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Dedicado a la memoria de Pere Folch i Mateu:

¡GRACIAS por todo, Pere !

 

Introducción

Desde finales de los años ochenta, y hasta la actualidad, han sido muchos los debates en torno a las convergencias y divergencias en psicoanálisis. Fruto de estos han aparecido numerosas publicaciones, algunas de ellas en nuestro país, donde destaca la figura de Coderch (2006), por su esfuerzo en reportar algunos de estos diálogos.

El presente trabajo tiene como objetivo estudiar la contribución del concepto de transferencia en el diálogo entre perspectivas psicoanalíticas.

La elección del tema del trabajo se justifica con varios argumentos. Primero, el haber sido un elemento seleccionado por el propio Freud (1914) para definir al psicoanálisis. Segundo, el haber sido un fenómeno históricamente destacado en el debate sobre las convergencias (Wallerstein, 1988, 1990). Tercero, el que tras una revisión en la base de datos PsychINFO y en Psychoanalytic Electronic Publishing Web (PEP Web) de los términos “diálogos”, “pluralidad”, “convergencias”, “divergencias” y “controversias” en psicoanálisis, se obtienen numerosos artículos que emplean el concepto de transferencia como herramienta de análisis y comparación.

En este artículo se revisan trabajos desde finales de los años ochenta, desde la histórica intervención de Wallerstein en el 35 congreso de la International Psychoanalytic Association, que inició el debate institucional sobre las convergencias y divergencias en psicoanálisis, hasta la actualidad. En esta franja temporal aparecen, pues, otros congresos posteriores de esta asociación, como el número 36 o el 46, donde se siguen debatiendo las similitudes y diferencias entre las prácticas psicoanalíticas. Y entre ambos congresos aparecen también históricas contribuciones a esta temática, como, por ejemplo, la de Gabbard (1995).

En la revisión de la literatura alrededor de este concepto se estudian tres grupos de publicaciones:

Primero, aquel que defiende que el concepto de transferencia ha recibido significados múltiples y distintos entre sí. Los autores de esta postura consideran que epistemológicamente las comparaciones resultan complejas de llevar a cabo, puesto que se comparan unos mismos significantes sin tener presente que cada sub―paradigma [1] psicoanalítico les asocia diferentes significados.

Segundo, aquel que engloba publicaciones que no se posicionan respecto a posibles problemas semánticos. Este grupo subraya que la atención clínica a diversos fenómenos, y entre ellos la transferencia, es común a numerosos sub―paradigmas. Se observa que existe una tendencia creciente en el interés por la transferencia. Luego, el concepto de transferencia, que se desprende del trabajo clínico con la misma, puede resultar un elemento puente para el diálogo entre diferentes sub―paradigmas psicoanalíticos.

Tercero, aquel que aglutina textos que no se posicionan respecto a posibles problemas semánticos. Proponen que el concepto de transferencia puede ser útil para una futura e hipotética unificación de sub―paradigmas en psicoanálisis. Así, consideran que el concepto de transferencia que se desprende de la teorización sobre el trabajo clínico con el fenómeno de la transferencia puede ser útil en los diálogos en psicoanálisis, de cara a acercarse a esa supuesta unificación futura.

Capte el lector que los grupos primero y segundo incluyen a White (2001). Ello no genera una contradicción, como se observará, puesto que si bien este autor considera que se han otorgado diferentes visiones clínicas sobre el fenómeno de la transferencia ―óptica interpersonal e intrapsíquica―, de las que se intuyen significados distintos para este concepto, opina el autor que este hecho no impide que la transferencia resulte clave en los diálogos entre diferentes sub―paradigmas. Así cree que ambas visiones ―interpersonal e intrapsíquica― son complementarias en la clínica actual, y no excluyentes. Más adelante, se desarrolla más ampliamente esta idea.

 

Concepto de transferencia: Una revisión de su papel en las convergencias y divergencias

Primer grupo: Diferentes significados para un mismo significante.

La primera de las posiciones anteriormente expuestas, defiende problemas semánticos que dificultan la unificación y también el diálogo ―si bien considera a este un bien futuro deseable―. Así, este grupo considera que se otorgan diferentes significados a unos mismos conceptos, entre ellos al concepto de transferencia (Bernardi, 1992, 2007; Rangell, 1988; Schafer, 1990; White, 2001)

Dentro de este primer grupo, y por orden alfabético, el primer autor que se va a tratar es Bernardi. En la primera de sus obras referidas, Bernardi (1992) considera que en el 36 congreso de la International Psychoanalytic Association se menospreciaron los matices diferenciales que cada escuela da a unos mismos conceptos, entre ellos, el concepto de transferencia: “Durante los debates esto acabó en el uso de conceptos como transferencia y regresión, desde muy diversos puntos de vista, que dieron lugar a cierto aire familiar en los procederes, como si existiese una igualdad de significados.”

Así, Bernardi discrepa de la opinión de Wallerstein (1988, 1990) de que sí hay un territorio común al psicoanálisis, en el que se incluye el interés por la transferencia. Bernardi (1992), en cambio, indica: “He citado el artículo de Wallerstein tan libremente porque pienso que su opinión refleja en general el actual estado del psicoanálisis. La existencia de una teoría clínica unitaria es, sin embargo, más discutible”. Considera el autor que aunque la transferencia, u otros términos, resulten centrales para el psicoanálisis, cada perspectiva les da un matiz de significado diferente, porque cada una enlaza ―de forma indivisible― su técnica con su teoría. Por tanto, cree que técnica y teoría son inseparables, y cada teoría pertenece, siguiendo a Kuhn (1962), a diferentes sub―paradigmas. Ello la hace incompatible con el resto.

En un trabajo posterior, Bernardi (2007) continúa con la misma idea: el diálogo es enriquecedor, la unificación es imposible, porque se otorgan diferentes significados a los mismos términos. Para Bernardi (2007), el concepto de transferencia no se escapa a esa confusión semántica:

“Aisenstein, al citar a Green, indica que: ‘la transferencia, en ciertos casos […] significa sacar a colación datos más que una recolección de los mismos’ y que ‘el analizante no ve en ello un retorno del pasado; […] ve un nuevo fenómeno que puede ser explicado por y en sí mismo’.”

Así, el autor pretende señalar que para algunos autores la importancia del concepto de transferencia reside en la repetición del pasado que conlleva, mientras que para otros radica en la oportunidad para una nueva experiencia en el presente. Queda claro que, para este autor, la centralidad del concepto de transferencia no elude las divergencias y la dificultad para llegar a consensos.

Otro autor de este grupo que subraya dificultades semánticas es Rangell (1988). Este analista propone la unificación de todas las perspectivas en psicoanálisis, bajo la matriz de la “psicología estructural” psicoanalítica. Rangell cree que el concepto de transferencia es un elemento importante en psicoanálisis, pero no el único, como pretenden otros autores. Señala que el énfasis en el concepto de transferencia ha hecho olvidar otros elementos importantes, como por ejemplo las ansiedades de castración. Considera, además, que en la visión del concepto de transferencia hay divergencias importantes, aglutinadas en dos posturas: los que lo conciben como co-creación y los que valoran su carácter reconstructivo. Así, Rangell (1988) señala:

“Quince años después de la publicación del artículo de Strachey (1934) sobre el papel de la transferencia en la técnica psicoanalítica, reflejé editorialmente en aquella ocasión (Rangell, 1984) que los analistas deberán decidir un día si el psicoanálisis es reconstructivo o interaccional. Esta es la encrucijada donde siento que la ciencia del psicoanálisis se encuentra todavía hoy en día.”

Otro de los autores revisados para este primer grupo es Schafer (1990), quien opina que cada psicoanalista emplea un mismo término, entendiéndolo de formas diferentes al resto. Esta confusión no excluye la transferencia, sobre la que Schafer (1990) señala: “De este modo, el concepto de transferencia puede no ser exactamente la misma palabra en el contexto de diferentes informes clínicos, ya que una revisión más a fondo puede mostrar que en cada caso ha sido empleado en diferentes redes de significados.”

Por último, dentro de este primer grupo, destaca la postura de White (2001). Considera que el concepto de transferencia fue entendido de forma diferente por Freud y por Sullivan. Cree que Freud valoraba su dimensión intrapsíquica, mientras que Sullivan enfatizaba su carácter interpersonal. Así, White (2001) señala: “Mientras la concepción de Freud de la transferencia comenzaba a partir de una centralidad de las estructuras internas, Sullivan entendía la transferencia como basada en la relación interpersonal.”

 

Segundo grupo: Concepto de transferencia como puente para el diálogo, sin que eso signifique una forzosa unificación

Un segundo grupo engloba publicaciones que no se posicionan respecto a que diferentes autores otorgan distintos significados a los mismos conceptos. Los artículos incluidos en este grupo subrayan que hay una tendencia creciente en el interés clínico por el fenómeno de la transferencia. Así, entienden que el concepto de transferencia, que va asociado con el trabajo clínico con esta última, puede resultar un concepto puente para el diálogo entre diferentes sub―paradigmas psicoanalíticos. (Gabbard, 1995; Kernberg, 1993, 2001a, 2001b, 2007; White, 2001).

Por orden alfabético, el primero de ellos es Gabbard. Este autor considera la contratransferencia como un elemento común a todos los psicoanalistas. Se centra en la contratransferencia, citando el concepto de transferencia únicamente de forma tangencial, y por su relación con la contratransferencia. No obstante, este autor considera su trabajo como una continuación del de Wallerstein, del énfasis de este de en la transferencia ―entre otros fenómenos clínicos―, y señala que transferencia y contratransferencia siempre están relacionadas. Señala que la perspectiva kleiniana y la teoría de relaciones objetales se han alejado de la clásica visión de la contratransferencia como fenómeno únicamente intrapsíquico. En su acercamiento al reconocimiento de la dimensión interpersonal de la contratransferencia se han acercado a otras perspectivas como el psicoanálisis relacional.

Gabbard (1995) cree que actualmente la mayoría de perspectivas tienden a considerar simultáneamente las dimensiones intrapsíquica e interpersonal de los conceptos de transferencia y contratransferencia, y que ello puede considerarse un lugar de convergencia. Gabbard (1995) señala:

“Hoy se reconoce ampliamente que un aspecto inevitable del análisis es que el paciente trate de hacer del analista un objeto de su transferencia. Además, las reacciones contratransferenciales del analista involucran una creación conjunta de contribuciones por parte del paciente y del analista, sugiriendo que parte de las experiencias del analista reflejan el mundo interno del paciente. Una de las tareas del analista junto con el paciente será, entonces, trabajar para sacar a la luz las actualizaciones transferencia-contratransferencia y comprender interpretativamente con el paciente qué es lo que está pasando. En este sentido, los aspectos intrapsíquicos e interpersonales se juntan, y la perspectiva positiva del analista como una pantalla en blanco no es viable. Otra tarea es el mantener el auto- cuestionamiento y el autoanálisis. Como observó Schafer (1992): ‘podemos considerar el análisis de la contratransferencia junto con el análisis de la transferencia y los mecanismos de defensa, como uno de los tres énfasis que definen una terapia como psicoanalítica’.”

El segundo de los autores de este grupo, que defiende el diálogo mediante el concepto de transferencia sin considerar que las diferencias semánticas sean un obstáculo insalvable, es Kernberg. Este analista expone, a lo largo de diversos trabajos, la centralidad del concepto de transferencia, para los diálogos entre sub―paradigmas psicoanalíticos. Su importancia ha sido recogida por Eizirik (2010), quien subraya la idea del austríaco de que la clínica tiende a un interés convergente por la transferencia. Esa creencia ha inspirado la tesis defendida en este trabajo: que el concepto de transferencia puede resultar un elemento de convergencia en los diálogos entre sub―paradigmas psicoanalíticos. Eizirik (2010) subraya el interés del austríaco en el fenómeno clínico de la transferencia como elemento convergente, al apuntar: “Entre las convergencias mencionó la tendencia general hacia la interpretación temprana del concepto de transferencia.”

Volviendo a los trabajos autoría de Kernberg (2001a), en ellos se propone la conexión, en la práctica clínica, de la teoría pulsional con los afectos y con el rol de los objetos. Así, considera que una técnica que incluya estos elementos es adecuada, y recoge diferentes tradiciones en psicoanálisis. Con esta práctica, considera Kernberg (2001a) que el analista puede abordar la transferencia:

“He intentado mostrar que la teoría propuesta que vincula pulsiones, afectos y relaciones objetales, tiene una relevancia directa para la práctica psicoanalítica además de que proporciona un instrumento para la clasificación de los trastornos de personalidad a partir de una base psicoanalítica (Kernberg, 1996). La tarea central del tratamiento psicoanalítico es la elaboración sistemática de la transferencia, es decir, de las relaciones de objeto internas, inconscientes y patogénicas del pasado que se activan ‘aquí y ahora’.”

Por tanto, para este autor, la interpretación de la transferencia, abordada clínicamente como el fenómeno que conecta las pulsiones, los objetos, y los afectos que los ligan, resulta un elemento convergente para algunos psicoanalistas. A esta tesis ya había llegado en un trabajo anterior (Kernberg, 1993). En él, además de revisar otros fenómenos convergentes, como la contratransferencia, señalaba que la interpretación del concepto de transferencia era un elemento convergente en psicoanálisis. Sin embargo, matizaba que, en función de la escuela, se podía entender el concepto de transferencia como creación del paciente, o como co-creación. Esta distinción la remarcaba como divergencia. Pero sí consideraba que el interés por el abordaje clínico de la transferencia-contratransferencia resultaba común a la mayoría de autores.

En otra de sus obras Kernberg (2001b) señala: “Esta visión ‘constructivista’ de la transferencia permanece en contraste con la visión ‘objetivista’ de la misma en una gran mayoría de los psicólogos del yo americanos y de las perspectivas británicas.”

Así, para este analista, dependiendo del enfoque que se le dé a la transferencia-contratransferencia, se pueden distinguir: una psicología de dos personas, que contempla la dimensión interpersonal de la transferencia-contratransferencia, y una psicología de una persona, que la considera intrapsíquica y objetiva. Desde este punto de vista, el concepto de transferencia constituye una divergencia.

Pero hay un punto de vista complementario, en el que la temprana interpretación de la transferencia y el interés clínico por su abordaje resultan elementos convergentes. Así, Kernberg (2001b) considera que, en el psicoanálisis actual británico y americano, hay una tendencia convergente a focalizar en el abordaje técnico de la transferencia:

“Estas son las características de la corriente contemporánea fundamental del psicoanálisis: Interpretación temprana y sistemática de la transferencia, lo que incluye la “transferencia total” de los kleinianos (Joseph, 1989; Spillius, 1988), el ‘inconsciente presente’ de J. Sandler y A.M. Sandler (1988), y el análisis de las resistencias contra el desarrollo, reconocimiento y elaboración de la transferencia de Gill (1962), dentro de la perspectiva de la psicología del yo. Un segundo foco central es el análisis de la contratransferencia y su utilización en la interpretación de la transferencia: se trata de un aspecto muy relevante del trabajo analítico, que abarca el concepto “totalístico” de contratransferencia en tanto que conjunto de las reacciones emocionales del analista hacia el paciente.”

En el mismo artículo señala que el grupo de psicoanalistas franceses [2] se aleja tanto de las postura de la psicología del yo, por considerarla excesivamente centrada en la realidad y la adaptación, como de la postura intersubjetiva, puesto que discrepan de la co-construcción y de la influencia central de los factores ambientales, como del excesivo énfasis del psicoanalista kleiniano en el análisis de la transferencia. Kernberg (2001b) muestra estas opiniones del psicoanálisis francés con las siguientes palabras:

“Implícitamente, la perspectiva del psicoanálisis francés descrita es crítica tanto con el desarrollo del psicoanálisis de habla inglesa como de los puntos de vista intersubjetivos. La aproximación francesa ve un riesgo de superficialidad en la focalización del material consciente y la clarificación de las circunstancias reales típicas de la psicología del yo. Los autores franceses, además, están preocupados por el adoctrinamiento cognitivo de los pacientes mediante el análisis sistemático de la transferencia, y por la tendencia al acting out de la contratransferencia como una consecuencia del análisis sistemático de la transferencia.” [3]

En la misma obra concluye que hay dos puntos de vista divergentes sobre el concepto de transferencia: entenderlo como objetivo, y fruto de los aspectos intrapsíquicos del paciente, o como subjetivo y resultado de la co-construcción. Piensa que las perspectivas norteamericana y británica han acercado posturas en cuanto a su interés clínico por la transferencia. En cambio, cree que el psicoanálisis francés se mantiene alejado del mismo. Considera a ambos grupos incompletos, y cree que en el futuro se darán ciertas convergencias entre ambos, en busca de verdades más satisfactorias. Así, Kernberg (2001a) señala: “Si continúa la tendencia hacia la modificación mutua de las diferencias que antes se defendieron acaloradamente, se podría esperar una cierta convergencia en los años venideros entre las escuelas francesa e inglesa.”

Posteriormente, en otra de sus obras, sigue en la misma línea ideológica. Señala como la interpretación del fenómeno de la transferencia resulta un elemento común a diversas perspectivas en psicoanálisis. Posteriormente, entendemos que considera el concepto de transferencia ―tan ligado al abordaje clínico de la transferencia― como clave en las convergencias entre perspectivas psicoanalíticas. Así, Kernberg (2007) comenta:

“Aunque su énfasis en el análisis de la transferencia es menos categórico que en el enfoque kleiniano, la psicología del yo contemporánea y el psicoanálisis kleiniano contemporáneo apoyan fuertemente el uso de la interpretación ―y particularmente la interpretación de la transferencia― como la característica terapéutica más importante del proceso analítico: es lo que lleva al insight y, como consecuencia, al cambio terapéutico (definido como cada autor quiera).”

Por último, afirma que, para aquellos autores que se centran en una psicología de dos personas, también el concepto de transferencia tiene un valor primordial, puesto que permite el desarrollo de una nueva relación con el analista.

Otro de los autores de este segundo grupo, a favor del diálogo con el concepto de transferencia como puente para este concepto, es White (2001). Este autor, aunque se posiciona ―complementariamente― en el primer grupo, es decir, si bien considera que al concepto de transferencia se le han dado dos significados diferentes ―interpersonal e intrapsíquico―, considera que ello no impide que este sea un concepto relevante para el diálogo y las convergencias entre perspectivas psicoanalíticas distintas. Así, White (2001) considera que los enfoques interpersonal e intrapsíquico del concepto y del fenómeno de la transferencia deberían ser complementarios:

“Pienso que en el examen de la transferencia, podemos ver trabajando tanto la mutualidad como la asimetría. La mutualidad empuja hacia una transferencia como experiencia real e interacción real en el aquí y ahora, proporcionando su poder emocional. La asimetría lleva hacia la transferencia como fantasía y experiencia del self, ambas provenientes del pasado. Yo veo una dialéctica de dos fuerzas, una tensión esencial que debe ser experimentada y comprendida.” [4]

 

Tercera postura: Concepto de transferencia como puente para la unificación futura

Una tercera perspectiva es la que defiende Wallerstein. En esquema, su propuesta es que en un futuro los diferentes sub―paradigmas en psicoanálisis lleguen a la unificación. A Wallerstein no le preocupan los diferentes matices que se pueden otorgar a unos mismos conceptos, entre ellos la transferencia. Considera que todas las metapsicologías son metáforas de una misma clínica. Cree que en la futura unificación de perspectivas el concepto de transferencia puede jugar un papel crucial, puesto que la unificación debe proceder de los intereses clínicos comunes, y uno de los mayores es el interés por el fenómeno de la transferencia y su resolución.

En su trabajo inicial, presentado en el 35 congreso de la International Psychoanalytic Association, este autor considera, siguiendo a Freud, que el concepto de transferencia es un fenómeno clínico común a todos los psicoanalistas. Así, Wallerstein (1988) señala: “Por supuesto deberíamos añadir aquí que las palabras clave ‘transferencia’ y ‘resistencia’ también implican los conceptos de inconsciente, conflicto psíquico y defensa, los pilares de nuestro edificio psicoanalítico compartido.”

En un texto ligeramente posterior, presentado en el siguiente congreso de la International Psychoanalytic Association, Wallerstein (1990) persiste en la idea de que lo común es la experiencia clínica, y así habla de que: “tenemos en común las observaciones clínicas de nuestras consultas”. Por tanto, insiste en la proximidad desde los fenómenos clínicos, entre los que cita la transferencia, y no tanto desde las metateorías. Para el autor queda claro que el concepto de transferencia, y otros derivados de fenómenos clínicos destacados, resulta básico para el consenso en psicoanálisis.

Años más tarde, este autor sigue defendiendo la misma idea: la clínica acabará uniendo al psicoanálisis. Esta idea de Wallerstein ya ha sido señalada por Coderch (2006), quien se ha mostrado crítico por considerarla utópica. Wallerstein considera nuevamente que, entre otros conceptos, el de transferencia resulta un elemento clave para la convergencia entre perspectivas psicoanalíticas. Wallerstein (2002) lo enuncia así:

“Mi propia respuesta […] es que nuestro common ground se encuentra en nuestra teoría clínica próxima a la experiencia, nuestra preocupación por la ansiedad y la defensa, por el conflicto y el compromiso, por las representaciones del self y del objeto, por la transferencia y la contratransferencia, y por los conceptos clínicos similares que siento que guían nuestra comprensión y nuestras intervenciones a través del conjunto de nuestras perspectivas teóricas.”

Wallerstein (2002) subraya las aportaciones de Kernberg sobre los aspectos convergentes en psicoanálisis. Entre ellas, cita la idea de este último autor de la tendencia común a interpretaciones tempranas de la transferencia.

También subraya la aportación de Gabbard al creciente interés, en diferentes perspectivas psicoanalíticas, por el concepto de contratransferencia y su relación con el de transferencia. Wallerstein (2002) señala su acuerdo diciendo que para Gabbard hay un creciente consenso kleiniano―freudiano, en el que se contempla la matriz transferencia―contratransferencia como creación conjunta. De esta manera, considera que se recogen los principales aportes de la postura kleiniana y de la posición freudiana actual.

En un trabajo reciente este autor sigue defendiendo la convergencia tendiente a la unificación. Así, Wallerstein (2005) señala que los fenómenos clínicos son los que unen a los analistas de diferentes escuelas, más que las meta-teorías que son diferentes. Para él hay diversos fenómenos clínicos, que recuerda que ya ha revisado en anteriores publicaciones, que unen a los psicoanalistas. Entre ellos, la transferencia. Así, Wallerstein (2005) apunta:

“Este ‘common ground’ lo vislumbro en nuestra experiencia -cercana a la teoría clínica- (…) la teoría de las conceptualizaciones del fenómeno clínico discernible en nuestros consultorios, el fenómeno de la resistencia y la defensa, de la ansiedad y el conflicto y compromiso, de las representaciones del self y del objeto, de la transferencia y la contratransferencia, etc.”

 

Discusión

Hemos intentado mostrar cómo para la mayoría de psicoanalistas el concepto de transferencia, que va unido a la práctica clínica sobre el abordaje del fenómeno transferencial, resulta un elemento clave en la construcción de un diálogo entre sub―paradigmas psicoanalíticos. Este concepto recoge un interés clínico convergente en la necesidad de abordar clínicamente el fenómeno transferencial. En ocasiones, el concepto de transferencia adquiere un matiz interpersonal, en otras intrapsíquico. Ello conlleva intervenciones clínicas distintas: dirigidas a la co―construcción de una nueva experiencia, o a la resolución de aspectos arcaicos traídos a la consulta ante un analista absolutamente neutral. Estos diferentes significados pueden ser vistos como obstáculos a un diálogo, puesto que hacen que se den erróneamente por comunes, términos que engloban matices semánticos contradictorios. (Bernardi, 1992, 2007; Rangell, 1988; Schafer 1990; White, 2001).

Sin embargo, otros autores no se centran en estas cuestiones, y consideran que la clínica lleva a pensar en que el concepto de transferencia puede resultar un elemento útil para el diálogo, ya que revela intereses clínicos convergentes en relación a la necesidad de abordar el fenómeno transferencial y su complemento contratransferencial. Algunos de estos autores consideran que las visiones interpersonal e intrapsíquica del concepto de transferencia, si bien son diferentes, pueden complementarse en beneficio de una clínica más holística. Es la visión del segundo grupo antes expuesto. (Gabbard, 1995; Kernberg, 1993, 2001a, 2001b, 2007; White, 2001).

Por último, Wallerstein (1988, 1990, 2002, 2005) defiende una postura en que el concepto de transferencia no solamente puede conducir a fructíferos acercamientos entre sub―paradigmas sino que, probablemente, conducirá a la unicidad de los mismos en un futuro no lejano.

 

Conclusiones

En nuestra opinión, el concepto de transferencia es básico para los diálogos en psicoanálisis. Entre otras razones porque su mérito, tal vez, es que basa el análisis del diálogo sobre un concepto determinado, preciso, y señalado como un pilar básico del psicoanálisis por muchos autores. Compartimos la tesis que defiende que hay dos grandes grupos en la visión del concepto de transferencia: quienes la ven como interacción y quienes la consideran intrapsíquica. Creemos que, de momento, ello no posibilita llegar a una unificación de la teoría, como tampoco de la clínica psicoanalítica. No obstante, pensamos que la diversidad puede ser enriquecedora para el desarrollo del debate teórico y clínico en psicoanálisis. Y estamos de acuerdo en que muchos sub―paradigmas, que no todos, señalan una cierta tendencia convergente hacia el interés clínico por el fenómeno de la transferencia ―y su complemento contratransferencial―.

Así pues, hoy en día resulta difícil encontrar analistas que no estén interesados en su práctica clínica por el fenómeno de la transferencia. La importancia del mismo se encuentra tanto en la clínica infantil como en la de adultos. Así, en ambos casos el analista trata de escuchar con atención cuál es la percepción del paciente de la relación terapéutica y qué relación puede guardar esta percepción con las relaciones significativas del analizado, así como con las respuestas empáticas del analista en el aquí y ahora.

Además, la importancia clínica de la transferencia no se limita a la asistencia a pacientes neuróticos, sino también a las entidades clínicas en aumento, como los pacientes fronterizos. De esta forma, en los tratamientos con estos sujetos, la focalización en la transferencia puede resultar un elemento clave, puesto que permite ayudar a los individuos limítrofes a detectar sus fantasías distorsionantes de la relación de objeto, permitiendo un mayor contacto con la realidad.

Así, en nuestra opinión, la mayoría de analistas trabajan en sus consultas con personas que establecen relaciones de objeto influenciadas por sus propios fantasmas arcaicos, así como por la capacidad del analista en abordar las demandas interpersonales.

Dada, pues, la importancia de este fenómeno en la clínica, no resulta extraño que los autores de este texto defendamos el diálogo acerca del concepto de transferencia. Un diálogo que, como hemos visto, solo puede darse desde la diferencia de matices y que, en muchos casos, puede devenir convergencia pero nunca uniformidad, ya que esta imposibilita la investigación y el desarrollo del concepto transferencia. Repensar este diálogo nos aproxima a la experiencia que sentimos y pensamos en nuestras consultas.

Por ello, y para concluir, nos parece lógico que el interés por este concepto, en los diálogos entre sub―paradigmas psicoanalíticos, experimente un incremento en los últimos años, e intuimos que este pueda ser mayor en los tiempos venideros.

 

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Kuhn, T. S. (1962), The structure of scientific revolutions, Chicago, University of Chicago Press.

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Wallerstein, R.S. (2005), “Will psychoanalytic pluralism be an enduring state of our discipline?”, International Journal of Psychoanalysis, vol. 83, núm. 3, pp. 623-626.

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Resumen

El objetivo de este trabajo es mostrar que el concepto de transferencia resulta un elemento clave en los diálogos psicoanalíticos. Se distinguen tres posturas entorno a este concepto. Primera, los que defienden que hay diferencias semánticas que dificultan el diálogo. Segunda, los que describen convergencias entre sub―paradigmas psicoanalíticos, sin llegar a una unificación. En estas convergencias entienden que el concepto de transferencia juega un rol fundamental. Tercera, los que señalan una unificación futura, en la que el concepto de transferencia jugará un papel principal. Se observa que para la gran mayoría de autores, el concepto de transferencia resulta útil al diálogo entre sub―paradigmas psicoanalíticos.

Palabras clave: convergencias, concepto de transferencia, diálogos psicoanalíticos.

 

Abstract

The goal of this paper is to show that transference concept is a key element in psychoanalytic dialogues. We present three points of view around this concept. First, the semantics position which states that different concepts have different meanings for every author. This fact difficults the dialogue. Second, the convergence position, which remarks there are convergences between different psychoanalytic sub-paradigms, but yet no unification. The authors that defend this idea suggest that transference concept has a main role in convergences. Third, that in the future all the psychoanalytic sub-paradigms will be a key element. To conclude, for many authors, transference concept will play a main role in psychoanalytic dialogues.

Key words: convergences, transference concept, psychoanalytic dialogues.

 

Jesús Ramón Molina Vizcaíno
Psicólogo, estudiante de Doctorado en Psicología Clínica (URL).
Magíster en Psicología de la Salud y Psicoterapia (Universitat Ramon Llull-Fundació Vidal i Barraquer). Magíster en Psicoterapia Psicoanalítica (URL-FVB). Magíster en Psicopatología Clínica (URL-FVB). Postgraduado en Psicoterapia de Grupo (FVB).
JesusRamonMV@blanquerna.url.edu

 

Víctor Cabré Segarra
Doctor en Psicología.
Profesor de la Facultad de Psicología de la Universitat Ramon Llull y del Institut Universitari Fundació Vidal i Barraquer.
Psicoterapeuta psicoanalítico, reconocido por la EFPA/COP.
Psicólogo Clínico reconocido por el Ministerio de Sanidad Español.

 

Ambos autores pertenecen al: Grup de Recerca en Parella i Família, Facultat de Psicologia i Cièncias de l’Educació y l’Esport, Blanquerna, Universitat Ramon Llull, Barcelona (España).

[1] Agradecemos al Dr. Jorge Luis Tizón la sugerencia del término “sub―paradigma” en lugar del de «escuela psicoanalítica». Se emplea este término para designar a cada perspectiva dentro de la diversidad del paradigma ―siguiendo a Kuhn (1962) ― del psicoanálisis. El uso del término “perspectiva” se emplea también como sinónimo de “sub―paradigma”. (Volver al texto)

[2] Por psicoanalistas franceses/psicoanálisis francés/escuela francesa, Kernberg (2001b) explicita que no incluye al grupo propiamente lacaniano. (Volver al texto)

[3] Traducción al español, del original en inglés. La traducción es nuestra. (Volver al texto)

[4] Traducción al español, del original en inglés. La traducción es nuestra. (Volver al texto)