Técnica en psicoterapia analítica grupal. Experiencia desde la asistencia pública
José Ribé Buitrón
Barcelona, Herder, 2021
Gran parte de nuestras experiencias vitales tienen lugar en el seno de un grupo de individuos. A veces se trata de grupos reducidos, en la esfera de lo íntimo con personas significativas para nosotros; otras tienen lugar en entornos grupales más amplios y numerosos.
Nacemos y crecemos en un grupo familiar que, a lo largo de nuestro desarrollo, tendrá numerosas y variadas representaciones en grupos del ámbito educativo, laboral y social. Sufrimos formando parte de un grupo y nos apoyamos en él para tolerar mejor ese dolor, o recurrimos al grupo para compartir e incrementar nuestras alegrías y satisfacciones.
Muchos autores de distintos marcos teóricos se han hecho eco de los efectos sanadores del grupo en los malestares provocados por la vida cotidiana. Algunos, como Jorge L. Tizón, hace ya tiempo que se han referido a los “agentes profanos de salud” en relación, por ejemplo, a los procesos de duelo, inseparables del desarrollo evolutivo: el grupo familiar, el grupo de amigos, el grupo de compañeros de trabajo o de estudios, el grupo deportivo, etc. No sería excesivo, por tanto, pensar en que los grupos humanos poseen verdaderas capacidades saludables para sus integrantes.
A riesgo de incurrir en una cierta simplificación se tiende a pensar que, hasta hace algunas décadas, el sufrimiento de una persona reverberaba en sus grupos de convivencia en primera instancia y era ahí donde encontraba un primer nivel de contención, empatía y ayuda. Solo en segunda instancia, cuando era imprescindible, se recurría a niveles más especializados, pero, por el contrario, alejados de su entorno vital. De hecho, esta premisa subyace en la llamada Salud Comunitaria: cuanto más saludables sean las relaciones (y las dinámicas grupales) del entorno próximo de los individuos, menos deberemos alejarlos de ellos cuando se requiera una atención profesionalizada.
En esta misma línea, Ribé se pregunta en qué momento hemos dejado de confiar en este nivel social para recibir ayuda en los malestares de la vida cotidiana, desplazándolos a los sistemas profesionales de salud. Sin abandonar este punto de partida, el autor organiza sus experiencias y conocimientos sobre el abordaje terapéutico grupal acentuando un profundo carácter humanizador y comunitario de cualquier cuestión técnica desarrollada.
Por una parte, se exponen de forma detallada y exhaustiva aspectos fundamentales de la técnica grupal, como la construcción del grupo, el encuadre, la transferencia y contratransferencia, la interpretación, los distintos momentos del tratamiento ―con especial atención al inicio y la terminación― y la coterapia. Se trata de aspectos tal vez menos novedosos pero que, por la forma como son tratados, adquieren relevancia para los terapeutas experimentados y suponen un más que valioso aprendizaje para los más jóvenes. Por ejemplo, entre las características del encuadre, incorpora reflexiones y recomendaciones relativas a las “normas” y “derechos”, tanto de los pacientes como de los mismos terapeutas; o en relación a la forma de terminar (una sesión o el tratamiento), destaca circunstancias especialmente sensibles y complejas como son los criterios de “alta” o, por el contrario, las fantasías alrededor de los “tratamientos interminables”. A este respecto, el autor nos advierte de las perniciosas consecuencias que pueden tener los encuadres confusos, las expectativas inadecuadas, o la excesiva presión por atender situaciones de dudosa indicación. Asimismo, advierte del peligro de no tratar la dependencia del paciente, favoreciendo así una inadecuada “infantilización”, o de reaccionar con excesiva rigidez, a veces hasta con “enfado”, ante decisiones de abandono o interrupción de los pacientes.
Cabe destacar que el texto nos habla desde la propia experiencia del autor como estudiante, como observador, como coterapeuta y como conductor de grupos durante un buen puñado de años y, a lo largo de todo el libro, percibimos una “doble mirada”: la de un profesional que tiene muy presente el lugar del paciente que él mismo ha ocupado en su proceso de formación como terapeuta de grupo.
Por otro lado, el libro incorpora temas que aparecen mucho menos en los manuales de técnica grupal y en los que el autor muestra una especial sensibilidad y capacidad de observación. Me parecen especialmente destacables los capítulos dedicados tanto a la formación y características personales del terapeuta grupal, como a la comprensión y manejo técnico del silencio como forma de comunicación; así como al humor y el contacto físico en el marco del tratamiento grupal.
Tratándose de una obra actualizada en todas sus vertientes, no podía faltar un capítulo dedicado al uso de las nuevas tecnologías donde el autor explica con detalle sus experiencias y reflexiones alrededor de la psicoterapia grupal en línea, así como un último capítulo centrado en la investigación.
José Ribé Buitrón es médico especialista en psiquiatría, psicoterapeuta y grupo analista. Es doctor en psicología por la Universitat Ramon Llull y docente en el Máster de Psicoterapia Analítica Grupal de la Universidad de Deusto. Colabora también como profesor en el Máster en Psicoterapia Psicoanalítica Contemporánea y en el Máster de Terapia de Familia (IUSM-URL). Trabaja en el Centro de Salud Mental de Adultos del barrio de Sant Andreu, de la Fundació Vidal i Barraquer, donde desempeña su actividad asistencial como psiquiatra clínico y en la realización de grupos psicoterapéuticos. Es miembro titular de la Asociación de Psicoterapia Analítica Grupal (APAG) y de la Sección de Grupos de la Asociación Española de Neuropsiquiatría (AEN) y miembro del Grupo de Investigación en Mentalización y Evaluación de Intervenciones Psicológicas (GREMAIP-URL).
Muchos otros autores han contribuido anteriormente, con sus aportaciones, a construir la arquitectura del trabajo grupal y esta obra da buena cuenta de una gran parte de ellos. Ribé inscribe la fundamentación teórica de su trabajo en la tradición grupoanalítica, pero sus amplias inquietudes e intereses le permiten incorporar, de forma sólida y coherente, autores de diversas escuelas psicoanalíticas, representantes de la Teoría del Apego y grandes referentes del trabajo grupal como Irvin D. Yalom. Aun así, otro de los aspectos destacables del libro tiene que ver con la actualidad de las referencias bibliográficas utilizadas, ya que una gran mayoría de ellas han sido publicadas en esta última década.
La presente obra se centra en el tratamiento “de grupo” más que en el tratamiento “en grupo”, pero sin perder de vista en ningún momento el individuo singular con sus propias motivaciones, transferencias, ansiedades y defensas; es decir, con su particular y personal “hoja de ruta” en el seno de un grupo que trabaja y vive conjuntamente.
El autor también insiste en puntualizar que habla desde el ámbito de la asistencia pública, pero lo que el lector encuentra en el libro, prácticamente todo, es perfectamente aplicable y útil para todas las modalidades asistenciales, sean estas privadas, concertadas, etc.
En definitiva, es un libro directo, que aconseja y sugiere desde el marco de la experiencia. Pero por encima de todo es un libro honesto en el que el autor se expone generosamente a la crítica del lector, al que anima a leer todo lo escrito con un pensamiento crítico y en diálogo con él mismo.
Víctor Cabré Segarra
Doctor en Psicología.
Profesor de la Universitat Ramon Llull de Barcelona.
victor.cabre.segarra@gmail.com