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TEMAS DE PSICOANÁLISIS entrevista al Dr. Stefano Bolognini, el actual Presidente de la Asociación Psicoanalítica Internacional (API) durante el periodo 2013-2017. La API ―International Psychoanalytical Association (IPA)― es el principal órgano regulatorio y de acreditación para el psicoanálisis en el mundo. La Asociación fue fundada el 30 de marzo de 1910, en Núremberg, por Sigmund Freud. Su misión es asegurar el vigor y el desarrollo continuados del psicoanálisis en beneficio de los pacientes psicoanalíticos. La API cuenta con más de 13.000 miembros psicoanalistas y se compone de 70 organizaciones constituyentes.

El Dr. Stefano Bolognini es médico, psiquiatra y psicoanalista de la Società Psicoanalitica Italiana (SPI), de la cual fue Presidente durante los años 2009-2013. Es autor de diversos artículos científicos y libros, entre los cuales destacan La empatía psicoanalítica (2004) y Pasajes secretos: Teoría y técnica de la relación interpsíquica (2011).

Temas de Psicoanálisis.- ¿Podría hablarnos de usted, como persona? ¿Cuáles son sus aficiones e intereses?

Stefano Bolognini.- Mí pasión, durante muchos años, han sido los perros. He escrito sobre ellos, historias narrativas cortas y a modo de exploración desde una perspectiva psicoanalítica. Por desgracia, ahora no puedo permitirme tener un perro, por temas organizativos, lo cual es una pena para mí. Pero puedo afirmar que tuvieron una profunda influencia sobre mí.

Mi otro hobby privado es coleccionar arte. Soy coleccionista de dibujos y grabados de antiguos maestros boloñeses. Esto me proporciona serenidad y placer cuando estudio las vidas y obras de estos autores. Disfrutar de su creatividad es una alternativa relajante al psicoanálisis y a sus instituciones.

TdP.- ¿Dónde se formó como psicoanalista y cómo recuerda su formación analítica?

S. Bolognini.- Trabajé durante varios años como psiquiatra en Venecia. Debido a que el director de mi hospital, con quien mantenía un contacto laboral diario, era el único analista didacta en la zona, tuve que pedirle análisis a un analista en Bolonia (mi ciudad de origen). De esta forma, trabajé durante años en Venecia viajando cuatro veces por semana a Bolonia. A día de hoy, aún no logro entender del todo cómo lo pude hacer (algo alocado, desde un punto de vista organizativo…), sin embargo, lo hice. ¡Es el poder de la transferencia!

Tuve un psicoanálisis freudiano clásico, con algunos toques ferenzcianos. Mi analista, Egon Molinari (originalmente Molnar, de raíces húngaras), junto a su colega Glauco Carloni, quien fue uno de mis supervisores, tradujo y publicó la obra de Sándor Ferenczi en Italia.

Empecé a cursar los Seminarios de formación en 1980. En ese momento, el Psicoanálisis en Italia estaba desarrollándose rápidamente. Era una época fantástica para nosotros, en un ambiente de contagioso entusiasmo y vitalidad. Pienso que fui afortunado al poder compartir esos años con grandes amigos y profesores, conociendo a excelentes docentes, y leyendo a grandes autores que acababan de ser traducidos al italiano (en esa época yo no era capaz de hablar otros idiomas).

TdP.- ¿Qué cambios se han dado en su forma de trabajar a lo largo de los años? ¿Cómo ha evolucionado como analista?

S. Bolognini.- Año tras año, me he identificado menos con mi analista, mis supervisores y mis maestros: progresivamente he reconocido la alteridad de mis objetos, sin ignorar sus puntos fuertes y cualidades. Esto me ha permitido ser más yo mismo, como analista. Progresivamente fui más capaz de consultarles, sin identificarme plenamente con ellos.

He estado más en contacto conmigo mismo y también el contacto con mis pacientes ha cambiado: la alternativa entre una contratransferencia únicamente concordante o únicamente complementaria desapareció. Tuvo lugar una variedad más integrada de actitudes internas, junto con una mayor capacidad para sintonizar con el otro de forma compleja y articulada. Esta fue la base de mi conceptualización sobre la diferencia entre la empatía psicoanalítica y la empatía normal humana, que son sustancialmente diferentes.

TdP.- En la actualidad, con un abanico de organizaciones dedicadas al desarrollo del psicoanálisis, ¿cuál es el valor añadido de pertenecer a una asociación como la API?

S. Bolognini.- Realmente vale la pena pertenecer a la API, ya que es la única organización en nuestro campo que pone en contacto a un analista con colegas de todo el mundo: esto va más allá del localismo, la mentalidad provinciana y el “espíritu de capilla”.

Un Congreso o Comité de la API es algo absolutamente internacional, como podemos comprobar ahora, por ejemplo, a través de la innovadora experiencia del Diccionario enciclopédico de la API. Ya existían muchos diccionarios psicoanalíticos excelentes, pero ninguno incluía la variedad y la riqueza de las muchas escuelas, teorías y términos utilizados hoy en día en las diferentes áreas regionales psicoanalíticas.

La API es la conexión entre psicoanalistas más amplia del mundo, y lo que ofrece a sus miembros es único.

TdP.- Históricamente hablando, ¿qué ha representado la API en el siglo XX y cuál cree que han de ser sus objetivos para el siglo XXI? ¿Ha cambiado la función de la API del siglo pasado al actual?

S. Bolognini.- La API ha sido la Casa del Psicoanálisis durante el siglo pasado, manteniendo los principios fundamentales y los criterios de su teoría y práctica. Mi visión es que a lo largo del siglo que viene, la API también tendrá un papel transformador en relación al desarrollo del psicoanálisis. Estoy casi seguro de que el Psicoanálisis cambiará parcialmente, relacionado con nuevos temas, necesidades, oportunidades, formas de vivir, transformaciones culturales y educativas, nuevas realidades sociales y económicas, etc.

La API debería ser el lugar y la estructura apropiada donde los analistas puedan reflexionar sobre todas estas cuestiones, procurando elaborarlas en lugar de negarlas. La API ha de ser un lugar adecuado para pensar también sobre la evolución del Psicoanálisis, sin temores ni prejuicios.

TdP.- ¿Cómo le gustaría que se recuerde en el futuro la gestión realizada por su Junta Directiva (2013-2017)? ¿Qué contribuciones principales quieren implementar en la API durante su periodo de mandato?

S. Bolognini.- Espero que seamos recordados por una intensificada actitud analítica reflexiva concerniente a la API, y por algunas iniciativas principales como por ejemplo:

– el nuevo Sitio Web de la API.
– la nueva Revista Psychoanalysis Today (junto con las Federaciones Regionales).
– el nuevo Diccionario enciclopédico de la API.
– el nuevo Comité sobre Psicoanálisis y Ley.
– los Grupos de Trabajo nuevos sobre Asuntos Institucionales y sobre la API y Sociedades.
– el nuevo Comité sobre el Campo de la Salud Mental para el Tratamiento Integral de los Trastornos Graves.
– las nuevas Directrices operativas de los Comités de Patrocinio y Enlace.
– la planificación de la Cuarta Región API: Asia-Pacífico.
– la implantación del Área de Comunicación API.
– la Revisión de Puertas Abiertas sobre los Estudios Clínicos y Resultados en Psicoanálisis, accesible a todo el mundo en nuestra página web.
– el fortalecimiento importante del personal administrativo y la estructura de Broomhills (la Oficina Central de la API, en Londres).

Pero todo ello es solamente una parte de la acción general realizada estos años en la API, y estoy muy feliz, junto con mis colegas administrativos y la Junta Directiva, por este sensacional desarrollo a lo largo de los últimos años de intensa actividad.

Me gustaría ser recordado por el proceso de amplia internalización de la API y del psicoanálisis, por la deflación de algunas transferencias institucionales idealizadas y por una responsabilidad más compartida e intervisión entre sociedades y grupos lo suficientemente adultos, en un régimen de respeto mutuo.

TdP.- ¿Qué destacaría de su experiencia como Presidente de la API? ¿Qué aprendizajes ha hecho? ¿Puede contarnos alguna anécdota ilustrativa?

S. Bolognini.- Siendo Presidente he de cuidarme de la API como un todo, asumiendo plena responsabilidad por cada decisión. Afortunadamente para mí, puedo contar con un equipo excepcional de maravillosos colegas, que trabajan cada día con una enorme competencia profesional y dedicación completa. Les necesito, aprendo continuamente de ellos, y trato de coordinarles lo mejor posible. Comprendí muy temprano cuan real es la frase de Gandhi: “el presidente es el primer servidor”. Para mí, ser el Presidente es un servicio a la Membresía y a la Organización.

Naturalmente, es mi ambición y esperanza ser a su vez parcialmente inspirador de nuestras políticas y planes, junto con mis colegas de dirección. Cuando mi Vicepresidenta, Alexandra Billinghurst, y yo iniciamos nuestra campaña para las elecciones, declaramos nuestra visión y objetivos. Ahora queremos recompensar a nuestros colegas trabajando de forma coherente con esas declaraciones iniciales. De hecho, se necesita de un año para entender de verdad cómo funciona la “máquina-API”.

La lista de anécdotas sería muy larga. La primera que me viene a la memoria tiene que ver con un episodio que tuvo lugar inmediatamente al día siguiente de nuestro comienzo oficial, en el Congreso de la API en Praga. Alexandra y yo tuvimos que hacer frente a una fuerte e inesperada queja de colegas que no eran de la API, que se habían registrado en el Congreso, pero no habían podido participar en las sesiones clínicas, por razones legales. Tenían razón en su queja, y tuvimos que darnos cuenta inmediatamente de lo que estaba en juego en ese momento, con apenas información sobre el problema, y reparar de algún modo aquel trato injusto con una “solución-instantánea”. Llamamos aquel suceso “el tema de la Gente Infeliz”, y nos dimos cuenta muy rápido de que ser Presidente y Vicepresidenta era una tarea ardua, no un agradable paseo…

TdP.- Los grupos y las organizaciones humanas, al igual que los individuos que las conforman, tienen sus propias capacidades o aspectos sanos, sus mecanismos de defensa y sus patologías. A su modo de ver, ¿cuál es el estado de salud global de las Sociedades psicoanalíticas de la API? ¿Cuáles son sus principales dolencias? ¿Qué remedios podrían mejorar su salud y funcionamiento?

S. Bolognini.- Las Sociedades de la API gozan en general de buena salud, con una actividad científica vivaz y un muy buen nivel profesional de su práctica.

En muchos casos, las dificultades institucionales están relacionadas con tensiones entre grupos, que casi nuca tienen una base puramente teórica (tal como defensivamente a menudo se proclama), y frecuentemente tienen raíces absolutamente personales e idiosincráticas. En algunos casos, debido a diferentes mentalidades o historias personales de cada individuo, y en otros debido a obvias rivalidades y dinámicas grupales subyacentes que condicionan en gran medida el ambiente del grupo.

Las expectativas narcisistas de los fundadores son uno de los factores de conflicto más relevantes. Los fundadores (y generalmente todos los cabecillas) son investidos por sus seguidores con fuertes transferencias idealizadas, y esto incrementa la ambición narcisista y la expectativa de cada uno, con las consecuentes luchas para prevalecer.

Nada nuevo, somos “animales” absolutamente evidentes. Los analistas deberían ser solo levemente más conscientes de estas dinámicas en relación con los demás. No podemos esquivar estos sentimientos, únicamente darnos cuenta de su flujo natural y limitar sus consecuencias.

Nuestra Junta Directiva inició el Grupo de Trabajo sobre Asuntos Institucionales precisamente para profundizar en el estudio de estas, casi ubicuas, peligrosas dinámicas.

TdP.- ¿Podría explicarnos el concepto de “intervisión” y su sentido en la comunidad psicoanalítica?

S. Bolognini.- Tal como el término indica, mientras que en una supervisión uno puede ver alguna cosa o a alguien “desde arriba” (lo cual etimológicamente puede recordarnos a la perspectiva del Superyó y aludir a un punto de vista semejante al parental), la intervisión describe un proceso compartido, colaborativo, entre iguales.

La supervisión es una fase y práctica necesaria, especialmente durante la formación (pero no únicamente). La intervisión debería ser una práctica normal, saludable, entre profesionales adultos, y pienso que debería formar parte de la formación analítica de candidatos, familiarizándoles también con ese nivel de colaboración mutua y elaboración entre iguales. Es lo que yo denomino formación cuatripartita y que incluye precisamente esta función, además del análisis personal, la supervisión de casos y los seminarios.

TdP.- ¿Qué caminos y direcciones están tomando a nivel global los programas de formación psicoanalítica que ofrecen los Institutos de psicoanálisis?

S. Bolognini.- Como Administración de la API, queremos respetar la especificidad del Programa de formación de cada Sociedad. Consideramos que la variedad de programas en esa área es una riqueza, y queremos valorar las culturas nacionales en la educación de los candidatos, si estos programas son acordes a los requisitos de la API.

Otro aspecto esencial para nosotros es facilitar la reflexión sobre posibles variaciones en los Modelos de formación, sin prejuicios ni presunciones sagradas, si hay buenas razones para planificar cambios oportunos. Queremos reducir la sensación de imposibilidad e inadecuación para discutir abiertamente sobre estas cuestiones cruciales, en una era tan compleja como la nuestra. Así, la discusión acerca de posibles variaciones en la Formación debe ser un proceso de intervisión entre colegas, no una supervisión realizada por un Superyó.

Naturalmente, postulamos un procedimiento regular para modificar las normas: esto es, cada cambio ha de ser propuesto, discutido y votado por la Junta Directiva de la API. La Junta Directiva de la API es el espacio Institucional donde las reglas pueden ser modificadas o confirmadas, tras una votación regular. Esta es la base de la democracia.

TdP.- ¿Qué proporción de los Institutos de formación de las Sociedades de la API aceptan análisis de tres sesiones a la semana para el análisis de candidatos y para los casos control? ¿Cuál es el panorama global en la actualidad?

S. Bolognini.- Tenemos tres Modelos de formación, con algunas variaciones. El Modelo francés permite una frecuencia mínima de tres sesiones semanales, tanto en el análisis personal del candidato como para los casos supervisados. El Modelo uruguayo también permite al candidato y al supervisor variar la frecuencia, en base a las necesidades del paciente y del proceso.

El Modelo Eitingon no permite al candidato tener menos de cuatro sesiones semanales, tanto en su análisis de formación como en los dos casos supervisados.

Durante ocho largos años, la Sociedad Italiana de Psicoanálisis (SPI) desarrolló el así llamado «Experimento» de formar a sus candidatos (quienes, no obstante, realizaban sus análisis didácticos cuatro veces por semana) con un caso supervisado de cuatro sesiones por semana y otro caso de tres sesiones por semana, en consonancia con la práctica habitual real en la consulta profesional. Esto funcionó muy bien, así que la Sociedad presentó oficialmente, en la EPF Training Conference en Zurich, un detallado informe que fue recibido muy favorablemente por un número de analistas didactas de toda Europa que atendían la presentación.

Sin embargo, el Comité de Educación & Visitas de Inspección de la API detuvieron aquella experiencia y obligaron a la SPI a volver a los standards previos. La SPI, claro está, aceptó, aunque con un profundo malestar.

En la actualidad hay tensiones en el área Eitingon. Hay una diferencia clara de posiciones, básicamente entre los países ricos, donde el Estado o las Compañías Aseguradoras pagan parte del tratamiento ―lo que por otro lado constituye una problemática realidad dentro de la relación y del proceso analítico― y los países sin apoyo o económicamente desfavorecidos, donde el análisis es costeado íntegramente por el paciente.

Existe el riesgo de que la discusión sobre posibles futuras decisiones esté en gran medida influenciada por ambos lados por las realidades económicas (favorecidas o desfavorecidas), en lugar de por elementos clínicos y teóricos. Pero también puede existir el riesgo de que algunas Sociedades se inclinen por escoger otro modelo, más para reducir el peso de la frecuencia que por convicción real.

Y, por encima de todo, existen dos fantasmas a desinflar: por un lado, la creencia de que “todo vale”, y por otro, la creencia de que “todo el mundo miente”, es decir, que todo el mundo dice que respeta los standards mientras que en realidad no lo hace.

Quisiera subrayar de nuevo que la discusión sobre las variaciones en los modelos ha de ser abierta, serena y respetuosa, sin prejuicios poco realistas o narcisistas, pero con una exploración y evaluación seria y precisa de las opciones posibles, siguiendo primero un debate y procedimiento regular en las Sociedades psicoanalíticas y luego en la Junta de la API.

TdP.- En el marco actual de pluralismo psicoanalítico teórico y técnico existente, con una variedad de maneras de pensar el psicoanálisis, ¿como se atenúan las tensiones y resuelven las luchas de poder referidas a la formación de los candidatos?

S. Bolognini.- Francamente pienso que ahora estamos lo suficientemente maduros institucionalmente, y también somos lo suficientemente conscientes depresivamente, de las “muy humanas razones” que inciden en las supuestamente teóricas “guerras religiosas” del psicoanálisis. Por lo tanto, debería ser más difícil hoy que en el pasado que un líder seduzca a sus seguidores en una batalla sagrada.

La internacionalización del Psicoanálisis estabiliza en gran medida nuestras instituciones, pues la mayoría de analistas conocen hoy cuantas escuelas psicoanalíticas existen y que hay buenos analistas en todas partes. Hace algunos años, a menudo circulaban retratos caricaturescos de las otras escuelas, fundamentados en una gran ignorancia sobre la consistencia real de “los otros”.

Lo que cambió, de hecho, esta perspectiva de estrechez de miras fue el trabajo compartido en los grupos internacionales de trabajo clínico. En estos espacios los analistas se conocían entre sí y se percataban de la profundidad y la validez de las muchas escuelas en un clima más receptivo y respetuoso.

Algunas Sociedades aún ―y, debo decir, infructuosamente― obstaculizan parcialmente la participación de sus candidatos en conferencias internacionales y en organizaciones como IPSO. Como padres celosos, quisieran impedir ―o por lo menos retardar― los contactos de sus “hijos/as” con el mundo exterior fuera de la familia analítica local.

Uno debería reflexionar sobre la profunda y “muy humana” raíz de tal actitud.

TdP.- ¿Qué opina de que algunos Institutos de formación solo ofrezcan formación psicoanalítica en el ámbito de una determinada escuela de pensamiento psicoanalítico?

S. Bolognini.- Yo distinguiría entre los Institutos que solamente enseñan un tipo de psicoanálisis (su psicoanálisis preferido, bienamado, auténticamente introyectado y practicado) y los Institutos que dicen que solo su psicoanálisis es EL psicoanálisis. Respeto la primera actitud, no me gusta la segunda.

La API se ha comportado durante muchos años como un individuo escindido y, en ocasiones, disociado. Todos sabíamos de la existencia de otros Modelos de formación en muchos países, pero las Reglas y Procedimientos de la API únicamente incluyeron su reconocimiento tras una larga lucha que duró años en la Junta, como un conflicto religioso.

Somos una Organización mundial que ha de vencer localismos, provincialismos y la negación del desarrollo multifacético de nuestra “ciencia especial”. Afortunadamente, el Psicoanálisis es hoy un fenómeno tan amplio y complejo, que uno ha de comprender ―y apreciar― la extensión y complejidad de su desarrollo. Esta es la filosofía, por ejemplo, del Grupo de Trabajo que ahora está editando el Diccionario enciclopédico de psicoanálisis de la API.

TdP.- Algunos Institutos de psicoanálisis además de formar a psicoanalistas ofrecen programas para formar a psicoterapeutas psicoanalíticos. ¿Qué opina de la incorporación de la psicoterapia psicoanalítica en los Institutos de psicoanálisis?

S. Bolognini.- Personalmente, estoy a favor. Hay más ventajas que desventajas, en distintos niveles, y sabemos por experiencia que muchos psicoterapeutas licenciados más adelante solicitan formación complementaria como psicoanalistas, como un proceso natural.

No obstante, depende absolutamente de cada Sociedad decidir si quieren ―o no quieren― desarrollar una iniciativa de este tipo. Ambas opciones son respetables y pueden tener sentido.

TdP.- En su conferencia inaugural del último Congreso Internacional de la API (que TEMAS DE PSICOANÁLISIS publica en este número) afirmaba que el mundo en el que vivimos está afectando significativamente nuestro trabajo como analistas. Señalaba que muchos pacientes hoy rechazan la idea de depender abierta e intensivamente de alguien y muestran desconfianza en las relaciones. ¿A qué se debe este hecho? ¿Es un fenómeno novedoso? ¿Cómo podemos abordar esta situación en la consulta?

S. Bolognini.- El creciente rechazo a la dependencia es un fenómeno general, relatado por una mayoría de colegas alrededor del mundo.

En Boston, enumeré varios posibles factores que pueden afectar el modo en que hoy en día los bebés organizan intrínsecamente sus relaciones de objeto tempranas: la pérdida prematura del contacto con sus madres que deben regresar muy pronto al trabajo; la rotación de múltiples cuidadoras/es con insuficiente continuidad relacional y estabilidad; la pérdida de la familia extensa, debido a la imperante fórmula de la familia nuclear; las rupturas en las familias debido a separaciones y divorcios; la invasión de la TV, los ordenadores personales y otros dispositivos electrónicos como substitutos de la presencia humana; etc.

La lista podría seguir, pero el resultado final es que el sujeto se organiza a sí mismo de un modo defensivo automático, con una limitada y a menudo escindida investidura del objeto.

Así que, cuando un analista propone hoy desde el comienzo una dependencia completa, la reacción habitual es el rechazo de la propuesta: el analista hereda el rol negativo del objeto que no es de fiar y ha de tratar exactamente con eso.

Este es el motivo por el cual varios grupos de trabajo han hablado de “crear al paciente analítico”, como la primera labor del psicoanalista en la práctica clínica de nuestros días.

TdP.- Desde algunas instancias el psicoanálisis es tildado de poco científico o carente de evidencia científica. ¿Qué está haciendo la API y qué podemos hacer los analistas para refutar esta crítica?

S. Bolognini.- La API invierte el 20% de sus ingresos en la Investigación en Psicoanálisis. El Comité de Investigación está presidido por un célebre y muy respetado neurocientífico, Mark Solms, y otros destacados investigadores son miembros del Comité. Los resultados de las investigaciones financiadas por la API se publican en el sitio web de la API a través de la Revisión de Puertas Abiertas (Open Door Review).

A parte de esto, la API está reforzando su comunicación exterior, incluyendo las redes y medios sociales, a través de su Área de Comunicación. Además, se ha contratado recientemente un nuevo Director de Comunicación, muy eficiente, que trabaja en Broomhills.

La eterna disputa acerca del grado de cientificidad del psicoanálisis no concluirá a nivel epistemológico/filosófico, pero nos sentimos confiados acerca de un reconocimiento progresivo del Psicoanálisis como un caso especial entre las ciencias humanas y las ciencias duras, más o menos como la clínica médica.

TdP.- ¿Cómo valora las relaciones entre el psicoanálisis y las neurociencias? Algunos analistas opinan que hay una sobrevaloración y otros, en cambio, una infravaloración de las aportaciones de las neurociencias al psicoanálisis.

S. Bolognini.- Con facilidad puedo preveer que también tendremos en el futuro una variedad de posturas en la API en relación a la vinculación del psicoanálisis con las neurociencias. Como todos sabemos, hay colegas que están claramente en contra y otros decididamente a favor de esta conexión.

Puedo decir que en nuestro reciente Congreso Internacional de la API, celebrado en Boston, las sesiones del Pre-Congreso sobre Psicoanálisis y Neurociencias han sido los más atendidos, con una enorme audiencia y un alto nivel de satisfacción y entusiasmo de los participantes.

TdP.- ¿Qué futuro le augura al psicoanálisis en el siglo XXI? ¿Qué líneas de trabajo le parecen más prometedoras?

S. Bolognini.- Confío en un floreciente futuro para el psicoanálisis en el próximo siglo. Tras haber hallado el pezón, la boca no lo perderá.

Una cantidad enorme de personas se han beneficiado substancialmente del psicoanálisis durante más de cien años, y sus hijos/as y nietos/as saben que este tipo de tratamiento es la única terapia genuina para muchas dificultades humanas básicas.

A mi modo de ver, los psicoanalistas serán capaces de ajustarse a la realidad ofreciendo un tratamiento posible a los pacientes necesitados. Probablemente, los analistas tendrán la tarea de abordar las complejas exigencias y obstáculos presentados tanto por factores externos (la realidad económica, la competencia interdisciplinaria, los cambios políticos y culturales, etc.) como por sus propias instancias psíquicas internas (Superyó institucional, Ideal del yo categórico narcisista, etc.).

Si vencen estas dificultades, tendrán éxito, pues su instrumento técnico es verdaderamente poderoso y clínicamente efectivo. Por encima de todo, deben recordar, día tras día, cómo el psicoanálisis les ayudó y cambió sus vidas.

TdP.- Por último, Dr. Bolognini, ¿qué actitud sugiere que hemos de adoptar como analistas para contribuir al desarrollo y al reconocimiento más amplio del psicoanálisis?

S. Bolognini.- No me agradaría ver a los analistas desaparecer del debate público, ni me agradaría verles obsesionados por querer exhibirse allí donde haya un evento. Mi única sugerencia es: si tienes alguna cosa que decir sobre algún tema que involucre al psicoanálisis, por favor, no te repliegues; si no tienes nada que decir, por favor, permanece en silencio.

En ambos casos, no tengas miedo de ser tu mismo.

TdP.- Gracias, Dr. Bolognini, por compartir sus ideas y reflexiones con nosotros. Le deseamos buena suerte durante su Presidencia al frente de la API.


[1] Sacha G. Cuppa es psicólogo especialista en psicología clínica y psicoanalista de la Sociedad Española de Psicoanálisis (SEP) y de la Asociación Psicoanalítica Internacional (API). Ha sido miembro del Consejo Editorial de la revista TEMAS DE PSICOANÁLISIS durante el periodo 2011-2013.