente. Estos serían diferentes aspectos del soñante en tres versiones de su relación con la mujer y con la sexualidad femenina. Estaría la mujer prostituta poco diferenciada, la mujer-madre deteriorada y la mujer seductora.  Lo latente no le permite ver al soñante que se trata de una chica. Aquí lo manifiesto niega lo latente. Luego uno de los chicos está con la mujer. La mirada feroz de la mujer-madre parece decirle al soñante que interfiere en su relación con el niño. En el tercer escenario, que no es tan solitario como dice el soñante, alguien le observa y le sonríe seductoramente y le hace aceptar la tarjeta que le ofrece.

También las tres figuras masculinas representan aspectos del soñante identificado con el padre castigador cuando está con el bastón en alto, con el joven impulsivo en una pelea erotizada, también identificado con la amenaza de una relación incestuosa en la seducción de una mujer madura que le observa y que él no ha visto. Se representan así las relaciones posibles de ser observado y de observar en espacios triangulares y de satisfacer la curiosidad infantil.

“El cierre del triangulo edípico mediante el reconocimiento del vínculo que une a los padres proporciona unos límites para el mundo interno. Configura lo que denomino un espacio triangular, esto es, un espacio delimitado por las tres personas de la situación edípica y todas sus potenciales interrelaciones. Incluye, por tanto, la posibilidad de ser partícipe de una relación y ser observado por una tercera persona, así como ser observador de la relación entre dos personas”(Britton, 1989).

El escenario en el cual se produce el sueño está en relación con la construcción de toneles, espacios contenedores de una riqueza que hay que conservar: el vino. Se trata de una elaboración artesanal que hoy en día casi se ha perdido y que comporta construcciones complejas que se mantienen vivas a lo largo de muchos años. Es en este entorno de construcción de elementos contenedores que se producen las luchas y conflictos  entre diversos aspectos del soñante: fantasías edípicas, conflicto masculino-femenino, que el soñante asocia con “dem Fass dem Boden ausschlagen» que tendría que ver con la destrucción del continente, desbordándose, vaciándose, expresión del terror más profundo de no poder dar cabida y el terror de destruir. No obstante el sueño permite contener y elaborar permitiendo satisfacer el deseo y evitar la actuación. Veríamos así el sueño como continente.

“Según Bion, una buena relación entre continente y contenido es la base de capacidades posteriores como la simbolización y el pensamiento. Cuando la relación está severamente perturbada por una respuesta inadecuada de la madre o por la envidia del niño -generalmente una combinación de las dos- ello sienta las bases para un futuro trastorno psicótico” (Segal, 1989).

El relato del sueño nos lleva a una visión poliédrica de las distintas etapas de la vida: en lo masculino los jóvenes toneleros, el soñante como adulto y el padre, en lo femenino aparece la joven con pendientes de piedras azules asociada a la prostitución, la mujer-madre, la mujer entrada en años que invita y sonríe seductoramente. Podríamos pensar que el soñante nos habla de sus relaciones con sus objetos internos, de sus impulsos y ansiedades expresados a través del sueño y  a través del mismo pueden  ser contenidos. A partir de los desarrollos postkleinianos se abren nuevas perspectivas de comprensión  y al mismo tiempo, en una época en la que Freud todavía no había formulado el complejo de Edipo, podemos ver en este sueño el germen de su desarrollo posterior.

Por tanto, podríamos pensar que este sueño nos lleva a una visión poliédrica no sólo de las fantasías edípicas y  las etapas de la vida sino también a entrever la evolución de las distintas comprensiones de los sueños que se han ido ampliando y enriqueciendo a lo largo de la evolución del pensamiento psicoanalítico y del trabajo clínico cuya riqueza y diversidad ya había sido intuida e iniciada por Freud.

 

Referencias bibliográficas

Bion, W.R. (1962), Learning from experience, Londres, Heinemann.

Britton, R., Feldman, M., O’Shaugnessy, E., (1989), The Oedipus Complex Today. Clínical Implications, Londres, trad. J.L. Martí Quirós, Valencia, Promolibro, 1997.

Fairbairn, R., (1953) Observaciones sobre la naturaleza de los estados histéricos.

Freud, S., (1900), Die Traumdeutung, en Obras Completas,I, Madrid, Biblioteca Nueva, 1973, trad. L. López Ballesteros.

Hernández, V., (1986), “Els somnis com a dramatització de la fantasía inconscient”, Revista Catalana de Psicoanàlisi, Vol. III pp. 221-236.

Segal, H., (1989) Introducción en El Complejo de Edipo Hoy. Implicaciones Clínicas.

 

Palabras clave: sueño, masculino-femenino, continente-contenido, Edipo,

 

Antònia Llairó Canal
Psicóloga clínica. Psicoanalista de la Sociedad Española de Psicoanálisis
antonia.llairo@gmail.com