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Biografía

Silvia Bleichmar, psicoanalista argentina, fue una intelectual y pensadora lúcida, cuestionadora y comprometida con la teoría y la clínica psicoanalítica. Desarrolló una amplia y profunda investigación acerca de la constitución del psiquismo que se plasmó en su tesis doctoral en la Universidad Paris VII, publicada en su primer libro En los orígenes del sujeto psíquico. Del mito a la historia. Otros temas fueron objeto de su interés; a través de sus libros y seminarios desplegó su pensamiento en relación a la constitución del sujeto inteligente, la simbolización, la neogénesis, la sexualidad masculina, revisiones acerca de la psicopatología y modos de intervención en la clínica, entre otros. Lo valioso en Bleichmar es la construcción de una clínica y la afirmación de una teorización original. Ella entra en interlocución con numerosos autores y autoras contemporáneos, conoce a fondo los textos fundadores de Freud, Laplanche, Lacan, Klein, Bion, Castoriadis, Piera Aulagnier, Winnicott y otros. Procesa y metaboliza sus escritos para desarrollar sus propias ideas, para arribar a conclusiones inéditas y novedosas que de aquí en adelante serán de lectura obligada para los psicoanalistas y los psicoanalistas de niños en particular.

Pero no sólo el psicoanálisis ocupó sus pensamientos, sino que iluminó con su mirada sagaz la vida misma, situaciones sociales y políticas y otras cuestiones que volcó en innumerables artículos periodísticos y varios libros.

Nació en Bahía Blanca (provincia de Buenos Aires, Argentina), el 13 de septiembre de 1944, donde pasó su infancia. Desde niña mostró un carácter vivaz y exuberante, acompañado de una mente creativa y lúcida. A los quince años –corría 1960– se trasladó a Buenos Aires e ingresó con pasión en el movimiento estudiantil. En la Universidad Nacional de Buenos Aires estudió Sociología y después Psicología, interesándose por el psicoanálisis. Su participación activa en la política la llevó en 1976, previo al golpe militar, a exiliarse en México.

Fue una de las psicoanalistas de niños que se vio conmovida por la entrada en Argentina de la teoría lacaniana en la comunidad científica, luego del imperio del kleinismo introducido por Arminda Aberastury:

A comienzos de los 70 se introdujeron conjuntamente los principios de la epistemología alhtusseriana y los trabajos de la escuela psicoanalítica francesa; comenzamos a leer a Freud de otra manera, guiados por el Diccionario de Psicoanálisis de Laplanche y Pontalis, el Coloquio de Bonneval, Vida y muerte en psicoanálisis, o los Escritos de Lacan. La situación era tal que alguien que se propusiera abordar la tarea clínica recibía la impresión de que empezaba a tener más claro lo que no podía hacer y no tanto lo que sí podía, en el campo específico, tomando como eje las nuevas problemáticas que se abrían a partir del llamado “retorno a Freud”.  (Bleichmar, 1984, pág. 19).

Aquí empiezan sus cuestionamientos acerca de los orígenes y la estructuración del psiquismo. Luego, sus inquietudes la llevan hasta Francia a conocer a Jean Laplanche quien dirigirá su tesis y con quien intercambiará encuentros e ideas durante largo tiempo. En 1983, publica su tesis doctoral.

En México, junto a su esposo, el Dr. Carlos Schenquerman y otros psicoanalistas, edita la revista Trabajo de Psicoanálisis en la que expone sus reflexiones y continúa su búsqueda de nuevas vías teóricas y de eficacia en la terapia. En ese país dirige para Unicef el Programa de Asistencia Psicológica a los niños afectados por el terremoto de 1985.

Ya de vuelta a la Argentina, se instala en la ciudad de Buenos Aires y desarrolla una intensa actividad. En 1994 participa en el programa de ayuda psicológica a los afectados del atentado a la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) que destruyó su sede.

Profesora universitaria a nivel nacional e internacional, comienza a dictar sus seminarios en 1998-99 en Buenos Aires –hasta junio del 2007–, y en la Universidad Nacional de Córdoba desde el 2001 hasta diciembre 2006. En ellos desplegó sus ideas, cuestionamientos y reflexiones en relación a diversos temas psicoanalíticos, teóricos y clínicos. Afirmaba que los problemas teóricos no eran solamente eso, sino que eran dificultades teoréticas, ya que los impasses en la clínica ponían en duda la teoría con la cual pensaba y la obligaban a un juego permanente de revisión de la misma.

Una de sus máximas preocupaciones era organizar conceptos teóricos que permitieran una mayor eficacia en los tratamientos ya que sostenía que en tiempos de infancia había que procurar desarmar núcleos patológicos de muy difícil y complejo abordaje posterior.

Era rigurosa al plantear sus ideas, pero a la vez amena en sus seminarios, algunas veces mordaz e irreverente, pero siempre aguda y divertida. Frente a alguna situación política, social o cultural que la interpelara, asumía la palabra con certeros comentarios. En general, durante las clases recomendaba todo tipo de libros, novelas, ensayos, escritos bíblicos y decía “esto es para las noches cultas”. Los seminarios le resultaban siempre estimulantes, allí podía exponer sus pensamientos, a la vez que reflexionar y dialogar con sus alumnos. No descartaba ninguna pregunta, decía que los grupos heterogéneos no le planteaban dificultades ya que la pregunta de los que recién se iniciaban en sus ideas llevaba al grupo a replantearse aspectos que se consideraban, erróneamente, ya sabidos.

A la par que dictaba sus seminarios, proseguía una intensa actividad: la publicación de varios libros, la escritura de artículos psicoanalíticos para revistas especializadas, el dictado de cursos en el exterior, la coordinación de grupos de estudio, la atención de pacientes, la supervisión de colegas. Al mismo tiempo, escribía en diarios y revistas comentarios acerca de temas de actualidad con una mirada de psicoanalista e intelectual comprometida. En los grupos de estudio, además de “alimentar la mente”, alimentaba el cuerpo ya que atendía a sus alumnos cálidamente brindándoles café y tortas que ella misma cocinaba cuando había alguna ocasión especial. Era también contenedora y cálida en las supervisiones.

Amaba tiernamente a su familia, esposo, hijos, y especialmente a sus nietos; solía ejemplificar sus conceptos con dichos y anécdotas que los tenían como protagonistas.

Conmovida profundamente por el sufrimiento humano, durante 2001 escribe Dolor país, un ensayo sobre las consecuencias devastadoras de la crisis del 2001, en el que remarcó la necesidad de que las subjetividades sean prioritarias a los números de riesgo; y en el 2007 No me hubiera gustado morir en los 90, donde expone su visión de la situación social y política que imperó en Argentina durante esa década. En el 2006, recibió el Premio Konex de Platino en Psicología y el 10 de mayo del 2007 fue distinguida como Ciudadana Ilustre de la ciudad de Buenos Aires.

Falleció el 15 de agosto del 2007. Su entereza frente a su larga enfermedad fue ejemplar, trabajó intensamente hasta su muerte, con la pasión, lucidez y ética que la caracterizaron.

Aportes fundamentales

Desde sus primeros trabajos, Silvia Bleichmar sostiene que el psicoanálisis está en crisis y propone la tarea de desvelar los rasgos de la misma y encontrar nuevas vías para rescatar la fecundidad de la obra freudiana. En el prólogo de su libro Clínica psicoanalítica y neogénesis afirma:

Si la disociación entre teoría y práctica constituye uno de los grandes problemas que arrastra el psicoanálisis, ello no es efecto de la caducidad de sus paradigmas. A lo largo de un siglo el terreno se ha llenado de escombros, restos de acumulaciones que se superponen y hacen obstáculo a las posibilidades de avance, tornando claro que, en este caso, la acumulación no hace a la riqueza, y un barrido se torna necesario. Despejar el espacio, separar los elementos fecundos de la maleza y posibilitar una vez más el rebrote de aquello, que sepultado por la acumulación cuasi obscena de aporías empantana hoy toda posibilidad de recomposición productiva del campo analítico.

Clínica psicoanalítica entonces, con la clara intención de someter a caución nuestra práctica a partir de un pensamiento crítico avalado por enunciados metapsicológicos y de revisar los enunciados metapsicológicos mediante su puesta a prueba en la práctica. La clínica desde la perspectiva que estamos enunciando no es el lugar donde se produce la teoría; es el espacio desde el cual se plantean los interrogantes que ponen en tela de juicio las teorías que sostenemos con convicción” (Bleichmar, 1999, pág. 11).

En sus primeros artículos, se propone esta tarea en relación al psicoanálisis de niños y plantea la necesidad de revisión de la teoría de Melanie Klein y la teoría lacaniana, en la propuesta de Mannoni y Eric Laurent. Rescata los aportes de ambas al tiempo que expone sus propias ideas. Respecto de la primera, plantea la necesidad de superar el endogenismo pulsional y fantasmático –“los supuestos de una mitología biológica que impedía la interpretación del inconciente singular e histórico y los movimientos de su constitución al darlo por un existente originario” (Bleichmar, 1990, pág 66)–; y de la segunda, la necesidad de salir del intersubjetivismo que:

…no se realizará sin teorizar y explorar a fondo la constitución del inconsciente en su carácter de existente histórico, singular y de hacer jugar en este movimiento las diferencias entre estructura de partida de la constitución psíquica infantil –es decir la estructura del Edipo en tanto constelación deseante de los padres en su carácter de sujetos clivados– y la productividad del inconciente en sus relaciones particulares con los otros sistemas psíquicos, en el interior de una tópica que define sus modos de relación tanto interno como externo (Bleichmar, 1990, págs 65-66).

Las citas anteriores están contenidas en el artículo “Aperturas para una técnica en psicoanálisis de niños” (1990) en el que Bleichmar nos adelanta: “una teoría de lo originario y una técnica para operar en los tiempos de constitución del psiquismo es el objetivo de trabajo en cuya producción me veo embarcada” (1990, pág. 67). Objetivos, junto con otros, sobre los que investigó y trabajó durante toda su vida.

¿Por qué una teoría de lo originario? Porque afirma la necesidad de definir el objeto del psicoanálisis de niños, ya que el tiempo de infancia es conceptualizado como el tiempo de constitución del aparato psíquico. Siendo el objeto un aparato en constitución, se plantea cómo se trabaja en los diversos tiempos. En relación a ello, acuerda con el planteo de Jean Laplanche, y afirma que ya Freud postulaba una correspondencia entre el objeto y el método de abordaje, partiendo de su definición de que el psicoanálisis es un proceso de investigación de los procesos psíquicos que de otro modo serían difícilmente accesibles y de un método de tratamiento de perturbaciones neuróticas basado en esta indagación (1993).

La tesis de Jean Laplanche en el Coloquio de Bonneval (Ey, 1970) en la que plantea el concepto de represión originaria como fundante del inconsciente, fundado como una estructura segunda, no como mero efecto de sentido, la lleva a revisar la metapsicología freudiana para resituar la mítica represión originaria a la que considera necesaria para ordenar la constitución del psiquismo y el comienzo de la neurosis infantil. En su libro En los orígenes del sujeto psíquico (1984) expresa:

Partí de la hipótesis desarrollada por Freud en la Metapsicología (1915) que postula que la represión funda la diferencia entre los sistemas inconciente y preconsciente-conciente y que antes de esto son los otros destinos pulsionales-el retorno sobre la persona propia y la trasformación en lo contrario-los que pueden actuar como defensa.

La represión originaria era, por otra parte, en esta formulación freudiana, la condición de trasformación del placer en displacer en relación con la pulsión, porque la posibilidad de ejercicio del placer en un sistema se convertía en displacer en el otro sistema.

A continuación ¿quién sufre? y ¿por qué?se trasformaron en las preguntas clave para plantearme cualquier tipo de comienzo de intervención terapéutica posible (pág. 20).

Estos cuestionamientos iniciales la llevan a desarrollar un modelo de aparato psíquico y sus tiempos de constitución tomando como concepto fundamental la represión originaria. Considera al psiquismo como de origen exógeno, traumático, metabólico y en decalage en su constitución proponiendo tres tiempos lógicos para ello. Tiempos lógicos, no cronológicos, pero que se desarrollan en tiempos reales.

En adelante, a manera de un eje ordenador, iremos analizando los aportes de Bleichmar y las diferencias con otros autores en el análisis de estos tres tiempos.

En el capítulo I de su libro La fundación de lo inconsciente (1993), desarrolla las características del primer tiempo de constitución del aparato. A partir de una consulta de un bebé de dos semanas de vida con un trastorno grave de sueño, teoriza acerca del trastorno y la intervención analítica que lleva a su resolución. Nos detenemos en estas precisiones para subrayar el vaivén permanente en Bleichmar de la clínica a la teoría y desde la teoría a la clínica, tal como plantea en el comienzo de este trabajo. Consideramos que uno de los aportes fundamentales en su pensamiento es el permanente cuestionamiento frente a los enigmas que nos presenta la clínica y que nos obliga a revisar las teorías que sostenemos, “el librito de bolsillo” según sus palabras.

En relación al primer tiempo, considera elementos del Proyecto de Psicología de Sigmund Freud (Freud, 1895) sobre el dormir, la circulación de las representaciones, la vivencia de satisfacción y de dolor. Allí, Freud plantea que el semejante, en su ofrecimiento de asistencia, a partir de la necesidad biológica del infante genera la pulsión. Nuestra autora va a hablar de implantación de la pulsión inspirándose en J. Laplanche y su conceptualización de la seducción originaria. Este encuentro de la madre y el bebé en la experiencia de satisfacción, va a convertir la energía biológica que circula en energía psíquica, libido. A través de los cuidados de la crianza, la madre, activadas sus representaciones pulsionales reprimidas, va a instituir las zonas erógenas, convirtiendo el cuerpo biológico del infante en cuerpo erógeno.

Esto genera una situación traumática en sentido amplio ya que los montantes adaptativos del bebé no están preparados para la irrupción de la pulsión. La implantación supone una inscripción de representaciones cargadas eróticamente, que no van a reproducir el objeto externo, sino que van a dejar sus huellas, signos de percepción de la Carta 52 (Freud, 1985) por lo que en el encuentro ya se hace presente una metabolización de lo externo. (S. Bleichmar, 1993)

Los conceptos de implantación y metábola son desarrollados a partir de la teorización de Jean Laplanche (1992) sobre la fundación del inconsciente, como consecuencia de la implantación sexual del otro; de la seducción originaria según el autor, pulsación originaria según nuestra autora. Ya que la palabra seducción está más relacionada con una actitud consciente, en cambio la implantación tiene que ver con aspectos inconscientes.

El tema de la implantación sexual a partir del otro es considerado central en la teoría:

…y diferencia nuestro pensamiento tanto del endogenismo que, desde una vertiente importante de la obra freudiana se arrastra como una de los mayores impasses del psicoanálisis a lo largo de su historia, como del estructuralismo que diluye en la estructura de partida la posibilidad de constitución del inconsciente de la cría humana.

Y es la relación entre implantación y metábola lo que restituye en el interior de la teoría y la práctica el carácter profundamente singular del inconsciente de cada uno (Bleichmar, 1998).

La metábola es definida como un procesamiento singular sólo de la implantación sexual, aquello que es un plus de placer, que proveniente del inconsciente del adulto se inscribe en un lugar del psiquismo infantil que aún no se ha diferenciado tópicamente, destinado entonces a ser posteriormente inconsciente.

En este punto, Laplanche y Bleichmar se diferencian en cuanto a la materialidad del mensaje sexual implantado; en tanto Laplanche lo plantea como mensajes enigmáticos, mientras que Bleichmar como del orden de la energía sexual excitante que se convertirá en significantes –des-significados luego de que se haya instalado el sujeto y éste no está presente desde los orígenes–:

Me gusta más la idea de considerar al psiquismo en ciernes del niño como tierra fértil en la cual alguien deposita, con amor y violencia tanto semillas como bichos. En esa selva que se genera, están las condiciones de la sexualidad y de la producción simbólica, pero luego habrá que establecer la famosa ‘reserva natural’ a partir de cercarlo de maquinarias productivas del pensamiento …

Considero que el concepto de mensaje enigmático, tan útil para la clínica porque abre una nueva vía para el procesamiento de la fantasía no es plausible de ser aplicado a la implantación de las primeras representaciones en el inconsciente, sino a los modos mediante los cuales por après coup, el sujeto intenta otorgar significación, teoriza, sobre sí mismo y el otro significativo (Bleichmar, 1998, pág 6).

La madre opera entonces en estos primeros tiempos como un sujeto clivado, ya que desde su inconsciente implanta la pulsión, pero además desde su yo tiene que proveer al niño la posibilidad de ligadura de la misma, de otra manera, lo dejaría a merced de lo pulsional desligado en un estado que Bleichmar llama “más acá del principio del placer”.

La función de narcización, que surge del yo de la madre a partir de considerar a su niño como un ser humano como ella, en el que puede trasvasar su amor, y a la vez distinto de ella, poniendo las bases del reconocimiento de la alteridad, genera en el bebé las vías colaterales que producen la ligadura de lo implantado.

El concepto de narcisismo trasvasante es uno de sus aportes a la constitución del psiquismo. A través del mismo la libido desligada, intrusiva, que penetra, a partir de los cuidados sexualizantes de la madre, será ligada de inicio por vías colaterales, mediante el recogimiento que propicia este narcisismo, estructurante de un vínculo amoroso.

En la búsqueda del soporte material desde el cual la mirada de la madre transmitía la representación unificada del retículo que constituye al yo, Bleichmar va a partir del Proyecto donde Freud se refiere al yo como inhibidor y a la operancia de las vías colaterales que implican la ligadura de la descarga. Es desde el narcisismo materno, regido por el modo de circulación del proceso secundario, que se producirá en la cría la posibilidad de ligadura.

[Es] a partir de esta posibilidad de intersección o de enfrentamiento de cantidades, como el yo opera sobre el proceso primario materno, que lo que se inscribe de inicio en la cría humana como pulsión destinada a atacar –una vez establecida la represión originaria– al yo y devenir entonces pulsión sexual de muerte, logra canales de ligazón y derivación por vías colaterales y encuentra un modo de organización que constituye el soporte de la pulsión de vida” (Bleichmar, 1993, págs. 57-58).

El narcisismo trasvasante y la ligadura que produce a través de la instauración de las vías colaterales crearán las bases del psiquismo donde luego se instalará la identificación primaria. Durante este primer tiempo, las fallas de la implantación pueden dar origen al autismo en tanto que la dificultad en la instauración de las vías colaterales generará complicaciones en la operatoria de la identificación primaria que se instalará sobre un vacío.

En un segundo tiempo lógico, Bleichmar plantea varios movimientos:

Se caracteriza por la constitución de la represión originaria, por la instauración del yo –representación narcisista–, que sepulta los representantes del autoerotismo en el inconsciente. Es el tiempo de la fundación del inconsciente en el sentido estricto, que no se produce en un solo movimiento; se trata de un tiempo real –o tiempos reales– en que algunos destinos de pulsión pueden seguir operando independientemente pero dónde lo fundamental es que la represión originaria se encuentra ya fundada. En este segundo tiempo donde se instaura la represión de la sexualidad autoerótica y simultáneamente el narcisismo y la base de las identificaciones, el sujeto comienza a acceder a la cuestión acerca de quién es. Se termina aquí de organizar  el “retículo ligador” del yo en el cual ocupa un lugar fundamental la asunción de las identificaciones propuestas, incluido en esto como cuestión fundamental –al menos hasta el presente– la atribución del género (1999a, pág. 138).

El trabajo sobre el concepto de represión originaria es uno de los aportes principales de Bleichmar. Originaria en la dirección de “dar origen a” y no de estar presente desde los orígenes. Como ya planteamos al comienzo, está en el origen de su investigación sobre la constitución de la tópica y es un concepto central para la teoría y la clínica y sólo puede ser concebida como correlativa a la instauración del yo en su carácter de residuo identificatorio narcisista. Posteriormente se plantea de dónde extrae su fuerza la represión originaria ya que opera con la fuerza de un contrainvestimento. Esta cuestión había constituido un interrogante para Freud en su trabajo de 1915 “La represión”. En palabras de la autora:

Dos grandes opciones han sido ofrecidas a lo largo de la historia del psicoanálisis a partir de propuestas de Freud mismo. Por una parte, una hipótesis de carácter económico general: son las cantidades hipertróficas de excitación que conducen a la represión. Por otra, la hipótesis identificatoria. Es del otro, de la cultura, de donde el niño extrae la fuerza e incorpora las prohibiciones que llevan a la represión de aquello que será considerado posteriormente inaceptable del lado del Yo. ¿Se trata de dos alternativas tan polares como parecerían de inicio o algún orden de complementariedad puede establecerse entre ellas?” (1993, págs. 263-264 ).

Para la autora la represión originaria extrae su fuerza del amor que el niño tiene por su madre, ya que quiere ser amado por la misma y está en riesgo de dejar de serlo si no acepta sus prohibiciones y a merced de angustias de aniquilación. La madre es la dueña de la vida y la muerte en este momento. Agrega Bleichmar:

Es el clivaje de partida del semejante (el hecho de que la madre esté atravesada conjuntamente por sistemas deseantes y de prohibición contrapuestos, tópicamente instalados) el que definirá los equilibrios de fuerzas a las cuales el incipiente sujeto se verá sometido, en razón de que la fuerza de contrainvestimiento provendrá, así como la inscripción pulsional del otro (1993, pág. 267).

Se produce en este tiempo la percatación por el niño de que el amor de su madre no es sin condiciones por lo que se va instituyendo el Yo ideal como residuo del narcisismo primario perdido. El niño ideal que tiene todas las perfecciones. Luego planteará al respecto la diferencia entre este Yo ideal como el deseo de ser amado como uno es, del ideal del Yo donde está inscripto lo que se debe llegar a ser para ser amado por esta instancia.

El abandono del autoerotismo se va a producir progresivamente y a través de dos movimientos: rehusamiento y represión. Bleichmar marca la diferencia entre ambos: el primero implica la abstención de la acción, pero no la desaparición del deseo, que es logrado a través del segundo. La consecuencia de estas renuncias es el nacimiento del sujeto ético, en tanto el niño las realiza por amor al adulto y a sí mismo ya que no se siente él si realiza lo prohibido. Eticidad que está inscripta en el Yo, anteriormente a la instauración del Superyo. El logro del control de esfínteres va a ser un signo importante de estas renuncias porque es la primera que el niño maneja voluntariamente.

De la instauración de la represión originaria o su falla dependerán la organización del psiquismo y diversas patologías como las psicosis a déficit, las psicosis productivas y diversos trastornos. La diferencia entre trastorno y síntoma es otro de los aportes de Bleichmar. Mientras los síntomas constituyen una solución de compromiso entre el deseo y la defensa, dando cuenta de una complejización importante de los sistemas representacionales, el trastorno da cuenta de una falla en la instauración de la tópica, de algo no constituido en el psiquismo.

El comienzo de la curiosidad es consecuencia de la constitución, en este segundo tiempo, de la madre como objeto total, de amor, que implica un movimiento de separación de ella. Preguntas como ¿dónde está mi mamá? o ¿con quién está mi mamá cuando no está conmigo? marcan la inauguración de la pulsión epistemofílica a la que Bleichmar define como una tendencia general del psiquismo a la resolución del enigma. En el libro Inteligencia y simbolización (2009) va a desarrollar su visión sobre el origen de la curiosidad y sobre otros temas como la construcción de la realidad, los prerrequisitos de la inteligencia y la simbolización.

En momentos previos al tercer tiempo de la constitución del aparato psíquico, plantea una visión renovadora acerca de las teorías sexuales infantiles, la castración, la identidad sexual y el complejo de Edipo, donde realiza aportes desde su teorización. El tercer tiempo está definido como aquél en que se forman las identificaciones secundarias y la constitución de las instancias ideales: ideal del Yo y conciencia moral a partir de la represión secundaria. Esta revisión –y en general la que propone para el psicoanálisis– tiene que ver con su preocupación por liberar ciertas teorizaciones influenciadas por la época en la que fueron iniciadas.

Va a diferenciar entre producción de subjetividad y constitución de psiquismo, considerados como dos ejes para el estudio del psiquismo.

La constitución del psiquismo está dada por variables cuya permanencia trasciende ciertos modelos sociales e históricos y que puede ser cercada en el campo específico conceptual de pertenencia. Mientras que la producción de subjetividad incluye todos aquellos aspectos que hacen a la construcción social del sujeto, en términos de producción y reproducción ideológica y de articulación con las variables sociales que lo inscriben en un tiempo y espacio particulares desde el punto de vista de la historia política.

El Complejo de Edipo es tomado por otra parte como el ejemplo privilegiado para ubicar los dos ejes. Nuestra autora se pregunta en relación al mismo, tal como fue teorizado en la obra freudiana y retomado a partir del estructuralismo psicoanalítico:

Qué vigencia tiene este articulador fundamental en la actualidad, cuando la familia tal como la hemos conocido a lo largo de los siglos XIX y XX (respecto a este último en su primera mitad) está en vías de mutación no sólo por las formas sociales que toman los acoplamientos sino por la aparición de aquello que he denominado hace ya algunos años ‘el estallido de la contigüidad biológica (1999b, pág. 46).

Considera necesario revisar en este concepto el modo con el cual el eje “producción psíquica” se ve recubierto por el eje “producción de subjetividad”, ya que considera que las variables para la producción del psiquismo han sido plegadas a los fantasmas singulares, en psicoanálisis, de los sujetos que acerca de ellas fantasmatizan.

Partirá de la idea de Laplanche en sus Nuevos fundamentos para el psicoanálisis (1992) al referirse a que lo que caracteriza a la crianza de los primeros tiempos es la asimetría dada entre el adulto y el niño, asimetría que se define por la disparidad de saber y poder y por la discrepancia de posibilidades y estructuras entre uno y otro; la parasitación sexual y simbólica que el adulto ejerce. Sostiene que:

Más allá de la mamá, el papá, lo homo, lo hétero, lo que es antropológico, universal en la constitución psíquica es esta asimetría y el hecho de que todas las culturas deben ejercer algún tipo de pautación que impida la apropiación del cuerpo del niño por parte del adulto como objeto de goce. Es a esta implantación sexual y a esta pautación, que llamaremos Edipo, tanto en la función estructurante que posee como a los efectos residuales, fantasmáticos, que conducen al llamado Complejo, vale decir nudo psíquico problemático que torna insoslayable el conflicto en razón de que el deseo nace atravesado por su imposibilidad” (Bleichmar, 1999b, pág. 48).

Bleichmar pone bajo la misma óptica la teoría de la castración. Considera que esta teorización sostiene una teoría sexual infantil respecto a la diferencia anatómica de la época en la que Freud la define, elevando la misma a teoría general del psicoanálisis. Dado lo poco y fugaz que aparece en la clínica la teoría de la castración, tal como Freud lo enuncia, habría que conservar sólo lo fundamental de ese descubrimiento:

El hecho de que el deseo no está articulado por la castración, en el sentido de pérdida del pene sino por la castración, en sentido ontológico […] La castración es el reconocimiento de la falta ontológica, vale decir es el reconocimiento de que hay algo del orden de la incompletud, de la imposibilidad del sujeto de encontrar en sí mismo todo el orden deseante, todos los objetos, todas las posibilidades” (Bleichmar, 2005, pág. 86).

Es decir, el descubrimiento en el ser humano de que algo no tiene y lo tiene otro.

En este sentido, Bleichmar reconoce el acierto de Lacan cuando coloca el concepto de falo no como remitiendo a un objeto parcial sino como un ordenador de todo intercambio posible; sin embargo, se pregunta “¿deberíamos seguir llamando fálico al investimiento narcisista que da cuenta del orden de la completud del narcisismo, una vez que no consideramos al pene como el significante privilegiado de la presencia ausencia de la completud ontológica?” Y concluye que por ahora podríamos sostener esa nominación “como sostén de un descubrimiento que vale la pena conservar en el marco de la desarticulación de los modos de significación de las diferencias anatómicas desde el punto de vista histórico” (2005, pág. 87).

El discurso actual frente a la carencia de pene plantea: “no porque vos tenés tal cosa”. Esto hace a los modos del funcionamiento simbólico. En verdad, el discurso define los modos de organización de la realidad. Bleichmar afirma que hoy las niñas, en general, no plantean que quieren tener un pene, en tanto que las mujeres adultas lo que desean más bien es no depender de un pene que tiene el otro, para gozar. En tanto que en los niños varones sigue apareciendo la angustia de castración, pero también se va acentuado el temor a ser sometidos y pasivizados. “Hoy se podría someter a discusión que el fantasma dominante acerca de la completud sea el pene  –al menos en Occidente– quedando abierto el problema acerca de qué manera se fantasmatiza la diferencia anatómica” (2005, pág. 87).

En relación a la constitución de las instancias ideales en su libro La construcción del sujeto ético (2011) va a afirmar que la eticidad ya se encuentra inscripta en el Yo manifestándose a través de los diques del pudor, la vergüenza, el asco y la compasión y es anterior a la constitución del Superyó. Luego plantea los avatares de la constitución del Superyó, como conciencia moral e ideales del Yo.

Otros dos aportes fundamentales que no podemos dejar de desarrollar ya que son claves en el pensamiento de Silvia Bleichmar, uno de ellos es su concepción del inconsciente, y relacionado con él el concepto de neogénesis.

Tal como expresamos, para nuestra autora el origen del inconsciente es, en concordancia con Laplanche, de carácter exógeno, fundado a partir de la pulsación originaria a la que el niño es sometido por la madre a partir de la experiencia de satisfacción.

Las primeras representaciones implantadas van a constituir lo que Bleichmar llama “pensamiento sin sujeto” ya que se inscriben en un territorio que luego será el aparato psíquico. Considera que el aspecto ideativo es central en el concepto de representación, acordando con Freud en relación a la diferenciación representante representativo y afecto, ligados a la pulsión. Se diferencia de él marcando la vertiente endogenista que supone el representante representativo como delegación de lo somático en lo psíquico.

Por otra parte, considera que estas representaciones que se encuentran depositadas a partir de la experiencia y que aparecen al modo de la alucinación primitiva, son algo totalmente nuevo, inéditas, metabólicas, que por lo tanto no representan el objeto, pero son el origen de toda simbolización ya que constituyen la referencia primaria de la misma.

La implantación de estas representaciones como signos de percepción producirá en la cría humana una profunda desadaptación, ya que éstas empiezan a operar como atractores libidinales, subvirtiendo las necesidades básicas y creando necesidades inexistentes en la naturaleza. Estas representaciones tienen como destino transformaciones y reensamblajes, articulaciones y recomposiciones, efecto de modos de ligazón previos. Pueden pasar a constituirse en representación cosa a partir de retranscripciones, retoños y ser organizadas a partir de la represión originaria o no ser nunca retranscritas no encontrar una ubicación en el inconciente y quedar a la deriva en el aparato psíquico, formando los estratos profundos de la mente.

En relación a estas últimas conceptualizaciones, surge en Bleichmar la idea de lo originario y lo arcaico. A partir de sus propias observaciones teórico clínicas y del concepto de intromisión de Jean Laplanche, va a plantear “dos estatutos posibles de las representaciones que se inscriben del lado de lo que llamaremos de modo genérico “lo no consciente”.

Lo originario está constituido por las representaciones que tuvieron retranscripción lenguajera, y que pertenecen a lo inconciente en sentido estricto ya que están fijadas al mismo como representación-cosa. En cambio, lo arcaico se refiere a otras que nunca la tuvieron y cuyo origen remite a huellas nunca transcriptas o producto de traumatismos. Estas conceptualizaciones acerca de los distintos estatutos de las representaciones en el inconciente tienen su importancia y utilidad en la clínica ya que mientras las representaciones de lo originario al ser reinvestidas dan lugar a la constitución de síntomas en sentido estricto, y pueden ser encontradas a través de la asociación libre, las que tienen el estatuto de lo arcaico al ser activadas “fijan al sujeto” y deben ser enlazadas en una serie psíquica que debe ser construida. Para ello crea las intervenciones o simbolizaciones de transición que constituyen intervenciones del analista, basadas en elementos históricos recogidos en la cura, al modo de puentes, auto trasplantes que posibilitan la comprensión de aquello que la realidad produjo en el psiquismo.

Vemos entonces a la autora comprometida en una búsqueda de lo inscrito en el psiquismo en sus múltiples modalidades y planteando un método correspondiente para cada modo que permita ensamblarlo con la situación de origen. En este sentido, considera la situación analítica como un lugar de neogénesis. Parte de la idea de Jean Laplanche en sus Problemáticas (1987) en relación al neo-surgimiento, a la aparición de una energía sexual nueva, en la cura del adulto. Trabaja de nuevo este concepto en relación con el análisis de niños como en el análisis del adulto y plantea:

La cura no se limita a ir al encuentro de un inconciente que estaba allí desde siempre. En tiempos de infancia, la intervención analítica genera las condiciones de fundación misma del inconciente, otorgando las posibilidades de complejización y recomposición psíquica para que lo pulsional insistente y ‘fijado al sujeto’ encuentre un emplazamiento más o menos definitivo en el marco de un tiempo siempre abierto hacia nuevas experiencias, vale decir hacia nuevos traumatismos y nuevas resimbolizaciones” (Bleichmar, 1993, pág. 295).

Este artículo fue editado y publicado en el año 2020 por La Nueva Editorial Universitaria de la Universidad Nacional de San Luis (San Luis, Argentina). Colección biografías: Historia de relaciones significativas. Volumen núm 6: Marie Langer Silvia Bleichmar (http://www.neu.unsl.edu.ar/wp-content/uploads/2020/09/biografia-langer-y-bleichmar.pdf)

 

Referencias bibliográficas

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Bleichmar, S. (1999a). Clínica psicoanalítica y neogénesis. Amorrortu.

Bleichmar, S. (1999b). Entre la producción de subjetividad y la constitución del psiquismo en Revista Ateneo Psicoanalítica (2), pp. 41-59.

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Laplanche, J. (1987). La cubeta. Trascendencia de la transferencia. Problemáticas V.Amorrortu

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Resumen

En este trabajo se relata la biografía y los aportes fundamentales de la Dra. Silvia Bleichmar, psicoanalista argentina, quien fue una intelectual y pensadora lúcida, cuestionadora y comprometida con la teoría y la clínica psicoanalítica. Entre sus aportes fundamentales se encuentran su concepción de la estructuración del psiquismo en tres tiempos lógicos que dan lugar a otros desarrollos. En el primero de ellos plantea el origen de la pulsión por implantación desde el inconsciente materno y su ligadura a través de las vías colaterales provenientes del yo materno llamando a esto narcisismo trasvasante El segundo tiempo donde se da en un mismo tiempo lógico la constitución del yo-narcisismo, inconsciente y eticidad, a partir de la represión originaria, a la que dedicó su tesis doctoral .Y el tercer tiempo donde se constituyen las instancias ideales. Subrayo su concepción sobre lo arcaico y lo originario. El primero constituido por los signos de percepción de la carta 52, como inscripciones antiguas y nuevas producto de situaciones traumáticas y su manera de abordarlos. También pongo de manifiesto su concepción acerca de la neogénesis que puede producirse en la clínica.

Palabras clave: tiempos lógicos de la constitución del psiquismo, implantación, narcisismo trasvasante,metábola, represión originaria, sujeto ético, constitución de psiquismo y producción de subjetividad, lo arcaico y lo originario, neogénesis.

 

Abstract

This work is about the biography and fundamental contribution of Dra. Silvia Bleichmar, who was an Argentinian psychoanalyst, also intelectual and with a bright mind, engaged with theory and clinical psychoanalysis.Among her main contribution, we can find her conception of the structuring of the psyche in three logical times that give rise to other developments. In the first of them, she raises the origin of the implantation drive from the maternal unconscious and its linkage through the collateral pathways from the maternal ego, calling this transfixing narcissism. The second logical time where the constitution of the self-narcissism occurs, unconscious and ethical, occurring in this same logical time from the original repression, to which she dedicated his doctoral thesis. And the third time where the ideal instances are constituted. I give more importance to her conception of the archaic and the original. The first constituted by the signs of perception of letter 52, as old and new inscriptions product of traumatic situations and their way of approaching them. I also highlight her conception about the neogenesis that can occur in the clinic.Summary

Key words: logical times of the constitution of the psyche, implantation, verwhelming narcissism, metabola, original repression, ethical subject, constitution of Psychism and Production of subjectivity, the archaic and the original, neogenesis.

 

María Cristina Hernando
Psicóloga clínica.
Psicoanalista miembro titular de la Asociación Psicoanalítica de Córdoba. Filial de lPA y FEPAL.