A lo largo de las últimas décadas, las vicisitudes de la intimidad han reclamado nuestra atención psicoanalítica desde una perspectiva más profunda, esencialmente debido a nuestro mayor conocimiento de las áreas más primitivas de funcionamiento psíquico. Estas últimas, que están conectadas con áreas de límites imprecisos de self-objeto, de no integración, con procesos de simbolización frágiles e intensa identificación proyectiva, tienen un fuerte impacto en las reacciones contratransferenciales del analista. Esto convoca, como M. Parsons (2006) comenta, reacciones particulares al proceso analítico mismo, en la medida en que toca lo profundo de nuestro propio funcionamiento cuando nos enfrentamos con contenido arcaico. Esto último requiere de contención y proximidad. Todd Essig, uno de los primeros psicoanalistas en escribir sobre mediación tecnológica, comenta que «… ser cuerpos juntos es diferente de cuerpos que imaginan estar juntos «[2].»Una preocupación principal en el tratamiento mediado tecnológicamente que también G. Russell (2015) señala, es que la eliminación de los cuerpos co-presentes limita en gran medida el proceso psicoanalítico a estados de la mente en lugar de estados del ser. Es cuando uno puede habitar en un estado del ser cuando uno puede tomar parte en el proceso psicoanalítico de comunicarse consigo mismo y con el otro».
Las relaciones íntimas dependen de un componente implícito no verbal significativo que lleva igual o posiblemente más peso que el componente verbal explícito. Esto incluye expresiones corporales que tienen significado si la situación psicoanalítica de una co-presencia permite su percepción y elaboración. Un silencio profundo y prolongado podría comunicar significado a través del cuerpo de nuestro silencioso paciente.
La actividad psíquica «es la función más altamente diferenciada del cuerpo», aunque desde nuestro punto de vista psicoanalítico constituye un continuo funcional. Aunque sabemos que el cerebro está contenido en el cráneo «no se puede decir lo mismo de la mente que es existente [presente] en todo el cuerpo». La primera formación mental del self, entonces, debería ser considerada la estructura básica del desarrollo diferenciado de la mente. Su proceso formativo está caracterizado por la agregación de experiencias sensoriales fragmentarias (táctiles, olfativas y de otro tipo) experiencias del funcionamiento del self en relación con el medio ambiente. La investigación psicoanalítica, entonces, ¿no estaría ligada a fomentar condiciones y caminos hacia una comprensión más cercana de la organización psíquica temprana a través de percepciones y expresiones corporales, tanto por parte del paciente como por parte del analista? (Gaddini, E. 1987).
La investigación nos ha llevado a comprender que el continuo funcionamiento cuerpo-mente fomentó la hipótesis de que el feto tiene algún tipo de «conocimiento del espacio en el que se mueve: una aprendizaje fisiológico de los límites del yo dentro de sus fronteras. Cambios importantes llegan al nacer con la percepción de un lugar externo sin límites que Freud (1926) llamó la «asombrosa cesura» de gran impacto en el futuro. Las profundas memorias encarnadas que habitan el proceso analítico tienen implicaciones significativas en la percepción del espacio y los cambios en los límites, parte integrante del setting. Podemos percibir a menudo rastros de memorias encarnadas en las reacciones corporales de los pacientes, tales como síntomas claustro-agorafóbicos o profundas ansiedades de separación conectadas a carencias tempranas en los procesos de integración psíquica (ver Glover y Gaddini). ¿Cómo las fallas dentro de la función Winnicottiana de holding tiene un impacto en el proceso de individuación que estamos abocados a encontrar en nuestra profunda relación con nuestros pacientes? ¿O en términos Kleinianos de objeto interno-externo, la diferenciación de los objetos a medida que se refleja en la sesión analítica? Es muy probable que tales vicisitudes profundas se manifiesten en una íntima relación con otra persona, mientras que la distancia defensiva puede eludir toda la evidencia y la significación conectadas a dichas vicisitudes psíquicas tempranas. La comunicación sensorial a menudo puede ser la única forma de entender lo no expresado que necesita ser percibido y evidenciado en el procesamiento analítico de silencios y expresiones corporales.
Viñetas clínicas
Caso 1
Una estudiante de medicina comenzó su análisis durante un serio colapso antes de enfrentar los exámenes. Durante una sesión, de repente se levantó del diván y golpeó violentamente su libro de química en mi escritorio; furiosamente pasó las páginas una tras otra gritando diferentes fórmulas químicas. De repente me sentí terriblemente confundida y ni siquiera podía recordar la fórmula química del agua, H2O. Me encontré a mí misma diciéndole a la paciente «debe ser terrible sentir que tiene tanta confusión en su cabeza». La paciente me miró profundamente y luego volvió al diván en silencio. Me hizo pensar en la distinción que H. Rosenfeld hace al clasificar las identificaciones proyectivas como aptas para comunicación o para expulsar partes de uno mismo.
Caso 2
Una psicoterapeuta en un segundo tramo de análisis se enfrentaba a conflictos con una nueva pareja con la cual era demandante e invasiva. Parecía bien organizada, aparentemente realista, oscilando entre consideraciones superficiales y, de vez en cuando, más profundas sobre su vida. Cuando el proceso se acercó a un contenido más profundo, su perfume en mi consulta se hizo cada vez más presente hasta que en una sesión no solo invadió mi oficina, sinó que cuando ella se despidió con un apretón de manos, encontré mi mano oliendo tan fuerte que tuve que lavarla varias veces. Planteé la cuestión del perfume con la paciente en la siguiente sesión y su respuesta fue que ella quería que siguiera teniendo su presencia en mi cuerpo-oficina, incluso después de que ella se hubiera ido. No puedo profundizar más en el proceso analítico, pero este episodio abrió caminos para explorar sus primeras experiencias infantiles encarnadas de la aterradora falta de una presencia contenedora.
Paradójicamente, cuanto más conocimiento adquirimos a través de nuestros pacientes del contenido mental arcaico, −lo que implica no solo análisis más largos y profundos, sino también una revisión de los criterios de analizabilidad− tanto más se distancian este tipo de pacientes. Algunos analistas quizás se defienden de enfrentarse al funcionamiento psicótico temprano proponiendo sesiones vis-à-vis distanciadas y/o distanciando el contacto directo con un ser de carne y hueso a través de dispositivos tecnológicos intermedios. Y cuando menciono «carne y hueso» realmente lo digo en serio.
Caso 3
Una mujer inteligente vino a un análisis alentada por su familia porque desarrolló un estado alucinatorio y afirmó que tenía una relación telepática con un primo. Los primeros seis meses parecía bastante orientada en la realidad y luego lentamente me presentó esa «profunda relación telepática», una parte de ella separada que comencé a percibir como una parte interna peligrosa. Ella me habló de «sus» propuestas peligrosas, como sugerir que saltara de la ventana para ver si podía volar, y otras varias sugerencias amenazantes. En una sesión de forma inesperada se sentó; su perfil y su extraña sonrisa me recordaron la sonrisa de una hiena. De repente sentí un inmenso dolor en mi estómago. Nos miramos la una a la otra y dije «¿Qué ha pasado?». Ella respondió «el bastardo me hizo escupir una serpiente de mi boca». El resultado fue que me comunicó que «él» pensó que también necesitaba análisis. «¿Podría él también venir?» Le dije que «Él», esa parte de ella, ya estaba aquí en nuestra habitación, así que por supuesto podríamos seguir escuchando a él-ella también. La paciente seguidamente «dividió» sus sesiones, hablando en su modo habitual y con su voz para la mitad de las sesiones diarias, mientras que durante la otra mitad hablaba con una voz y tenía un comportamiento corporal diferente.
Transmisión transgeneracional del psicoanálisis
¿Qué impacto puede tener el aumento del llamado «análisis por Skype» en nuestro método, en la futura identidad de los candidatos formados por medio de telecomunicaciones y en nuestra práctica y su especificidad? ¿Cómo serán capaces los candidatos formados de esta manera de enfrentar y analizar esos aspectos profundos discutidos por Bleger cuando llama nuestra atención sobre la importancia del setting con el fin de hacer frente a la partes psicóticas de la personalidad? La confianza en la especificidad de nuestro método es la consecuencia del desarrollo personal, profesional e institucional de la identidad psicoanalítica, en mi opinión fuertemente relacionada con la propia experiencia de formación. La contratransferencia y su elaboración es crucial para nuestro entendimiento de aquellos casos en los que el analista se convierte en el objetivo de proyecciones fuertes o identificaciones proyectivas de partes psicóticas presentes en pacientes psiconeuróticos también.
Como mencioné anteriormente, lo que ha llamado mi atención en los últimos años es que, aunque somos más consciente de la complejidad de la mente, la convivencia de diferentes niveles de funcionamiento psíquico y, por tanto, la creciente comprensión de cómo la participación intersubjetiva por parte del analista es necesaria, los futuros analistas de países lejanos, pero no únicamente, están cada vez más siendo formados a través de las telecomunicaciones. Si consideramos (y lo hago) como parte de un proceso analítico, especialmente en caso de eventuales futuros analistas, la exploración del funcionamiento psíquico temprano, reprimido o no simbolizado, entonces una co-presencia en la misma habitación que incluya experiencias encarnadas sensoriales íntimas es, para mí, una necesidad.
Para aquellos de nosotros que trabajamos en tales niveles con pacientes neuróticos y psicóticos y con nuestros candidatos, parece un oxímoron el usar dispositivos tecnológicos de distanciamiento. Alguien podría decir «Ah bueno, nosotros elegimos los pacientes que pueden analizarse con Skype». ¿Cómo sabemos o anticipamos qué proceso va a revelarse en nosotros y en el paciente? ¿Por qué excluir un análisis profundo como el que nos gustaría que los futuros analistas experimentaran y fueran capaces de practicar, ampliando así su conocimiento? Un argumento a menudo propuesto como una motivación para continuar con las sesiones por teléfono o Skype es que el/la paciente se ha mudado a otro lugar. ¿Por qué no ayudar al paciente a comenzar el análisis con otro colega?
Me gustaría aclarar que no excluyo la necesidad ocasional o el uso de comunicación por teléfono o eventualmente contacto por Skype; pero considero tal ocasión como no psicoanalítica incluso si es realizada por un analista. No todo lo que hacemos es psicoanálisis porque seamos analistas. Skype implica un cambio radical en el espacio analítico común, dividiéndolo en dos subespacios que son en gran parte independientes el uno del otro. En qué medida puede experimentarse este espacio dividido, en la fantasía y en la alucinación, como si fuera un solo espacio compartido, es una pregunta crucial para determinar lo que queremos decir con un proceso psicoanalítico.
Resumen
La autora aborda el tema de la intimidad dentro del proceso psicoanalítico que se desarrolla cuando el paciente y el analista comparten el mismo espacio real en la consulta del analista. Los fragmentos clínicos presentados demuestran la importancia de la comunicación expresada a través del silencio y las manifestaciones corporales. El setting analítico compartido es fundamental para garantizar la comprensión de las comunicaciones que no siempre se transmiten a través de la palabra. Por estas razones, «el análisis por skype», que contradice los aspectos fundamentales de nuestra profesión, parece ser un verdadero oxímoron.
Palabras clave : intimidad, cuerpo, silencio comunicativo, proceso.
Abstract
The author addresses the issue of intimacy within the psychoanalytic process that develops when patient and analyst share the same real space in the analyst’s study. The clinical fragments presented demonstrate the importance of communication expressed through silence and bodily manifestations.
The shared analytical setting is fundamental to guarantee the understanding of communications that are not always conveyed through the word. For these reasons, “skype anlysis”, contradicting the fundamental aspecs of our profession, seems to be a true oxymoron.
Key words: intimacy, body, communicative silence, process, setting.
Jacqueline Amati Mehler
Analista didacta y supervisora de la Asociación Psicoanalítica Italiana.
Formada en Psiquiatría del niño y el adulto en Harvard Medical School.
jacqueline.mehler@tin.it
[1] Panel presentado en el Congreso de la IPA de Buenos Aires del 2017.