El trabajo “First year of life and memory” de David Rosenfeld ha sido galardonado en la 3ª edición del Premio Júlia Coromines. Este psiquiatra y psicoanalista se formó en Buenos Aires (Argentina) y, con posterioridad, ha vivido y trabajado en París, Londres y Estados Unidos. Es profesor consultor en la Facultad de Medicina, Departamento de Salud Mental y Psiquiatría de la Universidad de Buenos Aires, ejerce como psicoanalista didacta de la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires y fue vicepresidente de la Asociación Psicoanalítica Internacional (API). Hemos tenido la oportunidad de hablar con él para conocer mejor su amistad con Júlia Coromines, la influencia que tuvieron los trabajos de esta pionera en su carrera profesional y los entresijos de sus investigaciones sobre el trauma precoz, las sensaciones corporales y los síntomas psicosomáticos.
Teresa Ferret.- En su trabajo menciona a Júlia Coromines ¿Nos podría explicar cómo conoció su pensamiento y qué destacaría de sus aportaciones?
David Rosenfeld.- Los trabajos psicoanalíticos de investigación de la mente arcaica que Júlia Coromines publicó a lo largo de los años tuvieron una gran influencia en mi vida científica. Me acompañó en la difícil tarea de atender, investigar y tratar las patologías más severas en niños, desde lesiones neurológicas hasta parálisis cerebral, pasando por psicosis y autismo. Ella fue un ejemplo que me guió y acompañó. Su libro “Psicopatología arcaica”, más que un libro es el relato épico de una valiente médica psicoanalista con coraje para investigar y tratar lo que muchos no se atreven al enfrentarse a pacientes tan graves. Ella era una guía en mis trabajos y en mis tareas en el Hospital de Niños de Buenos Aires. Sus trabajos y relatos clínicos son una epopeya de investigación de lo más profundo y doloroso en los niños con psicosis, autismo y graves lesiones neurológicas. Sin embargo, ella se adentró en ese campo de dolor y tristeza para investigar, tratar y desde ahí, enseñar. De esas investigaciones y tareas surgió su teoría sobre las manos que está tan bien ejemplificada en el material clínico de la niña Berta: el concepto kleiniano de la identificación proyectiva como modelo que le abrió un mundo nuevo para percibir la mente de los niños y le ayudó a teorizar lo que veía en la práctica clínica.
T. Ferret.- ¿Por qué cree que fueron tan revolucionarias sus teorías clínicas?
D. Rosenfeld.- Hay algo importante que Júlia Corominas nos enseñó: estamos tratando de alimentar la mente de un niño como psicoterapeutas, pero atención, trabajamos como psicoterapeutas, no como educadores. No solo estimuló la investigación de los primeros meses y años de vida, sino que debemos tener en cuenta todo lo que nos enseñó describiendo cómo trataba a pacientes. Por ejemplo, la niña Marta, de nueve años, que ponía y sacaba juguetes de las cajas. Y todo lo que hizo como psicoterapeuta para comunicarse a otro nivel. Como esta niña borraba las manos en los dibujos y las hacía desaparecer. En todas sus descripciones se ve la utilización teórica de identificación proyectiva que cambió la percepción de cómo ver la mente dentro del niño y en la transferencia.
T. Ferret.- ¿Entender su trabajo significa emprender también un viaje en el tiempo hacia sus maestros?
D. Rosenfeld.- Su teoría sobre la creación del símbolo a partir de la sensorialidad y los trabajos que desarrolla se encuentran en todos sus trabajos y por eso agradece a sus maestros Melanie Klein, Winnicott, Meltzer, Pere Folch y Serge Lebovici y también a sus psicoanalistas Bouvet y Resnik y a colegas que trabajaron con ella, como la Doctora Ana Roldán, Julia Sicart y Carme Masip. Estimuló la realización de una observación directa de niños. Creo que la percepción del bebé con la madre, la voz de la madre, la piel de la madre y los contactos sensoriales fueron algo que estimuló gracias a las enseñanzas que recibió de Ester Bick. En otros momentos de sus descripciones clínicas nos encontramos Júlia Coromines y yo en el tema de las defensas autísticas, que es un tema no resuelto y aún por investigar. Sin embargo, desde el año 1943, cuando Kanner describe el concepto de autismo, hemos avanzado mucho. Y también contamos con los aportes de Frances Tustin, que han ampliado el panorama sobre el autismo junto con los conceptos de Margaret Malher. De estos dos autores que han influenciado mucho su pensamiento, Julia Coromines toma la etapa del desarrollo autosensorial que coexiste desde el principio de las relaciones de objeto y lo amplía, incluyendo los conceptos kleinianos de etapa esquizoparanoide. Además de mostrar cómo va pensando su investigación y tratamiento, también indica a sus colegas que siempre hay que verbalizar en palabras lo que hace el niño. Personalmente, pienso que darle un símbolo a la tarea no verbalizada es la base de la comprensión, del tratamiento y de la curación del autismo infantil y de la psicosis infantil porque es la creación de símbolos, del símbolo verbal que crea la estructura simbólica del Yo.
T. Ferret.- ¿Tengo entendido que usted tuvo la oportunidad de conocer personalmente a Julia Coromines?
D. Rosenfeld.– Conocí a Júlia Coromines en los congresos europeos e internacionales y además, pasamos momentos muy agradables junto a ella y mi esposa en la ciudad de Buenos Aires, cuando recibió un homenaje en el Casal de Catalunya de la ciudad. Fue muy estimulante tener contacto personal y conocer ese carácter que impulsa a investigar lo desconocido. Hace más de treinta años que Júlia Coromines ya estimulaba el tratamiento precoz de niños en el consultorio y en la escuela, sobre todo de los niños que no tenían lenguaje. La transmisión personal de su entusiasmo es lo que más me impactó y se grabó en mi memoria al conocer a Júlia Coromines.
Es muy importante sentir que uno tiene dentro de su mente a los grandes maestros como modelo y como ejemplo de que todo es posible. Siempre se necesita esa guía y ejemplo. Si la tengo que definir, diría que era curiosa e investigadora de lo desconocido. Si mis maestros pueden tratar a niños con parálisis cerebral y psicosis infantiles, entonces son un ejemplo y modelo que me ayuda y estimula a poder hacerlo yo también. En Barcelona ella conoció a mis nietos, a quienes llevé a conocer a una gran figura del psicoanálisis y a una gran figura de Cataluña. Nos recibió en su casa y les dijo: “Ustedes me deben conocer como la señora del yogur Danone”. A lo cual mis nietos respondieron: “Sí, sí, nos lo contó David”.
T. Ferret.- Todo esto nos lleva a su trabajo premiado en la tercera edición del Premio Júlia Coromines…
D. Rosenfeld.- Coincidí con Júlia Coromines en estudiar lo mismo: las manifestaciones precoces del psiquismo que aparecen en adultos. Este concepto es la base de mi trabajo “First Year of Life and Memory”, que recibió el premio. Es importante poner en palabras y símbolos verbales lo que el psicoanalista observa en los contactos sensoriales. Si no se le pone nombre y verbo (es decir, símbolo), el niño quedará siempre en contacto sensorial y atrapado en lo sensorial, lo cual no le permitirá intercambiar información a través de la palabra y del lenguaje y así crecer mentalmente.
T. Ferret.– Este trabajo habla del trauma precoz y lo sitúa en el primer año de vida. Además, destaca cómo este afecta en el desarrollo de la psique. ¿Qué aspectos destacaría como novedosos en su aportación?
D. Rosenfeld.- En el trabajo, todos los pacientes han perdido contacto con la madre a los once meses de edad y muestro cómo esto trastocó su desarrollo emocional, aunque solo es posible observar en épocas posteriores: diez, quince o veinte años después, cuando por un desencadenante el paciente muestra, a través de cuadros psicosomáticos, la separación del pecho con la boca. Muestro con un claro ejemplo cómo esto se repite en la transferencia en cada separación con el psicoanalista, que despierta los traumas de abandono y muerte de la madre. Lo que aporto de forma original es la demostración clínica de hipótesis formuladas verbalmente por Winnicot. Lo original mío es que lo demuestro de forma clínica y con ejemplos clínicos, como el caso del joven al que le salen volando murciélagos de las mejillas. Era la forma de recuperar el vínculo con la madre que murió cuando él tenía once meses de edad. En el tercer ejemplo, escrito con la ayuda y la supervisión de Ester Bick, muestro un caso fascinante de cómo el bebé, tras ser abandonado por la madre, siente que ella se llevó la piel que no estaba diferenciada del cuerpo de la madre. Mi aportación original es que lo demuestro con material clínico de un paciente y sus sueños. Un paciente que va perdiendo la piel. Además, este material supervisado y ayudado a escribir por Ester Bick fue uno de los grandes momentos y lujos de mi vida.
T. Ferret.– Resalta el papel de las sensaciones corporales y los síntomas psicosomáticos en cuanto a la función que tienen al dar coherencia y sentimiento de identidad ¿Nos podría ampliar un poco más las dificultades técnicas que nos podemos encontrar en los tratamientos?
D. Rosenfeld.- La sensorialidad es el primer contacto de un niño con la madre porque son sensaciones corporales. Todavía no hay una estructura del Yo. Son solo sensaciones, estímulos corporales. Mi teoría es que estos estímulos sensoriales con la madre quedan grabados en la memoria del niño a nivel corporal o de memoria corporal. No le da identidad a menos que un psicoanalista le ponga nombre y apellido cuando aparecen diez o veinte años después a través de delirios o alucinaciones. En la primera infancia, con una buena contención de madre y familia, puede unificar y dar coherencia a los contactos sensoriales. Es lo que Júlia Coromines nos enseña con la madre “suficientemente buena”. Cuando no hay posibilidad de unificar todos los sentidos sensoriales (en la boca, la mejilla, los labios, la audición y vista) hay una desorganización de todos los órganos sensoriales. No se puede juntar la visión con la sensorialidad de la lengua. No se pueden juntar y reunir los recuerdos de la audición y de las voces conocidas con la visión. Por este motivo pienso que el autismo “es una esquizofrenia de los órganos sensoriales”.
T. Ferret.- Otro punto de interés es la relación entre síntomas psicosomáticos y encapsulamiento autístico ¿Podría explicar en qué se relacionan y diferencian?
D. Rosenfeld.- Un cuadro psicosomático es un lenguaje. No es fácil ponerlo en palabras porque los psicoanalistas no conocemos aún bastante lo fantástico que puede ser el lenguaje a través de cuadros psicosomáticos. Lo puedo resumir con las siguientes palabras: “El cuerpo habla”. Por ejemplo, si una paciente pierde todo el pelo en un mes y queda con una total calvicie llamada “pelada”, puede llevar muchos meses o años llevar a descubrir qué fue lo que se quiso sacar de su mente y de su cabeza.
En el hospital de Milwaukee vi a dos niños que perdieron el pelo abruptamente después de accidentes de coche en los que murieron el hermano mayor y el padre. En este caso era sacarse la tristeza y mostrar lo que había perdido la cabeza. En otros tres casos que atendí en el consultorio, con pacientes con pérdida total del pelo de forma abrupta, los motivos fueron distintos. En un caso era sacarse de encima una madre violenta, castigadora y denigradora que le rompía las dedicatorias que el papá le escribía en los libros que le regalaba. En un momento determinado, esta madre tan violenta enfermó y la paciente se quedó totalmente calva. Era como si dijera: “Me la estoy sacando de encima”. Muy diferente del caso de los niños del hospital de Milwaukee.
Otro ejemplo de trastorno psicosomático, que es un lenguaje a descifrar, ocurre con un paciente de psicoanálisis al que le cae totalmente el cabello en el lapso de un mes y queda absolutamente calvo. Era un alto ejecutivo de un banco. Resulta que no pudo dejar de expresar a través del cuerpo y del lenguaje del cuerpo que se sacaba de encima a un padre borracho, violento y golpeador que acababa de morir. Nunca pudo expresar su violencia contra el padre de forma verbal. Solo apareció la posibilidad de expresar la violencia verbal contra el padre después de la pérdida del pelo y cuando yo puse palabras de agresión a la violencia que implicaba la caída del cabello.
T. Ferret.– ¿Qué destacaría de su investigación sobre estos conceptos?
D. Rosenfeld.– El encapsulamiento autista surge como un modelo para entender por qué jóvenes que estuvieron en los guetos nazis en Polonia y en los campos de concentración pueden rehacer su vida en Buenos Aires. A muchos de ellos los entrevisté y traté. En realidad, no sé si los traté, porque ellos me enseñaban a mí. Y en otros muchos casos, que son la mayoría, terminan suicidándose porque no toleran la constante invasión de imágenes terroríficas de lo que sintieron y vieron en los campos de exterminio. La palabra encapsulamiento autista es una palabra inventada para explicar por qué el joven italiano que logra escaparse de ir a un campo de concentración nazi y se esconde en las montañas con la resistencia, cuando está en Buenos Aires dice que no habla italiano. Pero de repente, en un momento de la sesión, el paciente sigue hablando en italiano sin darse cuenta de que había cambiado de idioma. La paciente alemana y su madre que lograron huir por la frontera de una redada del ejército nazi dice que no recuerda ninguna canción infantil. Pero, en un momento de la sesión conmigo, se pone a cantar en alemán. En una parte de la mente (de la psiquis y del cerebro) se encontraban guardados lo más precioso de su infancia y sus vínculos con la familia, la madre, el padre, los abuelos y su idioma de la infancia. Y reaparecen en un momento que se sienten bien contenidos por un psicoanalista. Salen de esa caja fuerte que llamé “encapsulamiento autista”, que sirve para preservar lo más valioso de la infancia y del self. Los modelos se inventan, se crean y son útiles para muchos otros pacientes. Es posible transformar los modelos inventados en una teoría útil para muchos otros pacientes. En síntesis, las expresiones psicosomáticas son un lenguaje no verbal y es tarea del psicoanalista ponerles palabras (o sea símbolos). Se necesitan largos años de tratamiento para que un paciente pueda soñar y poner en palabras un síntoma psicosomático. Lo que quiero reiterar es que el concepto de “encapsulamiento autista” es para preservar y aparece abruptamente cuando se sienten contenidos y no provoca confusión.