Dedicatoria
Al Dr. Joan Coderch, que me enseña a dibujar correctamente los tres vértices del triángulo equilátero: la ciencia del psicoanálisis, la institución psicoanalítica y el psicoanalista como ser humano que avanza desde la posición IM de individuo miembro (una criatura recién psicoanalizada) hacia la posición MI de miembro individual (yoicidad, singularidad, idiosincrasia, carácter). Desde ella y con un cierto espíritu de aventura en la vida, no pierde la capacidad de dejarse sorprender; pues sabe que la experimentación es el ácido y la falsabilidad de toda nueva teoría.
La experiencia ha dejado demostrado ya, desde hace algún tiempo, que el psicoanálisis, aunque originariamente proyectado por Freud como un método para curar enfermedades mentales, cumple asimismo con un segundo propósito. Elimina las perturbaciones de la formación del carácter, especialmente en los niños y adolescentes, en los que logra efectuar considerables alteraciones. En rigor, podemos decir que, después de que han sido analizados, todos los niños muestran radicales cambios de carácter; tampoco podemos evitar la convicción, basada en la observación de hechos, de que el análisis del carácter no es menos importante como medida terapéutica, que el análisis de la neurosis.
Melanie Klein
Por tanto y en verdad (y ante Dios) los opuestos son idénticos. Es solo ante el ser humano que aparecen como no-idénticos. Y todas las cosas son una (…) todas ellas son parte de la evolución del mundo, la llama que nunca se apaga.
Karl Popper
El compromiso social del psicoanálisis
Una de las tareas más agradecidas de nuestra profesión, además de la labor clínica y científica, es examinar el valioso legado que hemos recibido de nuestros antecesores a través de la historia del psicoanálisis. En este artículo lo haremos centrándonos en Wilhelm Reich, en el Instituto Psicoanalítico de Berlín y en el Congreso de Lucerna entre los años 1930-1934. Unos años difíciles, posteriores al crac de 1929 que marcaron el futuro del psicoanálisis y el destino social de Europa.
Por diferentes motivos que he descrito en un artículo anterior (Frigola, 2013), W. Reich había decidido abandonar Viena e instalarse en Berlín. Lo hizo en octubre de 1930, pero no quiso marcharse sin antes despedirse de Sigmund Freud. Le rinde una visita de cortesía, a finales de septiembre, en un pequeño pueblo austríaco de montaña, Grundlsee, donde acostumbraba a pasar sus vacaciones estivales.
“Le visité en Grundlsee y tuve con él una discusión muy enconada. Él estaba realmente acalorado y yo también lo estaba. Acababa yo de publicar la primera parte de Die Sexualität im Kulturkampf (La revolución sexual, 1936) bajo el título Geschlechtsreife, Enthalsanoskeit, Ethemoral (Madurez sexual, abstinencia y moralidad matrimonial, 1930). Yo le dije que había que distinguir entre la familia natural, que está basada en el amor, de la familia coercitiva. Añadí que había que hacer cualquier cosa para prevenir la neurosis y él contestó: Ihr standpuntk hat nichts mit dem mitteren weg der psychoanalyze zu tum, (“su punto de vista no tiene nada que ver con lo que se ocupa habitualmente el psicoanálisis”) (Reich, 1967).
Sin dejarse convencer, Reich continua impasible.
“Lo siento, pero esto es lo que creo. Esta es mi convicción. Si usted quiere prevenir la neurosis, si usted desea eliminar la miseria… Freud me contestó: No es nuestro propósito, ni el fin de nuestra existencia salvar el mundo” (Reich, 1967).
Este encuentro con Freud fue relatado en una entrevista que Kurt Eissler, el director de Sigmund Freud Archives de la Biblioteca del Congreso de los EUA, realizó a Reich en octubre de 1952. Y es un documento histórico de una sinceridad fuera de lo común. Este relato refleja la memoria de Reich sobre la conversación que sostuvo con Freud, 23 años después de que ésta hubiera ocurrido. A pesar de un acalorado intercambio y una cierta controversia entre ellos, observamos la acostumbrada relación edípica que Freud mantenía con sus discípulos más íntimos y un cierto idealismo por parte de ambos.
“Estábamos tratando de algo decisivo sobre lo que divergían nuestras opiniones. A mi parecer, la familia tradicional tenía que ser superada. Lo que ahora está sucediendo en América con las nuevas leyes sobre el divorcio y la emancipación de la mujer lo había previsto yo en 1930. Hoy día se acepta la situación matrimonial tal como le planteé en Die Sexuelle Kampf der Judend, (La lucha sexual de los jóvenes, 1932). Pero en aquel momento se ignoró tal planteamiento. Freud lo rechazó por completo. Estaba muy indignado. Y de aquí partió su desilusión. Mi impresión fue que aquí el Freud de la era victoriana contradijo al Freud que descubriera la sexualidad infantil. En esto Freud estaba personalmente muy comprometido y ya estaba cansado. Había luchado mucho. Freud no estaba interesado en las consecuencias que acarrearía a la sociedad la prevención de la neurosis. No estaba interesado en ello. Solo tenía una esperanza. Abrigaba la esperanza de que Eros Wird eine Anstrengung machen in das Unbehager, (“realizara un esfuerzo dentro del malestar”)” (Reich, 1967).
La misma esperanza que Bach, Haendel y Beethoven habían depositado en el Eros de la música. La música de Beethoven llegó a influir en la sociedad victoriana hasta tal punto de producir en ella un profundo cambio emocional. Lo que permitió que el psicoanálisis pudiera finalmente ser aceptado por una sociedad culta, pero que se sentía desconcertada y horrorizada. Una de sus sinfonías fue calificada de Ein sittenverderbendes Werk (“una composición peligrosamente inmoral”), pues expresaba toda la gama de emociones humanas en clave de música y producía un efecto liberalizador en el inconsciente de los oyentes. La música de Beethoven fue la precursora del psicoanálisis (Scott, 2011). Reich, que conocía el valor terapéutico del Eros de la música, invitaba a sus colegas a la Schoenberg Verein (sociedad musical) donde acostumbraba a tocar el piano o el cello después del intenso trabajo en el Ambulatorium, con la cordialidad gemütlich, típica de los cafés vieneses. Los músicos y los psicoanalistas compartimos la misma función psíquica: unir las lágrimas y los aplausos en la misma sesión.
Reich había escrito sobre las consecuencias que tendría para la sociedad de masas el desarrollo de la teoría de la libido y en concreto en su trabajo Prophylaxis der Neurosen (La profilaxis de las neurosis, 1930). Este ensayo fue presentado en un círculo reducido de psicoanalistas, en casa de Freud, el 12 de Diciembre de 1929. Además de Freud y Reich estaban presentes en esta ocasión Hitschmann, Felix Deutsch, Federn, Numberg, Jekels y Hartmann. En esta reunión se planteó la relación entre neurosis y civilización.
Reich habló del movimiento de higiene mental que estaba llevando a cabo como director del Ambulatorium de Viena, además de su trabajo social en las seis clínicas que había creado en esta ciudad con la ayuda de su mujer Annie Reich (A. Reich, 1932) y de otros psicoanalistas como Edward Bergler, Ricard Sterba (Sterba, 1952) y Annie Angel, a quien Freud comentó una vez que Reich era “la mejor cabeza (der veste Kopf) de la Asociación psicoanalítica vienesa” (Sharaf, 1983).
Estas discusiones en casa de Freud entre reconocidos psicoanalistas fueron la base sobre las que construiría su trabajo El Malestar en la cultura (Freud, 1931) publicado dos años más tarde. Muchos la consideran su obra sociológica más importante, con algunos acentos nietzscheanos. A pesar del pesimismo contenido en ella, Freud termina el libro con una nota de esperanza.
“En cuanto a la aplicación terapéutica de nuestros conocimientos, ¿de qué servirá el análisis más penetrante de las neurosis sociales si nadie posee la autoridad necesaria para imponer a las masas la terapia correspondiente? Pese a todas estas dificultades, podemos esperar que algún día, alguien se atreva a profundizar en esta investigación sobre la patología de las comunidades civilizadas” (Freud, 1931).
El diagnóstico de una neurosis colectiva ―la humanidad se estaba volviendo cada vez más neurótica bajo la presión de la civilización― que Reich planteó en esta reunión gustó a Freud. Dos años más tarde publicaría Massenpsychologie des Faschismus (Psicología de masas del fascismo, 1933) en respuesta, en parte, a la sugerencia que Freud hizo al final de su obra y a las discusiones que hubo en la reunión. Un excelente ejemplo psicoanalítico, por cierto, de una investigación sobre la patología de las comunidades civilizadas.
Respecto al tema de la prevención de las neurosis que Reich planteó en la reunión, Freud fue explícito: “para el psicoanálisis… Dir Kultur geht vor” (“la cultura tiene preferencia”) (Reich, 1968).
“Uno de los pocos que se dio realmente cuenta de mi propuesta social para el psicoanálisis fue Hitschsman. Helene Deutsch simpatizaba con ella, pero no quiso comprometerse. Horney la entendió, pero soslayó el ángulo sexual. Radó estaba muy lejos, en Berlín. Alexander siempre se mantuvo a distancia. Anna Freud la entendió. Siempre se manifestó muy interesada y amistosa, pero tampoco ella quiso comprometerse. Así que, como las esperanzas de Freud habían sido tan grandes, su desilusión fue igualmente grande. Vio en mí a un clínico, un psiquiatra, un hombre educado en la ciencia natural, con capacidad, entusiasta, que podía conseguir avances. Y entonces salió a relucir aquello de mis relaciones con el marxismo y la política” (Reich, 1967).
Las actividades políticas de Reich ―hoy diríamos sociológicas― no eran bien recibidas por la comunidad psicoanalítica vienesa y esto le llevó a ciertos conflictos personales, hasta el punto de plantearse la posibilidad de realizar un tercer análisis. Lo haría, a sugerencia de Freud, con Sandor Radó. Sin embargo, la verdadera cuestión de fondo, dentro del propio psicoanálisis, consistía en no hacer una clara diferenciación entre los conceptos sociológico y político, porque a comienzos de los años 30, tales conceptos no iban separados. Freud tampoco veía la diferencia entre ciencia política y sociología. Por entonces ningún psicoanalista la veía. Como diría Reich, “tuvimos de aprender de nuestros propios errores” (Reich, 1967).
Para el bien del psicoanálisis, tal diferenciación llegaría muchos años más tarde y precisamente en Gran Bretaña. Poco después de la Segunda Guerra Mundial, un grupo de psicoanalistas de la Tavistock Clinic de Londres que creían que el psicoanálisis debía comprometerse con la sociedad crearon, con la ayuda de una donación de la Fundación Rockefeller, el Tavistock Institute of Human Relations. Fue el propio W. Bion quien puso un anuncio en los periódicos londinenses que con el tiempo se hizo célebre: “Puedes tener un tratamiento psicoanalítico grupal ahora mismo o esperar un año para un tratamiento individual” (Trist y Murray, 1990).
Todo este trabajo psico-social en la Tavistock Clinic quedó reflejado en los diferentes artículos que aparecieron publicados en la revista internacional Human Relations. Podríamos citar los autores de algunos de estos que han devenido clásicos: Bion, Bowlby, Winnicott, Balint, Jaques, Dicks, Ezrriel, Menzies, Trist, etc. Todos ellos llegaron a la conclusión que los procesos políticos surgían, en principio, en el nivel de las relaciones inter-grupales. Lo sociológico precedía a lo político. El psicoanálisis empezaba a comprometerse con la sociedad.
Los grupos de terapia psicoanalítica que se formaron incluían pacientes individuales del NHS (National Health Service) y también del mundo educacional, industrial, del management, etc. Mientras tanto, Bowlby fundamentó las bases clínicas de lo que hoy en día se conoce como psicoterapia familiar a través del FDB (Family Discussion Bureau), que más tarde se convirtió en el Institute for Marital Studies (IMS) al aprobarse en el Parlamento de Westminster las nuevas leyes sobre el divorcio en Gran Bretaña. Todos estos psicoanalistas pioneros intuyeron que era necesario para el psicoanálisis disponer de un corpus psico-social, tanto para la formación de futuros candidatos, como para la investigación. Finalmente llegaron a la conclusión que “no podía haber terapia psicoanalítica sin investigación, ni investigación sin terapia” (Trist y Murray, 1990).
El artículo más interesante de todos ellos publicado en Human Relations, y probablemente también el más desconocido en nuestro país, quizá sea el de D.W Winnicott: Thoughts on the Meaning of Word Democracy (Winnicott, 1950) que en cierta medida me recuerda los artículos socio-políticos que Reich escribió en Berlín a principios de la década de los 30, tal como describiremos seguidamente.
Winnicott trata de definir lo que debería ser una democracia desde el punto de vista del psicoanálisis. “Los sociólogos y los expertos en ciencias políticas en principio pueden sentirse resentidos por mi impertinencia, un campo fuera de mi especialidad” (Winnicott 1950). No obstante, basándose en su extenso trabajo como pediatra con más de 20.000 historias clínicas a sus espaldas, llega a elaborar una fórmula: 100% – (X+Y+Z), siendo X% los individuos antisociales o con una identificación inmadura con la sociedad, Y% los indeterminados, Z% los individuos pro-sociedad pero anti-individual.
Siendo los individuos sanos capaces de una contribución social el 100% – (X+Y+Z).
Winnicott se pregunta:
“¿Qué porcentaje representan, por ejemplo, en la Gran Bretaña de hoy? Posiblemente muy poco. (…) Si la democracia es madurez y la madurez es salud y la salud es deseable, entonces haremos todo lo que esté en nuestras manos (como pediatras y psicoanalistas) para conseguirla. Debe existir una considerable madurez en el desarrollo emocional de una suficiente proporción de individuos, que se comprometan a la creación, recreación y mantenimiento de la maquinaria democrática” (Winnicott, 1950).
Winnicott pensaba que era necesaria una cierta cantidad de individuos que fueran capaces de vivir la democracia dentro de sí mismos. Si no existe una masa crítica de estos individuos en una determinada sociedad será muy difícil mantener en ella el orden democrático. Tales individuos deben primero devenir auto-conscientes democráticamente. El precio de la libertad es la eterna vigilancia, pero ¿vigilancia por quién? Por el 2% o el 3% de los 100 – (X+Y+Z) de los individuos maduros. Los demás estarán ocupados siendo unos buenos padres, manejando satisfactoriamente su trabajo o ayudando a crecer a sus hijos, tal como Winnicott pudo comprobar en sus 20.000 historias clínicas. O como dice Money-Kyrle en su artículo Psycho-Analysis and Politics: “nuestra labor es ayudar a construir una sociedad bien ajustada, madura, con sus miembros individuales sanos” (Money-Kyrle, 1948).
Este sería para Winnicott el compromiso social del psicoanálisis: conseguir una masa crítica de estos individuos. Precisamente el mismo compromiso que Reich le estaba planteando a Freud en septiembre de 1930, en Grundlsee, poco antes de marcharse a Berlín a desarrollar su labor social.
“Le sugerí a Freud que para estar completamente seguro de que llevaba razón respecto a mi propuesta social para el psicoanálisis y que en mi pensamiento no existía elemento irracional, trataría de consultar con algún eminente colega de Berlín. Freud me dijo que desde el momento en que fundara una moderna técnica psicoanalítica, me hallaría en grandes dificultades. Sería difícil encontrar a alguien que quisiera estar conmigo. Tendría que cargar sobre mis hombros todo el peso de la organización. Aunque dijo que quizá fuera posible discutirlo en plan de colaboración. Y sugirió Radó o Bernfeld (como mis futuros analistas supervisores en Berlín). Estuvimos hablando cerca de hora y media y me despedí. Fui bajando y conforme salía, miré a su ventana. Freud estaba solo andando de arriba a abajo, deprisa por aquella habitación, encerrado en su propia mente. (…) Freud estaba muy solo. No podía asociarse con ninguno de sus discípulos. Él era el padre. Tenía que darlo todo. Tenía que amar a todos (…) No sé cuántos psicoanalistas eran conscientes de su soledad” (Reich, 1967).
Nach Berlín
En Berlín, una ciudad muy cosmopolita, próspera y vanguardista y en plena efervescencia, Reich esperaba encontrar un ambiente más propicio para desarrollar su labor social que el que había encontrado en Viena, una ciudad mucho más conservadora. En el fondo sabía que los psicoanalistas berlineses se sentían más orgullosos que los vieneses por una simple cuestión: no mantenían una actitud intelectual infantil hacia Freud, aunque después descubriera que la mantenían, disimuladamente, ante Karl Abraham.
Muchos de los jóvenes analistas del Instituto Psicoanalítico de Berlín como Otto Fenichel ―que había llegado de Viena algunos años antes―, Erich Fromm, Edith Jacobson, Bruno Bettelheim y Karen Horney estaban al lado de Reich en los aspectos sociales del psicoanálisis. Por otro lado, todos ellos estaban interesados en conocer la nueva técnica del análisis del carácter. Al poco tiempo de llegar a la capital alemana, Reich estableció un seminario técnico en el Instituto Psicoanalítico de Berlín similar al que había creado en Viena. Posteriormente se unieron algunos analistas húngaros como Barbara Lantos, Edit Glück-Gyoömröi, Samuel Goldscheim, Martin Grotjabahn, Karl Landauer y George Gero. Juntos organizaron con Reich el grupo de trabajo marxista dentro del Instituto Psicoanalítico de Berlín, influidos por el pensamiento de G. Lukacs y K. Mannheim de la Escuela de Frankfurt.
El proyecto del Instituto Marxista para la Investigación Social, más conocido como Escuela de Frankfurt, era integrar el psicoanálisis con el marxismo. Allí trabajaron, entre otros, Adorno, Horkheimer, Marcusse, Fromm, Norbert Elias, autor de The Civilizing Process, y Foulkes. Este último era el director de la Clínica Psicoanalítica de Frankfurt y que años más tarde fundaría en Londres el Institute of Group Analysis.
La mayoría de los miembros del grupo de Reich en Berlín eran psicoanalistas judíos de origen húngaro. Con la subida de Hitler al poder en 1933, todos ellos tuvieron que emigrar por la condición de judíos y entre 1934 a 1945 estuvieron en contacto entre sí a través del Rundbriefe (cartas circulares) de Otto Fenichel que él mismo les enviaba periódicamente, lo que demuestra la vitalidad intelectual y la integridad ética y moral del grupo, así llamado freudo-marxista (Fenichel, 1998; Jacoby, 1975, 1985).
Como buen carácter hamletiano que era, Reich siempre tenía en su mente el dilema del ser o no ser.
“Siempre ha habido un conflicto en mi entre la necesidad de participar en el compromiso social por un lado y mi trabajo científico por otro. En la escena social tú tienes que estar aquí, allí y en todas partes; en el trabajo científico tienes que estar solo en tu despacho, tus libros, tus pacientes e instrumentos” (Reich, 1967).
En el Instituto Psicoanalítico de Berlín se encontraban como profesores Karl Abraham, Melanie Klein, Sandor Radó, Max Eitingon y Ernst Simmel entre otros. Había muchos analistas americanos en formación que también estaban interesados en aprender la nueva técnica del análisis del carácter, algunos de los cuales fundaron, años más tarde, las escuelas culturales neo-freudianas en Norteamérica. Entre sus estudiantes americanos podemos citar a Spurgeon English, que estuvo en análisis con Reich entre 1929 y 1932. English, que fue catedrático de psiquiatría de la Temple University y fundador de la American Psychosomatic Society, comentaba de su relación con Reich:
“De una forma u otra caí en manos de un analista meticuloso, muy trabajador, que iba al grano, que tenía un exquisito oído para las diversas formas de resistencia y una excelente habilidad para tolerar la agresión que inevitablemente surge de la necesaria confrontación de las sutiles y encubiertas formas de resistencia” (English, 1977).
Otro de los analizados que tuvo Reich fue Friedrich “Fritz” Perls, que vino recomendado por K. Horney. El que fuera el creador de la Psicoterapia de la Gestalt comenta: “En algunas sesiones Reich me pedía que enfocara mi atención en uno de los aspectos más importantes de la medicina psicosomática: la función del sistema nervioso neurovegetativo y del sistema motor como expresión genuina de mis emociones” (Tallaferro, 1952,1979; Guasch, 2006).
La Asociación Berlinesa de Médicos Socialistas, dirigida por entonces por Ernst Simmel ―un analista didacta del Instituto de Berlín― invitó a Reich a hablar sobre la “profilaxis de la neurosis” en noviembre de 1930 con la asistencia entusiasta de más de doscientos médicos.
Reich creó varias clínicas de información e investigación sobre la sexualidad en varios distritos de Berlín, semejantes a los que había organizado en Viena. El trabajo consistía en organizar talleres sobre educación sexual, información contraceptiva y psicoterapia de grupo. Entre los psicoanalistas de la Sociedad Psicoanalítica Berlinesa que trabajaron con él se encontraban, además de su mujer Annie Reich, Fenichel, Jacobson y el matrimonio Walter y Käthe Mish (Mish, 1932). Como hizo en Viena, Reich apoyó el proyecto psico-social dando parte de los honorarios de su consulta privada para sufragar los gastos.
Su trabajo pionero se anticipó en más de 20 años en el campo de la salud mental comunitaria que implica la participación profesional en el contexto de la vida diaria de la gente: escuelas, vecindario, sindicatos, ayuda judicial, etc. Reich relata un incidente que le afectó profundamente. Una chica de catorce años de las juventudes hitlerianas vino a uno de sus centros, desesperada. Estaba embarazada de varios meses y había oído que allí podrían ayudarla. Reich se ocupó personalmente del caso y se aseguró que el nacimiento de su hijo tuviera lugar en las mejores condiciones posibles. “Nunca olvidaré la expresión ardiente y agradecida de sus ojos” (Reich, 1976).
El Instituto Psicoanalítico de Berlín abrazaba valores liberales y sociales y era de tendencia progresista, afín a la socialdemocracia. Por entonces Reich estaba inmerso en los debates que comenzó a proponer en el Instituto de Berlín sobre Cultura versus naturaleza. Debates que estaban también en la sociedad civil alemana con el auge de los movimientos naturalistas: la medicina naturista, el vegetarianismo, el naciente movimiento nudista, los baños y la talasoterapia, el nuevo turismo de los campings, etc. En esta época se conocieron los trabajos del antropólogo B. Malinowski sobre La vida sexual de los salvajes (Malinowski, 1971). Trabajos que estaban siendo cuestionados por algunos psicoanalistas ingleses, entre ellos Ernest Jones, porque contradecían algunas teorías de Freud.
Malinowski había rechazado el punto de vista que consideraba al complejo de Edipo como un conflicto arraigado en la propia biología y propuso una nueva teoría etnográfica del desarrollo de la sexualidad en las sociedades originalmente matriarcales de la Polinesia. Malinowski confirmaba así las reconstrucciones históricas de Bachofen y Morgan. Parecía ser que en los tiempos neolíticos, los más felices y dichosos de la humanidad, reinaba la Madre.
En respuesta al trabajo de Malinowski, Reich escribió: Der Einbruahfder Sexualmoral (El origen de la moralidad sexual, 1932), que apareció con un prólogo y una crítica muy favorable de Erich Fromm (Fromm, 1932). Una confirmación de los puntos de vista de Reich apareció en la enciclopedia inglesa Sex and Culture de J.O. Unwin (Unwin, 1932).
Este trabajo de Reich recibió una crítica muy favorable de la revista Leipziger Volkszeitung: “El autor, el Dr. Wilhelm Reich, director del Ambulatorium y de las clínicas de higiene sexual en Viena es de los pensadores más claros, honestos e incorruptibles (…). Estas 180 páginas contienen más que todas las enciclopedias de sexología juntas. Con nuestro conocimiento psicoanalítico y sociológico actuales podemos hacer las formulaciones más concisas y relevantes que las que se dieron en el Congreso hasta ahora” (Boadella, 1975). El Congreso se refiere al Tercer Congreso de la Liga Mundial para la Reforma Sexual presidido por Magnus Hirschfeld, Havelock Ellis y August Forel, que tuvo lugar en Viena en septiembre de 1932. Reich había presentado dicho trabajo con mucho éxito.
Durante estos años, Reich dio una serie de cursos en la MASCH (Marxistische Arbeiter Schule) que era una especie de universidad popular. Empezó a hablar de marxismo y psicoanálisis con una asistencia de doscientos cincuenta alumnos, aparentemente de todos los estratos de la sociedad berlinesa. Debido al éxito como conferenciante, su asistencia era cada vez más solicitada. Daba conferencias dos veces a la semana en los diferentes círculos culturales de Berlín. La mayoría de los asistentes eran jóvenes estudiantes. Reich comenta: “Había también reuniones con los sacerdotes católicos de las parroquias que estaban interesados sobre cuestiones de higiene mental; fue grandioso” (Reich, 1978).
Según cuenta su biógrafo Myron Sharaf, Reich era un orador carismático. Su oratoria seducía, convencía y era el vínculo social con el cual podía transmitir sus ideas. En una época donde no existían grandes medios de comunicación de masas, las conferencias en los centros culturales, recreativos, deportivos, parroquiales, etc. tenían, un papel social muy relevante. Según testigos presenciales, Reich llegó a dar conferencias sobre psicoanálisis y marxismo en campos de fútbol con más de tres mil asistentes.
Reich tenía una forma de hablar extraordinaria. Kurt Eissler, que le había escuchado en Viena, decía que era un maravilloso orador, elocuente y enérgico. Un periódico danés que dio noticias de sus conferencias escribió:
“Reich es un fenómeno. En el momento en que empieza a hablar, no quieto en el atril, sino andando y moviendo sus manos como la zarpa de un gato, simplemente es como un hechicero. Durante la Edad Media este hombre hubiera sido enviado al destierro. No es solamente elocuente, sino que mantiene a la audiencia fascinada con su destellante personalidad, reflejada en sus pequeños ojos negros” (Sharaf, 1983).
Tenía una inusual habilidad para conectar con la audiencia. Siempre comenzaba sus conferencias con un ejemplo clínico concreto y entonces hablaba de los conceptos teóricos y de las implicaciones psicoanalíticas contenidas en este ejemplo. Esta empatía con el público la utilizaba, no solamente en sus clases en el Instituto Psicoanalítico de Berlín o en el seminario técnico, sino también en las audiencias no profesionales. Era franco en las respuestas y tenía una considerable sensibilidad para tratar sobre los temas espinosos, ya fuera para una gran audiencia o para responder cuestiones personales planteadas por el público.
M. Sharaf, que fue profesor de psicología en Harvard y paciente de Reich escribió:
“Cuando le escuche en los años 1940 y 1950 daba sus conferencias con muy pocas notas, lo que le permitía el poder mirar directamente a la audiencia, hablando con fluidez, enfatizando los puntos que quería subrayar con una fuerza vocal considerable. Las inflexiones y la cadencia de su voz daban una cualidad musical en sus discursos. Fue el orador más carismático que he conocido nunca” (Sharaf, 1983).
Charackteranalyse: técnica y fundamentos
El libro editado por Clara Thompson An Outline of Psychoanalysis (Thompson, 1955) contiene artículos originales sobre psicoanálisis y análisis del carácter. A continuación de tres artículos de Freud, aparece un artículo de Reich: “Sobre la técnica del análisis del carácter”. En un artículo propio, Transferencia y análisis del carácter del mismo libro, Thompson escribe:
“Así que entramos en el análisis del carácter hacia 1925. Para recapitular los eslabones que nos condujeron a él: la nueva formulación del concepto de transferencia en términos de la compulsión a la repetición; el nuevo interés por el Ego y su función dinámica para reconciliar la personalidad con el mundo exterior; la nueva matización de la importancia de la situación analítica presente en comparación con las llamadas del pasado. El próximo eslabón fue la evolución de un método de carácter-análisis, el cual fue descrito por primera vez por Wilhelm Reich mientras estaba formando candidatos en el Instituto Psicoanalítico de Viena entre 1925 y 1930. Algunas de sus conferencias han sido incorporadas en su libro Charakteranalyse.” (Thompson, 1955).
Michael Balint, en un artículo del mismo libro titulado La meta final del tratamiento psicoanalítico, después de hablar de análisis del carácter, se dirige hacia este tema y discute la miríada de metas que diferentes autores han planteado. Discutiendo su propio punto de vista dice, resumiendo, que la meta es conducir al paciente a un lugar, a partir del cual, pueda amar.
“Me he esforzado en señalar que el estudio de las relaciones objetales sanas puede contribuir a la comprensión de la mente humana y mejorar nuestros poderes terapéuticos. En mi opinión existe un excesivo énfasis en el sadismo y el masoquismo. (…) Así que el lema de mi artículo podría ser: menos sadismo y más amor (…). Wilhelm Reich llega a la misma conclusión que yo. Pero considera su meta final como la consecución de la plena genitalidad” (Thompson, 1955).
El análisis del carácter se constituyó en la herramienta al servicio de la meta. Como herramienta está anclada y posee fuertes lazos con la teoría y las técnicas psicoanalíticas clásicas. Pero la raiçon d’etre de Reich para su análisis del carácter era la prevención de la neurosis, que es la tarea cardinal de la medicina y la psiquiatría. Este era el punto esencial desde el mismo comienzo del análisis del carácter en la década de 1920-1930 en el Ambulatorium de Viena. Allí, Reich supervisaba individualmente y en grupo a una docena de psicoanalistas que se habían comprometido a trabajar gratuitamente como parte de su formación y candidatura, entre ellos el profesor Ramón Sarró de Barcelona (Fallend, 1988; Frigola, 2013).
Por otro lado, fue su talento personal el que le permitió mostrar los detalles del lado sano del funcionamiento genital (la capacidad de amar) y con él, pudo atreverse a formular la primera crítica a aquellas instituciones sociales e ideológicas que han impedido este funcionamiento.
“La vasta mayoría de los adultos de hoy día son incapaces de una relación madura en la cuestión del matrimonio. La experiencia clínica muestra, más allá de cualquier duda, que estas personas son incapaces de establecer relaciones objetales sanas, que están dominadas por una fijación infantil en sus relaciones de amor” (Reich, 1930).
Las bases clínicas del análisis del carácter se hallan en Die Triebhafte Charakter (El carácter impulsivo) (Reich, 1925, 1975) y se basan en casos clínicos del Ambulatorium de Viena. En este libro ―inédito todavía en español, pero comentado y citado por muchos psicoanalistas americanos e ingleses, entre ellos J. Sandler (Sandler, 1986), B. Joseph (Joseph, 1993) y J. Steiner (Steiner, 1993)― Reich describe el tratamiento que realizó a seis pacientes: un caso borderline ―la palabra es original de Reich― con síntomas esquizoides; un psicópata con síntomas catatónicos; un paciente masoquista; un paciente impulsivo que fue capaz de ser tratado satisfactoriamente al desarrollar una neurosis de transferencia; un paciente con conductas destructivas y un paciente con personalidad múltiple.
En este primer trabajo de análisis del carácter, Reich realiza un descubrimiento psicoanalítico importante; la diferenciación estructural entre el súper-yo y el ideal del yo. Freud utiliza estos términos de una manera más o menos intercambiable. Utiliza el concepto ideal del yo por primera vez en Una introducción al narcisismo (Freud, 1914) y posteriormente en El ego y el ello (Freud, 1923) donde introduce por primera vez el término súper-yo, pero utiliza los dos términos de forma intercambiable. De hecho, poco a poco, abandona el concepto ideal del yo a favor del súper-yo. Más tarde, en Nuevas lecciones introductorias al psicoanálisis (Freud, 1932), considera el ideal del yo como parte estructural del súper-yo.
El descubrimiento de Reich que el ideal yo ―como estructura psíquica― funciona dinámicamente de una manera totalmente independiente del súper-yo es muy novedoso, como veremos más adelante. De hecho, puede ser utilizado terapéuticamente para que sea capaz de funcionar en oposición del súper-yo, cuando éste empieza a ser disuelto en la etapa final del análisis. Es decir, en el momento en que las interpretaciones ya no irán dirigidas al ello, sino directamente a las partes maduras y conscientes del self a través del ideal del yo.
Técnicamente hablando, Reich dice que el carácter neurótico está compuesto principalmente por “demandas del ideal del yo que deben ser satisfechas” (Reich, 1925). Aunque esta frase puede ser considerada incompleta, puede ser útil para el analista que puede empezar a preguntarse: En este particular paciente, ¿cómo se constituyen sus demandas del ideal del yo? ¿Cuáles son estas demandas? ¿Qué hace este particular paciente para satisfacerlas o boicotearlas en sus maneras de vivir, pensar y sentir?
Reich encontró que muchos pacientes impulsivos habían sido brutalmente abusados por sus padres y en cada caso “un impulso de gratificación exorbitante y desenfrenado estaba a menudo asociado con una frustración traumática despiadada tardía” (Reich, 1925). Lo que hoy en día consideraríamos un trauma y una retraumatización. A causa de esto, la ambivalencia no adquiriría aquí su forma habitual, en la cual el amor predomina sobre el odio, conduciéndola así a una formación reactiva. En lugar de esto, “el constante odio y miedo hacia el ambiente (progenitor) puede ocasionar un intenso e insatisfecho anhelo de amor que, a su vez, se opone a un odio de la misma intensidad. (…) La incapacidad de amar es siempre total en esta situación y es mucho más evidente que en la simple neurosis. Unas ansias intensas de amar están en relación a esta situación. Hay una marcada diferencia: aquí no hay formaciones reactivas y los impulsos sádicos son completamente experimentados. Así, todos estos pacientes tienen un súper yo impulsivo-afirmativo. En este estado, una fase libidinal no libera a la otra como en los síntomas neuróticos. En lugar de esto, los impulsos parciales permanecen más o menos yuxtapuestos y de igual peso. (…) Ni la masturbación ni el acto sexual, iniciados a muy temprana edad, pueden proporcionar alivio, pues toda la organización libidinal está destruida por los sentimientos de decepción y culpa” (Reich, 1925).
Reich describe los rasgos estructurales de los pacientes impulsivos y subraya, por primera vez en una publicación, la necesidad de aplicar la técnica del análisis del carácter en el tratamiento psicoanalítico. Descubre que en el paciente impulsivo existe un defecto esencial: el hecho que el súper-yo está aislado y por lo tanto no ha sido incorporado a la totalidad del carácter, lo que da lugar a una insuficiente e inconsistente regulación de los impulsos libidinales.
Según Reich, no todos los pacientes con un carácter impulsivo son psicópatas. La mayoría de los pacientes impulsivos que trató no lo eran. Para diferenciarlos, Reich los llamó borderline. La diferencia está en el carácter impulsivo no-psicopático:
“El ideal del yo impulsivo-negativo ha sido formado y está presente. (…) Si este no fuera el caso, resultaría una impulsividad desenfrenada sin construcción neurótica, como ocurre en muchos pacientes psicópatas que no tienen estas estructuras. El sentimiento omnipotente de culpa, especialmente en las formas masoquistas del carácter impulsivo, indica una fuerte posición del ideal de yo (Reich, 1925).
Desde el punto de vista de la estructura psíquica este descubrimiento es de capital importancia. Muestra que el ideal del yo (impulsivo-negativo en el paciente impulsivo no psicópata) puede funcionar contra el súper-yo (impulsivo-afirmativo en todos los caracteres neuróticos impulsivos).
En el carácter neurótico impulsivo-inhibido (no impulsivo):
“Los ideales del yo son incorporados firmemente en la personalidad; el yo se identifica con ellos. De hecho, creemos que hemos demostrado que el carácter neurótico está compuesto principalmente de demandas satisfechas del ideal del yo” (Reich, 1925).
Esta es una apreciación psicoanalítica crucial, tanto para entender la formación del carácter, como para aplicar la técnica del análisis del carácter. Las demandas específicas del ideal del yo, que son las más importantes para que se estructure correctamente el carácter, en un momento dado, varían enormemente durante el transcurso de la vida de una persona y en diversos momentos del análisis. El análisis del carácter enfatiza el análisis de las demandas del ideal del yo (sanas y conflictivas) que el paciente irá presentando en el curso del tratamiento, así como el análisis de las resistencias hacia estas demandas y el análisis de los nuevos ideales del yo, junto con la técnica freudiana clásica.
Los individuos sanos “son capaces de auto-modelarse después de experimentar imágenes paternas cualitativamente diferentes y así lograr una rica envoltura (contenedor) de sus personalidades. No podemos imaginar un progreso cultural sin una identificación con imágenes paternas cualitativamente diferentes en el tiempo; en otras palabras, sin el establecimiento de un nuevo ideal del yo y disolución del viejo” (Reich, 1925).
El ideal del yo tiene una existencia separada del súper yo y en ocasiones puede actuar contra él. El ideal del yo puede y necesita cambiar, el súper yo permanece igual, aunque puede ser disuelto poco a poco durante el análisis. A diferencia del súper-yo, el ideal del yo no está confinado en la capa secundaria (nivel secundario) de la estructura caracterial. Esta puede ser la razón fundamental por la que Reich distinguía el ideal del yo del súper yo como elementos separados de la estructura psíquica humana, mientras que Freud no lo hizo, ya que no explicó clínicamente, de forma clara, la diferencia entre los impulsos primarios y los secundarios.
Según el modelo hidráulico de Reich, la estructura caracterial humana tendría tres niveles.
1) La fachada social externa con la cual la persona se presenta al mundo. En este nivel actúa parte del ideal del yo. Es el lugar de la ética y la moral.
2) El nivel medio o secundario es el que contiene todas las fuerzas destructivas del ser humano: el odio contra la vida, los impulsos asesinos y la peste o la plaga emocional de la humanidad. En este nivel se encontraría el instinto de muerte de Freud y el súper yo.
3) En el nivel profundo se encuentra el núcleo biofísico o self que se expresa en la etapa final del análisis del carácter, cuando la coraza caracterial ha sido totalmente disuelta. Este núcleo primario es el responsable del avance de la humanidad: “la llama que nunca se apaga”, como escribió Popper (Popper, 1962). Este núcleo primario es también el responsable de la construcción de un mundo mejor y más justo, el cual deberemos entregar a las generaciones futuras. En este nivel actúa también el ideal del yo. Este núcleo biológico de Reich correspondería al instinto primario altruista de la psicología del self. No se trata, pues, de un instinto secundario aprendido a través de la cultura, sino de un instinto primario. Este núcleo seria el pequeño terrón de azúcar en el núcleo oscuro y animal del hombre, como Freud dijo en varias ocasiones. Como vemos, el ideal del yo y el súper yo se encuentran en diferentes niveles en la estructura caracterial, según el modelo hidráulico de Reich (Frigola, 2004, 2011).
Este hecho clínico y estructural quedó evidente con la publicación de Der Masochistische Charackter (El carácter masoquista: una refutación sexo-económica del instinto de muerte y la compulsión a la repetición) (Reich, 1932), que consideraba al instinto de muerte no como un impulso primario ―una tendencia primaria al sufrimiento― sino como un impulso secundario y, por lo tanto, capaz de ser cambiado por el análisis, refutando así la teoría de Freud.
Reich había tratado a un joven paciente del Ambulatorium con perversiones masoquistas durante cuatro años y terminó el análisis con bastante buen resultado. Este hecho clínico confirmaría el pensamiento de Popper: el experimento es el ácido por el cual la validez de la hipótesis es testificada, pues la función del experimento es salvarnos de las falsas hipótesis y teorías.
“Es fácil obtener confirmaciones o verificaciones, para cualquier clase de teoría, si buscamos confirmaciones. Las confirmaciones deberían contar si son el resultado de predicciones arriesgadas; en otras palabras, si son ilustrativas para la teoría en cuestión, deberíamos haber esperado un resultado que fuera incompatible con la teoría (…) un resultado que hubiera refutado la teoría” (Popper, 1962).
La oposición a la teoría de un masoquismo primario por parte de Reich no complació a Freud ni a los analistas vieneses. A pesar de ello, Freud leyó con interés el artículo de Reich sobre masoquismo, y aunque accedió a publicarlo en Internationale Zeitschrf Psychoanalyse sabiendo que representaba la primera refutación clínica de su teoría ―muy bien argumentada, por cierto, ya que Reich era ante todo un buen clínico―, sería a condición de publicar también, en el mismo número de la revista, una réplica a cargo de Bernfeld, que defendía la teoría del instinto de muerte (Bernfeld, 1932).
El artículo de Reich sobre masoquismo apareció en la primera edición de Carackteranalyse (Reich, 1933). Esta polémica se haría más evidente en el Congreso Psicoanalítico de Lucerna, tal como describiremos en la segunda parte de este artículo al hablar de los fundamentos clínicos del análisis del carácter en relación al sufrimiento masoquista.
Un relato clínico
Para ilustrar y argumentar la relación entre el ideal del yo y el súper-yo como estructuras psíquicas diferenciadas, voy a referirme a un caso clínico de Elsworth Baker (Baker, 1967) relatado por Harman (Harman, 2013).
Se trata de una joven paciente que presentaba una neurosis histérica con rasgos obsesivos. La paciente era una persona enérgica, aventurera y muy valiente, pero su fachada exterior era de una timidez extremada, a menudo caminaba encorvada de miedo y en algunas sesiones solo se permitía alzar la voz con gran reticencia y ansiedad. Hacia el final del análisis llegó a un punto donde tomó consciencia de su ansiedad en relación a los hombres. En una particular sesión, describió estos sentimientos amorosos en relación a un hombre, particularmente intimidante, que le ocasionaba un gran sentimiento de temor. El Dr. Baker le interpreto: “Cómo puede ser esto, si tú eres una chica imponente y muy saludable y que podrías ocasionar mucho daño en un hombre” (Harman, 2013). Esta interpretación caráctero-analítica tuvo un profundo efecto sobre la paciente y representó un punto de inflexión en su análisis y en su vida. Esta interpretación es imposible de ser entendida a menos que sea vista desde la perspectiva del comentario de Reich donde la estructura del carácter neurótico está compuesta principalmente de ciertas demandas satisfechas de ideal del yo.
El ideal de yo de la paciente contenía la actitud: soy una buena chica que quiere a su padre (o a sus novios) y hace lo que se espera de ella. Soy una mujer deseable que complace a los hombres. Soy fuerte y responsable y puedo soportar muchas cosas. A nivel consciente, la paciente estaba resentida por ser maltratada, explotada o intimidada por los hombres (explotada de diversos modos), pero incluso la más pequeña reivindicación o pensamiento negativo estaba siempre acompañada de un sentimiento de culpa y una actitud servil y cohibida.
El ideal del yo había sido analizado en el contexto de la relación con su padre en la infancia. Éste se veía a sí mismo como una persona poderosa e impresionante, pero que en la realidad externa era un pobre hombre debilucho, despreciable, quejica y llorón, que tomó un deleite sádico en el uso físico y emocional de la violencia para mantener a su mujer y a sus hijas en constante miedo hacia él.
El comportamiento cohibido, servil y ansioso de la paciente (dictado por la necesidad de sobrevivir) era, a nivel libidinal, una manera de complacer a su padre, gratificando así su perverso deseo de ver a los demás aterrorizados y avergonzados. En términos de ideal del yo de la paciente era una manera de reivindicar su feminidad siendo una buena persona responsable, pero constantemente abrumada.
La tensión libidinal entre su fuerza interior, por un lado (esta fuerza estaba cerca de su superficie caracterial, era pre-consciente, ya que su servilismo era más estoico que patético) y su ansiedad por otro, satisfacían simultáneamente todas las demandas conflictivas de su ideal del yo. La paciente se sometió así a la maestría de su brutal e insaciable (oral) impulsivo-afirmativo súper yo. Por otro lado, su comportamiento expresaba impulsos secundarios de su identificación con el ello, mediante esfuerzos incestuosos (haciéndose deseable a su padre, apareciendo a sus ojos como alguien que gratificará sus deseos sexuales sádicos) y mostrando reactivamente impulsos homicidas hacia él, dañando así su propia salud física y emocional: esta actitud le desgastó y le apagó la vida. La interpretación caractero-analítica del Dr. Baker: “Como puede ser esto si tú eres una chica imponente y muy saludable y que podrías ocasionar mucho daño en un hombre” (Harman, 2013), dirigido al aspecto positivo de la vida y de su ideal del yo (fuerza, responsabilidad, capacidad para un odio racional, etc.) ordenaron aquellos aspectos que estaban claramente en oposición a su impulsivo-afirmativo súper-yo y llamaron su atención, cuestionando la contradicción entre la ansiedad que la paciente mostraba y sentía y su más auténtico y agresivo self. La interpretación también le ayudó a reconstruir los objetos del self (Harman, 2013).
La actualidad del trabajo de Reich se hace evidente con el aumento progresivo de la impulsividad que se observa en los niños y jóvenes de hoy día, educados en esta sociedad anti-autoritaria y permisiva. Aunque se han dado varias designaciones a esta impulsividad, incluyendo: daño cerebral mínimo, síndrome hipercinético, disfunción cerebral mínima, desorden del déficit de atención con o sin hiperactividad, actualmente se les diagnostica de TDAH. Esta impulsividad también se observa en el trastorno límite de la personalidad TLP, una enfermedad que afecta al 2% de la población femenina entre los 25 y 45 años.
Los psicoanalistas orgonomistas consideramos que los niños con TDAH tienen su raíz en una dinámica emocional impulsiva debida a una híper estimulación libidinal del sistema neurovegetativo parasimpático, ya desde bebés: un desorden somato-sensorial de todo el aparato autónomo. Estructuralmente, el súper-yo impulsivo-afirmativo de estos niños se encuentra como a la deriva, dando vueltas como un satélite, sin estar bien integrado en la totalidad de la estructura del carácter y lejos del ideal del yo. Desde el punto de vista libidinal y en el proceso terapéutico, estos niños no regresan hacia los estadios pre-genitales erógenos (ocular, oral, anal y fálico), como hacen la mayoría de los pacientes de forma benigna, sino que regresan hacia una actividad motora no erógena. Sin embargo, los niños con TDAH, son particularmente accesibles al análisis del carácter debido a que, a esta edad, el carácter no está todavía consolidado y se consiguen grandes mejorías, si logramos analizar y satisfacer, en el análisis, las demandas sanas del ideal del yo de estos niños. Este hecho es muy esperanzador para aquellos padres con hijos con TDAH que solo disponen del metilfenidato (Ritalin) para su tratamiento farmacológico, que produce, paradógicamente, un efecto simpaticomimético semejante a las anfetaminas (Crist, 2003).
Deutsche Reichverband für Proletarische Sexualpolitik.
Hoy día mucha gente ha leído los trabajos de psicología social de Erich Fromm, Theodor Adorno y Richard Hofstadter y algunos psicoanalistas se han familiarizado con la idea de que, para comprender los movimientos socio-políticos, hay que apoyarse primero en la estructura psicológica de la gente conectada con ellos. Pero cuando Reich publicó Psicología de masas del fascismo (Reich, 1933), mucho antes que Escape from Freedom (Fromm, 1942), Miedo a la Libertad, y antes que La personalidad autoritaria (Adorno, 1969), sus ideas eran sumamente originales. De hecho, la utilización intelectual del trabajo de Reich por ambos ha sido investigada en varios trabajos científicos (Sharaf, 1949, 1967).
Reich tomó buena nota del uso que hizo Hitler de la imaginería sexual en sus mítines políticos. La llamada a las emociones paranoicas, el simbolismo sexual de la swastika, su oratoria hipnótica y rítmica que producía en las masas el efecto catártico deseado: una satisfacción orgásmica extra-genital en los jóvenes alemanes de ambos sexos. La intensa excitación libidinal combinada con la rigidez moral imperante, apoyada por la uniformidad de los vestidos para-militares de los jóvenes y que creaba una atmósfera místico-religiosa en las masas, no pasaron desapercibidas para Reich. Pudo observar in situ a los Massenindividuen y fenómeno grupal del Massenbindung como un proceso de sugestión de masas, tal como Freud había escrito: “…una identificación narcisista donde el orden social es tratado como si fuera el propio ego” (Freud, 1920).
Veinte años antes de que W. Bion describiera en su trabajo con grupos (entre ocho a diez pacientes) los supuestos básicos de dependencia, de lucha/fuga y apareamiento, que toman su expresión social en la iglesia, el ejército y la aristocracia (Bion, 1961). Treinta años antes de que P. de Maré descubriera la koinonia y la comunitas en su trabajo con el large group (un grupo de 200 participantes con 3 ó 4 psicoanalistas coordinadores) en el Institute of Group Analysis (De Mare, 1991). Antes de que P. Turquet añadiera un nuevo supuesto básico: the oneness (lo nuestro) en sus investigaciones psicoanalíticas (grupos entre 40 y 80 miembros con 2 o 3 psicoanalistas) en las mini-sociedades y en las instituciones (culturales, recreativas deportivas, jurídicas, científicas, etc.) que podían llegar a enfermar colectivamente (Turquet, 1975). Antes de que Hopper describiera el nuevo supuesto básico de masificación/agregación al analizar las experiencias traumáticas en la vida inconsciente en ciertos grupos terapéuticos ―grupos de 30 pacientes con experiencias traumáticas compartidas― (Hopper, 1997). Muchos años antes de que el discípulo de Reich, E. Baker, describiera los caracteres socio-políticos y el supuesto básico de la plaga emocional al estudiar las campañas electorales en USA (Baker, 1967), Reich se preguntó: “¿Cómo es posible enfrentarse a la neurosis de masas, si todavía no disponemos de una técnica psicoanalítica adecuada correspondiente a la técnica analítica individual?” (Reich, 1933), la misma pregunta que Freud se plantea al final de El Malestar en la Cultura (Freud, 1931). La respuesta que se dio a sí mismo fue que quizá la técnica carácter-analítica grupal podría emerger de la práctica de la sexo-política.
Reich tenía la experiencia psicoanalítica con grupos en la docena de clínicas que había organizado en Viena y Berlín y decidió fundar la “Sozialistische Gesellschaf für Sexualberafungund Sexual Forschung” (Sociedad socialista para la información e investigación de la sexualidad). Trabajan en esta Sociedad cuatro médicos psicoanalistas: Annie Angel, R. Sterba, (Sterba, 1953), E. Bergler y su mujer, Annie Reich, además de tres ginecólogas. En estas clínicas ofrecían toda la información pertinente sobre problemas matrimoniales, control de natalidad y se organizaban conferencias y grupos terapéuticos. Fue allí donde descubrió que, sin tener una técnica psicoanalítica para las masas, había unas ciertas ventajas al utilizar los grupos terapéuticos a gran escala sobre la terapia individual.
“En el grupo terapéutico el paciente no se siente solo. Siente que todas los demás miembros están escuchando estas cosas prohibidas que tiene en su mente. Su moral individual inhibida es neutralizada por una atmósfera colectiva de afirmación sexual positiva, es decir, por una nueva moralidad libidinal sexo- económica sana” (Reich, 1932).
El mismo paradigma que años más tarde M. Foulkes ―paciente de H. Deusch en Viena y fundador del Institute of Group Analysis de Londres― describiera el efecto terapéutico de los grupos:
“La razón profunda por la cual estos pacientes (…) pueden reforzar las reacciones normales de cada uno de ellos y con el roce de las interacciones corregir así las reacciones neuróticas de cada miembro se debe a que colectivamente constituyen la verdadera norma de la cual individualmente ellos se desvían” (Foulkes, 1948).
Todo este trabajo de campo con multitud de grupos terapéuticos quedó reflejado en su libro La lucha sexual de los jóvenes (Reich, 1932) y presenta una incontestable actualidad, incluso en nuestras sociedades, llamadas liberales y permisivas.
“La verdad es que los que predican la moral represora por una parte y la literatura pornográfica por otra, intoxican a los jóvenes de manera igualmente peligrosa para la sociedad. (…) La intimidación moral tiene el mismo efecto patológico que la pornografía y las condiciones de incertidumbre económica y de creciente paro en las cuales vive la mayor parte de nuestra juventud” (Reich, 1932,1933).
En estos años había en Alemania tres grandes partidos políticos. Los socialdemócratas (USPD), el partido nacional socialista o partido nazi (NSDAP) y el partido comunista (KPD), que tenía ochenta organizaciones dedicadas a las causas de la reforma sexual en todo el territorio alemán. Reich propuso, con la ayuda de su amigo, el entonces joven Billy Brand y futuro Canciller de Alemania, que estas organizaciones dispersas podrían formar un frente común. De esta forma, Reich se convirtió en el primus motor de la Deutsche Reichverband für Proletarische Sexualpolitik, más conocida como Sex-Pol. Una organización nacional que llegó a contar con 350.000 miembros afiliados. Bajo el liderazgo de Reich, en otoño de 1931, en Düsseldorf, tuvo lugar el primer congreso de la Sex-Pol que reunió a varios miles de participantes. Se formaron grupos parecidos en Stettin, Dresden, Leipzig y Charlottenburg. Reich viajó por todo el país, dando conferencias y organizando grupos y plataformas para crear nuevas clínicas.
El programa que se propuso en Düsseldorf era el siguiente:
1) Mejores condiciones para la vivienda. Eliminación de la fianza además de rebajar las tasas de alquiler para las familias con pocos recursos económicos.
2) Reforma de las leyes para el matrimonio y el divorcio.
3) Libre distribución de los métodos anticonceptivos.
4) Reformas sociales y flexibilidad de horarios para ayudar a las madres con hijos pequeños.
5) Facilitar en las fábricas y poblaciones adyacentes centros para el cuidado de los niños y asistencia social (allí nacieron las guarderías que hoy día conocemos).
6) Utilización de la radio, la prensa y el cine para la divulgación de la educación sexual.
7) Permisos domiciliarios para los reclusos y reinserción social (Reich, 1972).
Cuando este programa fue presentando para incluirlo en la Liga Mundial para la Reforma Sexual (WLSR) sus dirigentes lo encontraron demasiado político. Su fundador, Magnus Hirschfeld murió en el exilio cuatro años más tarde. Los otros presidentes que le sucedieron, J.H. Leunbach de Dinamarca y Norman Haire de Inglaterra, siempre se preguntaron si la reforma sexual debería separarse de la política o no. Actualmente las cuestiones sobre la reforma sexual (el estatus de los matrimonios homosexuales, las nuevas leyes sobre el aborto, etc.) están dentro del programa electoral de los partidos políticos europeos.
El 30 de Enero de 1933, Hitler fue nombrado Canciller de Alemania por Hinderburg, el presidente de la República. El 28 de Febrero, cogiendo como pretexto el incendio del Reichstag en Berlín que era la sede del Parlamento, los policías nazis arrestan a más de quinientos intelectuales de izquierda, algunos, amigos de Reich. El 2 de marzo, la revista nazi Volkischer Beobachter publica una crítica violenta de La lucha sexual de los jóvenes (Reich, 1932). El 5 de marzo, Hitler obtuvo el 44% de los votos en las elecciones generales. La atmósfera social y cultural es cada vez más enrarecida. La Gestapo visita el domicilio de Reich, que tiene que dormir cada noche en un hotel diferente en el centro de Berlín para evitar ser arrestado. Su familia se siente en peligro. Sus hijas Eva y Lore son enviadas a Viena a casa de los abuelos maternos. Su mujer y su colega Otto Fenichel se marchan a vivir a Praga, donde instalaran sus propias consultas privadas. Unos meses después, Fenichel trasladará su actividad profesional y didáctica al Instituto Psicoanalítico de Oslo donde se reencontrará con Reich. Su mujer y sus dos hijas emigraran más tarde a Nueva York.
Después de avisar con dos meses de antelación a sus analizados y supervisados, instala su nuevo consultorio en Copenhague, donde llegará a primeros de mayo. Sus colegas judíos del Instituto Psicoanalítico de Berlín han emigrado a Londres, Nueva York, Chicago y Boston. Este año abandonan Alemania más de cincuenta mil familias judías (Elon, 2002). Los psicoanalistas no judíos permanecen en Berlín. El 10 de mayo, por una orden de Goebbles, son quemados en la Opernplatz de Berlín, frente a la Biblioteca Nacional, los libros judíos, entre ellos las obras de Sigmund Freud, Bertold Brecht, Thomas Mann, Robert Musil, Albert Einstein y Stefan Zweig. Toda la biblioteca sexológica de Magnus Hirschfeld es reducida a cenizas. Freud, desde Viena, comentaría con su típico humor socarrón: “Y me habían dicho que el psicoanálisis estaba en contraposición con la Weltanschauung (visión del mundo) y supongo que lo está…” (Guasch, 1990; Elon, 2002).
A finales de enero de este año, Reich había firmado un contrato con la Internationaler Psychoanalytscher Verlag, con Freud como director editorial, para publicar Charackteanalyse (Reich, 1933). Este contrato se anulará por problemas políticos. Finalmente, el libro escrito en alemán será publicado en Dinamarca.
Ellen Siersted, de origen danés, paciente de E. Jacobson y estudiante de Reich en el Instituto Psicoanalítico de Berlín, escribe:
“Por entonces en Dinamarca no había ningún analista didacta. Neergaard, Philipson, Carsten y yo escribimos a la IPA, pidiendo tener a Reich como analista didacta. Sin embargo, recibimos una respuesta diciendo que aunque Reich era un famoso terapeuta, no estaba disponible como analista didacta en Dinamarca. A su vez, la IPA nos envió al Dr. J. Harnic que era un analista muy bien formado y con una gran empatía. Algunos de los jóvenes estudiantes comenzaron a tratarse con él y yo también quería continuar mi tratamiento.
Un día, paseando al lado del rio, en Krinsen y le pregunté a Harnic si podía aceptarme como paciente. Me dijo que no, pero si Reich venía como tenía previsto, podía continuar con él. Harnik era un judío húngaro, con su mujer y sus hijos viviendo todavía en Alemania. Poco después de llegar a Dinamarca se puso enfermo. Su ansiedad de ver lo que estaba sucediendo en Alemania y la incertidumbre de no saber nada de su familia fue demasiado duro para él. (…) Reich llegó a Copenhague poco después y se instaló en el Hotel Weber. El escritor danés Jo Jacobsen, que había conocido a Reich en Viena, puso a su disposición un pequeño apartamento en Osterbro, un distrito céntrico de Copenhague.
Con George Gero ―un médico húngaro que había estudiado con Reich en Berlín― Moteschitzsky, Kolbenhoff y otros, formamos nuestro grupo de estudio danés y con los que se fueron añadiendo juntamos el suficiente número para que Reich pudiera empezar a dar sus clases. Nuestro grupo se llamaba “Socialistisk Medicine Gruppe”. Reich empezó a dar sus clases en la Fundación Rockefeller y despertó un gran entusiasmo” (Sierted, 1993).
Pocos meses después publicaría en Dinamarca su libro Psicología de masas del fascismo (Reich, 1933), que aparecería en Copenhague, Praga y Zúrich.
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Resumen
Una de las tareas del psicoanalista, además de la labor clínica y científica es examinar el valioso legado psicoanalítico a través de la historia del psicoanálisis. En este artículo, centrándonos en W. Reich, en el Instituto Psicoanalítico de Berlín y en el Congreso de Lucerna entre los años 1930-1934. Unos años difíciles, posteriores al crac de 1929 que marcaron el futuro del psicoanálisis y el destino social de Europa. Desde 2007, los Archivos del Wilhelm Reich Infant Trust Fundation están disponibles para los psicoanalistas e historiadores responsables (www.wilhelmreichtrust ). Con su innovación técnica del análisis del carácter, su apuesta firme por el compromiso social del psicoanálisis y su fidelidad con Freud hasta el final, Wilhelm Reich es considerado hoy día como uno de los representantes legítimos de las teorías científicas de Freud sobre la libido y la sexualidad infantil.
Palabras clave: Wilhelm Reich, análisis del carácter, el carácter impulsivo, el compromiso social del psicoanálisis, Sex-Pol.
Summary
One of the psychoanalyst’s task, despite of the clinic and scientific work, is to study psychoanalysis valuable legacy throughout the psychoanalysis history. This article is focused on W. Reich, the Psychoanalytic Institute in Berlin and the Congress of Lucerne between 1930-1034. Tough years, subsequent to economic crash in 1929 that marked the future of the psychoanalysis and Europe social destiny. Since 2007, Wilhelm Reich Infant Trust Foundation Archives are available for responsible psychoanalysts and historians (www.wilhelmreichtrust). With his character analysis innovative technique, his solid position for the psychoanalysis social commitment and his loyalty to Freud until the end, Wilhelm Reich is considered today one of the legitimate representatives of the Freud´s scientific theories about the libido and infant sexuality.
Key Works: Wilhelm Reich, character analysis, the impulsive character, the social engagement of psychoanalysis, Sex-Pol.
Carles Frigola
Psiquiatra. Psicoanalista.
Dip. Tavistock Clinic. Dip. Institute of Group Analysis.
American College of Orgonomy D.M. (ACO) y Wilhelm Reich Infant Trust (WRIT).
cfrigola@comg.cat.