Descargar el artículo
 

Introducción

Estamos ante una mutación sociológica global, un cambio de rumbo histórico de los objetivos y modalidades de socialización que supone una fractura del anterior modelo social. Nos encontramos con una sociedad posmodernista basada en la información y en la estimulación de las necesidades y en todo lo positivo, donde la verdad depende del contexto y es subjetiva. Esto produce que la sociedad sea líquida, usando la terminología de Bauman (2005), sin resistencias a los cambios, siempre con posibilidades de encontrar nuevas formas, de no quedarse atado a un esquema fijo. La autoridad se vive como autoritarismo y sólo se quiere cumplir las normas que no nos incomodan. Surge una nueva manera de gestionar los comportamientos con el mínimo de coacciones y el máximo de elecciones privadas posibles, con el mínimo de austeridad y el máximo de deseo, con la mínima represión y la mayor tolerancia posible.

En la sociedad postmoderna, tal como apunta Byung-Chun Han (2015), se estimula el libre despliegue de la personalidad, la legitimación del placer, el reconocimiento de las peticiones singulares y la modelación de las instituciones en base a las aspiraciones de los individuos. La permisividad seduce. La inmovilidad y la estabilidad están en vías de desaparición en provecho de la experimentación, la iniciativa y la obsesión por innovar. Lo que prima son los valores hedonistas como la realización personal y la búsqueda de la propia identidad que pasa por la expresión y la confrontación de experiencias existenciales. El abandono de los ideales anteriores causa angustia que lleva a una bulimia de sensaciones, de sexo, de placer, pero donde nada compensa. Hay una promiscuidad general en todos los ámbitos de la vida, una abundancia que produce asfixia. En una sociedad donde los cambios se dan de una forma tan rápida es más difícil interiorizar los valores, las normas y las formas de relación. La identidad se convierte en precaria, las personas se dejan arrastrar y las formas de actuar cambian antes de que las personas puedan habituarse.

Aprender de la experiencia por confiar en estrategias utilizadas de manera exitosa en el pasado ahora resulta poco útil. Tan pronto aprendemos una aplicación del móvil o del ordenador nos la cambian por otra más avanzada que tenemos que actualizar sin plantearnos si la novedad merece la pena. El cambio por sí mismo pasa a ser el protagonista y afecta y se manifiesta en diferentes ámbitos como a continuación veremos.
 

Cambios en el lenguaje

El lenguaje a través de los medios electrónicos: webs, emails, chats, blogs, Whatsapp, Twitter, Facebook, etc., introduce cambios. Se pierden matices, el lenguaje es más directo, más breve, más conciso, más informal, las frases más simples, con abreviaturas, con emoticonos. Estos cambios conducen a escribir como hablamos. Este estilo de comunicación se ha ido introduciendo en toda la población ya que en este momento las nuevas tecnologías llegan a una mayoría de gente.

Estamos de acuerdo con Carr (2011) cuando indica que al leer una pantalla más que leer, escanear o surfear, vamos saltando líneas y páginas en busca de la información que nos interesa, pasando rápidamente de una información a otra, hacemos una especie de “picoteo”, es un estilo TDAH. Esta forma de leer favorece lo que es breve, guapo y disperso. Con una atención breve es suficiente. No se requiere la misma atención que hay para leer un libro de texto o un ensayo. Este estilo no invita a pararse a pensar, sino que más bien crea dispersión.

El medio social digital, además de repercutir en nuestro estilo comunicativo, también produce otros cambios: en nuestra percepción, nuestras sensaciones, nuestra conducta y sobre todo en nuestro pensamiento. El flujo de estímulos va desde nuestros oídos y ojos a nuestro cerebro y altera la propia percepción del sistema nervioso. Aunque, en general infravaloramos el poder de las circunstancias en nuestra conducta, internet puede modelar nuestro pensamiento y modificar la capacidad de concentración y reflexión.
 

Cambios en el pensamiento

Las herramientas que utilizamos siempre cambian nuestra forma de funcionar, como ocurrió cuando se descubrió el reloj o la escritura. Cuando empezamos a guiarnos por el reloj ya no necesitamos orientarnos por el sol; cuando empezamos a escribir, ya no es tan necesaria la memoria, etc. Nuestras conexiones sinápticas se alteran en función de las nuevas herramientas que empleamos.

Por lo tanto, estamos de acuerdo con Carr (2011) cuando sustenta que internet cambia también la forma en que pensamos. En este sentido, sabemos por los estudios sobre la neuroplasticidad, derivados de las neurociencias, que la plasticidad capacita al cerebro para registrar de manera duradera la información externa o interna, que le llega, dando lugar a que las experiencias vividas para cada sujeto dejen su marca sobre los circuitos neuronales. Se crean sinapsis, se refuerzan y amplifican unas y se debilitan o desaparecen otras por falta de actividad. Por las repercusiones en nuestro cerebro serán tan importantes las sinapsis que emergen como las que desaparecen. Como la repetición de acciones físicas puede reorganizar nuestros cerebros, podríamos decir que neurológicamente acabamos siendo lo que pensamos (Bueno, 2016).

El ocio, la cultura y la ciencia también se están viendo afectados por el fenómeno multimedia y las nuevas tecnologías. Se consume en elevadas dosis y en forma de flash las noticias, la música, las películas, la publicidad, las confesiones privadas. Hay una aceleración de los mensajes, de la cultura y la comunicación.
Hay un exceso de información de manera que se procesa información no necesaria. Hay una sobrevaloración del hecho de estar al día, siempre conectados e informados, pero sin criterio de seleccionar y priorizar. El exceso de información ocasiona que acabemos sabiendo de todo sin conocer nada y que seamos capaces de poner al mismo nivel un best seller que un premio Nobel. En los alumnos vemos de manera muy clara el poco criterio que tienen a la hora de emplear bibliografía en los trabajos de Fin de Grado o de Máster. Acaban confundiendo saber con tener información. Mientras que la información excesiva causa desinformación, el saber, en cambio, es fruto de la experiencia y la comprensión cognitiva.

La capacidad analítica que constituye el pensamiento consiste en prescindir de todo lo que no pertenece al núcleo o foco, seleccionar lo esencial de lo que no lo es, distinguir y excluir. El pensamiento abstracto está cediendo lugar al pensamiento concreto y al empobrecimiento mental. Ejemplos de este pensamiento concreto los vemos frecuentemente en los alumnos, hasta el punto de poder encontrarnos en un examen que un alumno nos diga que no se ve capaz de poder responder las preguntas —era un examen donde se requería redactar las respuestas— porque “él solo sabe marcar con cruces las respuestas, que es a lo que está acostumbrado a hacer en los exámenes y ya no se acuerda de redactar”.
 

Cambios en las relaciones

Las nuevas tecnologías y las nuevas formas de comunicación propician también cambios en las relaciones humanas.
En una relación online, cuando hay un conflicto, a la otra persona se la puede eliminar sin considerar el conflicto, ni asumir parte de la responsabilidad ni intentar la reconciliación. Es decir, no hay lugar para la reparación. Desde este punto de vista, las relaciones online fomentan las defensas maníacas: el control omnipotente, el desprecio, el triunfo, la negación maníaca y la reparación maníaca. Comprometerse se vive como cerrar la puerta a otras relaciones posibles más satisfactorias, estar conectado permite tener las puertas siempre abiertas, conectarse y desconectarse es fácil y rápido.

El amor en los portales de encuentros se convierte en una gestión de sentimientos agradables y excitantes sin complejidad ni consecuencias y donde la identidad se puede cambiar: edad, sexo, características del perfil. El amor se positiviza, se consume y debe dar confort. Se intenta evitar el dolor, el sufrimiento y la pasión que son sentidos como negatividad. Disfrutar sin negatividad implica no hacerse responsable de las expectativas del otro, no tener en cuenta al otro, sus diferencias o sentir culpa por cómo lo tratamos. Es un actuar narcisista que lleva al desapego emocional, a las relaciones sin compromiso profundo y a no sentirse vulnerable. Es decir, se trata de evitar a toda costa las ansiedades depresivas (Klein, 1940).

La máxima aspiración es ser independiente emocionalmente y vivir solo. Mantener sexo sin celos, relaciones libres sin posesión y la indiferencia como protección frente a las decepciones y los propios sentimientos, una huida hacia delante, hacia experiencias en lugar de relaciones emocionales. Es probable que, con el tiempo, las habilidades que se requieren para las relaciones no virtuales caigan en desuso, sean olvidadas, evitadas o no se aprendan.

A continuación, mostraré una viñeta clínica de un paciente en la que podemos ver las interpretaciones subjetivas que se pueden hacer en función de las propias proyecciones a través de la relación online. El paciente es un joven de veinte años, con mucho miedo a mantener una relación con un cierto compromiso. Hasta ahora todas las relaciones que ha mantenido eran basadas en relaciones sexuales esporádicas. El paciente viene muy enfadado a la sesión, me cuenta que hace un par de semanas conoció a una chica, aunque solamente se han visto presencialmente dos días, han hablado todos los días a través del WhatsApp. El enfado surge porque la chica le ha enviado unos mensajes que el paciente me lee:

— Tengo muchos líos personales y prefiero dejarlo correr…
Paciente: ¿dejarlo correr? ¿Dejar correr, el qué? … ¿Qué historia se está haciendo ella de lo que hay entre nosotros?
— Ahora prefiero no meterme en ninguna relación…
Paciente: ¿Relación? ¿Es que tenemos una relación? ¿Ella considera relación a lo que tenemos? ¿Y sin contar conmigo? ¡Lo da por hecho!
— Dame unos días a ver si me aclaro…
Paciente: ¿Que le dé unos días? ¿Tengo que estar esperando? ¿Da por hecho que me gusta tanto que esperaré el tiempo que sea necesario? ¡Pero que se ha creído esta tía!

Explica que ha pensado contestarle una serie de mensajes que ya tiene escritos en un borrador y que también me lee. Mensajes que en mi opinión son muy agresivos. En la sesión lo podemos hablar, y entender su enfado, y esto evita que envíe estos mensajes. En cambio le envía otro diciéndole que le gustaría mantener esta conversación personalmente. Termina reconociendo que le gusta mucho la chica y le dolería no continuar viéndola.
En la siguiente sesión, el paciente me cuenta que vio personalmente a la chica y hablaron y pudieron aclarar el malentendido, que reconoce que él había exagerado el contenido y tono de los mensajes. Además, han decidido continuar hablando y viéndose, pero con calma.

Otra característica distinta es que en internet la mirada del otro pierde importancia, este otro tan presente en el mundo de la experiencia no tiene lugar en el mundo digital. Esto produce que se pierda comunicación no verbal importantísima, gestos, posturas corporales, etc. También es más fácil el engaño, principalmente de la edad y el sexo. Como falta la expresión facial, se usan muchos emoticones y éstos conllevan mayor interpretación subjetiva que las palabras y añade problemas.

Por ejemplo, un paciente me pide un cambio de hora por Whatsapp, le doy el cambio y en lugar de responderme “gracias” me contesta con un emoticón de un corazón y una flecha en dirección hacia arriba y que pone “top”. Yo interpreto que querrá decirme que tras el cambio de hora me quiere más, pero es una interpretación subjetiva, mucho más subjetiva que un “gracias” por respuesta. También por parte del paciente se han introducido elementos que estoy segura no hubiera aparecido si hubiéramos hablado por teléfono. El paciente no me hubiera respondido: “ahora la quiero más”.

Otra consecuencia de la comunicación digital es que se propicia la pérdida de límites, estamos conectados en cualquier lugar y momento, solo necesitamos un móvil. Se crea una relación adictiva. Hay gente que no va a ninguna parte sin el móvil, ni al lavabo, ni al gimnasio, ni a la playa, ni lo desconectan para dormir, ya se ha convertido en algo indispensable, es como una prolongación de nosotros. No podemos estar no conectados, y de igual manera se espera que los demás siempre estén disponibles.

Expondré ahora otra viñeta: Se trata de una chica adolescente que mantiene una relación con características sadomasoquistas con un chico mayor que ella. Me cuenta que no puede soportar no saber nada del chico, no soporta que tarde en contestar sus mensajes, controla siempre si se ha conectado o si está online y se enfada mucho si ve que está online y no le contesta, ya que da por hecho que debe de estar hablando con otra chica. Siempre tiene el móvil conectado, incluso cuando duerme por si él le envía algún mensaje, verlo al momento, aunque sea a media noche. Un día él le envía un mensaje a las tres de la mañana diciéndole que tiene muchas ganas de verla y que le gustaría tenerla a su lado. Ella salta de la cama y sale hasta casa del chico que vive a una distancia considerable, teniendo que coger metro y autobús. Cuando llega a casa de él a las cuatro de la mañana, se encuentra que el chico no está, estaba de fiesta y no esperaba que ella tomara el mensaje textual, de forma concreta. Ella, en cambio, había imaginado que él estaba esperando en casa. A través de una conversación telefónica hubiera quedado claro que él no estaba en casa.

La satisfacción inmediata sirve para no experimentar la dependencia hacia el otro y negar las ansiedades de separación y si no es posible se sustituye por otra gratificación. Con la televisión de fondo, el móvil e internet se evita la soledad. La dependencia en la época post-moderna tiene un matiz peyorativo en tanto que implica responsabilidad moral hacia la otra. En una sociedad que se rige por la satisfacción inmediata, se fomenta el consumismo, el usar y tirar, se crean necesidades artificiales que rápidamente son sustituidas por otras. Todo ello crea, en mi opinión, un terreno abonado para que las sectas y los grupos más extraños puedan encontrar adeptos entre los adolescentes. Tal vez por eso, hay jóvenes de origen europeo que se enrolan en Estado Islámico siguiendo una promesa de ser alguien importante y conseguir una identidad.

Por otra parte, la comunicación digital fomenta la comunicación anónima, la distancia y la diferencia desaparecen, se da la indiscreción y la falta de respeto, se hace público lo que era privado. Se introduce la publicación de la vida personal, la red se convierte en lugar de exposición donde mostrar las intimidades en detrimento de la vida privada. El mundo se convierte en un mercado en que se exponen, venden y consumen intimidades. Las imágenes expuestas, por ejemplo, en Facebook, Instagram, etc., son inequívocas. La distancia y el tiempo, a menudo necesario para que las cosas maduren, molestan y todo está dominado por el presente inmediato (Byung-Chul Han, 2012).
Esta transparencia y falta de privacidad va unida a un vacío de sentido. Se valoran sobre todo las cualidades externas en lugar de las internas. Se fomenta un tipo de funcionamiento mental que en psicoanálisis denominamos “como si” (Deustch, 1945). No sentirse contenido y limitado produce una falta de integración que provoca la búsqueda frenética de un “otro” capaz de sostener y mantener unidas las partes de la personalidad. Cuando las necesidades afectivas no quedan cubiertas tienden a adherirse al otro estableciendo un tipo de relación narcisista, en la que no se reconoce la existencia separada de la otra. Más bien, se da por hecho que los demás están a su servicio al igual que damos por hecho que nuestra mano obedece nuestras intenciones. No se da la posibilidad de tener una relación donde cada uno conserve su identidad y en la que se pueda experimentar la separación. La relación con la otra es muy superficial, no puede haber interiorización porque para poder interiorizar se necesita una necesaria separación del otro. En estas circunstancias solamente puede emerger un pensamiento muy concreto.

Ejemplos de funcionamiento “como si” los vemos en los alumnos que cuando realizan un trabajo se limitan a hacer unos cuantos “corta y pega” de algunos artículos consultados, pero sin ningún proceso de abstracción ni elaboración propia, y mezclando bibliografía sin ningún criterio. Si la educación se entiende como una adquisición de capacidades y habilidades para triunfar en la vida pueden confundir obtener un título con ser profesionales.
Predominan las identificaciones con celebridades, ídolos o estrellas que han conseguido triunfar. El esfuerzo ya no está de moda, todo lo que supone sujeción o disciplina austera está desvalorizado en beneficio del culto al deseo y de su realización inmediata. Al mismo tiempo se crean ambiciones desmedidas y, al ser imposible la mayoría de las veces su realización, crece la frustración y la ansiedad de estos jóvenes.

Internet también nos cambia nuestras percepciones y las maneras de gestionar las cosas. Por ejemplo, buscamos en el google, la solución de muchos problemas y dudas que antes hubiéramos preguntado a personas de nuestro entorno, a un profesor, a la madre o a la abuela. Así, consultamos tanto un tutorial de cómo descargar una aplicación, cómo poder eliminar una mancha, como una receta para un pastel, etc. Nos creemos las explicaciones que allí nos dan, damos credibilidad sin ponerlo en cuestión, porque el mundo virtual nos cambia nuestras percepciones y valoraciones, y no nos damos cuenta de que si posiblemente viéramos en persona a la que ha colgado el consejo ni siquiera le prestaríamos atención, o al menos tendríamos nuestras reservas. Creer una respuesta anónima que no sabemos quién lo ha colgado estimula nuestra omnisciencia y el sentimiento de encontrar rápidamente respuesta a cualquier problema o duda que tengamos. Se alimenta así el narcisismo del que encuentra la solución, pero también de quien que ha colgado el comentario y ve día a día las visitas que ha recibido, así como los comentarios que le han hecho.

La calidad no se sostiene, tendemos a buscar compensación en cantidad. Los amigos se cuentan, y uno se siente exitoso por número de amigos. La identidad viene dada por lo que se tiene: tener amigos, tener más seguidores, tener el último modelo del móvil o tener más masters. El silencio significa exclusión. Lo importante es expresarse y no lo que expresa o se comunica, llenar el vacío no importa en qué. De este modo, la introspección es reemplazada por una interacción frenética y frívola. De cualquier acción cotidiana y de cualquier accidente se acaba haciendo un vídeo que se cuelga o se envía a un programa de televisión para entretener, fomentando las defensas maníacas (Klein, 1940). La gente crea todo tipo de blogs, de tutoriales o de webs porque lo importante es publicar y conseguir el máximo de seguidores. Podemos encontrar todo tipo de webs, incluso, por ejemplo, de anorexia, donde se fomenta este trastorno mental y se anima a chicas que sigan el ejemplo de la que ha creado la página web.
Twitter, Facebook o Instagram son medios claramente narcisistas. Hay usuarios que elaboran diariamente un relato de sus vidas de las que Facebook e Instagram son los espejos. Algunos se pasan el día haciéndose selfies y colgándolas, y ya se habla del síndrome de selfie (Gil, 2017).

Twitter es el megáfono social en busca continuada y de manera compulsiva del “me gusta” o “seguidores”, nos da la sensación de estar siempre conectados, aunque la mayoría de las veces lo estamos con personas que no conocemos. Nos ofrece un sentimiento de pertenencia a un colectivo, un reconocimiento social, fomentando el narcisismo de que los comentarios llegan a miles de personas en el mismo momento. En los programas de TV a menudo se lee o aparece el twitter de los seguidores del programa y su autor probablemente se sienta importante de ver su comentario y que “aparentemente” éste tenga el mismo peso o valor que el comentario que hacen los periodistas especializados en el tema y que llevan el programa. Parece que necesitamos ser reconocidos para saber que existimos. Todo el mundo está invitado a participar, pero nadie está interesado en escuchar, solo el propio comunicador. Esto provoca un vacío de contenido, pero un placer narcisista.

En los debates entre tertulianos en realidad no se debate, sino que más bien cada uno explica su punto de vista, pero sin ninguna predisposición a contrastar y modificarlo en función de los otros tertulianos. Una situación muy similar sucede en el Foro de discusión de estudiantes en el Campus Virtual de la Universidad en el cual se invita a que participen. Muchos alumnos cuelgan alguna información o algún enlace en relación con los temas de la asignatura, pero son muy pocos los que contestan los debates de los demás y se ponen a debatirlo.

El narcisista solo está abierto a experimentarse a sí mismo en todo lo que se le presente, siendo legítimo todos los tipos de vida, quiere probar todo tipo de sensaciones: colgarse y tirarse desde un puente, correr maratones, subir a un cohete e ir a la luna, etc. Al mismo tiempo los problemas personales cogen dimensiones desmesuradas donde todo lo habitual se ha vuelto un problema: engordar, envejecer, dormir, las relaciones de pareja, educar a los niños, etc. Parece que para todo se necesita hacer un curso o un libro de autoayuda.

La seducción regula el consumo, las organizaciones, la información, la educación y las costumbres. Se multiplican las ofertas y todo se hace a la medida de cada uno en todos los ámbitos: fabrica tu propia pizza con los ingredientes que quieras, crea tu propio viaje, canales de radio libres, cuentos donde el lector elige el final, representaciones en que el público participa como actor e improvisa y elige como sigue la trama, lactancia a demanda, entrenamiento personal a la carta. En este marco surgen psicoterapias seductoras que ofrecen tratamientos rápidos, híbridos, eclécticos: liberación de energías, expresión de emociones, psicología positiva, terapia sensorial, risoterapia, aromaterapia, cromoterapia, etc., el público se siente atraído por la novedad. Las terapias tradicionales como el psicoanálisis no están de moda. La introspección, el esfuerzo, el reconocimiento del otro es difícil que encajen en la sociedad post-moderna.
 

Temporalidad

Otro cambio importante de las nuevas tecnologías afecta a la temporalidad con la fomentación de la inmediatez. Ahora la información está al alcance de todo el mundo, de forma poco costosa y sobre todo inmediata. El espacio virtual se impone con un flujo informativo y simultaneidad en el tiempo. Internet es global, con franjas horarias diferentes y multitemporal.

El presente se reduce a picos de actualidad. La velocidad en que se accede a la información acelera y acorta los ciclos vitales de los conocimientos. Los periódicos nos quedan atrasados porque lo que han escrito en la noche ya queda desfasado por las nuevas noticias de primera hora de la mañana. Los nuevos conocimientos rápidamente son sustituidos por otros más nuevos.

Los medios electrónicos también llevan a estar mucho más expectante de la respuesta inmediata, en los chats, por ejemplo, los mensajes son inmediatamente eliminados o bien pierden la atención en la pantalla. Accedemos al correo electrónico desde el móvil y lo consultamos varias veces a lo largo del día.

Los acontecimientos que suceden rápidamente no dejan marca profunda y no llegan a convertirse en experiencias. Todo es superficial. Se prioriza el “estar”, que contempla cambio en el tiempo sobre el “ser” que implica continuidad en el tiempo (Fromm, 1989). No se llega al final de una posibilidad, se vuelve siempre a empezar una y otra vez, una nueva relación, un nuevo máster, un nuevo artículo. En la Universidad la bibliografía que se pide en los trabajos debe ser de los últimos años, sino ya no es válida, porque se considera desfasado; pero en realidad, la mayoría de las veces, los nuevos artículos no aportan nada nuevo, son más de lo mismo.

Cuando se navega en la red, la mayoría de las veces, tampoco se sigue ninguna dirección ni camino. El tiempo en la red no tiene progreso ni desarrollo, se va de un link a otro. No hay nada que invite a detenerse demasiado tiempo en un punto del ahora. Las imágenes fugaces que pasan por la retina aparecen y desaparecen, no captan una atención suficiente. El tiempo se regula diferente, se trata de realizar tantas actividades como sea posible en el espacio más corto de tiempo. Los alumnos, como decíamos antes, solo quieren terminar y sacarse el título y no ir formándose y obtener experiencia. También los pacientes, cada vez más, quieren tratamientos cortos.

Antes nos encontrábamos con que las cosas eran para toda la vida: la pareja, el piso, los muebles, el trabajo, la profesión… Ahora, en cambio, nada es duradero todo es efímero e incierto (Torralba, 2018). Actualmente, se cambia varias veces de pareja, de piso, también de muebles porque los compramos a puestos de low cost y duran muy poco. También hay gente que se verá empujada a cambiar de profesión. Algunos grados, recién estrenados, las propias universidades revelan que tienen los días contados. El foco ha pasado del compromiso al contrato temporal, pero esta atemporalidad reactiva la angustia y la inquietud. Por ejemplo, en el trabajo tener contratos temporales no ayuda a tener ni motivación ni objetivos ni a valorar el trabajo que se tiene. También, cada vez más, oímos que jóvenes que están trabajando deciden dejar el trabajo y a veces también la pareja para dedicar un año de su vida a ir a dar la vuelta al mundo.

El compromiso ayuda a vincular presente y futuro. La continuidad temporal estabiliza. Actualmente hay un rechazo a la continuidad y permanencia y una preferencia por el cambio e inmediatez. Tal como apunta, Byung-Chul Han (2015), cualidades como paciencia y resistencia no están de moda y la identidad demasiado consolidada se ve como un obstáculo o carga.

El ciclo vital: casarse, tener familia, etc., se ha desordenado. Por ejemplo, las mujeres quieren tener hijos después de la menopausia, en lugar de enfrentarse al duelo que supone no haber sido madre; y muchos individuos se jubilan cuando todavía están muy bien para tener una vida laboral activa. Por otra parte, la sociedad transmite el mensaje de que los años no se han de notar, hay una obsesión por el culto al cuerpo presente en todas las edades, no importa si se ha de pasar por el quirófano. Lo importante es adaptarse a una moda, seguir unos cánones, hacer lo que hacen los demás sin cuestionarse nada. En este sentido, también se espera que los ancianos hagan lo mismo que los jóvenes, por ejemplo, viajar o hacer deporte.

La vivencia del tiempo ha cambiado. Por un lado, todo envejece rápidamente porque la vida también se consume, por lo que enseguida todo se convierte en pasado y el futuro, imprevisible, nos lleva a retirarnos al presente, con la necesidad de llenar rápidamente el tiempo libre con actividades concretas. Esto hace tener la impresión de que la vida se acelera, aunque, seguramente, tiene más que ver con la falta de una experiencia de duración. El “miedo a perderse algo” lleva a intensificar el ritmo vital y a tener el máximo de vivencias. Por otra parte, la gente se queja de que no tiene tiempo cuando la esperanza de vida es más larga que nunca, posiblemente obedece a que la muerte resulta difícil de enfrentar porque se la siente que llega siempre a destiempo.

Con un mundo con un uso extensivo de las defensas maníacas es difícil encajar la idea de tiempo irreversible, y de que el tiempo no se puede recuperar, asumir este hecho implica estar posicionado en posición depresiva de la que habla Klein (1975) que no es precisamente lo que predomina en la sociedad post-moderna.

La dispersión temporal puede provocar crisis de identidad. Cuando uno no tiene un camino, el objetivo desaparece, se pierde el hilo conductor y no se aprovecha la experiencia. De la misma manera que la carencia de vínculos y relaciones no nos hace libres, sino que nos genera miedo, incertidumbre y soledad, la falta de pautas temporales no provoca libertad sino más bien, desorientación.
 

Algunas reflexiones

Por un lado, Byung-Chul Han (2015) piensa que deberíamos luchar para que el tiempo recupere la duración, la trayectoria, la contemplación, y el “aroma”, como él dice. Por otra parte, Richard Sennett (2013) propone que para sobrevivir al posmodernismo el ser humano debe ser capaz de hacer frente a tres desafíos básicos: 1) El individuo ha de ser capaz de continuas y nuevas adaptaciones e improvisaciones. 2) Debe ser capaz de utilizar el talento para reciclarse continuamente ya que las tecnologías potencian que las habilidades desarrolladas tengan un corto plazo. 3) Y por último, y seguramente la más difícil de asumir, es la de ser capaz de deshacerse del pasado. Esto implica que nadie se puede sentir propietario del puesto de trabajo o de una institución que ocupa y aceptar que la trayectoria pasada de una persona no justifica este puesto de trabajo.

Probablemente, los dos autores tienen su parte de razón y tendremos que aprender a aplicar uno u otro razonamiento en función de la situación en que nos encontramos. En el trabajo, las premisas de Sennett serán imprescindibles mientras que en las relaciones personales, familiares, actividades intelectuales y tiempo libre tendremos que funcionar a otro ritmo, el de pararnos a percibir el aroma.

En un mundo donde el futuro es más incierto e imprevisible que nunca ―terrorismo, cambio climático, crisis social― parece que será muy importante tener una personalidad flexible y ávida de cosas nuevas, pero también ser capaz de detenerse a pensar, tan imprescindible en otros ámbitos como acabamos de señalar.

Es casi seguro que como no todo el mundo será capaz de adaptarse surgirán muchas psicopatologías mentales. Algunas las hemos ido apuntando a lo largo del trabajo: angustia, soledad, depresión, adicciones, problemas de identidad por falta de solidez, etc. Otras irán surgiendo y serán un desafío para nosotros, como psicoanalistas, poder abordarlas entendiéndolas dentro de este nuevo marco social. Desde el psicoanálisis deberemos ayudar a los pacientes a que se puedan detener a pensar, a reflexionar, a que puedan dar prioridad al principio de realidad por encima del principio de placer. Ayudarles a que puedan ir percibiendo “el aroma” del vínculo de intimidad que se va creando en el marco de la sesión, imprescindible para poder hacer un trabajo psicoanalítico profundo.
 

Referencias bibliográficas

Bauman, Z. (2005), Amor líquido. Acerca de la fragilidad de los vínculos humanos, México, Fondo de Cultura Económica.

Byung-Chul Han, (2012), La sociedad de la transparencia, Barcelona, Herder.

Byung-Chul Han, (2015), El aroma del tiempo: un ensayo filosófico sobre el arte de demorarse, Barcelona, Herder.

Bueno, D. (2016), Cerebroflexia, Barcelona, Plataforma.

Carr, N. (2011), Superficiales: ¿Qué está haciendo internet con nuestras mentes?, Barcelona, Taurus.

Deustch, H. (1977), Psicología de la mujer, Buenos Aires, Losada.

Fromm, E. (1989), L’art d’estimar, Barcelona, Edicions 62.

Gil, V.D. (2017), “Necesidad de reconocimiento y síndrome de selfie”, Ingenierías USB Med, vol. VI, núm 1.

Klein, M. (1940), “El duelo y su relación con los estados maníaco-depresivos”, en Obras Completas, tomo II, Buenos Aires, Paidos-Horme.

Sennett, R. (2013), El artesano, Anagrama.

Torralba, F. (2018), Món volátil. Com sobreviure en un mon incert i inestable, Barcelona, Columna.
 

Resumen

En este trabajo daré una visión crítica de cómo, a mi entender, los cambios sociales y en concreto las nuevas tecnologías como internet afectan a diferentes ámbitos como son: el lenguaje, el pensamiento, las relaciones y la temporalidad. Con esto no quiero decir que me postule en contra de las nuevas tecnologías, todo lo contrario, pero me interesa entender y profundizar en las repercusiones que pueden causar. Al final del trabajo expondré también unas breves reflexiones sobre el tema.

Palabras clave: tecnología, lenguaje, pensamiento, relaciones, temporalidad.
 

Abstract

In this paper I will give a critical vision of how in my opinion the social changes and in particular the new technologies such as the Internet affect different areas such as: Language, thought, relationships and temporality. By this I do not mean to run against new technologies, quite the opposite, but I am interested in understanding and deepening the repercussions they can cause. At the end of this paper I will also present some brief reflections on the subject.

Keywords: thecnology, language, thougths, relationships, temporality.
 

Glòria Callicó
Psicóloga Clínica. Doctora en Psicología. Psicoanalista SEP – IPA.
Profesora Facultad de Psicología UB.