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Los amigos de TEMAS DE PSICOANÁLISIS me honran confiándome la semblanza del Dr. Jorge Tizón, su entrevistado de este número. Presentar a Jorge en pocas líneas es, a la vez, tarea ardua y simple. Ardua por la multiplicidad de sus dedicaciones dentro del amplio espectro que se extiende desde la neurobiología a la psicología de las masas; fácil porque no hay más que repasar el número escandaloso de sus publicaciones para tener una imagen pormenorizada de sus dedicaciones y afanes. Y, no hace falta decirlo, del personaje íntimo que late detrás de tanta gestión asistencial, de tantos intereses teórico-técnicos, polimorfos y al mismo tiempo engarzados en rigurosa coherencia. “Por sus obras le conoceréis”,  pudiera aducirse aquí atinadamente.

Y me doy cuenta de que la dilatada relación, aunque espaciada en el tiempo, que haya podido tener con el Dr. Tizón, ha discurrido casi por entero en el quehacer de nuestro trabajo: como alumno al comienzo, como maestro que es, desde hace muchos años. Recapitulando, casi me sorprende este carácter tan exclusivamente laboral de nuestro vínculo. Pero tengo la certeza de que a través del mismo, aunque  en esta reducción monocorde, hemos vivenciado implícitamente muchas afinidades en la raíz emocional de nuestras dedicaciones respectivas. Una de estas tempranas afinidades fue nuestra alta estima por uno de los maestros de la psiquiatría contemporánea: el Dr. Carlos Castilla del Pino. Otra afinidad también muy inicial en nuestra relación ha sido nuestro interés –fascinación diría– por el misterio de la psicosis. Y otra que aún hoy sigue ocupándonos a los dos: la universalización de la asistencia psicológica de inspiración psicoanalítica en cualquier ámbito de la asistencia pública que la requiera.

Fuera de estos comunes intereses tan apasionantes, no hemos tenido tiempo para nada más. Mi impresión es que Jorge vive apresurado –y razones le sobran- hasta el punto que no consigo recordar ni un solo momento de ocio compartido. Pero qué voy a decir que no sea evidente, pues su polifacética y extrema sobreocupación es de conocimiento general. En algunas reuniones le hemos preguntado si tenía tiempo para dormir, aunque, con vistas al trabajo, dormir se imponga también para no perderse la primorosa experiencia de los sueños. Me atrevo a pensar que si duerme poco, es capaz de reconfortarse confiando en la continuidad del sueño vigil inconsciente bioniano.

Lo cierto es que al considerar este lunar de nuestra relación, tan aséptica de cualquier ocio deliberado, tengo extrañas ocurrencias, como  por ejemplo invitarle por sorpresa a jugar al billar, a una partida de carambolas. Imagino su temperado asombro ante la propuesta, que quizá aceptaría para dispensarse una pintoresca experiencia de extravagante frivolidad; o quizá me esquivaría comentando que no puedo salirme de situaciones triangulares.

Pero esta digresión no me aparta de lo que quisiera apuntar tan solo en este esbozo de semblanza, que con profunda admiración y estima me mueve a afirmar la calidad orquestal que tiene este extraordinario conjunto de inspiraciones y realizaciones con que discurre la identidad bio-neuro-psico(socio)-analítica de Jorge Tizón. Director e intérprete de este conjunto orquestal, ora le vemos en la armonización de tantos grupos de trabajo, ora en función de solista íntimo detrás del diván, u operando en la lírica de cámara de la relación madre-bebé. Pero también en el espacio grupal de variados sufrimientos o en el macro grupo de simposios y congresos, o en sus inspiradas proclamas denunciando los desastres de cualquier fundamentalismo de barniz científico.

Desde la intimidad del solista hasta el aire abierto de sus intereses interdisciplinarios, la orquestación de tantos afanes desemboca en una ejecución siempre entusiasta. Viéndole así, uno recuerda los grandes maestros corales vueltos de cara al auditorio, invitándole a cantar con el coro.

Pero las realidades, desgraciadamente, no son tan angélicas porque no es fácil esta respuesta concordante cuando el auditorio atiende subyugado por otros intereses más fáciles y tentadores, que los que proclama incansable este empeño en la democratización de la asistencia psiquiátrica que tanto anima el espíritu y la práctica de Jorge Tizón. Y éste es para mí otro aspecto de su grandeza: la incansable reformulación de las verdades extraídas  en tantos campos de la clínica individual y grupal que se destila en su variada secuencia didáctica, una y otra vez, en variada cadencia, sin desmayo, sin mayor cansancio después de varias décadas; con la esperanza de una respuesta adecuada, consecuente, que ha de llegar un día u otro, cuando vayan desmoronándose las viejas, recalcitrantes resistencias de los intereses creados, del miedo al cambio, de la adicción perversa a la repetición de los sistemas sociales de defensa que cínicamente puedan imperar en la política asistencial del momento. En este dilatado “mientras tanto”, que podría agotar las reservas de capacidad negativa con que tolerar la gravosa lentitud del deseable proceso terapéutico, el doctor Tizón encuentra  nuevo fortalecimiento en el otro extremo del teclado de sus dedicaciones: la observación sistemática de la relación madre-bebé y de la clínica infantil donde, por el contrario, todo es tremendamente inédito, angustiante y asombroso, pasional y tierno.

La trascendencia de esta etapa inicial, durante la cual empiezan a organizarse estructuras de la mente tan decisivas para el porvenir del sujeto, ha llevado al Dr. Tizón a conjugar ascensión y declive de la curva vital de la criatura humana y a sentar con base sólida la gestión adecuada para una fecunda labor preventiva. Pienso que en esta minuciosa dedicación a los primeros balbuceos de la relación interpersonal, nuestro hombre-orquesta reencuentra la difícil esperanza para proseguir con aliento su andadura asistencial  por las asperezas tan entrañables de la existencia psicótica.

Y no quiero retener por más tiempo al lector, que encontrará en la vivacidad del diálogo con el Dr. Tizón la información más directa de sus múltiples facetas.

 

Pere Folch Mateu
Psicoanalista didáctico de la Sociedad Española de Psicoanálisis (SEP – IPA)