M’he despertat tot sol…
M’he despertat tot sol en un antic jardí
que no sé si és la meva presó o el meu imperi.
Canta pertot l’alè dels arbres i el misteri
d’un esperit que em crida, però no és per mi.
Camino poc a poc, amb temença, com si
un àngel no del tot m’acabés de voler-hi.
El meu cor s’exhaureix en el silenci aeri.
La llum és una fronda sobre cada camí.
Adam devia anar pel món, el primer dia
com jo vaig, sorprenent la verda melodia
de cada veu de l’aire, del gest de cada branc;
per abraçar la llum esbatanant els braços,
el cos encara moll de rosada i de fang,
deixant estela d’ànima darrera dels meus passos.
Me he despertado solo…
Me he despertado solo en un viejo jardín
que no sé si es mi prisión o mi imperio.
Canta por doquier el pálpito de los árboles y el misterio
de un espíritu que me llama, pero no es para mí.
Camino despacio, con temor, como si
un ángel no acabara de quererme allí.
Mi corazón se apaga en un silencio aéreo
la luz es una fronda sobre cada sendero.
Adán debía ir por el mundo, el primer día
como voy yo, sorprendiendo la verde melodía
de cada voz del aire, del gesto de cada rama
para abrazar la luz de par en par los brazos,
el cuerpo aún empapado de rocío y barro,
dejando rastro de alma tras mis pasos.[1]
Màrius Torres i Pereña (1910-1942), un catalán de Lleida, fue un autor breve. En su corta vida escribió poco más de cien poemas que nunca llegó a publicar; fue su amigo Joan Sales, escritor (Incerta glòria) y editor, quién publicó Poesies a partir de una selección de su obra, en su exilio mexicano el año 1947.
Médico, hijo y nieto de médicos, con una formación ilustrada, compartió las ideas republicanas de su familia.
Enfermo de tuberculosis, a los veinticinco años ingresó en un sanatorio para el tratamiento de su “romántica” dolencia. Allí se dedicó al estudio, desarrolló su trabajo poético y pasó sus últimos siete años sin prácticamente abandonarlo.
En el Sanatorio de Puigdelona conoció a la también residente Mercè Figueras, que le inspiraría algunos de sus versos, como Cançons a Mahalta. Recientemente se han publicado las muy interesantes y líricas cartas que ambos se intercambiaron de habitación a habitación, recluidos en sus respectivas camas.
Su obra, inscrita en el simbolismo, evoca con gran dramatismo la conciencia de la vida y de la muerte, su deseo de sobrevivir plenamente pese a conocerse herido de muerte.
El poema M’he despertat tot sol…, de 1937, puede ser uno de los más luminosos y optimistas que escribió. El autor recuerda, quizás, un sueño donde se ha experimentado a sí mismo como parte de la naturaleza pese a su soledad única; vivo temporalmente, gozoso de experimentar el breve tránsito mundano que nos ha sido otorgado, por la conciencia, a los seres humanos.
Palabras clave: muerte, vida, alma, sueño, cuerpo.
David Clusa i Gironella
Médico psiquiatra,
Cap de Departament de Salut Mental de Sant Pere Claver – Fundació Sanitària.
[1] Traducido del original catalán por D. Clusa.