Descargar el artículo

A la memoria de Mercè Pastor Moner (1949-1995),

esposa de Pau Riba

Introducción

A pesar de su popularidad como músico, Pau Riba (PR)[1] se considera a sí mismo ante todo escritor y tiene una abundante producción literaria. El fenómeno de los poetas y escritores que han dado a conocer sus obras mediante la música popular es corriente a partir de la segunda mitad del siglo XX, como ejemplifican los casos de Leonard Cohen, Bob Dylan, Pati Smith y Lou Reed entre otros[2]. El inicio de la expansión de los medios de comunicación de masas durante la misma época dio lugar a una rápida y extensa difusión de las nuevas ideas, acelerando súbitamente el cambio cultural y creando una “ruptura generacional”.

Como sabemos, los procesos de identificación de los jóvenes tienen un amplio y profundo efecto sobre su psiquismo. Nos concentraremos en sus efectos sobre el “equilibrio narcisista”. Según los sociólogos (Therborn, 2004) existe un “mandato trigeneracional” por el cual una generación debe transmitir sus valores a las dos siguientes. El cambio de valores y el conflicto generacional afectan directamente a este mandato, y por tanto, la autoestima y los procesos psíquicos vinculados a ella (en primer lugar, para los padres). Para los jóvenes representa también un conflicto, pero su estado de maduración psicológica, con abundantes disociaciones típicas de la adolescencia, permite que este conflicto permanezca inconsciente y la mente admita las nuevas ideas, especialmente si facilitan las relaciones con los pares y la formación de la nueva identidad adulta. La asunción (en algunos aspectos implícita) de los nuevos valores se convierte así en una gratificación narcisista para el adolescente que se separa rápidamente de sus padres.

A largo plazo, la evolución madurativa produce una integración en la conciencia de los elementos mentales que habían sido reprimidos, dando lugar a una reconsideración de los valores, y a menudo, una reconciliación con algunos de los que fueron rechazados. Estos procesos mentales se desencadenan especialmente a partir de sucesos que implican un duelo, como son la parentalidad (duelo por la identidad libre de responsabilidad parental) o la muerte de los progenitores.

Antecedentes y contexto

En este contexto, el relato de PR tiene especial interés porque fue y es uno de los máximos y más radicales exponentes de los cambios culturales dentro de la cultura catalana, en la cual el inicio de estos cambios tuvo características especiales.

PR nació en uno de los más significativos núcleos de la cultura catalana ya que es nieto de varias de sus figuras destacadas. La más destacada es sin duda Carles Riba[3], pero también su esposa Clementina Arderiu y Pau Romeva[4].

Dada la persecución que sufrió la cultura catalana durante el franquismo, las inclinaciones literarias y musicales de PR fueron celebradas en estos núcleos, ya que representaban la posibilidad de continuidad y renovación.

Sin embargo, de forma análoga a Bob Dylan, que surgió de la música folk americana, altamente politizada, que requería una renovación generacional, PR pronto decepcionó estas expectativas. A diferencia de la generación anterior, que había formado el colectivo “Setze Jutges”[5] (dentro de la “Nova Cançó Catalana”) que revindicaba explícitamente la cultura catalana al mismo tiempo que se posicionaba políticamente, la generación de PR se identificó con el movimiento llamado “hippie” que se imponía entre la juventud occidental. Este movimiento surgió de los “beatniks” norteamericanos radicalmente críticos con valores, estilos de vida y esquemas políticos vigentes (capitalismo-comunismo- izquierda-derecha), por lo que tenía un carácter contracultural. En su formulación más radical se concebía a sí misma como una “nueva nación”, universal, formada por jóvenes unidos por su propuesta “antisistema”.

La generación de PR criticó, pues, el tradicionalismo y el supuesto “localismo” de sus antecesores a los que sobrenombraban irónicamente “la cultureta”. Así, mientras los mayores se habían esforzado por recuperar las raíces de la perseguida cultura catalana y dar respetabilidad y prestigio a la producción nueva, los jóvenes contestaban radicalmente tanto los cánones estéticos como a los valores asociados. Si bien no renunciaron a la identidad y la cultura catalana, ejercían de enfants terribles y su crítica radical disgustó fuertemente, ya que atacaba lo que los anteriores se habían esforzado en preservar con enorme riesgo[6].

Conflicto de valores y ruptura generacional

Uno de los puntos centrales de la nueva cultura, anticipando lo que hoy conocemos como “Fin del patriarcado” (Castells, 1997), era la valoración del individuo frente a las convenciones sociales o culturales[7], especialmente frente a la noción de autoridad. Así, se cuestionaban principalmente la familia como institución transmisora de los antiguos valores y de la integración en el “sistema” así como los roles de género, incluidos sus valores y la identidad asociada.

Tomando ya el texto de PR, en él, el autor describe a su madre como alguien que había asumido plenamente y sin ninguna crítica el papel que le estaba predestinado. Tal como relata, su fe en la familia se centraba en el padre (…) quien mantenía derecha toda la estructura familiar, quien administraba el portentoso edificio de la familia, y quien garantizaba la crianza de la numerosa prole. Era, más que su esposo, su reposo. O mejor dicho, su refugio, las paredes que le permitían mostrarse a los demás con una forma concreta y una posición estable (…) Creo que este fue el gran negocio de tu vida (Riba, 2014: 27). El texto sigue desarrollando esta idea en varias dimensiones, pero veamos cómo había expresado la crítica en una de sus canciones, significativa de la nueva cultura:

Tienes los ojos llenos de flores,
y la boca, nariz y orejas,
para ignorar el grito y el llanto.
Tú quieres santos, rosas y estrellas.
Tienes muy buena educación,
callas siempre y obedeces,
no dices nunca que si o que no,
pero bien te escondes y rezas.
Nunca te has preguntado el porque
de lo que has visto y lo que ves ahora,
haces lo que se ha hecho siempre
y crees porque creía tu padre.

(Riba, 1970)

Es fácil advertir en estas palabras el eco de la bien conocida letra de una de las canciones emblemáticas de Dylan (1964a):

“Vengan padres y madres de alrededor de la tierra.
No critiquen lo que no pueden entender.
Sus hijos e hijas están fuera de su control,
su viejo camino envejece rápidamente,
por favor, dejen paso a lo nuevo
si no pueden echar una mano.
Porque los tiempos están cambiando”

De forma más específica, Dylan (1964b) también expresaba el rechazo de los roles tradicionales, incluyendo sus implicaciones psicológicas y relacionales:

“Dices que estás buscando a alguien
que te prometa que nunca se irá,
alguien que cierre sus ojos para ti,
alguien que cierre su corazón,
alguien que moriría por ti y tal vez más.
No soy yo, querida, no soy yo quien buscas”.[8]

PR describe a su madre como alguien que vivía a la sombra de su marido, cumpliendo fielmente el papel que le encomendaba el guion cultural, sin permitirse otra variación  que su toque personal. Como corresponde, su espacio era la vida cotidiana, de la cual ocupaba el centro con su carácter expansivo y alegre. Entonces se convertía en “la reinona”, como reitera varias veces PR. Su ámbito de decisión no iba más allá, dejando cualquier cuestión de mayor trascendencia al padre. A los ojos del Pau adolescente, su madre se había acomodado a permanecer en la infancia. Cualquier posible punto de discrepancia con los demás, incluidos sus hijos, era cuidadosamente evitado, algo que le resultaba difícil de entender en aquellos tiempos.

Los cambios inevitables y los cambios inesperados

Con el tiempo llegó el momento que todos temían: el padre murió. ¿Qué sería de ella? Sin el esposo que se ocupaba de las cosas importantes y le permitía así permanecer en este estado infantil, ¿se derrumbaría? Todos quedaron sorprendidos, PR el que más. Pasados los primeros momentos penosos, su madre “reveló su verdadera personalidad: fuerte, definida… con una energía, una voluntad y una vitalidad que dejaron a todo quisqui[9] con la boca abierta” (Riba, 2014:40).

PR relata los dos cambios que se produjeron, uno de carácter objetivo, el segundo de carácter subjetivo. El primero fue que los hijos pasaron automáticamente a ocuparse de las tareas que realizaba su padre sosteniendo su vida, lo que permitió que ella continuara como siempre, pero con mucha mayor energía y variedad de actividades. Pero el cambio que PR remarca es que, habiendo desaparecido el padre, “nosotros pasamos a ser su fachada tanto como muro de contención, perdimos la perspectiva externa y ganamos la interna… en este momento fue cuando la descubrí, cuando me cayó la venda de los ojos, la vi, y comprendí; la comprendí”.(Riba, 2014:44). Nos interesa detenernos en este punto, no en los sucesos reales que ya relata Pau, sino en el hecho de que pasó a tener una relación más completa con ella. Quizá podríamos decir que dejó de verla mediatizado por la representación de “madre” o “esposa” (de su padre) para verla como persona en relación directa con él (de persona a persona).

La revelación súbita o insight (la venda cayó de los ojos y la vi) dio paso a una representación más completa de ella de la que hasta entonces había mediatizado su relación, lo que nos remite al concepto de objeto total formulado por Klein. El proceso relacional que se relata a continuación es un claro ejemplo del desarrollo del modo relacional 4, o intersubjetivo, explicado por Mitchell (2000) que he desarrollado en algunos estudios sobre las díadas (Llovet, 2014a y 2014b).

PR relata que sus hermanos se repartieron los días en que cada uno de ellos le haría de “canguro” (una expresión sugerente e idónea, visto lo explicado hasta ahora), de forma que ambos se transforman en un tipo distinto de díada del que venían desarrollando hasta este momento. Ambos comparten ahora multitud de pequeñas decisiones sobre la vida cotidiana, comparten momentos de necesaria intimidad (ya que ella se va viendo progresivamente limitada) y Riba descubre las bondades de aquello que antes había subvalorado o incluso rechazado. En particular, descubre que el hecho de que ella no discutiera nunca y diera por establecido el modo de afrontar las diversas situaciones y dificultades (ateniéndose a lo tradicional), facilitaba enormemente la relación, evitaba dilemas continuos y favorecía las expresiones emocionales. Se desarrolla entonces un proceso de intersubjetivación por el cual se reconstruye la representación del otro miembro de la díada al tiempo que se reconstruye la propia, influenciada por el otro. Es remarcable que este es un proceso integrativo similar al de los duelos, como veremos enseguida.

Duelo, reconciliación e integración de valores

La reconstrucción de la representación de sa meu mare comportó una revisión de los valores. En otros pasajes nos describe los modelos paternos recibidos, ofreciendo una visión definida de los mismos que permite deducir los valores asociados. Recordemos que en su adolescencia efectuó una crítica hacia ellos. Entre ellos destaca dos representaciones (“abuelo paterno” y “padre”) emocionalmente distantes, nulamente dados a jugar con los niños y limitándose a una relación muy formal con ellos. Por el contrario, su otro abuelo, Pau Romera (pedagogo, entre otras ocupaciones) les contaba cuentos y disfrutaba en general con los niños. Con pesar, ya que le ha comportado dificultades, PR nos confiesa que él no es “criaturero”. Se identificó, pues, con la línea paterna, aunque en la adolescencia se contraidentificó fuertemente con ella, si bien sin integrar el carácter de la línea materna, probablemente porque representaba aspectos regresivos (infantilismo, juego, emocionalidad). Como ya hemos visto, reconstruyendo su actitud hacia los aspectos regresivos, PR nos relata la revalorización del carácter alegre, desenfadado, de trato fácil e incluso infantil de su madre.

Otro de los rasgos de carácter que le habían sorprendido en su juventud era la “manga ancha” de su madre, que contrastaba con su inmovilismo católico y otros dogmas y fes. Frente a la vehemencia y exuberancia de Pau, llevando a la práctica y proclamando a través de su obra musical y literaria los valores que asumía, su madre reservaba para sí misma sus creencias y raramente imponía su criterio. La conclusión que le sorprende es que, con todos sus dogmas, su madre era “auténticamente liberal, (si, si liberal, … pero no de discursos y medallas, no, … liberal de pura cepa[10], abierta y comprensiva, pactista con la realidad y respetuosa con la diferencia” (Riba, 2014:33). “Dios lo ha querido así”, era la máxima con la que aceptaba lo que venía y lo hacía con la mejor de sus actitudes. Si bien siempre había considerado que él y sa meu mare eran completamente diferentes y no podían entenderse de ningún modo, los canguros aportaron un enorme acercamiento que detalla y del cual destacaremos como comienza a reconocerse en ella: “insospechados puntos de contacto y afinidades que desconocía… o que nunca había querido aceptar abiertamente; rasgos característicos que me hacían mucho más hijo suyo de lo que yo creía… el entendimiento era visceral y silencioso. No hacían falta ni palabras. No hacía falta nada que no fuera la propia presencia.”

Pau se identifica pues, finalmente, con ella y termina reconociendo que su modo de afrontar la vida (la falta de cuestionamiento, la resistencia en torno a los valores recibidos, las “fes”) quizá es “mucho más duro, muy difícil. Y lo que es más, este modo ¿por ventura no va directo al mismo sitio que aquel que se ha pasado la vida dudando, cuestionando, buscando su fe?…Si por más vueltas y revueltas que le des, siempre siempre (bis) conduce a Roma, la fe ciega es la que lleva más recto” (Riba, 2014:54-58).

Dos episodios transgresores

Después de un tiempo desplegando una actividad exuberante, aun teniendo la mente  lúcida y la memoria y los sentidos en perfecto estado, su “chasis” (según expresión de PR) comenzó a resentirse de sus noventa años y tuvo que ingresar algunas veces. En el segundo de estos episodios, Pau fue avisado de que su madre se encontraba sin responder, ausente, sin reconocer a su cuidadora y respirando de forma rara, con la cabeza inclinada hacia atrás y la boca espectacularmente abierta. Ya que parecía dormida, trató de despertarla sin lograr respuesta y decidió que debía conseguirlo como fuera, con otra estrategia. Se colocó muy cerca de ella y le susurró al oído: “Por la nariz… respira por la nariz… que la vida entra por la nariz y sale por la boca! Respira por la nariz. De momento no pasó nada, pero sí: después de poco, comenzó a mover la cabeza y emitir ruidos con la boca. Y la nariz, como animándose, entró en juego y comenzó a participar en la fiesta… Quedé convencido de que estaba yéndose pero, por la razones que fueran, decidió volver para disfrutar de la vida, a  conciencia, por última vez… y despedirse de ella como Dios manda” (Riba, 2014:70-74).

No podemos pecar de ingenuidad científica y desestimar que la recuperación fuera casual, sin relación alguna con la actuación de Riba, pero tampoco desestimar su convicción, aunque proceda de alguien inclinado al pensamiento mágico y un heterodoxo donde los haya. Sabemos el poder que puede ejercer la mente y las relaciones. Sin mayores detalles clínicos, debemos dejar la cuestión en suspenso, con sus interrogantes, y en todo caso, dar valor a la experiencia vivida, sea cual sea su explicación.

Mercè Romeva se recuperó, pero tan solo relativamente. La opinión de médicos y cuidadores después de este episodio fue taxativa y de seria advertencia: debía portarse bien, descansar, permanecer en cama y levantarse tan poco como fuera posible. En todo caso, difícilmente se tenía en pie por si sola y debía ser auxiliada en cualquier movimiento. PR subraya que esto ponía fin a uno de sus mayores disfrutes: ir a Cadaqués, y este fue el motivo de otro episodio sorprendente que, esta vez, ofrece pocas dudas. Tras la insinuación claramente humorística de PR (por teléfono, desde Madrid) de que la raptaría y la llevaría a Cadaqués, fue la misma Mercè quien le insistió e incluso escogió la fecha e hizo ella misma los preparativos… para ser raptada y llevada a esta población marinera y con tradición de piratería. Previas llamadas a los hermanos para consensuar la operación, ambos marcharon.

Llegaron a Cadaqués, se adentraron en la calle de la Amargura (así es como se llama la calle) donde estaba la casa, y ya en su cama, aquella noche Mercè “rezó aquello de ‘Ángel de la guarda, dulce compañía…’ y se durmió como un tronco. A la mañana siguiente se produjo el hecho prodigioso” (Riba, 2014:91-95). Aquella mañana, sa meu mare se despertó exultante como hacía tiempo que no estaba y pocos días después se valía enteramente por sí misma para asearse (evitando resbalar), preparar su desayuno y vestirse. En una palabra, sus chacras parecían haberse esfumado. ¿Tiene ascendente el espíritu  sobre la materia?, se pregunta PR en este pasaje.

Pau Riba cierra el relato con un regalo que su madre le pidió, mejor dicho, le exigió, aunque de forma indirecta, acorde con su manera, sin decir las cosas e incluso simulando decir lo contrario: Pau entendió que debía dedicarle un poema para su noventa aniversario. Así, empleando a fondo sus peculiares dotes literarias, se retó a componer para ella un poema de nueve estrofas de nueve versos, puesto que cumplía noventa años, había pasado nueve embarazos de nueve meses, había dado luz a…

“nueve hijos – nueve nuevos[11] seres-
nuevo álbum familiar…
ochenta y un versos dedicados que con estos y el que viene ahora
hacen los noventa justos: ¡felicidades!”

(Riba, 2014: 135)

Implicaciones clínicas narcisistas de la cultura individualista

En este proceso de reconciliación llama poderosamente la atención el momento en que PR se da cuenta de los beneficios del tradicionalismo en las creencias con el contrapeso del  liberalismo (“la manga ancha”) en el trato. Como remarca, las creencias firmemente establecidas, siempre que se reserven a la dirección de la propia vida y no se tenga la pretensión de imponerlas a los demás, evitan la interrogación y la inquietud constante, liberan las relaciones del cuestionamiento y predisponen a disfrutarlas como un encuentro entre las personas.

Esta es una observación que reencontramos en varios sociólogos y filósofos que analizan la modernidad. Sennett (1989) explicó como la sociedad moderna, con sus rápidos cambios no permite que los individuos se asienten en certitudes suficientes, lo que causa estrés y “corroe” el carácter y las relaciones. En el mismo sentido, Bauman (2003) explica, con el concepto muy gráfico de liquidez, que la disolución de los patrones culturales tradicionales resta solidez al mundo interno y las relaciones. También Giddens (1992) explica que, en la modernidad, las relaciones se vuelven “puras”, lo que no es una connotación positiva, ya que habiéndose debilitado los roles sociales, las relaciones deben sostenerse o adquirir sentido por sí mismas. Sin los lazos y continentes que representaban los patrones tradicionales, las relaciones se rigen por la satisfacción inmediata o se pierden. Ampliando el campo de observación, Castells (1997) explica que la contrapartida de la globalización y el fin del patriarcado es la necesidad de establecer identidades fuertes, ya sean nacionales o de pertenencia a grupos determinados. Como sabemos, en los individuos, este fenómeno se corresponde con el desarrollo de defensas narcisistas frente a la angustia de disgregación.

Finalmente, en un análisis de las ideas predominantes en la sucesión de las épocas históricas, Taylor (1989) propone la hipótesis de que se da una  tendencia a la liberación del individuo (más concretamente del Yo) de las restricciones que impone la vida en sociedad. Como podemos advertir, es una formulación concordante con la que ofreció Freud. Según Taylor, algunos de los movimientos históricos aparentemente contradictorios (pendulares), como fueron el racionalismo ilustrado y el romanticismo que vino a continuación, responden en realidad a esta tendencia más profunda, uno de cuyos hitos fueron las revoluciones francesa y americana (ver una explicación más detallada en Llovet, 2014:164-185).

Para Taylor, la disolución de los guiones biográficos tradicionales responde a la emergencia del individualismo. Sin embargo, esta disolución comporta la pérdida de los marcos de referencia culturales, marcos que son ineludibles, ya que dan sentido a la existencia. Así, en la sociedad moderna, individualista, la elaboración de un marco de referencia y del guion biográfico se convierte en una tarea que cada uno debe realizar, asumiendo las incertidumbres y riesgos que pueden comportar las elecciones.

Como vemos, no estamos en absoluto lejos del relato y de las conclusiones de PR. Más aún, a la luz de la interpretación profunda de Taylor, no debería engañarnos lo que conocemos del personaje público de PR: su identificación con la cultura hippie (y algunas de sus arriesgadas prácticas), de la cual se dice que es el último superviviente en nuestro país. Siguiendo a Taylor, este movimiento es una emergencia de la tendencia profunda del individualismo. Así pues, quizá uno de los principales retos del desarrollo cultural y social sea conciliar el delicado equilibrio en la tensión esencial entre individuo y cultura formulada por Freud.

Muchos de estos sociólogos y filósofos conocen bien la teoría psicoanalítica y están atentos a la evolución de las patologías mentales y les llama la atención en particular el incremento de las patologías narcisistas, que interpretan como un efecto de repliegue que deben realizar los individuos frente a la disolución de estos marcos de referencia (guiones biográficos, patrones y roles culturales, etc.). Un análisis más detallado de este efecto de la evolución social requiere sin duda una gran extensión. Nos limitaremos a señalar que se da a dos niveles. En primer lugar, el individuo adulto, ya formado, debe adaptar de forma continua los elementos de su marco de referencia, lo que sin duda es un potencial foco patógeno. En segundo lugar, los sujetos infantiles y adolescentes, en fases de configuración de la personalidad, pueden sufrir carencias por déficit en áreas en las que los roles tradicionales respondían de forma natural e inadvertida a las necesidades del desarrollo. En ambos casos, sabemos que la reacción o falta de desarrollo conlleva un repliegue defensivo.

El relato de PR nos indica el camino que siguió cuando abandonó la percepción de su madre de forma mediatizada por los patrones culturales: la vio como persona, en su singularidad y riqueza interior. Nos relata cómo se reconoció en ella y su aceptación y aprecio por aquello en lo que se diferenciaban. Sin que lo mencione explícitamente, PR nos describe una relación de respeto al otro y de respeto también a sí mismo. Se forma entre ellos una complicidad, con sus sobreentendidos, implícitos y lugares comunes, de forma que la relación se convierte en un espacio emocionalmente seguro, en el cual expresarse, crecer…y también despedirse conservando la aportación del otro.

Referencias bibliográficas y discográficas

Bauman, Z. (2003), Amor líquido: Acerca de la fragilidad de los vínculos humanos, México, Fondo de Cultura Económica, 2005.

Castells, M. (1997), “La Era de la información. Economía, Sociedad y Cultura”, vol. II El poder de la identidad, Madrid, Alianza, 1998.

Dylan, B. (1964a), “The Times They Are A-Changing”. The Times They Are A-Changing. Columbia, Nueva York.

Dylan, B. (1964b), “It ain’t me babe”. Another side of Bob Dylan. Columbia, Nueva York.

Giddens, A. (1992), La transformación de la intimidad: sexualidad, amor y erotismo en las sociedades modernas, Madrid, Cátedra, 1998.

Llovet, P. (2014a), La connexió emocional de la parella des de perspectiva relacional, Barcelona, Octaedro.

Llovet, P. (2014b), “Los modos relacionales de la pareja. Un desarrollo de los conceptos de S. Mitchell”. Actas del congreso de FEAP, 22 de noviembre de 2014, Barcelona.

Mitchell, S. (2000), Relationality. From Attachment to Intersubjectivity, Relational Perspective Book Series, vol. XX, The Analytic Press, Inc., New Jersey, Hillsdale.

Riba, P. (1970), “Vosté (tú, tú mateixa)”, Dioptria, Barcelona, Edigsa Concèntric.

Riba, P. (2014), Sa meu mare, Barcelona, Ara llibres.

Sennett, R. (1989), La corrosión del carácter: las consecuencias personales del trabajo en el nuevo capitalismo, Barcelona, Anagrama, 2000.

Taylor, C. (1989), Las fuentes del Yo, Barcelona, Paidós, Surcos, 1996.

Therborn, Göran. (2004), Between sex and power. Family in the world, 1900-2000, Routledge, Nueva York.

Resumen

En Sa meu mare Pau Riba (PR) relata algunos aspectos de la relación que mantuvo con su madre en los últimos tiempos de su vida. Esta relación se vio muy afectada por los cambios culturales iniciados en occidente a mediados del siglo XX, de algún aspecto de los cuales PR fue y es uno de los máximos y más radicales exponentes en nuestro entorno. A pesar de su popularidad como músico, PR se considera a sí mismo un escritor, incluidas las letras de sus canciones, algunos de cuyos fragmentos expresan estos cambios culturales.

Este relato de Pau Riba refleja la evolución de la visión que tenia de su madre desde su adolescencia hasta el último período de su vida durante el cual, como sus otros hermanos, la cuidó, y la reconsideración de los valores que ella encarnaba y guiaban su vida y su forma de relacionarse. El relato refleja pues el proceso de elaboración anticipada del duelo, pero también la diferencia entre los guiones biográficos de la cultura tradicional y la moderna, así como el impacto de los cambios culturales en las relaciones intergeneracionales.

Veremos algunos fragmentos de la producción de PR que reflejan uno de los aspectos más característicos de la sociedad moderna según los sociólogos y filósofos estudiosos de la sociedad moderna: el individualismo y la disolución de los patrones culturales tradicionales. Según estos, podemos relacionar el individualismo con la mayor prevalencia de las patologías narcisistas que hallamos en el campo de la salud mental.

Comentamos también dos pasajes del relato de PR de especial interés: uno referido a la actual atención a la vejez, y otro que relata un episodio de comunicación peculiar entre él y su madre habiendo sufrido esta un grave percance en su salud.

Palabras clave: ruptura generacional, cultura catalana, equilibrio narcisista, mandato generacional, guiones biográficos, cultura individualista.

Abstract

In Sa meu mare Pau Riba (PR) relates some aspects of his relationship with his mother in the last days of her life. This relationship was greatly affected by cultural changes initiated in the West societies in the mid-twentieth century, some aspect of which PR was and is one of the greatest and most radical exponents in our environment. Despite its popularity as a musician, PR considers himself a writer, including his lyrics, some of whose fragments express these cultural changes. This account of Pau Riba reflects the evolution of the vision he had of his mother since his teens until the last period of her life during which, like his other siblings, he nursed her, and he reconsiderated the values she embodied and guided her life and the way they relate. The story reflects the anticipated process of elaboration of mourning, but also the difference between the biographical scripts of traditional and modern culture and the impact of cultural changes in intergenerational relationships.
We will see some fragments PR production reflecting one of the most characteristic aspects of modern society according to sociologists and scholars philosophers of modern society: individualism and the dissolution of traditional cultural patterns. According to these, we can relate individualism with the highest prevalence of narcissistic pathologies found in the field of mental health.
We also discuss two passages from the story of PR of special interest, one referring to the current care given to old age, and another who recounts an episode of unusual communication between him and his mother having she suffered a serious setback on her health.

Keywords: Generational rupture, Catalan Culture, Narcissistic balance, Generational mandate, Biographical scripts, Individualistic culture.

Pere Llovet Planas

Especialista en Psicología Clínica y Psicoterapeuta psicoanalista (ACPP/FEAP).
Delegado de Pareja y Familia de la EFPP.
Supervisor de la Diputación de Barcelona.
Telf 651 19 64 46
e-mail: perellovet@telefonica.net


[1] Pau Riba (1948) es un artista y escritor polifacético. Su obra abarca 29 discos (17 LP/CD y 12 EP), 3 novelas o relatos, 6 libros de poemas y canciones, 4 ensayos, 3 obras de teatro, grafismos y diversas colaboraciones o guiones cinematográficos o televisivos. La peculiaridad de su producción y estilo hace su obra difícilmente traducible. Se encuentran escritos sobre su obra en castellano en su página web, en enciclopedias virtuales y en  http://pauriba.com/hemer/2005_EfeEme.pdf y   http://pauriba.com/hemer/visual_br.pdf

[2] Muchos de ellos norteamericanos, influenciaron a su vez a los emergentes nuevos grupos musicales británicos. La  popularidad que alcanzaron estos difundió la nueva cultura entre las generaciones jóvenes, tanto en los propios EEUU (The Beatles y la British Invasion), como en el resto del mundo occidental.

[3] Primer traductor al catalán de los clásicos griegos y latinos así como de autores  contemporáneos (Kavafis, E. Alan Poe, Rilke, Hölderlin, Kafka).

[4] Pedagogo, traductor de Dickens, Chesterton, Graham Greene y fundador de Unió Democràtica de Catalunya, partido político de inspiración cristiana aún existente.

5 Los Setze Jutges fue un colectivo formado en 1961 con el propósito de normalizar el uso del catalán en la música moderna. Entre sus miembros más conocidos se encuentran Raimon, Joan Manuel Serrat, Lluís Llach, Maria del Mar Bonet y Francesc Pi de la Serra. El nombre del colectivo proviene de un trabalenguas catalán.

[6] La contracultura fue también criticada por la oposición política (clandestina), que, de forma análoga a lo sucedido en el bloque comunista, vio en ella un agente encubierto del individualismo capitalista y un intento de neutralizar su crítica.

[7] Obviamos el análisis, más complejo, del componente “comunitarista” del movimiento hippie.

[8] Joan Baez incorporó esta canción a su repertorio, dirigiendo especialmente su mensaje al género femenino.

[9] PR explica que su abuelo Riba utilizaba a menudo este latinismo.

[10] En el original de soca i d’arrel, expresión sin traducción literal.

[11] Obsérvese que en catalán “nuevo” es “nou”, idéntico a “nueve”.