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Resumen

El objetivo de este trabajo es exponer algunas reflexiones sobre la práctica psicoanalítica en un contexto social convulso. En este caso, referidas a la práctica que ejerzo como analista en Venezuela. Me propongo analizar algunos de los cambios y transformaciones que han tenido lugar en nuestro quehacer clínico,  generado por el impacto que ha ocasionado el contexto social del país, que de manera continua y persistente ha mantenido una revuelta del marco social, jurídico, económico y emocional, que ya contabiliza más de dos décadas. Cambios que han generado un desmantelamiento progresivo de los referentes conocidos por la población general en la historia del siglo pasado y su impacto en  el ámbito de la vivencia emocional y en  el desarrollo de la capacidad para pensar. Esto ha exigido modificaciones en la técnica y replanteado nuestras referencias para comprender las transformaciones ocurridas en las vivencias psíquicas de nuestros pacientes  y en nosotros mismos.

Palabras clave: Psicoanálisis en contextos convulsos, cambios sociales e impacto psíquico.

 

Abstract

The objective of this work is to present some reflections on psychoanalytic practice in a convulsive social context. In this case, referring to my personal practice as an analyst in Venezuela. I intend to analyze some of the changes and transformations that have taken place in our clinical work, generated by the impact caused by the country social context, which has continuously and persistently maintained a revolt in the social, legal, economic, and emotional fields, which already accounts for more than two decades. These changes have generated a progressive dismantling of the referents known by the general population throughout the last century and their impact in the field of emotional experience and in the development of the ability to think. This has required modifications in the technique and rethinking our references to understand the transformations that have occurred in the psychic experiences of our patients and in ourselves.

Keywords: Psychoanalysis in convulsive contexts, social changes and psychic impact.

 

 

La vida del Psicoanálisis allende las fronteras del consultorio

El psicoanálisis lleva en sus “genes” la reflexión continua y análisis de las diversas manifestaciones del acontecer psíquico y de nuestra técnica.  Desde su origen ha trabajado la noción de conflicto, entre lo consciente (Cc) y lo inconsciente (Icc), entre las instancias psíquicas (Yo, Ello y Superyo), la lucha entre los instintos de vida y muerte; las distintas expresiones del conflicto intrapsíquico y de la aparición del síntoma. Con el planteamiento de las series complementarias se abre el abanico de la consideración de las causas en la patología y en la manifestaciones de la personalidad y el comportamiento en general, para dar cuenta de la interacción de lo intrapsíquico con la realidad, los componentes genético-hereditarios y la experiencia vital (Freud, 1916). Además, Freud nos legó su pasión por el análisis de los conflictos sociales y su impacto en lo psíquico, contenido en sus escritos sobre los eventos sociales de su época y en especial, sobre la guerra que le tocó vivir (Freud, 1932). Con este marco referencial quisiera comenzar describiendo el contexto social en donde habito y ejerzo mi práctica analítica.

¿País en guerra? La turbulencia social, ¿qué pasa y qué ha sucedido en Venezuela? Algunos datos de la realidad económica y social

 Venezuela es un país que en su último censo poblacional (2011) arrojó una cifra de 27 millones de habitantes (Instituto Nacional de Estadística, 2014). Desde 1999, tras un cambio de gobierno, comienza a presentar una serie de variaciones y transformaciones estructurales que empiezan con la creación de una nueva Constitución, la Carta Magna, es decir, un nuevo marco legal y de convivencia social, la regla suprema que organiza y rige a la sociedad de un país. Los cambios políticos han sido muchos, en distintas y diversas dimensiones, cualidades y cantidades. Inicialmente se expresaron en el orden político-social y han devenido en transformaciones y modificaciones estructurales en todos los ámbitos de la vida cotidiana y ciudadana. Tras más de dos décadas, el país es otro.

A modo de esbozo, por razones de espacio y por la imposibilidad de abarcar la profunda y compleja dimensión de estos cambios, quiero resaltar algunos hitos económicos y manifestaciones sociales, que me permitan ilustrar la consideración del país dentro de un contexto convulsionado.

De ser un país petrolero, con una empresa estatal que llegó a ocupar el cuarto lugar del ranking mundial de petroleras, hoy no figura en estas mediciones, su productividad ha mermado de forma crítica y con ello, parte de los ingresos y productos que se generaban y surtían al país.

El aparato productivo privado ha sufrido una pérdida cuantiosa ya que de acuerdo a lo expresado por la Confederación Venezolana de Industriales (CONINDUSTRIA)  la capacidad industrial ha disminuido en 94% en 10 años (TalCual, 2021).

Los indicadores económicos han adquirido dimensiones extraordinarias. La inflación ha alcanzado la alarmante cifra de 4 dígitos. La devaluación de la moneda ha tenido desde 2008, la eliminación de 14 ceros (-14, en 13 años). Los niveles de pobreza, según cifras de organismos internacionales, superan el 80 % de la población, junto a índices de desnutrición importantes y vulnerabilidad de salud (Caritas.org, 02/2019). Todo esto ha originado una declaración de “emergencia humanitaria compleja”, designada así por distintos organismos internacionales para señalar una alarma sobre la crisis en el abastecimiento de productos de alimentación básica y de servicios públicos.

Debido a esta crisis multifactorial, se ha generado un fenómeno inédito de emigración, conocido como la Diáspora venezolana, que alcanza una cifra de 7 millones de migrantes  (R4V.info, 2022).

Ciertamente no hay una guerra, en el sentido estricto y tradicional del término. No hay dos ejércitos, no hay zonas de bombardeos o enfrentamientos directos de violencia física o con armamentos. Sin embargo, el impacto de los cambios, sobre todo el desmantelamiento progresivo y persistente de todos los referentes conocidos en el país, en los distintos ámbitos de la expresión de la vida, han tenido y tienen un impacto similar al conflicto bélico abierto. Una guerra silente permea todos los ámbitos de la vida, se manifiesta en una ruptura,  un resquebrajamiento institucional y un nuevo pero confuso tejido socio-cultural del país.

Estos cambios definen ahora una nueva geografía, con un país fuera de las fronteras, con un éxodo masivo dentro del país, surgiendo configuraciones distintas en ciertos espacios y regiones que ha dado lugar a nuevas estructuras sociales con otras identidades, maneras de actuar y sentir.

Hay un país que vive en realidades paralelas, disociado. En estos cambios sociales que se han dado desde el poder, se han cambiado nombres de lugares, referentes geográficos, cambios en la nomenclatura lingüística y en los patrones de comportamiento social. En lo económico vivimos con dos conos monetarios. La división abarca la denominación de grupos sociales antagónicos que se manifiestan en múltiples aspectos de la realidad. No son ejércitos opuestos que se confrontan en la guerra; sin embargo, el tejido social se ha ido desmoronando, alcanzando dimensiones psíquicas propias de escisiones graves.

Intentar comprender la magnitud y cualidad del complejo fenómeno social y su impacto en lo psíquico exige distintos vértices y análisis específicos de múltiples manifestaciones. Me propongo presentar en este trabajo, mis observaciones y reflexiones en torno a la práctica clínica en este ambiente convulsionado, describiendo algunos de los conflictos que manifiestan los pacientes en consulta y la observación del comportamiento en distintos ámbitos sociales.

La realidad convulsa como contexto cotidiano. ¿Cómo han impactado estos cambios de la realidad, lo real contundente, en la psique?

La magnitud de los cambios de la situación social ocurren en un corto período de tiempo; son realidades que cursan con modificaciones dramáticas y contundentes del manejo social referencial conocido. Lo real penetra con violencia en lo psíquico. Los mecanismos psicológicos más evolucionados para tratar de entender y analizar estos cambios, colapsan.  Lo abrupto del cambio y la magnitud de los mismos nos permiten calificar su impacto de  trauma. Un trauma sostenido en el tiempo que ha dejado desgarraduras también en el tejido psíquico.

Cuando los cambios sociales y las situaciones de escasez o restricciones de las condiciones básicas de sustento y deterioro son de una gran magnitud y de larga duración, estos adquieren categoría de trauma persistente. Se va gestando un modo de funcionamiento espiral de trauma y trauma-sobre-trauma. Esta vivencia continua de caos y conflicto dispara situaciones de ansiedad intensa y desorganización que obstaculizan la capacidad de pensar y  de separar la vivencia psíquica de lo real. Los mecanismos defensivos van quebrándose paulatinamente, tomando protagonismo la aparición de mecanismos primitivos de negación, escisión, huida y acción impulsiva.

La forma en cómo estos cambios sociales se han manifestado en las vivencias psíquicas de nuestros pacientes, ha variado en el tiempo. En los primeros años, lo más significativo giraba en torno a la novedad y a un cambio en los paradigmas de análisis y comprensión de la realidad, desconocidos por la mayoría de venezolanos. Los conflictos psíquicos expresados en la consulta giraban en torno a la expectativa de cambio y al desconocimiento de estos nuevos referentes. Se presentaban estados de ansiedad difusa e incertidumbre ante el futuro.

Poco a poco fueron dándose cambios estructurales y apareció un fenómeno de conflicto de identidad. En el consultorio, los pacientes manifestaban sentirse ajenos, desconocidos, en el  ambiente que les rodeaba, aún habitando el mismo espacio geográfico que los vio nacer y crecer. Los nuevos referentes sociales eran ajenos a la historia social compartida en el último siglo. Las crisis de identidad, el quiebre progresivo de las instituciones, la ruptura en cuanto al ejercicio profesional y laboral, junto a la incertidumbre en relación a las expectativas de calidad de vida, representaron los contenidos mentales llevados al análisis.

La profundización de la crisis y el ambiente social colmado de turbulencias, ligados a la pérdida de la seguridad y la calidad de las condiciones de vida, evolucionaron y gestaron un estado mental altamente vulnerable, con miedos intensos ante la vida presente y el futuro, así como grandes dudas sobre la posibilidad de supervivencia con los nuevos patrones de funcionamiento. Ante este incremento de sentimientos de extrañeza, pérdida, vacío, temores intensos e incertidumbre irreversible ante el futuro, se fue gestando el fenómeno migratorio.

Este fenómeno inédito para el país, ha ocasionado grandes desgarraduras del tejido vincular familiar y social. La mayoría de los migrantes son jóvenes o personas adultas en edad activa que se separan de padres o abuelos, incluso hijos, buscando nuevas fuentes de ingresos y calidad de vida en otros países. Este desarraigo y ruptura de los vínculos familiares ha dejado un rastro de pérdidas y duelos importantes, heridas emocionales que impactan la existencia, tanto que este fenómeno fue popularmente nombrado como la generación de los “padres huérfanos”.

Con el colapso económico y la emergencia humanitaria vivida en los últimos 6 años, se inaugura una nueva realidad: éxodo migratorio masivo, sentimientos de mayor vulnerabilidad psíquica, desarraigo, ruptura de los vínculos de apoyo familiar y social,  mayor incertidumbre y riesgo social de colapso psíquico ante un fenómeno migratorio desconocido.

Ninguno de estos cambios sociales ha dejado indemne la vida psíquica, cada uno de estos hechos narrados de forma continua, se han apoderado de la mente y la existencia.

Cuando la realidad impacta como una bala en lo mental. La reversión del pensar

Dado este nuevo contexto social y su correlato emocional, quiero exponer aquí una interpretación de la evolución de un fenómeno observado en la clínica para el cual utilizaré, como herramienta de comprensión y análisis, la perspectiva desarrollada por Bion sobre el crecimiento mental y el desarrollo de la capacidad de pensar.

Estos cambios abruptos e intensos abren una dimensión catastrófica de la angustia y con ello, la interferencia para pensar y transformar lo doloroso y duro de estas vivencias, con las secuelas de duelos complicados, regresiones importantes y ruptura de la estabilidad psíquica.

En condiciones de vida regular y en un entorno más estable, ambientes no convulsos, el crecimiento mental, con la ayuda de la reverie, permite poco a poco ir transformando las  vivencias dolorosas en experiencias de vida narrables. El análisis favorece el crecimiento mental al hacer pensable lo no pensado, lo que no se ha podido transformar por el dolor e impacto del sentir. El análisis favorece la capacidad para elaborar la realidad interna y externa, transformar las experiencias y así crecer, en el sentido de la existencia y el ser psíquico.

Sin embargo, quiero desarrollar en este punto una reflexión sobre lo que he venido observando y analizando en los relatos de los pacientes y en su accionar diario, que está relacionada a cómo la abrumadora realidad permea y satura la psique, alterando o distorsionando las capacidades mentales, generando fallas importantes para pensar y metabolizar la realidad. Lo real se impone de forma cruel y despiadada, como “la cosa en sí misma”, sin posibilidad de simbolizar, verbalizar o metaforizar la experiencia sufrida.

Poco a poco, a medida que se produce el desmantelamiento de los referentes sociales del país,  el impacto de lo real ha ido a su vez desmantelando la capacidad simbólica y del pensar. El resultado de este fenómeno, en ciertos pacientes con realidades más contundentes y con imposibilidades de cambio en lo real social, es la pérdida progresiva de la capacidad de contención y desarrollo de la función alfa y con ello, la regresión de las funciones del crecimiento de la mente, abonando el terreno de la no-existencia psíquica, tal como lo describe Garcia (2013) en su artículo sobre La nada y la existencia, para expresar el punto final del continuo, la dirección opuesta al crecimiento mental que ocurre por desmantelamiento del pensar, es decir, la aniquilación de la existencia psíquica. Aunque su expresión extrema es el modo de funcionamiento psicótico, alude a una dimensión que puede ser una reversión total o parcial; lo que define su curso es la dirección en sentido inverso al crecimiento, degradando la vida mental a modos de funcionamiento más primitivos o primarios.

P. Sandler (2011) en su texto A clinical application of Bion´s concepts ofrece una herramienta de análisis al formular lo que él denomina la función anti-alfa, que define como un tipo especial de transformación mental que trabaja en sentido opuesto a la función alfa. Esta transformación negativa supone una dificultad en la mente humana para contener abstracciones inmateriales y opera para evadir la frustración, actúa en el campo de lo que Bion describió como crecimiento negativo. La concretización de la realidad psíquica excluye la ocurrencia de la asociación libre, la simbolización y metaforización de las impresiones sensoriales. Es una función que está implicada en la aparición de mecanismos de defensa primitivos y participa en la acción impulsiva o acting out.

En pacientes donde la mente está profundamente invadida o impregnada por lo real, tanto por el dolor de la pérdida de lo que había, existía o se conocía, como por lo que no se ha podido tener, la ausencia de lo que debía estar, se inicia un camino de reversión del desarrollo del pensar como una forma de evadir o lidiar con lo indigerible de esta experiencia.  La potencia de la realidad turbulenta y violenta, lo destructivo real, ha coartado y cortado la capacidad de metabolizar y transformar estas vivencias, quedando la mente atrapada en un mundo indigerible e impensable (poblado de elementos beta) que buscan vaciarse de forma impulsiva para aliviar el sufrimiento, pero al precio de un empobrecimiento de la realidad psíquica y la capacidad de pensar.

La operatividad de la función anti-alfa da como resultado el desmantelamiento de la mente que se origina por la intensidad del impacto de lo real-material, con lo que la función de contención y metabolización de los contenidos indigeribles propios de esta función, merman o se encuentran profundamente torpedeados.

Según mi observación, no se trata solo de no soportar el dolor o la frustración de lo perdido desde la vida psíquica, que también existe. Pero en lo que quiero insistir es en que se trata de un proceso de desmontaje del aparato para pensar dada la magnitud y cualidad del trauma, es decir, de la potencia destructiva de lo real y el aniquilamiento de las funciones simbolizantes de la mente que sucumbe y llega a niveles de la no-existencia.

Viñeta Clínica

Una paciente de 64 años de edad, profesional universitaria, trabajadora durante más de 30 años en una de las grandes industrias del estado, se vio sometida a múltiples maltratos y exigencias que ella consideraba inaceptables para ejercer su labor. Tras más de 10 años sin posibilidad de ascenso y viendo francamente truncada su carrera profesional, por diferencias en cuanto a las nuevas directrices, decide retirarse, ,no sin antes acumular un largo historial de enfermedades autoinmunes atípicas que le fueron generando un estado persistente de malestar y dolor físico incapacitante.

Se mantuvo en análisis por más de 10 años, la parte final trabajada en análisis correspondió especialmente a la decisión de solicitar su regreso de la empresa y protegerse del maltrato y tensión que ella relacionaba directamente con sus dolencias físicas. Al pasar los años la situación social se fue complicando y no pudo desarrollar su proyecto de asesorías ni conseguir nuevo trabajo. Agotó distintas opciones para irse del país que resultaron inaccesibles y, en paralelo, fueron agotándose sus finanzas de ahorro para la vejez. Su situación social fue deteriorándose cada vez más llegando a niveles críticos de supervivencia. Hace unos meses atrás, después de la pandemia de COVID, me vuelve a contactar solicitando:

“Necesito verte, la cabeza me está jugando sucio, tengo miedo de lo que me está sucediendo, de lo que estoy pensando y sintiendo”. Al atenderla, describe cómo su situación general se complicó aún más con el COVID y entró en un cuadro depresivo severo y complicado, “me vienen ideas y pensamientos que no quiero tener, mi cabeza va por un lado y yo por otro, tengo miedo de mí, no puedo ni pensar ni sé qué hacer, estoy colapsada”.

Según la situación previa, de las capacidades y del desarrollo del pensamiento, el proceso de desmantelamiento regresivo puede ser menor.

En pacientes con menos grado de afectación, mayores potencialidades y recursos internos, la fuerza de lo real traumático si bien impacta la capacidad de pensar, no genera la severidad del desmantelamiento sino que se expresa en “momentos o períodos en negativo”. Lo que caracteriza al proceso de pensamiento que toma un curso regresivo  es la aparición de confusión, desconcierto, pérdidas, disociaciones (realidades paralelas) que merman la identidad y el hilo de vida. Se van desmontando los referentes externos y comienza una guerra con la credibilidad de los referentes internos, los pacientes van a análisis con sensaciones de vacío, desorientación, confusión, dudas, agotamiento mental y físico.

Otra expresión de esta dificultad en la capacidad de pensar, se manifiesta en un tipo especial de acciones con fines evacuativos. Estas acciones, que buscan descargar la tensión mental acumulada por los sentimientos indigeribles e inentendibles, han tomado una forma particular; se observa en una variante de acción planificada y deseada por los pacientes, desde la racionalidad, con la misma finalidad inconsciente de “vaciar o eliminar” la tormenta psíquica. De este modo encontramos pacientes que “tienen la agenda copada”, se llenan de actividades y acciones que toman más de 14 a 16 horas al día. Para efectos prácticos, lo que se ve es una productividad de acción, pero el uso mental equivale a la acción para no pensar y sentir. Buscan a través de la acción o hiperactividad, encontrar una vía de descarga y resolución en lo material, de lo que les es intolerable pensar, quedando exhaustos físicamente y con niveles de agotamiento crónicos. También lo podemos observar en la acción racionalmente descrita como disfrute del tiempo libre y diversión, pero que alcanza una furia desenfrenada y sin límites del consumo de alcohol o drogas, así como el uso desmedido de psicotrópicos para poder dormir o mantenerse tranquilos. Son distintas expresiones de la concretización de la vida psíquica atrapada en los límites de lo material. Mecanismos de huida ante lo doloroso del pensar en las carencias o situaciones caóticas y adversas con las que hay que lidiar en la cotidianidad de este contexto social.

Al estar el país dividido y manifestarse las realidades escindidas, se asoman las rupturas de los espacios de respeto y tolerancia a las diferencias y a la presencia del otro. La anulación del otro y de su historia trastoca la vivencia de identidad, de lo que se es o era, lo que se siente y lo que es asignado por el opuesto. Los cambios políticos y sociales han generado un resquebrajamiento del concepto de identidad nacional, hay identidades escindidas y/o francamente disímiles y contrapuestas. Se ha impuesto un cambio fenotípico que abre una brecha de duda e incertidumbre en “quién soy, cómo tengo que ser, qué podré ser y hacer”, pérdidas de referentes identificatorios indispensables para existir con integridad.

El uso de la mentira mostrada como verdad desde el poder, va torpedeando la posibilidad de observar la realidad con pensamiento crítico. Toma lugar un conflicto interno que busca contrastar lo que se dice y lo que se vive en la realidad. Los pacientes manifiestan dudas sobre lo que viven, sobre lo que realmente es cierto o no. Durante la pandemia, aunado a lo angustiante de la situación en sí, se agrega la negación de la estadística de contagios oficial, lo cual contrasta radicalmente con lo observado y denunciado por organizaciones no gubernamentales de salud. Esta realidad paralela angustiante, como mecanismo perverso del manejo de la información, es un ataque brutal a la capacidad de ver y pensar para discriminar.

¿Tiene el psicoanálisis una posibilidad de intervención en este caos social?

 El legado del psicoanálisis es haber sobrevivido más allá de las catástrofes y las guerras. El psicoanálisis, como herramienta del pensamiento, nos ha ofrecido la oportunidad de pensar en los cambios y transformaciones necesarias para analizar y comprender lo que nos sucede como país y lo que nos sucede como analistas y habitantes del mismo país. Es el fortalecimiento de la función analítica lo que ayuda a entender lo siniestro, lo incomprensible o lo inenarrable, lo que la realidad nos trae, tanto externa como internamente. Es aquí donde se hace más necesario el trabajo analítico para rescatar y proteger estos procesos de discriminación y diferenciación de lo real, de lo interno y externo, de lo sucedido o no.

Cada persona posee una potencialidad de crecimiento mental particular y si ese crecimiento ha evolucionado favorablemente y registra en la psique experiencias vitales satisfactorias, con predominio de pulsión de vida, permite que la función de contención y análisis ayude a lidiar con los montos de frustración y favorecer el uso de los mecanismos defensivos más desarrollados y la  capacidad de  comprender, analizar y pensar dicho impacto.

El vínculo analítico ofrece la posibilidad de sostener el espacio analítico y favorecer el proceso de pensar y sentir, en el terreno que nos es propio, el inmaterial de la mente. Salvaguardar estos espacios para vivir en un modo más allá de la sobrevivencia.

¿Esta realidad convulsa ha modificado y transformado nuestra labor?

Inevitablemente si. La situación convulsa ha modificado el encuadre tradicional de trabajo y nos ha exigido el necesario acoplamiento técnico para seguir ejerciendo la función analítica. Ha variado la asistencia al análisis, en ocasiones por la dificultad de transporte, manifestaciones de calle, fallas en los servicios básicos, limitaciones económicas, en parte por la migración masiva que también ha hecho mella tanto en la cantidad de pacientes a consultar como en el menor número de colegas presentes en el país. El dispositivo analítico se ha modificado y adaptado a nuevas formas de encuentro, sesiones online y atención a distancia, mucho antes de todos los ajustes y transformaciones que el mundo psicoanalítico se vió obligado a asumir por la pandemia. La función analítica sostenida nos ha permitido abrir espacios psíquicos para desarrollar y construir medidas de protección, las llamadas vacunas mentales.

En un artículo titulado Nosotros también estamos en esto: psicoanálisis en tiempo de terror —artículo escrito por cuatro psicoanalistas sobre las vivencias en análisis posterior a los ataques del 11 de septiembre en USA, (Goodman, N. y otros., s/f), ante la pregunta «¿qué es el psicoanálisis en tiempos de terror?»—  responden: lo que es analítico es la capacidad de presenciar y reconocer el trauma compartido; así como explorar el impacto que tiene en la realidad psíquica de cada paciente para ayudar a desarrollar respuestas más adaptativas y creativas. Agregan: “nos sorprendió y reconfortó la resiliencia del trabajo analítico en medio de estos días de terror”. Esta misma impresión es lo que refieren, una y otra vez, los distintos encuentros analíticos en tiempos de pandemia COVID.

Vivir y trabajar en estos contextos convulsos exige y requiere que nos conectemos con nuestros propios análisis, plantearnos la posibilidad del re-análisis y en caso de no darse la posibilidad, hacer esfuerzos en nuestro quehacer autoanalítico. Es vital la comunicación con otros colegas, que se fortalezcan los intercambios de supervisión y discusión. Confiar en el instrumento analitico personal para poder realizar nuestra labor, atendiendo a los riesgos y exigencias propias del momento.

La labor actual consiste en afinar nuestro instrumento, nuestra capacidad de escucha y observación para diferenciar y discriminar situaciones y vivencias confusas. Estar atentos a los fenómenos de transferencia y contratransferencia intensa, atender las realidades compartidas del analista y del paciente para identificar fenómenos de colusión que pueden surgir al compartir la misma realidad.

Realizar esfuerzos conscientes para conectar y fortalecer los vínculos amorosos, familiares, profesionales; desarrollar y renovar diariamente la tolerancia a la frustración con dosis elevadas de paciencia. Intentar en cualquier espacio posible, reconectarse con la capacidad de soñar y gestar una experiencia de vida ligada a lo inmaterial de la mente y al fortalecimiento de la función alfa que nos acerca a una existencia psíquica y, con ello, a una posibilidad de ser, resguardandonos hasta donde nos sea posible, de la turbulencia exterior.

 

 

Referencias bibliográficas

 

Cáritas de Venezuela (6/2022)/04 Boletín Saman-Caritas VZLA https://caritasvenezuela.org/ [Archivo pdf]

Freud, S. (1997). ¿Por qué la guerra? en Obras completas Sigmund Freud. Vol.XXII (1933 [1932]). (Trad. de José L. Etcheverry). Amorrortu.

Freud, S. (1998) 23ª conferencia. Los caminos de la formación de síntoma en Obras completas Sigmund Freud. Vol.XVI (1916[1917]). (Trad. José L. Etcheverry). Amorrortu.

Garcia, A. (2013). Introducción a la obra de Bion. Biblioteca Nueva, S.L.

Goodman, N., Basseches, H., Ellman, P y Elmendorf, S. (s/f).  Nosotros también estamos en esto: El psicoanálisis en tiempo de terror. El efecto del terror en la transferencia, contratransferencia y técnica. http: www.apmadrid.org [pdf]

Instituto Nacional de Estadística (23/02/2012). INE da a conocer los primeros resultados del censo 2011. http://www.ine.gov.ve.id423

Plataforma de coordinación intergerencial para refugiados y migrantes (15/9722). https://www.r4v.info/

Sandler, P.  (2011). A clinical Application of Bion´s concepts. vol.2. Karnac Books Ltd.

 

 

Maria Gabriela Morales Ordosgoitti
Psicoanalista asociada de la Asociación Venezolana de Psicoanálisis (ASOVEP)
Doctora en Psicología, Universidad Central de Venezuela