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Psychoanalytic Therapy with Infants and Parents: Practice, theory and results
Björn Salomonsson
Ed. Routledge, London, 2014
Editado en catalán: Teràpia psicoanalítica amb bebès i pares
Col.lecció Monografies de psicoteràpia i psicoanàlisi, nº 16, Barcelona, 2016

Björn Salomonsson es psicoanalista didáctico y de niños de la Asociación Psicoanalítica Sueca; trabaja en consulta privada y es psicoanalista consultor en el Mama Mia Child Health Center, Stockholm. Es también investigador en el Department of Women’s and Children’s Health en el Karolinska Institutet, Stockolm.

Este libro describe el trabajo psicoanalítico en la consulta privada y como consultor en el Mama Mia Child Health Center. Salomonsson parte del supuesto que los bebés tienen cosas en su mente, representaciones en forma de una imagen mental que combina una idea con una emoción y hace hincapié en las representaciones que hacen de sí mismos en relación a los padres. Su contenido no se puede demostrar, pero la terapia padres-niño (que denomina con las siglas MPI) nos ayuda a formar suposiciones al respeto. Para hacer esto hace falta que nos dirijamos al niño que, aunque no nos entiende literalmente, capta la comunicación más allá de los niveles verbales. El objetivo de este tipo de comunicación es contener sus ansiedades y las inquietudes de los padres, así como los sentimientos de inutilidad, culpa y rabia. Si estas díadas no reciben ayuda en los primeros tiempos se pueden desarrollar rasgos de carácter y síntomas recalcitrantes.

Prácticamente a lo largo de todo del libro, Salomonsson establece un diálogo con un lector imaginario escéptico, que duda de la capacidad preverbal del niño para hacer uso de la terapia. También responde a los retos del crítico imaginario con las recientes investigaciones sobre desarrollo y con la teoría psicoanalítica. En su modelo, se considera al bebé como el “paciente central”.  El terapeuta habla directamente al bebé y, si es pertinente, trabaja con él en la transferencia. A diferencia de otros modelos, los terapeutas MPI a menudo trabajan intensivamente a un ritmo de dos o tres veces por semana. A pesar de que, como expone en el último capítulo, pueden ser flexibles en relación a la frecuencia y permitir a los padres que decidan el ritmo.

La cuestión clave como: ¿Qué pasa en la mente del bebé?, más específicamente, ¿tiene representaciones psíquicas desde muy pequeño? se explora en los dos primeros capítulos desde una perspectiva psicoanalítica semiótica donde se considera al bebé regido por signos internos construidos en relación a los padres (pictogramas), que denomina ‘representaciones primarias,’ e ilustra el concepto con el caso de Tina de tres meses. En el tejido que despliega entre teoría psicoanalítica e investigación sobre el desarrollo, el autor sitúa este término entre el concepto de Stern de vitalidad afectiva del bebé (vitality affects) y el de representación, en el sentido psicoanalítico tradicional. El primero es un concepto importante pero limitado por la carencia de “contenido ideacional”. Las “representaciones primarias”, en cambio, tienen un contenido afectivo, pero en relación a alguien o a algo.

A partir de su comprensión intuitiva de la experiencia y vida interna del niño, y partiendo de la base teórica de la relación de objeto, Salomosson se centra en la investigación de los sentimientos y las experiencias primitivas del bebé. Plantea la necesidad de dirigirnos directamente al bebé, no solo a través de la madre. Aplica la idea de Norman de que el bebé busca contención de manera activa. Describe la comunicación no-verbal: gestos, tonos de voz, sueños verbales, expresiones faciales y olores como la música de contención; la considera como el componente maternal de la contención, y lo relaciona con la captación intuitiva de la comunicación no verbal. En el componente paternal de la contención proveemos palabras que señalan aquello que pasa en la mente del bebé.

A continuación, ayudándose de la teoría semiótica y la investigación sobre desarrollo, se centra en la cuestión: ¿qué es aquello que puede entender un bebé de nuestros mensajes? Plantea que el niño tiene subjetividad primordial y un self como base para la intersubjetividad y la búsqueda de contención; una flexibilidad única para cambiar representaciones de sí mismo y de los otros que se acaba a medida que el Yo se desarrolla, y es capaz de procesar aspectos del lenguaje. Revisa el concepto de símbolo para incluirlo en el campo más extenso de los signos como los ladrillos para la construcción del pensamiento y desarrolla la atribución de significado de las experiencias a diferentes niveles: icono, índice y símbolo. Concluye que el niño entiende la comunicación que acompaña la interpretación verbal, a nivel icónico e indexado. Considera que el niño se siente afectado por los esfuerzos para entender y expresar sinceramente aquello que el analista piensa que le sucede.

Siempre dirigiéndose al lector imaginario y respondiendo a la supuesta demanda de ilustración clínica que muestre sobre el terreno todo este conjunto de términos complejos, hace una presentación en profundidad de un tratamiento madre-bebé (16 meses) que acabó en un psicoanálisis infantil clásico. Aporta reflexiones en relación a como el niño puede sentir la incapacidad de una madre deprimida para recibir y contener sus emociones como una carencia de voluntad de hacerlo, o como hostilidad.

Toda la experiencia mostrada hasta ahora permite hacer puentes con la comprensión de las organizaciones primitivas y con el trabajo psicoanalítico de pacientes adultos. Nuestras experiencias más primitivas permanecen vivas en nosotros y aparecen sobre todo en situaciones de sobrecarga emocional a la manera de las matrioscas rusas. Dedica prácticamente todo un capítulo a mostrarlo con el análisis de una paciente adulta que tiene por título, El niño dentro del adulto. Nos muestra su conocimiento y sensibilidad en el tratamiento de las dificultades de la díada, ayudado por la comprensión de la interacción entre la madre y el bebé.

Salomonsson argumenta que todo este trabajo es posible y que se pueden entender y aplicar conceptos psicoanalíticos como represión primaria, sexualidad infantil y transferencia. Afirma que el concepto de apego, aunque importante, no puede por sí mismo explicar el problema cotidiano de la alimentación al pecho, del dormir y del destete u otras interacciones más recalcitrantes. Argumenta que son necesarios conceptos psicoanalíticos para una mayor comprensión, no tan solo de las inquietudes de los niños, sino también, sobre las comunicaciones e interacciones con nuestros pacientes adultos. Va tejiendo teoría y clínica con numerosas viñetas y transcripciones y muestra cómo una teoría complicada y difícil, en el espacio terapéutico, se puede traducir en pensamientos y palabras sencillas que la hacen comprensible.

Así, en los tres penúltimos capítulos se plantea e investiga qué lugar tienen los conceptos psicoanalíticos clásicos de represión primaria, sexualidad infantil y transferencia y cómo se integran en el tratamiento padres-bebé. Considera que un tratamiento que no se basa en una teoría coherente, morirá; las inconsistencias y poca claridad, lo conducirán al olvido. Otra razón es el proceso terapéutico enigmático en los infantes que no entienden literalmente nuestras intervenciones y tampoco responden con palabras, lo que requiere una base teórica sólida.

Freud introdujo el concepto de represión primaria para explicar la paradoja de que las impresiones infantiles que han tenido el mayor impacto sobre nosotros son precisamente aquellas que apenas devendrán conscientes. El autor sugiere mantener esta idea para explicar el destino de las representaciones primarias, volviendo a su visión semiótica del mundo interno. Si un trauma infantil o una ambivalencia oculta de los padres o los mensajes enigmáticos no se contienen y traducen, sufrirán una represión primaria y se fosilizarán en forma de síntomas y estructuras de carácter rígidas: es aquello que denomina los fósiles vivos. En el capítulo sobre Tristán e Isolda muestra cómo, debido a la falta de contención, Tristán reprime primariamente el trauma infantil y deviene un fósil viviente destinado a la autodestrucción. El autor sale al paso con la idea de que es el trauma en sí lo que tuvo consecuencias devastadoras, y recalca la importancia de la falta de contención durante la niñez.

Respecto del concepto de sexualidad infantil hay escasas referencias en la literatura en relación al bebé real, que en general son referidas a la sexualidad de los padres y plantea si es un factor que podría explicar las interacciones patológicas o las “inquietudes madre-bebé”. A partir de investigaciones pediátricas sobre el contacto piel a piel de madre y bebé en el momento de nacer muestra como ambos desarrollan rápidamente una perspicacia sensual múltiple y que el contacto precoz tiene importantes efectos psicológicos.

En su línea habitual de plantearse cuestiones y posibles hipótesis a través de la observación clínica, Salomonsson muestra, a través de varios casos, la existencia de transferencia directa hacia el terapeuta. Hace una cuidadosa y profunda revisión del concepto en los diversos modelos de terapia madre-bebé y concluye que todas van referidas a la transferencia de los padres o bien a la tendencia a la identificación proyectiva del niño hacia los padres, pero no a la transferencia directa hacia el terapeuta y tampoco se describe mucho la contratransferencia. Y en los casos donde la encuentra descrita (Thomson-Salo; Watillon) no existe el hecho de dirigirse e interpretar o resolver la transferencia del niño. Contrasta esta situación con las diferencias entre las pre-concepciones teóricas. Concluye que la relación directa terapeuta-bebé se ha investigado poco, que son muy pocas las referencias a la transferencia del infante y que, en los casos en que se encuentra, el terapeuta no se dirige directamente al niño sino a los padres.

En el último capítulo del libro, Salomonsson se pregunta: ¿Funciona el MPI? si es así, ¿para quién? Responde a la pregunta con la investigación realizada en el Mother-infant Psychonalysis project of Stockolm en el Karolinska Institutet; lleva a cabo una revisión de la literatura de investigación y sus resultados y un resumen de los instrumentos de investigación. Los resultados muestran mejoras significativas en forma de disminución de la depresión de la madre, un aumento en su sensibilidad y una mejora en la relación padres-bebé. El estudio también se centró en los casos que se podían  beneficiar más. Se ha diseñado un estudio de seguimiento de los casos al cabo de 5 años que todavía está en proceso.

Psychoanalytic Therapy with Infants and Parents ofrece una perspectiva teórica y clínica extraordinaria del trabajo psicoanalítico padres- bebé. Pocos estudios clínicos muestran el tipo de terapia intensiva padres-bebé como se muestra este libro.  Las numerosas viñetas y transcripciones del trabajo clínico ilustran cómo conceptos teóricos complicados y difíciles pueden ser traducidos en la sesión en algo más sencillo. Aquello que más me ha impresionado es la manera espontánea, cálida, honesta y sincera de hablar al bebé, respetuosamente, seriamente y también con humor, y la cuidadosa observación intuitiva de la contratransferencia a niveles muy primitivos. Pienso que esto es lo más convincente de la transmisión de una verdadera experiencia terapéutica. Sea cual sea el modelo y limitaciones de los profesionales que trabajan con padres y bebés, este libro constituye una importante contribución a la literatura sobre teoría, práctica e investigación en esta área.

Se trata de un libro de lectura esencial para profesionales de atención precoz, psicoanalistas y terapeutas que trabajan con niños, adolescentes y adultos, puesto que ilustra con toda claridad las raíces primitivas del funcionamiento psíquico.

Antònia Grimalt
Psicoanalista con funciones didácticas de la Sociedad Española de Psicoanálisis (SEP), del Instituto de los Países del Este  y de la Asociación Psicoanalítica Internacional (API).
Psicoanalista de niños y adolescentes.
agestelrich@hotmail.com