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Psicología de las sociedades en conflicto:

Diplomacia, relaciones internacionales y psicoanálisis

de Vamik D. Volkan

Ed. Iniciativas grupales, Barcelona, 2013

 

La guerra del Yom Kippur de 1973 entre Egipto e Israel, sorprendió a la mayoría de analistas políticos que, basados en la real politik ?valoración racional y cálculo realista de opciones disponibles, costes y beneficios de una decisión política? no la consideraban posible. Cuatro años después, el presidente egipcio Anuar el Sadat, en su visita diplomática a Israel, afirmó que el 70% de los problemas entre árabes e israelíes eran de naturaleza psicológica.

Partiendo de este hecho histórico, Volkan describe su implicación en las negociaciones extraoficiales entre egipcios, israelíes y palestinos auspiciada por el Comité de Psiquiatría y Asuntos Extranjeros de la APA, iniciando el desarrollo de una nueva profesión que él denomina psicólogo político psicoanalista. Fundó el Centro de la Mente y la Interacción Humana, en el que colaboraron psicoanalistas, psicoterapeutas, politólogos, ex diplomáticos e historiadores y fue miembro fundador de la Sociedad Internacional de Psicología Política. Ha estudiado sociedades posteriores a una guerra y ha entrevistado a numerosos líderes políticos.

Este libro pretende informarnos de algunos conceptos desarrollados a lo largo de su trabajo y de un método de análisis de las sociedades en conflicto. Hace una revisión histórica de la evolución del análisis político que desde el fracaso de la real politik al final de la guerra fría fue incorporando conceptos de la psicología cognitiva y posteriormente conceptos psicoanalíticos para “conocer las motivaciones inconscientes de las decisiones para resolver los problemas” (Janis y Mann, 1977). Revisa, desde Freud, la implicación de los psicoanalistas en el estudio de los conflictos sociopolíticos y opina que esta sigue siendo escasa, a menudo excesivamente teórica o trasladando la teoría de la mente individual o del pequeño grupo al análisis del grupo grande que “no tiene mente para pensar ni ojos para llorar”.

Nos introduce en los conceptos que ha ido desarrollando para la comprensión de la psicología de grupo grande, formado por miles o millones de personas. Analiza la formación de la identidad del grupo grande y su influencia en la evolución de las identidades individuales. Define su concepto de depósito, muy similar al concepto de identificación proyectiva descrito por M. Klein, mediante el cual se realiza una transmisión generacional de traumas y duelos y la tarea de perpetuarlos o solucionarlos. Es “como un ADN compartido que acaba creando la sensación de pertenencia en los miembros del grupo grande”. Esta transmisión puede cambiar de significado en las siguientes generaciones y convertirse en un trauma elegido y una gloria elegida, que se reactivan cuando el grupo grande sufre una regresión, con la finalidad de vincular y cohesionar a sus miembros. El perjuicio ante el otro cohesiona al grupo, impidiendo la agresión en su seno y facilitando la diferenciación entre nosotros?otros.

La descripción de esta dinámica grupal tiene resonancias de los conceptos de Bion y su descripción del supuesto básico de lucha y fuga, así como de conceptos de la evolución antropológica de la especie humana.

Volkan utiliza la metáfora de la carpa que cohesiona al gran grupo y delimita sus fronteras ?madre nutriente?, sostenida por el líder ?figura paterna? y describe como en tiempos de crisis se reactiva la inseguridad de la carpa, la necesidad del perjuicio hacia el Otro y de los traumas y glorias elegidos.

Según el autor, cuando un gran grupo ha experimentado un trauma masivo compartido, la imagen compartida del trauma de los antepasados generado por los otros, puede convertirse en un factor central en el desarrollo de “una ideología que sostenga programas sádicos o masoquistas en nombre de una compartida idea exagerada de derecho”. La ideología de derecho hace referencia  al sentimiento compartido de “recuperar lo que en la realidad y en la fantasía se perdió durante un trauma colectivo que evolucionó a trauma elegido”, al servicio de perpetuar un duelo patológico colectivo, negando la pérdida y perpetuando el resentimiento.

A mi entender, un mérito de este libro radica en cómo el autor ejemplifica los conceptos que va exponiendo mediante ejemplos históricos profusamente detallados.

En el capítulo 4 nos explica como el hecho histórico de la caída de Constantinopla fue usado posteriormente como un trauma y gloria elegidos para justificar la gran idea panhelénica. “El historiador Norman Itzkowitz y yo mismo estudiamos extensivamente cómo durante cientos de años algunos grupos grandes de cristianos habían reaccionado a la caída de Constantinopla ante los turcos y cómo la representación mental de ese hecho culminó en el desarrollo de una determinada ideología política de derechos, que se denominó la “gran idea” (Volkan, Itzkovitz, 1993, 1994)”. En los capítulos 5 y 6 nos muestra con diversos ejemplos históricos, como en los grupos grandes traumatizados, a menudo por la mano de otro grupo grande, mediante transmisiones generacionales  se generan movimientos y cambios sociales, con conductas compartidas, que pueden expresar un movimiento de regeneración o degeneración del grupo grande, en función de cómo se ha elaborado y resuelto el trauma y el duelo.

“Cuando la identidad del grupo grande entra en crisis y se pregunta  ¿quiénes somos ahora?, el grupo puede evolucionar hacia una posición regresiva o progresiva”.

El autor enumera una determinada semiología que puede identificar al grupo en regresión, como son: el arropamiento del líder ?internalizando objetos totalitarios (Sebek, 1994)?; la escisión entre Nosotros y Ellos; la reactivación de traumas y glorias elegidos; el énfasis y exageración de los límites con el grupo grande enemigo; la renuncia a la identidad individual a favor de la identidad del grupo grande; el recurso al “Narcisismo de las pequeñas cosas” (S. Freud, 1917) para justificar conflictos irresolubles con el Otro; el incremento del pensamiento mágico compartido, que da pie al fundamentalismo; y la puesta en marcha de procesos de purificación con el objetivo de separarse del otro grupo o erradicarlo. El líder del grupo en regresión puede manipular, desde las características de su mundo interno y personalidad, lo bueno y lo malo que ya existía en el grupo grande. El autor hace referencia a ejemplos históricos que a todos no resultan familiares (Alemania durante el nazismo, Serbia tras la fragmentación de Yugoeslavia, el fundamentalismo islámico, EEUU tras el 11 de Septiembre).

Pero el grupo grande también puede evolucionar hacia una progresión, de la que el autor nos señala su semiología específica: la formación de subgrupos estables; la preservación de la individualidad; la capacidad de cuestionarse sin miedo a perder la integridad ?y que se relaciona con el retorno de la confianza básica (Erickson, 1965)?; así como la capacidad de preguntarse sobre la realidad psíquica del enemigo, humanizándolo.

A lo largo del libro, el autor insiste en la idea de que la reactivación de un trauma histórico elegido y de una ideología de derechos reflejan la existencia de un duelo permanente y no resuelto del grupo grande. Analiza la personalidad de determinados  líderes políticos  y su influencia en la evolución del grupo grande en una situación de crisis. “Hay una influencia de doble dirección entre la personalidad del líder político y las necesidades y deseos conscientes e inconscientes del grupo grande”.

En el capítulo 9 se ocupa de mostrarnos esta relación de doble dirección entre la reactivación de traumas elegidos de un grupo en regresión y la personalidad del líder carismático que dirige al grupo. Nos describe en detalle, como ejemplo histórico, la reactivación en Serbia de un trauma histórico elegido (la batalla de Kosovo perdida frente a los turcos en 1389), mitificada como trauma elegido y gloria elegida al servicio de negar durante siglos la vergüenza y humillación de los serbios, considerándose los mártires en la lucha de la cristiandad contra el islam y sin ningún reconocimiento por parte de la Iglesia Católica y de los vecinos católicos europeos. “De este modo, los serbios quedaron atrapados en una identidad de victimismo, de dolientes permanentes”. Así el trauma y gloria elegidos volvió a reactivarse tras la crisis de la Yugoeslavia reunificada por Tito. Los diferentes grupos grandes que formaban Yugoeslavia entraron en regresión, reactivándose las viejas identidades.

El autor analiza la personalidad patológica de Slobodan Milosevic (con una biografía muy traumática y rasgos de personalidad esquizoides y narcisistas), y como se sintió impelido por el gran grupo a investirse en líder nacionalista radical. “La vergüenza, la humillación e impotencia generada por sus traumas biográficos, se revertieron en un nuevo sentimiento de derecho de venganza”, que cohesionó al tiempo su identidad y la del grupo grande. La propaganda política de Milosevic identificó a los musulmanes bosnios con los antiguos turcos, reactivando sentimientos de miedo y venganza en los serbios, poniendo en marcha programas de purificación de su identidad, matando a hombres musulmanes y revertiendo el desvirme sufrido ante los turcos (jóvenes serbios que eran islamizados y reclutados como un cuerpo militar de élite llamado Jenízaros), violando a mujeres musulmanas. “Matar a los hombres musulmanes y reemplazarlos por nuevos niños serbios y así vengarse de Kosovo”.

A través de este ejemplo histórico reciente, descrito con un análisis rico y minucioso, el autor quiere enfatizar como “un duelo patológico no resuelto de un grupo grande, en un momento de regresión, lleva a reactivar traumas y glorias elegidos”, y que mediante la adhesión a un líder patológico se puede encaminar a un conflicto destructivo con el Otro, de consecuencias catastróficas.

Supongo que leyendo estas líneas del libro, a todos los lectores les vendrán a la memoria, como el mismo autor señala, otros múltiples ejemplos históricos parecidos, en los que el análisis de Volkan nos ayuda a entender mediante elementos psicoanalíticos las consecuencias de duelos patológicos no resueltos y su evolución a posturas victimistas permanentes o a la identificación con el agresor, perpetuando la destructividad.

El autor postula que “utilizando con toda legitimidad ciertos insights psicoanalíticos sobre la psicología individual y del grupo grande, se amplía nuestro conocimiento de la historia” y que “si estos insights psicológicos estuvieran a disposición de los poderes internacionales en el momento en que el trauma elegido se reactiva, se podrían desarrollar estrategias que evitarían resultados catastróficos”.

Volkan finaliza con un capítulo dedicado a analizar, desde una perspectiva psicoanalítica, la propaganda política, especialmente aquella que tiene una finalidad destructiva y su relación con el terrorismo. Hace una revisión histórica del desarrollo de las ideas sobre la propaganda política (Tácito, Sagrada Congregación para la propaganda de la fe de la Iglesia Católica, Gustavo le Bon y su influencia en la propaganda nazi de de Adolf Hitler y Joseph Goebbels…) y cita algunos estudios psicoanalíticos (Kris, 1933 y 1944) (Money-Kirle, 1941) (Glower, 1947). A continuación pasa a analizar el proceso psicológico de formación de los terroristas musulmanes suicidas. “Los maestros encontraban a jóvenes que ya estuvieran trastornados, especialmente por haber sufrido un trauma individual con humillación por parte del enemigo y que buscaban un elemento externo para internalizarlo y así estabilizar su mundo interno”, para posteriormente “desarrollar un método de enseñanza que penetrara la identidad del grupo grande, religioso o étnico, en las fisuras de la persona dañada, subyugando su identidad individual”.

Analiza los posibles significados inconscientes de la conducta terrorista, citando al psicoanalista israelí Erlich (2013) que escribe acerca de la mente del terrorista: “…una necesidad de volver a encontrarse a sí mismo perdiéndose, borrando sus límites y fusionándose con una entidad mayor mediante la internalización de la ideología”. Volkan también interpreta el acto del terrorista suicida adolescente?joven como un intento de solución del conflicto edípico, “…un pasaje adolescente mediante la autoinmolación. El triunfo edípico solo será permitido tras la muerte. Alá, representado como un superyó primitivo y rígido contra los derivados de los impulsos libidinales y como una fuerza a la que se debe obedecer mientras el joven vive, dará pie a la satisfacción libidinal por medio de las huríes del paraíso”.

A lo largo de este libro, Vamik D. Volkan nos trasmite con pasión aunada con reflexión, el desarrollo de su comprensión psicoanalítica de los grandes grupos en conflicto, comprensión forjada en 30 años de trabajo sobre el tema. En la exposición de cada concepto evoluciona desde el análisis de la mente individual, transitando por el grupo familiar hasta la dinámica psicológica del grupo grande. Expone con rigor, detalle y claridad, ejemplos históricos que ejemplifican de un modo muy didáctico sus análisis psicoanalíticos sobre el tema.

Cabría cuestionar el riesgo de que sus interpretaciones psicoanalíticas saturen la comprensión histórica, obviando otros factores de índole sociopolítica y económica; pero el mismo autor se adelanta a esta objeción diciendo que su interés no es tal, sino añadir a la comprensión histórica un vértice psicoanalítico que enriquezca la comprensión de los conflictos entre grandes grupos.

 

Rosendo Camón Solsona
Médico. Especialista en Psiquiatría y Neurología.
Psicoanalista de la Sociedad Española de Psicoanálisis (SEP) y de la Asociación Psicoanalítica Internacional (API).
8674rcs@comb.cat