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Mientras ejercía como psicoanalista en Exeter, Inglaterra, entre 1938 y 1939,
al ver a mis pacientes en la sala de espera comencé a preguntarme:
“¿qué se dirían unos a otros si estuvieran juntos?”
S.H. Foulkes

Este artículo trata de las emociones y los sentimientos sociales desde el “diván” del Group Analysis. Es una aproximación al trabajo de W.R. Bion y de W. Reich en el campo de los grupos y de la psicología de masas observado desde la postmodernidad.

El thatcherismo (1979-1990) promovió la idea de que no existe lo que los ciudadanos llamamos la sociedad, sino simplemente individuos y sus relaciones familiares, y lo que promueve que la gente se junte en grupos es por un interés o una actividad de provecho personal o económico. Por otro lado, frente a esta idea política existe una ideología postmarxista, originaria de la Escuela de Frankfurt: lo políticamente correcto. En mi opinión, que comparto con otros psicoanalistas americanos, tanto el neo-thatcherismo como su opuesto, lo políticamente correcto, podrían considerarse “neurosis sociales y patologías de las comunidades civilizadas”, de las que habló Freud en Malestar en la cultura (Freud, 1932) y que las democracias neoliberales europeas están implementando desde principios del siglo XXI.

Los psicoanalistas que trabajamos con grupos siguiendo la tradición de la Tavistock y del group analysis, pensamos que hay nuevos territorios por investigar. Actualmente, instituciones dedicadas a la innovación organizativa analizan los liderazgos y coordinan experiencias para amplios grupos de población, los llamados large group. Son grupos de management, didácticos y terapéuticos, en los que participan entre setenta y doscientas personas y que están conducidos por tres o cuatro psicoanalistas a la vez. Aparecieron a finales de los años sesenta en el Tavistock Institute of Human Relations cuando altos directivos de empresas se interesaron por las dinámicas de los grupos y su aplicación en el campo socio-laboral, y en la Group Analytical Society para estudiar lo que se vino en denominar el inconsciente social (Gregori, 2016).

Después de más de medio siglo de experiencias empíricas en todo el mundo, la Group Analytic Society ha llegado a la conclusión de que los grupos tendrían dos funciones sociales básicas: socializar al individuo y humanizar a la sociedad.
 

Experiencias en grupos. Los supuestos básicos

S.H. Foulkes es considerado uno de los pioneros del group analysis. W.R. Bion y E. Ezriel fueron otros dos psicoanalistas que empezaron a trabajar con pacientes individuales en grupos durante la Segunda Guerra Mundial en el Reino Unido. Tuve el privilegio de asistir a algunas de las conferencias que dieron en Londres en la década de 1970. En una de ellas, Ezriel nos contó que durante la Batalla de Inglaterra (1940-1941) empezó a innovar con lo que él llamaba el psicoanálisis en grupo. Ya que la lista de espera en la Tavistock ―situada por entonces en la plaza del mismo nombre― se incrementaba cada vez más, debido al aumento de los traumatismos emocionales que causaban los bombardeos entre los habitantes de Londres, al final decidió ver en una sola sesión de seis a ocho pacientes. Dejó el mismo diván con algunos cojines de más para que pudieran sentarse en él hasta tres pacientes y añadió las sillas restantes para los demás. Analizaba lo que llamaba the common group tensión (Ezriel, 1956), al tiempo que interpretaba los síntomas que cada paciente mostraba al grupo por separado, pero con relación a él como analista del mismo. Así, con esta innovación psicoanalítica, Ezriel podía tratar entre treinta y cuarenta pacientes cada día.

Los trabajos de Bion, Rickmam y Foulkes comenzaron en el hospital militar de Hollymoor, en Northfield (Birmingham) ―The Northfield experiments (1942-1946), como se les conoce―, donde jóvenes soldados traumatizados que sufrían neurosis de guerra estaban siendo recuperados para la vida militar y civil. Fueron la semilla y el comienzo del análisis de grupo británico y originaron dos modelos diferentes de trabajo que siguen todavía vigentes en la actualidad. El modelo Tavistock, en el que la tarea del analista es interpretar la cultura del supuesto básico (Bion) o la tensión grupal común (Ezriel).

Para el analista de la Tavistock, “el paciente” es su “propio grupo de pacientes”. A su vez, el group analysis es la terapia psicoanalítica individual en el grupo, del grupo y realizada por el grupo. El modelo Tavistock, en su complejidad terapéutica y didáctica, es la terapia del grupo realizada por el analista, conductor, consciente del marco referencial del grupo-como-un-todo, pero sin hacer interpretaciones acerca de cada uno de los miembros participantes, tarea que sí realiza el group analysis. A nivel formal, los dos modelos se enriquecen mutuamente, siguiendo la tradición empirista anglosajona. Foulkes formó con Jane Abercrombie y Norbert Elias la Group Analytical Society en 1952. En la actualidad, la Clínica Tavistock, fundada en 1920, y el Institute of Group Analysis, fundado en 1971, se encuentran en edificios colindantes en el distrito de South Hamspted. Curiosamente a cinco minutos andando del Sigmund Freud Museum.

Estos modelos terapéuticos permiten integrar la realidad socioeconómica y cultural de ciertas capas de la población, que por una razón u otra, no podrían ser consideradas candidatas a un psicoanálisis individual. Cuando se inauguró el Tavistock Institute of Human Relations en 1947, fue el propio W.R. Bion quien puso un anuncio en los periódicos londinenses que con el tiempo se hizo célebre: “Puedes comenzar un tratamiento psicoanalítico grupal ahora mismo y no tener que esperar un año para un tratamiento individual”. Estos modelos abrieron un futuro para el psicoanálisis y aportaron conocimientos científicos y alternativas terapéuticas y didácticas para cientos de pacientes y profesionales. Personalmente recomendaría a los profesionales de Salud Mental, una experiencia grupo-analítica, una o dos veces a la semana durante dos años como mínimo, para familiarizarse con el inconsciente social. Esta era la norma en los años setenta para los candidatos que seguíamos nuestra formación en el Institute of Psychoanalysis y en el Institute of Group analysis de Londres.

Bion argumentó que, en cualquier grupo, las personas reunidas que participan hacen una regresión y experimentan ansiedades psicóticas. Y para defenderse de estas ansiedades se crean complejas formas de defensa interpersonales que son conocidas como los supuestos básicos, que influyen en la capacidad del grupo para trabajar de forma consistente y objetiva; es decir, de mostrar una óptima cohesión. Estos supuestos básicos son tres: dependencia, lucha y fuga, apareamiento. Curiosamente, tienen la expresión en la vida social y comunitaria: la iglesia, el ejército y la aristocracia (Bion, 1980). Tuckman (1965) propuso cuatro estadios del desarrollo de un grupo: forming, storming, norming y performing, que tienden a ser usados como niveles de experiencia individual y grupal.

Un grupo de trabajo en el que no predominen los supuestos básicos tiende hacia la cohesión y la integración social. En caso contrario, el grupo se desintegra o se fragmenta y cae en manos de liderazgos carismáticos que favorecen la adhesión. En resumen, los grupos cohesivos son sanos y los grupos adhesivos serían patológicos. En el campo de la física diríamos que la cohesión se refiere a unirse entre sí partículas de la misma sustancia o de diferente sustancia de tal manera que las partículas no pierden su identidad individual ni sufren daños en sus límites individuales. Una unión cohesiva implica que el cuerpo resultante es solo temporalmente unificado. Una unión adhesiva implica que el cuerpo resultante se ha convertido para siempre en una nueva identidad.

Un grupo cohesivo se refiere a la experiencia de unidad en los sentimientos y en el propósito que permite a las personas trabajar en armonía dentro de similares roles hacia un objetivo común. Este sería el grupo de trabajo según Bion. Cuando los grupos son cohesivos son más productivos y sus miembros sienten más placer en el trabajo. Siempre hay un grado óptimo de cohesión para las varias fases del desarrollo de un grupo. Por ejemplo, poca cohesión inicial puede cohibir a determinados miembros que por miedo o por otras ansiedades prefieren quedar en silencio; mientras que demasiada cohesión puede inhibir la idiosincrasia, la originalidad y la individualidad de los miembros que, al expresarlas, podrían contribuir a romperla. En resumen, la cohesión óptima es un ingrediente esencial para que un grupo sea efectivo.
 

El cuarto supuesto básico: the oneness─I/AM

Existe un cuarto supuesto básico que aparece en los grupos. Turquet (1975), partiendo de una línea kleiniana y bioniana, lo llamó the oneness (fusión entre individuos o la nostredad). Años más tarde, E. Hopper (1997), partiendo de una línea de investigación diferente (ferencziana), pero siguiendo también la tradición de Bion, denominó a este cuarto supuesto básico I/AM (incohesión / agregación─masificación).

Según el número de personas que participan se han dividido los grupos analíticos en tres clases: pequeños, medianos y grandes. La diferencia no se encuentra solamente en el número de participantes sino también en las ansiedades que aparecen. Las ansiedades de los grupos pequeños acostumbran a ser, aunque no siempre, de tipo neurótico, con los clásicos temas triangulares edípicos y las emociones como los celos y las rivalidades que le van asociadas. En contraste, en el large group las ansiedades que aparecen son siempre psicóticas: la pérdida de la identidad personal, la aniquilación, la fragmentación del yo, etc.

Turquet, que participó en las Olimpiadas de 1948 en el deporte de la esgrima y E. Hopper, un sociólogo americano afincado en Inglaterra que estaba investigando el inconsciente social, se tomaron muy en serio la situación muy politizada de los años sesenta como modelo sociológico para ser estudiado desde el psicoanálisis y pensaron que podría existir un cuarto supuesto básico en los grupos y por inclusión, también, en la sociedad. Las ilusiones de fusionarse entre todos los miembros: the oneness y el I/AM se convirtieron en su praxis de trabajo. Así,

Los miembros de un grupo tratarían de agregarse en una poderosa unión con una fuerza omnipotente (…) para entregarse cada miembro a una participación pasiva y por lo tanto, sentir con ello un bienestar y una integridad total (Turquet, 1975).

De esta manera defensiva, la persona estaría perdida en sentimientos oceánicos de unidad. Este tipo de grupos pueden surgir de una manera espontánea en algunos conciertos de música pop o en encuentros religiosos y confesionales multitudinarios.

Si el supuesto básico de the oneness─I/AM es aceptado por todos los miembros, éstos pueden convertir el grupo en el que participan en una secta salvacionista, tal como derivaron algunas versiones del movimiento hippie que tuvieron lugar a partir de 1960: los movimientos nudistas, veganos, pacifistas, ecologistas, moteros, animalistas, neo rurales, etc. Si esto continua, el mito de the oneness─I/AM se va introyectando y entre todos los miembros contribuyen a su institucionalización. Entonces participan de la fantasía omnipotente que su grupo jamás llegará a una solución mala, equivocada, estúpida o imprudente. Incluso puede llevar a los miembros a la creencia que están construyendo entre todos una sociedad utópica. Como veremos, el mito the oneness─I/AM incapacita a los miembros para pensar de una manera independiente del grupo y examinar sus propias creencias y ansiedades. Tales procesos inconscientes son típicos de los movimientos religiosos, sociales y políticos carismáticos en los que las personas desean ser─uno─con─Dios o uno─con─el─líder. El cuarto supuesto básico puede devenir con el tiempo en una neurosis social, tal como expondremos al hablar de lo políticamente correcto.

Desde la clínica grupo analítica, the the oneness─I/AM sería el resultado de una conversión ―casi psicótica― que aparece en aquellas personas que participan activamente en un large group. Esta conversión los miembros la experimentarían en el self, como consecuencia de las amenazas a su identidad personal en sus intentos continuos de participar emocionalmente en un large group. Se dice que, a fin de protegerse contra el miedo a la aniquilación y contra la pérdida de la identidad personal, la persona participante en el large group haría una regresión descontrolada e inconsciente y ayudaría a crear en él un estado social y cultural de completa homogeneidad. Esta homogeneidad estaría caracterizada por una absoluta igualdad y una total uniformidad en la creencia compartida, sin una clara diferenciación de roles. Se renuncia a utilizar la autoridad personal para debatir una cuestión pertinente dentro del grupo y se acepta un lenguaje grupal compartido, antes que las ideas personales y propias.

En este tipo de grupos homogéneos surge la necesidad de crear neologismos para comunicarse con el fin de ser de una manera mágica uno─con─el─grupo. Los liderazgos de estos grupos que permiten esta regresión psicótica se considera que son carismáticos. Ahora bien, el liderazgo carismático depende no tanto de la fuerza del yo y de la estabilidad psíquica del líder, como de la cantidad de suministros emocionales, de identificaciones proyectivas y de reconocimientos que recibe por parte del grupo. En mi opinión, muchos grupos terapéuticos new age entrarían dentro de esta categoría carismática de conversión.

Las personas que, por una razón u otra, están internamente traumatizadas y asustadas o que han hecho regresiones descontroladas, en su pérdida de identidad personal ayudan a crear en el grupo en el que participan el supuesto básico de oneness─I/AM. Entonces lo proyectan en el grupo y lo hacen seduciendo a los otros miembros que están similarmente traumatizados o asustados como ellos. Este miedo se puede contagiar como se contagia la gripe. La creación de un cierto terror o miedo en la población es una estrategia bien conocida en países pre-democráticos, que favorecen esta conversión. W. Reich (1980) la llamó la plaga emocional. Un grupo de trabajo cohesivo y democrático debería estar caracterizado siempre y en todo momento, no en la homogeneidad, sino en la heterogeneidad y con un cierto “desorden” dentro de él, con arrancias y polaridades diversas. Esta heterogeneidad es característica de la estructura mental adulta (no infantil) y es lo que se necesita para la creación, la recreación y el mantenimiento de la maquinaria democrática (Winnicott, 1950).
 

Ansiedades psicóticas en el large group. Tipos de liderazgo

Las ansiedades psicóticas, como son el miedo a la aniquilación y la pérdida de la identidad personal, son muy corrientes y se observan cuando la persona participa en un large group. En este caso, el setting[1] consiste en que tres o cuatro psicoanalistas se sitúan en las mismas sillas que los participantes, en medio de ellos y en diferentes lugares y todos los miembros del grupo en uno o dos círculos concéntricos. Los diferentes analistas van interpretando las ansiedades que están sucediendo en el grupo en el aquí y ahora. Cada miembro puede hablar cuando quiera y siempre que no sea interrumpido por otro miembro del grupo.

El miedo a la aniquilación del self es una respuesta emocional a la experiencia de profunda impotencia que surge cuando la persona participa en un large group. Estos miedos son expresados como si se tratara de una fisión nuclear del self, como una fragmentación de la propia mente en pequeñas partículas que explotan como un fuego de artificios. Estas ansiedades psicóticas serían semejantes a la pérdida repentina de una persona muy querida, como sentirse completamente abandonado en la inmensidad de la nada; o miedos somáticos tales como la asfixia, el engullir o ser engullido, ser aplastado, estar atrapado, convertirse en una marioneta, quedar petrificado, etc. Algunos actores o solistas lo describirían como “pánico escénico”, pero es mucho más complejo porque aquí no se trata de un público, sino de un grupo de doscientas personas que hablan entre ellos desde el self, desde la absoluta desnudez psíquica y emocional.

El large group, como todo grupo de relaciones humanas, tiene vida propia (koinonia, comunitas, demos, etc.) y se van intercambiando en él periodos de fisión nuclear del self y fragmentación de la propia mente individual, con otros periodos de fusión oceánica y confusión entre todos los miembros. Estos vaivenes ocurren como en un péndulo, no como una tesis y antítesis dialéctica (De Mare, 1991). Cuando esta fusión oceánica ocurre, podemos intuir que en el grupo no se producirá ningún movimiento psíquico, ni para adelante ni para atrás. Tampoco habrá un desarrollo mental positivo en los miembros, ni en el propio grupo, que quedará como estancado e inmovilizado. Si este estado continua, la experiencia grupal se enquistará y se encapsulará, produciendo islas autísticas en la experiencia individual donde el silencio interno todo lo abarca. Al parecer, la encapsulación de la experiencia grupal va asociada a un tipo de liderazgo, como una forma de auto-protección que Hopper denomina la forma crustáceo. El liderazgo crustáceo sería, por ejemplo, el de una langosta, o una tortuga, o alguien que se cubre con una cáscara (Hopper, 1997).

Otro tipo de liderazgo que aparece frente a la encapsulación, el gran silencio y la inmovilidad grupal sería el liderazgo ameboideo. En este caso, los miembros del grupo tratarían de buscar su protección y acomodación, no en cáscaras psíquicas, sino en espacios mentales más amplios y con posibilidad de moverse constantemente y con rapidez.
 

¿Existe una experiencia traumática y una vida inconsciente en los grupos?

La respuesta es afirmativa. Para argumentarla teóricamente podríamos revisitar la situación socialmente politizada de los años sesenta, cuando Turquet y Hopper pensaron que podría existir un cuarto supuesto básico en los grupos y, por inclusión, también en la sociedad.

Pero antes de hacerlo me gustaría desarrollar, a modo de introducción, la tesis kleiniana de P. Turquet, como continuador de los trabajos pioneros de Bion y Foulkes. Turquet nos ofrece una terminología sencilla y elegante de las diversas maneras y momentos de relacionarse que tiene un miembro dentro del contexto de un large group, incluida la no-relación como una forma de relacionarse.

La persona que participa en un large group (y, por inclusión, también en una experiencia analítica transferencial en un grupo dentro de un Simposio, un Congreso, una Jornada o una Convención, etc.) lo hace como Yo/Individuo. Yo/Individuo se refiere a la persona que todavía no ha alcanzado un estatus de rol en el grupo. Bien porque ha dejado momentáneamente dicho estatus o porque está buscando dentro de sí mismo un estado mental que le permita participar o seguir participando, siendo en este caso un miembro en transición. Turquet sugiere que en este estado inicial el miembro del grupo podría considerarse un Singleton (S) todavía no formando parte del grupo, pero en un intento de encontrar un espacio mental dentro de sí o tratando de establecer relaciones con otros Singleton que se encuentran en un estado mental similar.

El siguiente paso sería cuando el Yo/Individuo ha establecido relaciones con otros Singleton dentro del large group como un objeto total. Se ha iniciado un movimiento mental de no-rol a rol y el Singleton se ha convertido en un Individuo Miembro (IM). A partir de aquí, buscando un equilibrio en las ansiedades psicóticas de aniquilación, fragmentación, etc., el Singleton hace un movimiento ―dentro del grupo― hacia un estado mental más estable todavía de Miembro Individual (MI), v.g. como público asistente, socio, afiliado, paciente, alumno o compromisario con una actitud participativa de rol activo. Podríamos decir que el MI ya se ha convertido en una criatura del grupo. En el large group existe un movimiento constante de rol (de estado mental) en sus miembros. Así: S―> IM―> MI, y vuelta a S.

En el estado mental de MI siempre hay una oportunidad para moverse mentalmente, cambiar de tema o plantear nuevas cuestiones para compartir y una ocasión para expresar la individualidad o la Yoidad (I─ness). Asegurarse y reasegurarse en esta Yoidad implica poder expresar una cierta conducta idiosincrática y peculiar, lo que puede exponer a la persona a tener que regresar al estado de Singleton si las ansiedades psicóticas continúan o aumentan o su conducta no es contenida por la otredad. Para un Singleton convertirse y permanecer en el estado de MI requiere encontrar dentro de sí mismo una piel mental permanente que le limite y le defina. Externamente requiere de la otredad para poder definir “lo─mío” de lo “no─mío” e internamente disponer de un objeto contenedor que haga de linde (boundary), para poder separar el presente del pasado y el entonces del ahora, ya que los miembros siguen hablando, las relaciones interpersonales se suceden y el large group continúa evolucionando en el tiempo. Tal experiencia es de continua desorientación, pues las presiones hacia la homogeneización, hacia un mínimo común denominador del grupo, conducen hacia un mundo donde desaparecerían las diferencias sexuales y las ansiedades de castración, tal y como señala Anzieu (1971). Se entraría entonces en colusión con la fantasía que el large group (incluidos los tres o cuatro analistas) es una madre omnipotente que todo lo gratifica, quizá una madre con su bebé dentro del útero.

Pero curiosamente este estado mental de homogeneización puede servir para definir la propia individualidad. Instalarse en la individualidad y permanecer un tiempo en ella implica estar expuesto a los ataques de fuerzas psíquicas desconocidas. Además, uno puede sentirse arrojado a un infinito vacío. Así que, para ambas posibilidades (homogeneización/individualización), se trata de un espacio mental peligroso para vivir permanentemente en él, ya que la persona no sabe qué sucederá con las proyecciones que ha ido depositando dentro del grupo y de qué forma y en qué momento estas mismas proyecciones le retornarán como si fueran un boomerang. Como he señalado antes, participar en el large group es una experiencia de sentirse fragmentado en múltiples trozos que han sido proyectados y re-introyectados en varios objetos externos. Turquet añade:

La conciencia individual de la vastedad del mundo externo que ha sido introyectada se encuentra con una similar experiencia interna; v.g. un mundo interno que es inabarcable y sin límites definidos. Y cuando los niveles de ansiedad aumentan o se refuerzan mutuamente, la individualidad requiere de otra proyección subsiguiente hacia el espacio exterior del large group. Y en el sentido de la vastedad ahora reforzada, la individualidad percibe el large group como algo grandioso, no solo en la vastedad, sino en algo sin fin (Turquet, 1975).

Turquet explora la potencialidad del large group para comprender, desde el psicoanálisis, el monopolio de la fuerza que poseen los Estados: una violencia social inconsciente que ha sido introyectada e institucionalizada. Una violencia ubicua, inevitable, impredecible y errante y nunca mostrada en la superficie, junto con los miedos que ésta evoca y las defensas que se movilizan en la ciudadanía. Las ideas de Turquet y Anzieu me han ayudado a comprender la impulsividad y la violencia que muestran los pacientes con un trastorno límite de la personalidad. Estos pacientes estarían instalados en un espacio marsupial, un espacio peligroso de vivir permanentemente en él, ya que la persona puede identificarse con la vastedad oceánica del mundo intrauterino o estar expuesto a las ansiedades de disolución y fragmentación del self si trata de salir. La solución a este grave conflicto es el uso continuo que hace de la identificación proyectiva y la subsiguiente e inmediata re-introyeccción de los objetos proyectados, de manera similar a lo que hace el MI para seguir conservando la Yoidad dentro del large group. Según mi hipótesis, se trataría de un estado de la mente pre-verbal (corporal) anterior a la posición esquizoparanoide que he denominado posición ocular. Al parecer en esta posición ocular se instalarían los pacientes límite (Frigola, 2016).
 

Lo políticamente correcto. ¿Una nueva neurosis social?

Los trabajos pioneros de Turquet y de Hopper han abierto nuevos horizontes para el psicoanálisis en la vastedad de un territorio (entre setenta y doscientas personas) que ahora es capaz de ser explorado y analizado en el aquí y ahora, medio siglo después de que Freud escribiera:

En cuanto a la aplicación terapéutica de nuestros conocimientos, ¿de qué servirá el análisis más penetrante de las neurosis sociales si nadie posee la autoridad necesaria para imponer a las masas la terapia correspondiente? Pese a todas estas dificultades, podemos esperar que algún día, alguien se atreva a profundizar en esta investigación sobre la patología de las comunidades civilizadas (Freud, 1931).

Dos años después de esta invitación esperanzada que Freud hace al final de El malestar en la cultura, (Freud, 1931), W. Reich publicaría Psicología de masas del fascismo (Reich, 1934). Revisitando este libro, ahora podemos vislumbrar que hay un camino, cada vez más complejo, hasta llegar a la magnitud social de la que hablaba Freud y que el psicoanálisis ha ido explorando a lo largo de su historia: la persona individual, el par, la tríada, el doble par, el grupo, las relaciones intergrupales, una organización singular, una organización múltiple, una comunidad, varias comunidades, la sociedad civil, una nación.

Esta fue la praxis que desarrolló W. Reich como director de la Policlínica Psicoanalítica de Viena y del Seminario Técnico cuando supervisaba en grupo a cientos de pacientes, de los muchos psicoanalistas que acudían a Viena para formarse con Freud. Posteriormente trasladó este mismo enfoque grupal de enseñanza a Berlín cuando creó la Sexpol junto con su amigo, el joven político Willy Brand en la década de los años treinta. Una organización que tuvo tantos afiliados como el SPD, el partido en el que ambos militaban (Frigola, 2015).

Vamos a revisitar ahora la situación socialmente politizada y los acontecimientos históricos que tuvieron lugar a comienzos de 1960 en los EUA y los que continuaron alrededor del mayo de 1968 en Francia, para comprender el nacimiento de este cuarto supuesto básico (oneness y I/AM) y el paso de una sociedad autoritaria a una sociedad antiautoritaria, del todo vale, y el nacimiento de la cultura de lo políticamente correcto. Según mi opinión, lo políticamente correcto se está convirtiendo en una neurosis social, una patología de las comunidades civilizadas de las que ya hablaba Freud en El malestar en la cultura (Freud, 1931) y que el psicoanálisis no puede ignorar.

Lo políticamente correcto es una manifestación socio-política distorsionada de las ideas marxistas, trasladada de los términos económicos a los culturales y la expresión emocional del nuevo orden social antiautoritario actual. Es mucho más complejo que la vieja y conocida moralidad autoritaria anterior a 1960.

Para reencontrarnos con este marxismo cultural ―heredero de la escuela de Frankfurt y del Institute for Social Reserch de Nueva York (Lukács, Adorno, Fromm, Horkheimer, Marcuse, Benjamin, Habermas, etc.) que tuvo lugar durante la década de 1930― debemos reconsiderar las experiencias sociales de los años 1960, como fueron las marchas por los derechos civiles lideradas por Martin Luther King, la generación beat, el nacimiento del movimiento feminista y las protestas contra la guerra del Vietnam y, por último, la aparición del movimiento hippie que fue contracultural, libertario y pacifista y un estilo social de vida.

Cuando la Escuela de Frankfurt se trasladó a Nueva York alrededor de 1933 para instalarse en el Institute for Social Research, con la ayuda y el beneplácito de la Universidad de Columbia, sus afiliados renegaron aparentemente tanto de Marx como de Freud para crear su propia praxis: la teoría crítica. Entre los afiliados que emigraron se encontraban Carl Grumgerg, un economista austriaco, que fue el primer director, y más tarde se incorporaron Max Horkeimer, Theodore Adorno, Erich Fromm y Herbert Marcuse. El término teoría crítica era muy ingenioso. Horkeimer hablaba de la “hostilidad de la gratificación personal inherente a la cultura burguesa” y “la fetichización del trabajo” (Horkeimer, 1998). Pero Wilhelm Reich, que se incorporó más tarde, se preguntó: ¿dónde se encuentra “la crítica” en la teoría? ¿La teoría es criticar el orden capitalista y la cultura occidental sin dar una alternativa? ¿La base de la teoría trata simplemente de ir criticando todo? Esto sucedía en Nueva York a finales de los años treinta, no en los años sesenta. Pero ¡qué maravilloso mensaje para los radicales de mitad de los sesenta!

A nivel personal, algunos miembros del Institute for Social Research trabajaron para el gobierno federal, incluyendo a Marcuse, que llegó a ser una figura clave en la OSS (la precursora de la CIA), y Horkeimer y Adorno se trasladaron a vivir a Hollywood. El éxito popular que tuvieron algunos de ellos como Fromm y Marcuse fue debido, a mi entender, a que introdujeron el elemento que es central en la psicología de masas: la cuestión sexual y la perversidad polimórfica, “protestando contra el ascetismo burgués en nombre de una moralidad más alta” (Marcuse, 2010). Obviamente ambos se referían al Marqués de Sade. Para Wilhelm Reich, quizá el más puritano de todos ellos (puritano en el sentido de puro y natural), sus asuntos personales no fueron nada amables. Todos sus libros terminaron siendo literalmente quemados en la incineradora de Gansevort, en Nueva York, por una orden del gobierno federal y él mismo enviado a la cárcel tras un juicio farsa, donde murió en 1957, en pleno macartismo. Sobre este hecho histórico circula en internet un film de 2012 del director austriaco Antón Svoboda, todavía inédito en nuestro país, The strange case of Wilhelm Reich, protagonizado por el actor Klaus María Brandauer.

Aunque la palabra políticamente correcto podría parecer un chiste de mal gusto o una frase ocurrente de un cómic, todavía nos la seguimos tomando medio en broma, pero, en el fondo, la expresión es muy seria. Su origen se remonta, como ya hemos señalado, a la revolución estudiantil de los años sesenta: el movimiento pacifista, la revolución feminista y la lucha por los derechos civiles. Fue precisamente Marcuse en su libro Eros y civilización quien postuló que si destruimos el orden opresivo existente y liberamos el Eros (la perversidad polimórfica) abriríamos y liberaríamos en realidad la fuente de la libido (Freud) y las consecuencias sociales serían que cada uno podría hacer lo que le viniera en gana. Creó la famosa frase haz el amor, no la guerra. Esta ideología que en un principio fue considerada erróneamente freudo-marxista, John Lennon la convirtió en una utopía con su intemporal Imagine.

El eslogan libertario de Marcuse (2010) “intolerancia cero hacia todo lo que viene de la derecha y total tolerancia hacia todo lo que viene de la izquierda”, ahora, perversamente blanqueado, se denomina lo políticamente correcto. Lo políticamente correcto se ha ido convirtiendo con el paso de los años en la ideología oficial de los estados europeos. “Haz el amor, no la guerra” podría traducirse actualmente por “disfruta de Netflix y deja para el Estado la política”. A los ciudadanos que cuestionan esta ideología oficial se les excluye y se les censura por tener pensamientos políticos “desviados”. Lo terrible del caso es que las democracias neoliberales europeas se han apropiado lentamente, sin darnos cuenta, de las ideologías libertarias de los años sesenta. ¡Si John Lennon levantara la cabeza!

Para ilustrar la perversidad institucional de los estados progresistas que han blanqueado las ideologías de los movimientos revolucionarios de los años sesenta y setenta, me viene a la mente la elocuente frase de James Agee:

Cada vez que aparece una furia en la tierra el tiempo la transforma en arte, religión o algún nuevo tipo de autoridad. El golpe más mortífero que los enemigos del alma humana pueden asestar es darle culto a la furia. Swift, Blake, Beethoven, Cristo, Joyce, Kafka, decidme alguno que no haya sido de esta manera castrado. La aceptación oficial es el signo inconfundible que la salvación nos ha sido negada otra vez; es el signo más claro de una fatal incomprensión y es también el beso de Judas (Agee, 2010).

Concluyendo, parece que estamos directamente empujados hacia una nueva transformación de la historia. Algunos países se están convirtiendo en estados ideológicos. A los ciudadanos se nos pide que internalicemos esta ideología oficial que será posteriormente reforzada por las instituciones públicas. Nos podemos reír de la palabra políticamente correcto, la podemos encontrar incluso graciosa, pero está ya instalada en el inconsciente social para futuras generaciones.
 

Lo políticamente correcto: la expropiación como ideología. Nôtre Dame

El 15 de abril de 2019 ocurrió el incendio de la catedral de Nôtre Dame de Paris. En menos de 24 horas se solucionó todo el impacto emocional. En vez de iniciarse un proceso normal de duelo por la pérdida sufrida, tanto a nivel institucional como para los ciudadanos del mundo, inmediatamente surgieron como por arte de magia “las poderosas defensas obsesivas y maníacas”. El gran poder de la banca, de las multinacionales y de las instituciones públicas solucionaron el impacto emocional de la pérdida de Nôtre Dame en menos que canta un gallo. Más de mil millones de euros recaudados. Esta es la manifestación omnipotente y omnisciente de lo políticamente correcto que nos expropia todas las emociones que sentimos y compartimos los seres humanos ante la destrucción y la muerte. Se ha iniciado la reparación. Cierto. Pero de forma maníaca y sin las emociones que acompañan a la pérdida, a la aflicción y al duelo.

Lo políticamente correcto es una forma de moralismo social altamente específico e influyente que se origina y se desarrolla desde la nueva izquierda, una aplicación del pensamiento económico mecanicista de Marx a la conducta social actual. Quiere traer a la sociedad un igualitarismo radical reforzado por el poder del Estado. Sus elementos estructurales serían:

a) Una visión de una sociedad sin clases; una sociedad no solamente con igualdad de oportunidades, sino también con igualdad de condiciones.
b) Una explicación mecanicista y singular de la historia. La historia se explica solamente desde cada grupo social. Un grupo que se define por el sexo, la raza, el género, la orientación sexual o la nacionalidad tiene el poder de explicar la historia sobre los otros grupos sociales.
c) Algunos grupos minoritarios son virtuosos por definición, mientras que otros grupos son considerados diabólicos a priori, sin tener en consideración la conducta actual de estos individuos
d) Funciona a través de la expropiación cultural. Las faltas se colocan en aquellos cuyo funcionamiento mental es opuesto a lo políticamente correcto. Los privilegios se dan a los grupos favoritos, así como a los actos de acción política afirmativa, que es políticamente correcta.
e) Un método de análisis es la “deconstrucción” y está asignada para “probar” lo correcto de la ideología en cuestión. Cada texto “prueba” su propia “evidencia”. Claramente, tal análisis parece simplista, pero se le tiñe de un aire “científico” en la doctrina que predica.
f) La creación de un estrés emocional dañino en el individuo y en las relaciones humanas.

Dice Coderch (2016): “(…) el estrés dañino es el estrés emocional, generalmente provocado por problemas en las relaciones humanas que dan lugar a un sufrimiento interno con ansiedad, temor, inquietud (…)”. Esto es típico de los comportamientos actuales, dentro en un mundo cada vez más globalizado donde se implementan las fake news o introducción de mentiras en un sistema social, las cuales impregnadas de reacciones emocionales se convierten en post verdades. Así: fake news + marcador somático emocional = post verdades o mentiras emotivas creíbles. Un caldo de cultivo para toda clase de populismos.

Esta ideología de lo políticamente correcto se acepta sin rechistar por las masas debido a que: 1) oponerse individualmente sería sentirse vulnerable a las acusaciones de intolerancia o fanatismo; 2) empuja hacia un sentimiento de culpa que se halla en el inconsciente de cada persona. Esta culpa crea un sentimiento de simpatía hacia la “víctima inocente” de la minoría que sufre debido a que se ha opuesto al “diablo” de la clase opulenta.

Por primera vez en la historia reciente, los ciudadanos tenemos que estar muy atentos a lo que decimos, a lo que escribimos y a lo que pensamos. Debemos preocuparnos si utilizamos una palabra equivocada o una frase que puede ser denunciada como insensible, racista, sexista u homofóbica.

Lo políticamente correcto como ideología cultural marxista se apoya y funciona a través de la expropiación. Así como históricamente los comunistas rusos expropiaron a la burguesía de sus ideales liberales de la Revolución Francesa y de sus posesiones materiales ―expropiación personal y familiar como la que sufrió el protagonista de la obra de Boris Pasternak, Doctor Zhivago (1945)― la nueva política ha tomado el poder ideológico en la universidad y en distintas instituciones. De hecho, la acción política afirmativa políticamente correcta, es una forma de expropiación. Así, un funcionario público con niveles altos en la escala profesional (hombre) y que le correspondería una plaza en la gerencia, ésta se le da a otro funcionario (mujer). A esto se le llama “paridad de género”. No estoy en contra de la paridad de género, sino que pongo en cuestión la ideología de la expropiación que utiliza la nueva política para implementarla socialmente.

Muchas empresas industriales y de servicios pierden contratos a favor de otras empresas dirigidas ―digamos― por mujeres o por otros estándares basados en el género, en el color de la piel, en la religión, en la raza o en la nacionalidad. Algunas compañías teatrales expropian textos de Shakespeare o de la Biblia y los reinsertan por el simple hecho que en sus obras existe una supresión de la condición femenina o por motivos de raza o de género. A esto se le llama “deconstrucción”. Se expropia el significado histórico y se reinserta en el significado deseado de lo políticamente correcto. Se ha llegado a la situación ridícula que en algunas bibliotecas públicas se han quitado los libros de la Caperucita roja y La bella durmiente de las estanterías por considerarlos ejemplares de historias tóxicas con perspectiva de género. Una expropiación, esta vez, del mundo de la infancia de las mujeres que fueron contemporáneas de Elena Francis. En Francia pronto estará prohibido decir un piropo a una mujer. En España estuvo prohibido durante la dictadura de Primo de Rivera. Una expropiación más del placer libidinal masculino y femenino de ver y mirar y ser visto y ser mirado que es biológicamente innato (el Schaulust de Freud) y que se considerará, por una ley de la Asamblea Nacional, un sentimiento inmoral y condenable de acoso sexual y un ejemplo más de la plaga emocional y de lo que es políticamente correcto. Ilegalizar esta función humana no solo será un acto individual punible (de cien a quinientos euros) sino que la sexualidad individual pasará a depender del Estado. Una sovietización en toda regla.

Según E. Fromm lo masculino y lo femenino no reflejan lo esencial para explicar las diferencias sexuales de hoy día, cosa que sí ocurría en el romanticismo, sino que estas diferencias están socialmente determinadas. El sexo y las diferencias sexuales son un constructo social. Han quedado institucionalizadas en la cultura y en la sociedad postmoderna. La pasión y el anhelo románticos son del pasado (Fromm, 1970).

Con los supuestos básicos y los marcadores somáticos de las emociones (fake news) los nuevos políticos populistas se sienten como peces en el agua. A éstos solo les mueve el afán de acumular votos para mantener o conseguir de nuevo el poder. Por esta razón, han probado que son peligrosos para nuestra salud democrática, no tanto por motivos personales, como por motivos que están en la base de su estructura de carácter narcisista. W. Reich es todavía más explícito:

“Es, pues, una falta de los políticos si los proponentes de la economía sexual los ignoramos ahora. La experiencia muestra que la política y la economía libidinal sana mantienen las mismas relaciones que el agua y el fuego. Puesto que nuestra primera preocupación como psicoanalistas es la de cumplir con nuestras tareas sociales, nosotros estamos automáticamente, lo queramos o no, contra la política de todo género” (Reich, 1980).

El lenguaje de lo políticamente correcto

¿Qué papel juega el inconsciente en la vida social y política? ¿Existe una mente política? Para responder a estas cuestiones observemos con detalle el lenguaje políticamente correcto y la función que tiene. Mi primera impresión es que este lenguaje funciona como un mecanismo de defensa inconsciente que entorpece, distorsiona y altera el contacto y la comunicación entre los ciudadanos. Ha inundado todos los aspectos de la sociedad, creando un obstáculo para expresar el contenido emocional, pervirtiendo términos que oscurecen el significado de las palabras tales como asunto, diálogo, pacto, así como los usos gesticulares de la moderna onomatopeya, basada, a veces, en expresiones breves cuyo sentido se sobreentiende, así como los diversos emoticonos que han inundado los grupos en los foros y en los chats.

Esta vaguedad en el lenguaje la vemos con las palabras asunto y diálogo. Cuando un político afirma: “tenemos un asunto pendiente…”, “queda un asunto por negociar…”, ¿qué es lo que realmente está diciendo? ¿es pequeño? ¿es grande? ¿es un problema? ¿es un conflicto? ¿es un asunto de paridad? ¿un asunto de votos? ¿un asunto de agenda? ¿un asunto de presupuesto?

Lo mismo ocurre con la palabra diálogo, una palabra hermosa y profunda, de origen platónico. ¿Qué significa en realidad dialogar: tener una conversación, una discusión, una charla, un encuentro, una cháchara, departir, pegar la hebra, etc.? Este lenguaje sirve para impedir la verdadera comunicación emocional, además de oscurecer, higienizar y esconder todos los afectos y sentimientos implícitos. Consideremos, por ejemplo, la frase “tal actor es un adicto al sexo”. ¿Qué significa en realidad? ¿Que es un adúltero, un Don Juan, uno que se enamora fácilmente, que lleva una doble vida sexual, alguien a quien le gustan las mujeres, etc.? En mi juventud escuchábamos esta noticia de Renfe: “El tren lleva dos horas de retraso porque una persona se ha quitado la vida en los raíles”. Ahora es sustituida por otra más políticamente correcta: “Renfe lleva retraso por problemas ajenos a la empresa”. Todo este lenguaje destroza la espontaneidad y nos convierte en unos robots insensibles y nos expropia toda la riqueza psicosomática de las emociones humanas.

Actualmente muchos conceptos sociales se han blanqueado usando el léxico de lo políticamente correcto. Por ejemplo, “una familia monoparental” en realidad muchas veces quiere decir “un hogar roto por problemas personales o sociales”. A los emigrantes ilegales ahora se les llama “los sin papeles” y la expresión “personas de color” se refiere a todos los afroamericanos. A los árabes ahora se les debe llamar “magrebíes”. La manipulación de masas ahora se considera “ingeniería social”. La explotación se llama “uso eficiente de los recursos”. Obedecer es “cumplir la ley”. “Sénior” ha reemplazado a la expresión más humana y cálida de “persona de la tercera edad. A los vagabundos se les denomina “los sin techo”. Al ciudadano que entra en tu propiedad y se queda viviendo dentro sin ningún título de derecho se le considera legalmente “un okupa”.
 

Las estructuras sociales. Agregación y masificación

Hopper, profesor en la London School of Economics (1962-1982) y miembro de la British Psychoanalytical Society continuó la tradición de Bion, Turquet y Foulkes. Y en una línea de investigación ferencziana, con pacientes muy traumatizados (drogadictos, víctimas de incesto, con abuso sexual y adultos que en su infancia sobrevivieron al holocausto), llegó a la misma conclusión que Turquet desde una perspectiva kleiniana. Como dijimos, describió un cuarto supuesto básico en los grupos que denominóI/AM (Incohesión / Agregación-Masificación) . Lo presentó en la Group Analytic Society en ocasión de la XXI Foulkes Annual Lecture, en mayo de 1997. I/AM significa que la identidad personal se encuentra en grave peligro, a diferencia de I’am (yo soy) que apela a la autoafirmación. I/AM se basa en el sentimiento de aniquilación en el self cuando la persona ha vivido en el pasado una experiencia traumática continuada. Curiosamente, como ya hemos señalado, el sentimiento de aniquilación y fragmentación del self es también una respuesta emocional a la experiencia de profunda impotencia que surge en los MI que participan en un large group (Hopper, 1997; Turquet, 1975).

Las dos formaciones sociales más primitivas son los agregados y las masas. Ambas son reuniones de personas, pero no pueden considerarse grupos como tales. El proceso mental que se requiere para que los agregados o las masas se conviertan en grupos (analíticos, de opinión, de lectura, de tertulia, terapéuticos, etc.) es lento, laborioso y dificultoso. Pero un grupo puede convertirse y devenir en agregado y en masa más fácil y rápidamente. Lo mismo pasa con un agregado que puede convertirse en masa y una masa en agregado.

Un agregado está caracterizado por un mínimo grado de atracción mutua entre varias personas que no son interdependientes ni necesariamente están en simpatía unas con otras sobre la base de creencias, normas o valores compartidos. La mayoría de las personas que asisten a un acontecimiento deportivo son agregados de individuos. Por contraste, la masa se caracteriza por un máximo grado de atracción y un deseo de participación entre varias personas, que es mutuo. No son interdependientes pero comparten la ilusión de la solidaridad, habitualmente por un breve periodo de tiempo. La mayoría de las manifestaciones multitudinarias son una masa de ciudadanos.

Un grupo de personas reunidas en estado de agregación es apenas un grupo, quizá podríamos llamarlo un grupúsculo, aunque los miembros pueden sentir que sí lo son. Este tipo de grupúsculos acostumbran a organizarse al final de las manifestaciones multitudinarias y la mayoría de las veces terminan en violencia. Mientras que un agregado tiene demasiada individualidad para ser un grupo, la masa tiene poca individualidad. La agregación y la masificación son modelos de interacción, con normas, así como estilos propios de pensar, de actuar y de sentir. En los sistemas sociales caracterizados por estados mentales de agregación, las personas no quieren una mediación externa y son reacios a la observación por parte de terceros. Por esta razón, la comunicación entre estas personas está caracterizada por eufemismos y burocratización (Hopper, 1997). Se ha demostrado que una institución pública cerrada a la observación de sus procesos mentales internos está en peligro de fragmentarse en pequeñas unidades defensivas. El desarrollo de defensas institucionales en los estamentos públicos contra la ansiedad es un fenómeno muy conocido en la literatura psicoanalítica (Menzies, 1960).

Como dijimos respecto al large group, el estado mental de agregación está asociado a un profundo silencio. Por contraste, en los sistemas sociales caracterizados por la masificación, los silencios son reemplazados por frases elocuentes, eslóganes, cánticos, etc.; o bien por las señales visibles que se llevan en el cuerpo: lazos, pines, bufandas (de violeta para el feminismo, del arcoíris para el movimiento LGTB). Todos los aficionados al futbol llevan consigo bufandas con los colores de su club para sentirse masa. O bien chalecos amarillos como en el movimiento social francés.

Desde Freud, los psicoanalistas sabemos que para la liberación de las tensiones emocionales, el humor es fundamental. Mientras que la masificación con una cohesión óptima está asociada a la ironía, la agregación está asociada al humor negro, sarcástico y mordaz.

Es virtualmente imposible reunir la variedad de idiosincrasias que existen dentro de toda una población para proporcionar el mayor bien común para todos. A fin de protegerse contra las ansiedades y las dificultades asociadas a la masificación, el sistema social regresa y cambia de nuevo hacia el estado primitivo de agregación, donde otras ansiedades vuelven a emerger. Estas oscilaciones masificación/agregación se van repitiendo en el tiempo, oscilan, por así decirlo, pero no en un movimiento dinámico ni dialéctico. A veces se da un estado de parálisis social. En un esfuerzo para escapar de los problemas y de las ansiedades asociadas a la agregación, las personas tratan de fusionarse entre sí creando grupos, asociaciones, colectivos, etc., contribuyendo a mantener en el tiempo el supuesto básico de oneness─I/AM.

Es siempre dificultoso el poder facilitar el desarrollo de una óptima cohesión dentro del contexto impredecible de un gobierno democrático. Este es el ingrediente esencial en la eterna lucha para construir una sociedad democrática. Me refiero a una democracia internalizada, donde la democracia empieza en uno mismo y en la tolerancia de la otredad, como señalaba Winnicott (1950). Una sociedad democrática no se construye con pladur sino con ladrillos. Los ladrillos, que acostumbran a durar siglos, necesitan de un lento proceso para extraer la arcilla del suelo, de una costosa elaboración mecánica y de una óptima cocción, todo este largo proceso antes de la construcción de un edificio. Esto requiere el uso creativo de las diferentes experiencias traumáticas que van apareciendo en la ciudadanía a medida que se va creando, recreando y manteniendo la maquinaria democrática. Es necesario un diálogo creativo entre todos los ciudadanos y reconocer que existe una experiencia traumática y una vida inconsciente, no solo en el individuo ―como propone el psicoanálisis― sino en los grupos y, por inclusión, también en la sociedad en la que vivimos, como propone, a su vez, el group analysis.

Esta experiencia traumática inconsciente los ciudadanos la hemos experimentado en propia piel (se ha hecho consciente) con la masificación (v.g. confinamiento) y la agregación (v.g. desconfinamiento). Para modular este sufrimiento mental, asociado al conflicto masificación/agregación, hemos seguido participando en grupos. Esta vez, grupos virtuales: fórums, videoconferencias, teletrabajo, etc., en el marco del inconsciente social. Con ello, hemos contribuido a mantener ―entre todos― el cuarto supuesto básico, oneness─I/AM, como un mecanismo de defensa que nos ha protegido de las ansiedades asociadas a la pérdida de la identidad personal y a la fragmentación del self en una sociedad traumatizada. Pero con la esperanza puesta en el progreso, que a veces desafía lo políticamente correcto, tal como señaló Ezriel en una conferencia en la Tavistock Clinic en 1975, al hablar de los orígenes del group analysis: “De los semáforos de Londres destrozados por las bombas fueron naciendo las primitivas e improvisadas rotondas entre los escombros”. Una de las innovaciones viarias más importantes del siglo XX.
 

Referencias bibliográficas

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Resumen

Partiendo de los supuestos básicos de dependencia, lucha y fuga y apareamiento de Bion que aparecen en los grupos, se describe un cuarto supuesto: the oneness (la fusión entre individuos) y I/AM (incohesión/agregación-masificación) que corroboran la hipótesis que existe una experiencia traumática y un inconsciente social en los grupos y, por inclusión, también en la sociedad. Existe una relación entre la desintegración del self, la experiencia traumática y el papel que juega la cohesión y la adhesión como modelos de vinculación y de relación grupal y de liderazgo. A medida que los grupos se desarrollan hacia unidades sociales más amplias nuevas fuerzas inconscientes entraran en juego. Se analizan las neurosis sociales y entre estas lo políticamente correcto.

Palabras clave: inconsciente social, nostredad, incohesión, agregación-masificación, políticamente correcto.
 

Summary

Starting from Bion basic assumptions of dependency, fight and flight and pairing that appear in the groups, a fourth assumption is described: the oneness (the fusion between individuals) and I/AM (incohesion/aggregation-massification) that corroborate the hypothesis that there is a traumatic experience and a social unconscious in the groups and by inclusion also in society. There is a relationship between disintegration in the self, traumatic experience and the role of cohesion and adhesion as models of bonding and group and leadership relationships. As groups develop into broader social units, new unconscious forces will come into play. Social neuroses are analyzed and among these the politically correct.

Keywords: social unconscious, oneness, incohesion, aggregation-massification, politically correct.
 

Carles Frigola
Psiquiatra. Psicoanalista. Dip. Tavistok Clinic. Dip. Institute of Group analysis. American College of Orgonomy. D.O. The Wilhelm Reich Infant Trust.
cfrigola@comg.cat

 

[1] Foulkes describe el setting así: “La habitación debe ser tranquila, de amueblamiento impersonal y de tamaño suficiente para contener un círculo íntimo de asientos, donde los miembros del grupo puedan sentarse confortablemente para una conversación fácil, guardando distancia entre cada uno. Es costumbre dejar vacío el espacio central del círculo. Esto hace que no haya nada detrás de que esconderse, de modo que los miembros del círculo están desamparadamente visibles y ociosos, exponiendo esas partes reveladoras y expresivas ―la cara, las manos y los pies― que “hablan” el lenguaje corporal de ellos, aun durante los periodos más silenciosos de la sesión. El terapeuta es uno del círculo e igualmente vulnerable a la mirada” (Foulkes y Anthony, 1990).