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El cuatro de septiembre de 1987, gracias al esfuerzo y la dedicación de un grupo de personas voluntarias, nace en Barcelona Amics de la Gent Gran un proyecto social que ya ha cumplido más de treinta años y que se ha convertido en una Fundación con un equipo técnico que cuenta con alrededor de mil ochocientos voluntarios que dan compañía a más de mil seiscientas personas mayores en el territorio catalán.

Entrevistamos a Albert Quiles, licenciado en Psicología y en Ciencias del Trabajo, que ha participado en numerosos proyectos de voluntariado internacional, en el ámbito de la formación y capacitación de personal sanitario y de educación, en diferentes países de América Central, Asia y África. Desde hace unos años es el director gerente de Amics de la Gent Gran.

Agradecemos a Albert Quiles su colaboración para la realización de esta entrevista.

TEMAS DE PSICOANÁLISIS.― Este año 2018 celebráis el treinta aniversario de Amics de la gent gran. ¿Cómo empezó vuestra fundación, de dónde partíais?

Albert Quiles.― A finales de la Segunda Guerra Mundial, en Francia nace la organización Les petits frères des pauvres ( www.lespetitsfreresdespauvres.fr) para dar apoyo a la situación de gran vulnerabilidad que vivían las personas mayores en ese contexto tan difícil. Hoy en día, es una organización que acompaña a miles de ancianos en todas las regiones de Francia. El lema del fundador del movimiento, el señor Armand Marquiset, fue “las flores antes que el pan”, como metáfora de la importancia de las relaciones personales y emocionales para todo el mundo y especialmente para las personas mayores.

Es a mediados de los años ochenta cuando un grupo de Barcelona se interesó por los proyectos de Les petits frères des pauvres. Fueron a visitarles a Francia y, con mucha determinación y esfuerzo, impulsaron Amics de la Gent Gran, primero como Asociación y después como Fundación. Fue la primera ciudad del Estado en la que empezó el movimiento de acompañamiento y amistad con las personas mayores.

TdP.― La filosofía organizacional de Amics de la Gent Gran se refleja en los valores, actitudes y creencias que implican trabajar para combatir la soledad no deseada y el aislamiento social ¿De qué manera vuestra asociación en concreto presta ayuda a las personas mayores? ¿Qué tipos de intervenciones ofrece?

A. Quiles. ― Luchamos contra la soledad no deseada y la marginación social de las personas mayores a través de programas y actividades de voluntariado social y mediante la sensibilización de la sociedad. Hay dos tipos de programas de acompañamiento que consisten en el acompañamiento una vez a la semana por un voluntario a una persona mayor en su domicilio o en la residencia en la que vive. Se teje una relación de amistad profunda entre ellos en la que se comparten experiencias y se recobran ilusiones.

Es importante también luchar contra la soledad a través de actividades de socialización para las personas mayores, en las que se les permita conocer a otras personas mayores y a otros voluntarios. Hay que tener en cuenta que si Amics de la Gent Gran no ayuda y apoya a estas personas mayores, muchas veces no les sería posible salir de sus casas, por tanto, nos organizamos para que el transporte o las barreras arquitectónicas no sean un problema. Llevamos a cabo de forma periódica meriendas, salidas culturales, tertulias, talleres y vacaciones adaptadas.

TdP. ― Inevitablemente los voluntarios enfrentan y sostienen el sufrimiento psíquico de las personas a las que atienden, sufrimiento motivado por duelos, pérdidas, por angustia ante la enfermedad y la muerte, ante la soledad, etc. ¿Reciben algún tipo de formación específica que les ayude en su tarea?

A. Quiles. ― Es muy importante garantizar que las personas mayores reciben un acompañamiento de calidad. Ciertamente, las situaciones del colectivo al que acompañamos son muy delicadas y a menudo conlleva que los voluntarios no sepan qué decir o qué responder ante determinadas circunstancias. Es por ello que organizamos un Plan de Formación para todos ellos que consiste en cursos de iniciación al voluntariado y a la etapa de la vejez y cursos de especialización en dinamización de personas mayores, en atención centrada en la persona, en reminiscencia o en demencias, entre otros.

En todos los cursos se trabaja una parte teórica en la que se exponen los diferentes marcos teóricos y se comparte una parte práctica que permite a los voluntarios compartir sus inquietudes y dudas. La parte relacional entre las personas voluntarias es también muy importante ya que entre ellas mismas pueden buscar solución a determinados dilemas o problemas con los que se encuentran desarrollando su voluntariado. A su vez, se tejen relaciones de amistad entre personas voluntarias de todas las edades, aspecto que también es relevante.

TdP. ― Al constituirse en una relación próxima y vinculante, vuestro acompañamiento semanal parece cumplir una función muy importante: alguien es testigo de la persona que se es en la actualidad, pero también de la que se ha sido; alguien es observador de la propia historia en su conjunto, lo cual dignifica. ¿Qué opináis acerca de ello?

A. Quiles. ― La relación que se establece entre la persona mayor y la persona voluntaria es de gran profundidad, ya que es una amistad que se va fraguando semana a semana, digamos que se va cocinando a fuego lento. Esta relación de amistad es una oportunidad para la persona mayor de hacer un repaso sobre su trayectoria vital, si así lo desea. Le permite, en muchos casos, a través de la conversación con el voluntario, reconciliarse con muchos aspectos de su vida, y podemos decir que, a algunos usuarios, les permite reconciliarse con la vida misma. Acompañamos sin juzgar, estamos al lado de las personas mayores de igual a igual, y nos adaptamos a su ritmo y a su voluntad.

El año pasado realizamos una campaña sobre la singularidad de cada persona, pues parece que perdemos la singularidad como individuos cuando entramos en la etapa de la vejez, cuando la singularidad no se pierde con los años sino que crece. El trato desde el respeto, el afecto y la singularidad de cada persona, con aquello que la identifica y que es único, es uno de los principios básicos de Amics de la Gent Gran.

TdP. ― La vitalización que supone para las personas mayores tener contacto con los voluntarios y con vuestra Fundación puede favorecer la reversión de inhibiciones emocionales y mejorar la autoestima y la confianza en las propias capacidades, conteniendo los aspectos más regresivos. En este sentido, ¿os habéis encontrado que alguna de las personas atendidas se haya reconvertido en voluntario?

A. Quiles. ― Vivimos en una sociedad en la que el concepto de vejez se asocia a conceptos mayoritariamente negativos. De hecho, en los principales diccionarios de referencia, nos cuesta encontrar acepciones de la palabra vejez que contengan elementos positivos. Nos encontramos con palabras como decrepitud, achaques, manías y no hallamos palabras como sabiduría, experiencia o madurez.

Hace falta una gran concienciación social sobre cuál es el valor que estamos otorgando a las personas mayores de nuestra sociedad, ya que sí que nos hemos encontrado con personas mayores que, aun sufriendo soledad no deseada, quieren acompañar a otras personas mayores. Nos estamos organizando para ayudarles a hacerlo posible.

El mensaje que queremos transmitir es que sí se puede aportar también en la etapa de la vejez. Tienen muchas cosas que decir pero hace falta que alguien les escuche. Desde Amics de la Gent Gran luchamos para que su voz sea escuchada.

TdP. ― En nuestra sociedad en ocasiones se sobrevalora a la población joven y se percibe a las personas mayores de forma contradictoria ya que se reconoce su experiencia pero también se les jubila y excluye percibiéndoles como frágiles y no productivos. Por vuestra experiencia ¿consideráis que la sociedad en la que vivimos y las personas están preparadas para asumir lo que implica el envejecimiento?

A. Quiles. ― No. Somos una sociedad que no mira de frente a la vejez, nos asusta, nos disgusta, le damos la espalda. No concebimos la vejez como una etapa natural de la vida, todo el mundo quiere ser joven eternamente cuando envejecer es un éxito de la sociedad. Lo importante es reflexionar sobre con qué calidad vivimos la etapa de la vejez actualmente y con qué calidad la queremos vivir en el futuro. Cumplir años es un privilegio porque ¿cuál es la alternativa?

Desde Amics de la Gent Gran llevamos a cabo campañas de sensibilización precisamente para poner en valor a las personas mayores en la sociedad y combatir el edadismo, que es la discriminación por razón de edad que sufren muchas personas mayores.

TdP. ― Dado que a nivel global todas las sociedades del mundo envejecen y, en algunas más que otras, cada día hay más personas con mayor expectativa de años de vida y que se encuentran de pleno inmersas en distintos ciclos de transformaciones sociales. ¿Qué cambios observáis en la calidad de vida en el colectivo que nos ocupa? La crisis de la familia, la crisis económica, la crisis social, etc. ¿cómo afectan y/o cómo se adaptan los ancianos a esta situación?

A. Quiles. ― Las personas que están viviendo su etapa de la vejez actualmente, pertenecen a una generación que ha vivido una transformación rápida y constante de la sociedad y del mundo en su globalidad a lo largo de su vida. Probablemente es la generación de personas, hasta la fecha, que ha vivido los cambios más rápidos y significativos de la historia.

Contrariamente a lo que se tiende a pensar a veces, estas personas han tenido una capacidad máxima de adaptación a lo largo de su vida. Lo que ocurre es la disparidad de ritmos actual. En una sociedad en la que los ritmos son acelerados, en que la información llega de una punta del mundo a otra, escuchar tranquilamente lo que nos quiere transmitir una persona mayor parece imposible. Precisamente, la brecha digital produce unas desigualdades que sí que afectan a la calidad de vida de las personas mayores. Como sociedad, debemos tener en cuenta a todos aquellos que no saben utilizar internet o bien no tienen acceso a ella y garantizar que todas estas personas tengan acceso a la información necesaria para que sus derechos no sean vulnerados y que esta carencia no repercuta en su calidad de vida.

TdP. ― La idea de que algunos problemas de salud y limitaciones son propios de la edad puede fomentar cierto nihilismo, no únicamente social sino inclusive asistencial y llegar a disminuir la esperanza en realizar un tratamiento. ¿Qué políticas recomendaríais que se llevaran a cabo desde la administración para mejorar las condiciones de las personas mayores en el tramo final de la vida?

A. Quiles. ― Hace falta situar a las personas mayores en el centro de las políticas sociales. Una sociedad que no cuida, respeta y garantiza el bienestar de las personas mayores, es una sociedad incompleta. Los servicios asistenciales deben ser de calidad y accesibles. En una sociedad del bienestar, la seguridad e integridad de las personas mayores ha de ser una de las prioridades. Nos encontramos con que este colectivo es diana de abusos y estafas y es por ello que tanto las Administraciones Públicas conjuntamente con los Cuerpos de Seguridad y las iniciativas privadas como Amics de la Gent Gran debemos coordinarnos para garantizar hasta el último momento el bienestar de las personas en la sociedad.

TdP. ― Las palabras usadas para referirse a la etapa de madurez y la imagen estereotipada asociada a las personas mayores en muchas ocasiones tienen connotaciones negativas y están cargadas de mitos como el de la improductividad, el que tienen una retirada de los intereses de la vida, la inflexibilidad o que conlleva la renuncia a la sexualidad. El concepto envejecimiento activo fue acuñado por la Organización Mundial de la Salud en los años noventa en el sentido del reconocimiento de los derechos humanos de las personas mayores y en los principios de autonomía, colaboración, dignidad, asistencia y elaboración de los propios deseos. ¿Cómo creéis que se podría dinamizar más la implicación colectiva de la sociedad hacia la gente mayor y la participación social de las personas mayores en la misma?

A. Quiles. ― Por una parte, es fundamental que haya un conocimiento por parte de la sociedad sobre la triste realidad que viven muchas personas mayores. Por ejemplo, en España, no existe un teléfono especializado en el maltrato en la etapa de la vejez, donde una persona mayor pueda llamar de forma anónima para hablar y obtener información. Por tanto, campañas de sensibilización de proximidad que hagan reflexionar sobre la vejez es una acción que debe promoverse.

Incentivar proyectos donde se fomenten las relaciones intergeneracionales es otra de las acciones que ayudarían a que se tome consciencia. Un objetivo que tenemos desde Amics de la Gent Gran es el de prevenir la soledad no deseada trabajándola desde las diferentes etapas de la vida, acercándonos a las escuelas, a las universidades, a los centros sociales y culturales, a los colegios profesionales, etc.

Las personas mayores deben tener oportunidades de participación social, y a su vez deben tener el derecho a elegir si quieren participar o no. También tenemos una idea preconcebida en la sociedad de que las personas mayores deben seguir teniendo un alto ritmo de actividad, pero eso debe ser decisión de cada persona. Puede ser más activa o menos, pero la clave está en que disponga de la información para poder elegir.

TdP. ― La institucionalización en residencias puede dar respuesta a necesidades de las personas mayores y de sus familias pero también incrementar la vulnerabilidad del mayor. ¿Con qué medidas complementaríais la atención que se da a las personas mayores en las Residencias con el objetivo de mejorar su calidad de vida y la dignidad personal?

A. Quiles. ― Nos encontramos que la mayoría de personas mayores prefieren vivir en sus casas hasta el final de su vida. Por regla general, no nos encontramos con una mayoría de personas mayores que quieran ir voluntariamente a una residencia. Por lo tanto, en las residencias conviven mayoritariamente personas mayores que sufren una demencia junto con otras personas que, generalmente, no han ido a vivir allí de forma voluntaria, sino por qué no pueden hacerlo de otro modo.

La situación es muy dura para las personas que no sufren demencia y que deben abandonar su hogar por las circunstancias que sean y se encuentran con una nueva realidad que les entristece. Sabemos que hay muchas residencias que ofrecen servicios de calidad, pero que sufren una falta de recursos que impiden a las personas mayores tener una atención individualizada y de calidad. También existen residencias que no funcionan bien, desgraciadamente.

Desde Amics de la Gent Gran llevamos a cabo el programa de Acompañamiento en Residencias desde hace más de cuatro años y estamos acompañando a personas mayores de más de cien residencias en Cataluña para ofrecerles compañía y apoyo.

Cada vez hay una mayor coordinación con el personal técnico de las residencias para el bienestar de las personas mayores y ya existen algunas residencias que son ejemplo de buenas prácticas de atención centrada en la persona, y eso nos anima a seguir transformando la sociedad para que la situación de las personas mayores solamente pueda ir a mejor.