Las dos edades de la mente (Vicisitudes del funcionamiento mental)
Juan José Martínez Ibáñez,
(Ed. Ágora Relacional, Colección Pensamiento Relacional nº 7, Madrid, 2013)
“Promover la mentalización es afirmar, reconocer el esfuerzo con que nos vamos apropiando de la vida…” precisó Manuel Aburto, en la primera presentación del libro Las dos edades de la mente en las IV Jornadas IARPP-E tituladas Cuerpo y adolescencia, celebradas en Barcelona en Mayo de 2013.
Pensar, mentalizar, reflexionar es una de las experiencias más estimulantes que nos ofrece la vida, además de ser una de las fuentes principales del desarrollo de cada individualidad, especialmente en la vida adulta del ser humano. Podríamos referirnos a la mentalización como a una de las formas más complejas de la estimulante experiencia humana de compartir intereses.
Sabemos que compartir intereses es el sistema motivacional central de los seres humanos y la evolución nos coloca en el escalón más alto gracias al desarrollo alcanzado a través de múltiples experiencias de compartir intereses y de múltiples experiencias de cooperación.
He decidido empezar esta presentación con la síntesis que hace Manuel Aburto sobre qué es o en qué consiste una intervención psicoanalítica. Ésta síntesis es el resultado de la interacción de la subjetividad de un lector (en este caso concreto de Aburto) con el enfoque de Martínez que está en el contenido de su libro. Este es un ejemplo de cómo se desarrolla la mente humana, un ejemplo de cómo crecemos a través de pensar un texto. Ésta es, también, una forma en que nos apropiamos de la vida, subjetivando las ideas, que es muy distinto de copiarlas. El proceso de subjetivar requiere de un esfuerzo a diferencia de la copia. El esfuerzo de reconocer al otro junto a la validación de uno mismo, es precisamente lo que nos permite opinar, pensar, mentalizar, desenvolvernos en la edad adulta de la mente, como diría Juan José Martínez. Hemos cambiado algo después de leer un texto inteligente.
Una intervención psicoanalítica es promover la mentalización. “Promover la mentalización es afirmar, reconocer el esfuerzo con que nos vamos apropiando de la vida…”. He enfatizado reconocer el esfuerzo porque ésta es la idea central de este libro.
Los psicoanalistas promovemos la mentalización al reconocer el esfuerzo con que nos vamos apropiando de la vida.
El desarrollo de la adultez, madurar, consiste en que nos hagamos progresivamente propietarios de nuestra vida, es decir, que nuestro desarrollo nos lleve a estar en condiciones de saber quienes somos, conscientes de nuestra singularidad, de la misma forma que habitar una casa consiste, también, en hacérnosla nuestra, proveerla de un estilo propio.
En mi opinión, en esto consiste la ayuda que los pacientes vienen a buscar a la consulta del psicoanalista. Promovemos el desarrollo emocional si la manera particular de percibir, de sentir y de pensar se tienen en cuenta, si la singularidad de cada individualidad es registrada en la díada analista-analizado.
Estamos frente a un libro cuyo objetivo central es el registro de todas aquellas teorías y la comprensión subjetiva de las mismas que le son útiles al autor, en tanto que psicoanalista con una dilatada experiencia clínica. Este es un libro hecho por un clínico que ha realizado el esfuerzo de poner por escrito aquellos referentes que utiliza en su trabajo diario.
En los dos primeros capítulos tenemos la oportunidad de acceder a referentes contemporáneos para el psicoanálisis relacional como Siegel, Schore, Bebee, Lachmann, Trevarthen, Stern, Harris, Ghent, Mitchell, Benjamin, Fonagy o Karlen Lyons-Ruth del grupo de Boston, entre otros.
En estos dos capítulos el autor nos facilita el acceso a importantes contribuciones para el avance en la comprensión del desarrollo de la mente. Son estudios derivados de investigaciones en primera infancia.
Es un privilegio poder contar con el trabajo realizado por nuestro colega Juan José Martínez ya que estos trabajos originales, en su mayoría, todavía no se han traducido del inglés.
Las dos edades de la mente es el número 7 de la colección Pensamiento Relacional. Colección editada por Ágora relacional con el objetivo de reunir el pensamiento psicoanalítico relacional. Joan Coderch tiene publicados ya dos números y me consta que está preparando un tercero. El próximo número, dedicado a Balint, estará a cargo de Neri Daurella.
Es destacable el prólogo a cargo de Alejandro Ávila (director de la colección Pensamiento Relacional). Mediante una reflexión muy rica sobre el tiempo nos sitúa muy bien frente al contenido del libro: “Nacemos sin conciencia del sentido del tiempo, orientados a conectarnos con otros seres con los que establecer conexiones intersubjetivas complejas. Las propuestas de reflexión que Juan José Martínez Ibáñez nos hace en Las dos edades de la mente. Vicisitudes del funcionamiento mental, nos ayudan a pensarnos como sujetos de nuestro propio tiempo, responsables del mismo, partícipes en su construcción y significación, agentes del cambio que puede tener lugar en el tiempo interno que cada uno administra en sus vínculos y contextos intersubjetivos de experiencia”.
El libro se compone de una Introducción a través de la cual accedemos al pensamiento del autor sobre el funcionamiento de la mente humana. Parte infantil de la mente; Parte realista de la mente; Lucha mental interna y Trampas mentales, son subtítulos de esta introducción presentados por éste a modo de antesala de la propuesta principal de Las dos edades de la mente. En el capítulo 1º se define la mente, ¿A qué llamamos mente? Para crear la mente necesitamos de otros que se ocupen de nosotros, necesitamos de una regulación cognitiva y afectiva, necesaria para sobrevivir. En el capítulo 2º, se desarrolla la noción de esfuerzo mental. Esta parte del libro es para mí especialmente interesante por la inclusión entre los referentes teóricos de Juan José Martínez de autores contemporáneos del pensamiento relacional. En el capítulo 3º se desarrolla el concepto de Angustia de Crecimiento. Ésta sería la parte más original del libro, ya que aquí se expone el más genuino Juan José con su estilo propio. Y el libro concluye con un 4º capítulo de aplicaciones a través del cual accederemos al modo de trabajar de Martínez, para terminar con unas conclusiones, consideraciones finales que sitúan al lector promoviendo una lectura propia, cuestionamientos y reconocimientos.
A continuación transcribiré algunas de las reflexiones interesantes que contiene este libro con las palabras del autor:
“El modelo relacional se basa en la premisa de que los esquemas repetitivos de la experiencia humana no se derivan (como en el modelo pulsional) de la búsqueda de la gratificación de pulsiones y placeres inherentes (…) sino de una tendencia general a conservar la continuidad, las conexiones y la familiaridad con los demás” (p. 98).
“Karlen Lyons-Ruth (1993) es la primera psicóloga infantil, comprometida en la práctica clínica[1], que intenta integrar los conceptos de Bowlby (teoría del apego) con las nuevas investigaciones sobre el legado en la especie humana, de los cuidados cooperativos”. “La primera motivación en la especia humana es compartir estados emocionales” (p. 85).
“Los niños pueden percibir y concebir sus estados mentales en la medida en que los de su alrededor se han implicado con ellos” (p. 142).
“Para mí la finalidad de un tratamiento psicoanalítico relacional, es que el paciente logre su crecimiento mental, a través de conocer su funcionamiento mental…” (p. 222).
El autor considera que la mente infantil está formada por patrones relacionales que no son útiles para afrontar la etapa adulta. El conflicto entre la edad infantil y la edad adulta[2] de la mente genera angustia, una ansiedad considerada por el autor como angustia de crecimiento. El trabajo del terapeuta consiste en fomentar la mentalización, como un derivado de la teoría bioniana de pensar los pensamientos.
El objetivo central es el crecimiento mental del paciente a través de conocer el funcionamiento mental.
Ahora me gustaría promover un diálogo entre dos autores, A. Camus, el escritor y J.J. Martínez, el psicoanalista.
Un fragmento del exquisito relato Entre sí y no de Camus, escrito en sus años de juventud (22 años) y finalmente reeditado en El revés y el derecho, dos años antes de su muerte (1960) me servirá para que podamos pensar con Juan José su teoría de angustia de crecimiento.
Fragmento del relato Entre sí y no de Albert Camus:
“También la madre del niño se quedaba callada. Había veces en que le hacían una pregunta: ¿En qué piensas? En nada, contestaba. Que cierto es. Todo esta ahí, así que nada. Su vida, sus intereses, sus hijos se limitan a estar ahí con una presencia demasiado natural para notarla. Padecía una dolencia y le costaba pensar. Tenía una madre dura y dominante que lo sacrificaba todo a un amor propio de animal susceptible y había dominado durante mucho tiempo la mente débil de la hija, a quien emancipó el matrimonio. Pero regresó dócilmente tras la muerte del marido. Murió éste en el campo del honor, como suele decirse. En lugar preferente pueden verse, en un marco dorado, la cruz de guerra y la medalla militar. El hospital le mandó además a la viuda un trocito de metralla hallado entre la carne. La viuda lo conserva. Hace mucho que se le pasó la pena. Ha olvidado a su marido, pero habla aún del padre de sus hijos. Para criarlos, trabaja y le da dinero a su madre. Ésta educa a los niños a latigazos. Cuando les pega demasiado fuerte, su hija le dice: No les des en la cabeza. Porque son sus hijos y los quiere. Los quiere con un amor constante que nunca les dio a conocer. A veces, como en esas noches que el niño recordaba, tras regresar de un trabajo agotador (es asistenta), se encuentra con la casa vacía. La vieja ha ido a unos recados y los niños todavía están en el colegio. Entonces se apelmaza en una silla y, con la mirada perdida, se sume en la persecución extraviada de una ranura de la tarima. A su alrededor se adensa la oscuridad en la que ese mutismo es de un desconsuelo irremediable. Si el niño vuelve en ese momento, vislumbra la flaca silueta de hombros huesudos y se queda parado: tiene miedo. Empieza a darse cuenta de muchas cosas. Apenas si se ha percatado de la propia existencia. Pero le cuesta llorar ante ese silencio animal. Su madre le da lástima. ¿Será eso quererla? Nunca le hizo una caricia; no sabría. Se queda entonces mirándola durante largos minutos, sintiéndose extranjero. Toma conciencia de su pena. Ella no lo oye porque es sorda. Dentro de un rato volverá la vieja, renacerá la vida; la luz redonda de la lámpara de petróleo, el hule, los gritos, las palabras groseras. Pero ahora este silencio marca un alto, un instante desmesurado. Como el niño lo nota oscuramente, cree que, en ese impulso que se adueña de él, siente amor por su madre. Y es menester que así sea porque, en última instancia es su madre. Ella no piensa en nada. Fuera, la luz, los ruidos; aquí, el silencio en la oscuridad. El niño crecerá, aprenderá. Lo crían y le pedirán agradecimiento, como si le evitasen el dolor. Esos silencios serán constantes en su madre. Él crecerá en dolor. Ser un hombre, eso es lo que cuenta. La abuela se morirá, luego la madre, y él” (p. 48-50). El revés y el derecho, 1937 y 1958 en Alianza Editorial.
Le preguntaremos al autor de Las dos edades de la mente su opinión sobre este emotivo relato.
¿No es acaso una terapéutica basada en la narrativa la forma en la que se rescatan nuestros pacientes de su sintomatología?
Camus escribe, consigue abocar en estas páginas su mundo sensorial, sensitivo, sentimental y cognitivo. Con su arte, con su narrativa, él se rescata. Nos lo podemos imaginar muy bien, de niño, en un ambiente parecido al que él mismo describe magistralmente en este relato corto.
¿No será que nuestro trabajo es una experiencia que promueve la narrativa del paciente con la finalidad de que la experiencia quede registrada?
Con esta pregunta animo a los psicoterapeutas a apropiarse del libro, a subjetivar el libro Las dos edades de la mente con la intención de poder compartir las diferentes lecturas de este estimulante texto.
Algunas palabras sobre el autor para concluir esta presentación:
Juan José Martínez vive y trabaja en Sevilla. Se formó como psicoanalista en Madrid y en Barcelona. Ha sido miembro de la APM. Es miembro de la SEP-IPA y de IARPP. Docente del master Psicoterapia relacional en Madrid. Presentó un interesante trabajo en la SEP: La transferencia es materna (2002). Ha publicado en CeIR (revista on line Clínica e Investigación Relacional) varios de sus trabajos y en Mayo del 2012 organizó las III Jornadas de Psicoanálisis Relacional en Sevilla con la participación de Jessica Benjamín como ponente principal.
Rosa Velasco
Médico. Psicoanalista (SEP-IPA).
Miembro de IARPP (Asociación Internacional para el Psicoanálisis y Psicoterapia Relacional).
Correo electrónico: velascorosa@telefonica.net
[1] Karlen Lyons-Ruth estuvo en Barcelona (2010) presentando los resultados de sus investigaciones.
[2] Esta idea es la que da el título al libro.