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Uno de los problemas que pueden presentar los conceptos que forman el cuerpo teórico del psicoanálisis es que con el tiempo y el uso su significado se amplía y deviene impreciso, perdiendo significación precisamente por exceso de significación. En este proceso puede ocurrir que un concepto matriz dé lugar a otros conceptos que precisan y enriquecen la comprensión. Pero también puede suceder que se dé una tal fragmentación de significados que la comprensión entre profesionales se haga más y más difícil.

El concepto insight, en otro tiempo más en boga, parece haber perdido presencia en la literatura analítica. ¿Se habrá vuelto demasiado impreciso? ¿Será fuente de malentendidos? ¿O tal vez disponemos de nuevas maneras de explicar los fenómenos que trataba de recoger el concepto?

Las reflexiones que trato de describir a continuación se inspiran en el diálogo con diferentes autores a través de unos textos que me han interesado. Espero que sirvan para clarificar en algo qué queremos decir cuando nos referimos al insight así como para pensar si este concepto nos sigue siendo útil.

 

1. Comprensión, poder de ver dentro de alguna cosa con la mente

El English Oxford Dictionary describe el insight (insight into something) como: 1) comprensión, poder de ver dentro de una cosa con la mente, y 2) percepción, visión momentánea, hecha de forma súbita. Además podemos ver descrito el término como capacidad de ganar una comprensión precisa y profunda de algo. Se trata de un vocablo usado en inglés corriente como sinónimo de comprensión. Como podemos apreciar los componentes visual y de profundidad destacan en la primera acepción, así como los de percepción/visión súbita en la segunda.

Visión comprensiva hacia el interior: ver y comprender son usados como sinónimos. Se trata, al fin y al cabo, de una metáfora basada en el sentido de la visión que usamos para designar una acción o un proceso mental que se articula y se expresa básicamente en palabras.

Cuando nos referimos al insight no pensamos tanto en una actividad perceptiva visual sino en un proceso de percepción mental. En el insight, no vemos literalmente nada con los ojos. Entendemos algo con la mente. Y en el caso que nos ocupa entendemos algo con el pensamiento tal y como éste se desarrolla entre paciente y analista. Pero, por supuesto, se trata de un entender particular gracias a las evidencias pero más allá de las evidencias de los sentidos. Si llegamos debajo de la superficie de las cosas, si ganamos acceso a entidades que están en el mundo interno, lo hacemos y lo deducimos desde dentro del lenguaje, en sentido amplio, un lenguaje que se explicita y escenifica de forma abierta en la sesión. Admitimos que el lenguaje es en parte acción y sobre todo metáfora en acción, sin perder de vista que el pensamiento metafórico es una parte esencial de la actividad pensante.

Tradicionalmente se consideraba el insight como uno de los objetivos principales a alcanzar en el tratamiento psicoanalítico. Su consecución implicaba la adquisición de un autoconocimiento que debía llevar de forma inevitable al cambio psíquico deseado. El insight era curativo casi por definición. El analista proporcionaba interpretaciones iluminadoras, una y otra vez, hasta que el paciente finalmente “hacía un insight”, comprendía algo de su funcionamiento interno que antes atribuía a otros, o simplemente no comprendía en razón de las estrategias defensivas que tenían por misión mantener inconsciente el inconsciente.

Este supuesto que vinculaba el cambio psíquico a la adquisición de insight se encontró enseguida con problemas: había insights que no modificaban nada del sistema psíquico del paciente. Entonces Richfield (1954) propuso diferenciar los insights intelectuales de los emocionales. En los primeros se daba un reconocimiento intelectual de parte del paciente sobre algún aspecto antes ignorado, pero se trataría de un reconocer verbal, considerado superficial en la medida que no venía acompañado de los afectos correspondientes. Este insight no produciría cambio psíquico aunque permitiría al sujeto movilizarse con la finalidad más o menos consciente de regular y compensar mejor su conducta relacional. El segundo tipo de insight se entendía como más genuino, auténtico, una comprensión afectiva a la vez que intelectual. Sin embargo podía darse que el acompañante afectivo de la comprensión fuese sencillamente una descarga emocional liberadora pero sin una auténtica comprensión a través de los afectos. Para evitar malentendidos Reid y Finesinger (1952) preferían hablar insight dinámico para indicar aquella comprensión que penetra la barrera de la represión y permite al yo devenir consciente de ciertos deseos inconscientes sobrecargados de afectos.

Se solía concebir el insight como consecuencia de las interpretaciones del analista, es decir, de los insights que el analista había ido adquiriendo por vía de observación y de inferencia en la relación con su paciente. De la pareja analítica, el analista sería quien tendría las competencias necesarias para penetrar en la mente del otro, el paciente, el cual, a su vez, tendría encomendada la misión de asociar libremente un material cuyo significado profundo no entendería, y por tanto tendría que aceptar el que su analista le otorgase a través de la interpretación. Hemos visto aplicar esta visión de las cosas, a veces de forma rígida y unidireccional: el analista sabría la verdad de su paciente quien finalmente la tendría que aceptar. Esta actitud todavía pervive en determinados momentos del trabajo analítico como expresión de una dramatización actuada en la que el analista ejerce un supuesto poder de penetrar en la mente del otro en contraste con otra perspectiva que concibe los descubrimientos en la sesión como un efecto del contacto relacional, de cómo la mente de uno se relaciona con la mente del otro.

Richfield, en el artículo antes mencionado, retoma la diferenciación que hacía Bertrand Russell (1929) entre conocimiento por familiaridad (knowledge by acquaintance) y conocimiento por descripción (knowledge by description). El primero correspondería a lo que hoy estamos acostumbrados a llamar conocimiento por experiencia. Como se sabe, Bion (1962) diferenció un aprendizaje por experiencia de otro tipo basado en el conocimiento sobre alguna cosa, que lo que hace es añadir información sin que el sujeto se transforme como resultado de este nuevo conocimiento. Vaya lo dicho para señalar que el conocimiento más específico y genuino que se adquiere en el tratamiento psicoanalítico, tal como yo lo entiendo aquí, es fundamentalmente un conocimiento por experiencia de relación. El paciente hace impacto en el analista con sus comunicaciones. Y este necesita procesar dicho impacto antes de responder, proceso que conocemos como función de rêverie. El analista necesita objetivar de alguna manera esta experiencia directa con el paciente para poder entender y transmitir algo de esta comprensión/insight adquirida por así decir “en carne propia”.

Si conocer por descripción permite ir más allá de los límites de la experiencia privada no debemos olvidar que se trata de un conocer adquirido indirectamente por analogía e inferencia (Ahumada, 1999). Pero el psicoanálisis se ocupa primera y precisamente de la experiencia más privada del sujeto. Analista y paciente se comprometen en una relación de compromiso, respeto, confianza y disponibilidad emocional dentro de un contexto de intimidad y con las restricciones que el método impone: un marco apto para el desarrollo de una relación que favorece el contacto con los aspectos más primitivos e inconscientes de la personalidad del paciente y su conocimiento por experiencia en la sesión.

Kris (1956) concebía el insight como el resultado de la operación conjunta de las funciones integradoras del yo. Lo que este autor llamaba “la buena hora analítica” no solamente se refería a un momento de insight de parte del paciente sino a un momento de buen trabajo entre analista y paciente, algo que sucede no premeditadamente, de forma no prevista, preparado en la oscuridad, sin una consciencia clara de lo que está sucediendo mientras está sucediendo, un momento en el que el “todo” empieza a tener un sentido. No se trata tanto de una acción puntual sobre una resistencia como del resultado de una interacción continuada, un desmontar progresivo de la estructura defensiva.

Más adelante, en el mismo artículo, Kris comenta diferentes formas de pretendido insight que parecen estar más al servicio de complacer al analista ―tema que ha tratado con detalle M. Feldman (1999)― o de afirmar una posición narcisista del paciente en la que este ya no necesita las aportaciones del analista, siendo suficientes sus “auto-insights”. También previene sobre otras formas de supuesto insight que en realidad representan maneras de comprender del paciente de acuerdo a fantasías explicativas que ya están previamente en su mente: este organiza toda nueva comprensión alrededor de una hipótesis preexistente, de manera que las aportaciones del analista no harían sino confirmar los planteamientos del paciente.

Es interesante notar que para Kris, el insight adecuado, auténtico, no es tanto un estar el paciente en sintonía con las posiciones del analista, ni un estar del paciente en sintonía con sus propias fantasías previas explicativas, sino el sintonizar con el sentido y la estructura del proceso, es decir, con la finalidad de buscar el sentido auténtico inconsciente de la experiencia y de la vida mental del paciente.

Considerando que el insight es, en parte, un conocimiento por experiencia nos hemos de preguntar si es una condición necesaria en el tratamiento analítico sin la cual no podría haber un verdadero cambio. Sandler y Dreher (1997) creen que no. “Si bien en el tratamiento analítico se procura conseguir insight, hoy en día este ya no es visto como un requerimiento absolutamente necesario sin el cual el análisis no podría continuar (…) en lugar de eso debemos procurar la consecución de una capacidad de auto-observación.” Estos autores consideran que es mucho más decisiva la capacidad de auto-observación, algo que ayudaría al paciente a conocer mejor sus funcionamientos, capacidades y límites, aunque no comprendiese su significado inconsciente subyacente. Tener una idea más cabal de la clase de experiencia que se está viviendo en un momento dado ayuda a mejorar el control y facilita que la persona pueda aceptar mejor su realidad psíquica. Sin embargo creo que esta posición nos hace sentir un poco incómodos. ¿Hemos de aceptar que nuestra misión con el paciente se reduce a facilitar la auto-observación?

Esperamos, por supuesto, que a lo largo del proceso analítico el paciente desarrolle una mayor capacidad de auto-observación. Y la favorecemos con nuestros señalamientos y observaciones. Con esto estamos contribuyendo a vigorizar una función mental compleja que tiene como misión básica conocer los propios funcionamientos mentales y relacionales. El insight constituye otro factor de esta misma función que tendría relación con el vínculo K de Bion. Pero el conocimiento de sí, si se asume en todas sus consecuencias, tiene que ir más allá de la simple adquisición –por observación o inferencia– de una nueva información sobre la manera como opera la propia mente. Tratándose de un conocimiento por experiencia sobre algo personal es inevitable que provoque alguna clase de turbulencia emocional en el sujeto: por lo menos la turbulencia que sigue al darse cuenta de haber estado funcionando en base a concepciones erróneas que producen dificultades y sufrimiento a sí mismo y a los demás.

Ogden (1997) considera que “la experiencia analítica es fundamentalmente un proceso a través del cual la capacidad para la auto-consciencia se expande y se enriquece. La importancia del insight, desde esta perspectiva, reside en la manera como facilita la experiencia de objetivar un elemento del self, convirtiéndolo en un objeto para ser “visto”. Así el insight no solo es un proceso a través del cual se desarrolla comprensión de sí mismo, incluidos aspectos de la experiencia inconsciente del pasado, sino un vehículo importante para la substanciación del yo/mi (‘me’) como objeto y la simultánea elaboración del yo (‘I’) como sujeto”. Como vemos, Ogden nos está hablando de una elaboración desde el “mí” como objeto (de conocimiento) hacia el “yo” como sujeto (de conocimiento). Entiendo que se está refiriendo a un movimiento de integración que vendría a representar lo siguiente: este “mí” que antes ignoraba y ahora veo y reconozco, soy “yo” mismo, cosa que asumo en todas sus consecuencias.

La función emocional de conocer es una función compartida, dialogada con otro. No puede ser de otra manera. Se fue interiorizando en el seno de la relación con la madre. Y en cada momento implica en el mundo interno un diálogo de posiciones diferenciadas. Esto es igualmente cierto si consideramos el trabajo analítico: las vicisitudes de la relación paciente/analista son el vehículo principal de conocimiento. Schafer (2003) cuestiona la creencia tradicional de que el insight es impartido a los analizados y siempre de manera unidireccional, del analista al paciente. Considera que el insight es primeramente para el analista y plantea que se trata de una formulación para un momento. La formulación del analista es provisional y entra en el diálogo con el paciente a través de la interpretación. El analista ha entendido algo (insight fiable) y sostiene esta comprensión, la da a conocer al paciente, de manera abierta, para ser considerada. El analista, en la medida que confía en sus capacidades y en el método, sostiene su hipótesis con una cierta firmeza pero no la cierra ni la satura, atento a observar cómo se relaciona el paciente con este nuevo conocimiento que se le presenta. Recordemos una vez más: el conocimiento que se busca y se obtiene en el seno de la relación analítica es siempre un conocimiento emocional de cómo el inconsciente del paciente se actualiza en la relación íntima con el consciente e inconsciente del analista, es decir, el otro. Y es un conocimiento que circula desde el pensamiento y las acciones del paciente hacia la recepción, la contratransferencia y la objetivación posterior del analista. Y desde el insight provisional por éste formulado en la interpretación hacia la recepción del paciente. Y así en los sucesivos intercambios.

El paciente puede aceptar o rechazar una formulación del analista. La respuesta del paciente a la interpretación suele ser compleja y depende de múltiples factores, entre ellos la verosimilitud de la propuesta del analista. Pero en cualquier caso todo nuevo conocimiento sobre la realidad mental queda corto si no promueve algún movimiento en la dirección de asumir su realidad y sus consecuencias. A la aceptación debería de seguir alguna clase de integración en el self de aquello escindido y evidenciado en la interpretación. Pero, de acuerdo con Bion, devenir lo que realmente se es puede ser vivido como un problema insoluble e inaceptable cuando el paciente siente que admitir la presencia de funcionamientos destructivos implica convertirse concretamente en destructivo. Sin embargo, entendemos que la integridad del self tiene que ver con una aceptación tolerante de lo que uno es a pesar de no querer ser como se es, sabiendo que lo destructivo tiene que ser contenido porque puede dañar a uno mismo y a los demás.

 

2. Captar la verdadera naturaleza de una cosa, despertar que de repente muestra la verdad subyacente

El Webster’s Encyclopedic Dictionary define insight como 1/ aprehensión de la verdadera naturaleza de una cosa, especialmente a través de la comprensión intuitiva, y 2/ visión mental penetradora, discernimiento, facultad de ver el carácter interior o la verdad subyacente de una cosa.

Como podemos ver, estas definiciones vinculan el insight con la verdad y la intuición: captar la verdadera naturaleza de las cosas por intuición, discernir entre diferentes opciones o presentaciones la verdad subyacente, más o menos oculta, de una cosa.

Creo de interés en este punto recordar la preocupación de Heidegger (1943) por las cuestiones de la verdad y la falsedad. La verdad (la ilatencia) tendría relación, ya en la filosofía griega, con la abolición de la ocultación, la eliminación de la latencia. Esto implicaría que la verdad es una cuestión conflictiva que se ha de ocultar. Y que aparecería solo después de una operación de desvelamiento, operación mental que puede pasar desapercibida, tener lugar en la oscuridad. No se trataría de una visión abierta, auto-evidente del ser (que entiendo aquí como sinónimo de lo verdadero cuando se manifiesta): “Para pensar el ser (…) lo único que hace falta es el simple despertar a la proximidad de todo ente inaparente e insignificante, un despertar que de repente ve que el ente es (…) el ser del ente se muestra cuando se muestra, cada vez, solo de repente (…) (un despertar que) procede a saltos porque el auténtico pensamiento no conoce los puentes, ni las barreras, ni los escalones del explicar (…)”. Se me disculpará el atrevimiento de citar a Heidegger de manera tan parcial y fragmentaria. Pero, un despertar que de repente ve, un fenómeno mental que consiste en entender un funcionamiento del mundo interno de golpe, de una vez, de repente, una comprensión inmediata y clara, ¿no es la descripción de lo que conocemos como intuición?

La intuición es una forma de conocimiento en la que lo conocido se presenta a la consciencia de forma inmediata. Una cosa se hace evidente de repente y de manera completa. En general se contrapone la intuición a formas deductivas o inductivas de inferencia a partir de argumentaciones y razonamientos previos abiertos. Este no es el caso de la intuición. Dentro de la fenomenología se considera que mientras la actividad intelectual del pensar analiza y descompone la realidad externa, la actividad de la intuición es como un impulso que capta lo viviente, lo que se hace y se transforma sin parar. En el acto de intuir lo conocido se nos presenta como un todo. Pero ¿qué suponemos que ocurre en el proceso que termina como intuición súbita que pone de manifiesto la cosa como un todo? Diría que, en el acto de intuir, los vínculos que relacionan los aspectos escindidos se hacen evidentes de una vez y tienen como consecuencia mostrar la cosa intuida, hasta el momento fragmentada y no reconocida en su totalidad, precisamente como un todo significativo.

Regresemos a la cuestión de la relación paciente/analista. En ella se va produciendo un conocimiento gradual de cómo la mente del paciente funciona en relación a la mente del analista, y esto es gracias a vivirla y observar cómo funciona in situ. Podemos decir que el conocimiento por inferencia es un conocimiento que se desarrolla, principalmente, en el terreno de la observación consciente. En cambio, el conocimiento por intuición procedería de forma oculta hasta el momento de su eclosión: aquello que aparece como iluminado de repente, aparentemente sin puentes, ni barreras, ni escalones del explicar explícito, parafraseando Heidegger, se ha ido preparando de manera no aparente en el interior del pensamiento emocional inconsciente del sujeto y en el interior del relacionarse inconsciente con el otro (con el objeto).

Pero ocuparse de la realidad mental en tanto que verdad de la persona, sea esta obtenida por inferencia o intuición plantea en seguida la cuestión de la relación que mantiene el sujeto con la verdad de sí mismo. Considero que este es un aspecto fundamental del insight. Al analista le interesa conocer como se relaciona la persona con aspectos de su verdad, antes desmentida, negada, escindida, fragmentada, y que ahora se manifiesta, se pone en evidencia en la tarea de la sesión. Un conocimiento emocionalmente “neutral” –si tal cosa existe− se puede aceptar o no, todo depende de la convicción con que lo adquirimos, sea por la fuerza de los argumentos que lo sustentan o por la autoridad del que lo imparte.

Pero conocer aspectos rechazados de nuestro funcionar (inconsciente) implica alguna clase de agitación emocional: de pronto nos vemos propietarios de aspectos que nos molestan y que han sido y son lesivos para nosotros mismos y para los demás. Este tipo de conocimiento es una amenaza para el equilibrio psíquico tal como se había ido manteniendo hasta el momento (Joseph, 1986). El paciente tiene deseos de cambiar y siente una presión interior hacia grados de mayor integración interna. Pero, en cierta manera, sabe que cambiar implica desafiar, perturbar el equilibrio mental, el establishment interno.

Grinberg (1980) afirma que “el concepto de insight está relacionado con el tipo de conocimiento que tiene su origen en las experiencias de cambio profundo y crecimiento mental que ayudan el paciente a aproximarse a ‘ser su propia verdad’, con la necesidad de aceptar la correspondiente responsabilidad (sobre la misma). Es importante diferenciar este auténtico insight, tan cerca del aproximarse a la verdad, de otro tipo de conocimiento intelectual o ‘pseudoinsight’ que tiende hacia lo opuesto, es decir, a la evitación de la verdad”. Se trata de un conocimiento que compromete en la medida que evidencia funcionamientos que pertenecen al sujeto y que implican/perjudican a sí mismo y a otros. Esta clase de conocimiento exige, por así decir, alguna clase de modificación, una acción mental, un movimiento reparador de parte del sujeto implicado.

 

3. El insight, un componente de la función emocional de conocer

Por tanto, podemos decir que el proceso de conocer no es gratuito sino que implica un coste emocional y, a menudo, una naturaleza conflictiva sin los cuales lo conocido no pasaría de ser una acumulación de información que deja poco margen para ser usado creativamente y para el cambio.

A mi modo de ver, todo auténtico insight tiene una naturaleza conflictiva. Y al menos por dos razones: en primer lugar por que presenta evidencias de un vivir engañado que ha producido síntomas y sufrimiento, y en segundo lugar por que aporta pruebas, digámoslo así, de la parte de responsabilidad que uno ha tenido en la creación y mantenimiento del engaño. Implica, pues, un reconocimiento doloroso, una toma de contacto con la realidad psíquica y un asumir responsabilidad por la presencia de esta realidad y sus consecuencias. En eso debe consistir la verdadera integración, aspecto que he visto remarcado en todos los trabajos consultados que se ocupan del insight: un movimiento integrador que tiene lugar en el seno de la personalidad.

Pero antes de terminar estos apuntes quisiera destacar todavía otro aspecto: desde la vertiente de la relación analítica debemos considerar los aspectos creativos de todo insight auténtico. Dentro del paciente dos o más aspectos escindidos se ponen en contacto gracias al trabajo compartido en el encuentro de la sesión. Paciente y analista han contraído y tratan de mantener un compromiso de búsqueda de la verdad presencial fragmentada.

Damos por supuesto que, al hablar de aspectos escindidos, nos referimos a aspectos que juntos no se toleran bien. La persona desestima saber el tipo de conexión que estos aspectos tienen en la mente a causa del sufrimiento que tal contacto genera. Podemos decir que lo que se rechaza es la percepción de la “totalidad”, o mejor dicho, la percepción de los diferentes aspectos de “toda” la verdad en juego. Pero, como ya queda dicho anteriormente, el acto creativo del insight revela que no solamente hay alguna clase de actividad mental escindida, que ya en sí misma es lesiva para la mente, sino también algún tipo de reparación pendiente. Se trata de un tipo de revelación que anuncia la necesidad de un trabajo reparador. Si no se asume esta necesidad de reparar el insight acaba siendo bien poca cosa.

En este sentido, pues, hacerse cargo de un insight no solamente quiere decir aceptar la parte de verdad descubierta sino reconocer la forma inadecuada como uno se ha ido manejando con ella, y, por tanto, pasar por algún tipo de duelo. Creo que si el reconocimiento es sincero implica, por lo menos, un dejar en suspensión, un renunciar a la acción continuada de los mecanismos negadores y de escisión.

Resumiendo: he considerado diversas aproximaciones a la cuestión del insight como comprensión de aspectos del paciente, que se genera dentro de la relación analítica, su relación con la intuición y con el cambio que promueve el insight auténtico. Y he acabado planteando que el insight forma parte de la función emocional más general de conocer. Esta función no se puede entender si no es dentro de una relación. En el seno de la relación primera con la madre se genera y se desarrolla y hay que entender que forma parte de la tendencia a integrar y de la necesidad de estar en contacto con las propias verdades emocionales, tendencia que se contrapone y se da simultáneamente con los movimientos de escisión, proyección y negación puestos en marcha para evitar el sufrimiento persecutorio y depresivo.

 

Referencias bibliográficas

Ahumada, J. (1991), “Tipos lógicos e insight ostensivo”, Biblioteca Nueva/APM, Madrid, 1999, International Journal of Psychoanalysis, núm. 72, pp. 683-691.

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Bion, W.R. (1965), Transformations: Change from learning to Growth, Tavistock, Londres.

Feldman, M. (1999), “The defensive uses of compliance”, Psychoanalytic Inquiry, núm. 19, pp. 22-39.

Grinberg, L. (1980), “The Closing Phase of the Psychoanalytic Treatment of Adults and the Goals of Psychoanalysis ‘The Search for Truth about One’s Self’”, International  Journal of Psychoanalysis, núm. 61, pp. 25-37.

Heidegger, M. (2005), Parmènides, Quaderns Crema, Barcelona.

Joseph, B. (1986), “Psychic change and the psychoanalytic process”, in Psychic Equilibrium and Psychic Change, Tavistock/Routledge, Londres, 1999.

Kris, E. (1956), “On Some Vicissitudes of Insight in Psycho-Analysis”, International Journal of Psychoanalysis, núm. 37, pp. 445-455.

Ogden, H.T.(1997), “Reverie and Metaphor: Some Thoughts On How I Work as a Psychoanalyst”, International Journal of Psychoanalysis, núm. 78, pp. 719-732.

Reid, J. R.  y J. E.  Finesinger (1952), “The Role of Insight inPsychotherapy”,  American. Journal of Psychiatry,  CVIII,  núm. 10.

Richfield, J. (1954), “An Analysis of the Concept of Insight”, Psychoanalytic Quaterly núm. 23, pp. 390-408.

Sandler, J. & Dreher, A.U. (1996), What do psychoanalysts want?, The New Library of Psychoanalysis, London.

Schafer, R. (2003), Insight and interpretation, Karnac, Londres.

 

Resumen

En el presente artículo considero aportaciones de diferentes autores a la cuestión del insight como comprensión de lo latente e inconsciente, así como su relación con la intuición y el cambio psíquico que promueve el insight auténtico. He planteado que el insight es cosa de dos y que forma parte de una función más general de la mente que tiende a la integración del yo, a la búsqueda de conocimiento y verdad sobre sí mismo. Esta función no se puede entender si no es dentro de una relación. En el seno de la relación primera con la madre se genera y se desarrolla teniendo en cuenta que a ella se contraponen movimientos de escisión, proyección y negación puestos en marcha para evitar el sufrimiento persecutorio y depresivo.

Palabras clave: cambio, comprensión, función emocional de conocer, insight, intuición.

 

Resum

En el present article sobre l’insight l’autor revisa aportacions diverses d’autors que li han interessat i discuteix alguns aspectes de les seves aportacions. Planteja que l’insight és cosa de dos i que és un factor d’una funció més general encaminada al coneixement i a la cerca de veritat sobre si mateix. Juntament amb la tendència a la integració creixent dels diferents aspectes de la personalitat hi ha altres moviments que tendeixen a escindir, projectar i negar les veritats de la realitat psíquica personal ja que són font de sofriment persecutori i depressiu.

Paraules clau: canvi, comprensió, funció emocional de conèixer, insight, intuïció.

 

Abstract

Insight has traditionally been considered a key issue in relation to understanding and its connection to psychic change. In this paper, the author develops his argument that insight belongs to a more general mental function that has to do with knowing. He suggests that, like many other intrapsychic functions, it has its roots in the primary relationship between mother an infant. Analysis enhances this function in the continuous ongoing relationship between analyst and patient.

Keywords: change, understanding, emotional function, insight, intuition

 

Jordi Sala
Psicólogo clínico
Psicoanalista SEP / IPA. Miembro titular didacta
Unitat de Psicoteràpia Psicoanalítica d’Infants i Joves. Sant Pere Claver – Fundació Sanitària.