Sentido histórico del diccionario. El IRED como continente
Desde su fundación, el psicoanálisis ha evolucionado. El propio Freud introdujo modificaciones importantes en su pensamiento en el curso de su vida. Al ser una disciplina nueva, a pesar de la fecundidad de su obra, no pudo dar cuenta de las muchas vías descubiertas ni de las que quedaban por explorar. Sus seguidores las desarrollaron por vías que, dadas las diversas razones culturales y sociales, no coincidieron. Unos ponían el acento en las pulsiones, y dentro de estas, hay quien acentúa las de vida, mientras otros conceden más importancia a las de muerte; o quienes destacan la supremacía del estudio del ego en contraste con los que ven en la relación de objeto la esencia del psicoanálisis, etc.
Todos reivindican el origen freudiano de sus posiciones teóricas, y se erigen en los exégetas más fieles de su obra. Los encuentros internacionales servían para afirmar las propias posturas, frente a los otros que supuestamente se alejaban de las esencias freudianas. El desarrollo del psicoanálisis dependía de la hermenéutica particular de cada escuela. El diálogo era casi imposible.
Durante varias décadas, tal situación abocó a una especie de fragmentación del pensamiento psicoanalítico aun dentro de la Asociación Psicoanalítica Internacional. Así que comenzó a plantearse con inquietud la búsqueda de un terreno común donde existiera un mínimo de convergencia.
Pero cómo conseguirlo. Muchos psicoanalistas se percataron de que no eran meros estudiosos de Freud, y de que perdieron de vista su condición de profesionales de la salud mental. Olvidaron también que las teorías freudianas surgieron tras un largo y paciente trabajo de observación clínica. Así que los psicoanalistas descubrieron la necesidad de mostrar su trabajo con pacientes en los encuentros internacionales. Y ahí, en la clínica, se comenzó a vislumbrar un terreno común, más allá de la escuela de procedencia. Fue un aliento esperanzador.
Hasta ahora, el material clínico servía para ilustrar una determinada teoría. Así que fue necesario dar un paso más. En el sentido de mostrar la clínica tal cual, desnuda de toda interpretación teórica. Que yo sepa, uno de los primeros sectores en el seno de la Asociación Psicoanalítica Internacional (API) que contribuyeron con fuerza a este desarrollo fue la Federación Europea de Psicoanálisis (FEP), con la creación, hacia el año 2000, de grupos de trabajo clínicos. Con diferentes objetivos y metodologías, se organizaron grupos, como, por ejemplo, el de Comparación de Métodos Clínicos, Iniciación del psicoanálisis, Especificidad del psicoanálisis (Tuckett et al., 2008), y otros que se fueron añadiendo después. El único compromiso era exponer una transcripción lo más fiel posible de una o dos sesiones de análisis, para compartir con analistas procedentes de diferentes países y tradiciones psicoanalíticas, durante un par de días. Era una invitación a ponernos en el lugar del colega que presentaba, y así contrastar las maneras diferentes de interpretar la clínica, sin la intervención inmediata de la teoría.
El interés por estas experiencias clínicas se reflejó en un aumento de la asistencia a los Congresos de la FEP, incluso entre los jóvenes. Resultó estimulante entremezclarse con colegas de otras escuelas, sin estar a la defensiva, con el sentimiento de compartir una tarea común: transmitir lo que hacemos con los pacientes. Así se fueron creando puentes entre analistas de distintas orientaciones. Esta buena acogida de la experiencia en la FEP permitió que fuera exportada a otras organizaciones regionales del resto de la API y a los congresos de la misma, donde se establecieron grupos de características similares, e incluso se crearon otros nuevos.
Creo que estas experiencias de los grupos clínicos siguen siendo necesarias, porque constituyen uno de los elementos de contención de la diversidad de desarrollos del pensamiento psicoanalítico, para evitar la fragmentación.
Se preguntarán qué tiene que ver todo esto con la presentación de un diccionario, una herramienta teórica, que es el motivo de la reunión de hoy. Pues, porque en esencia, creo que participa de la misma idea de base de los grupos clínicos: compartir con analistas de diferentes tendencias una tarea psicoanalítica. Las experiencias clínicas compartidas posibilitaron una mejor disposición para estar receptivos a los presupuestos teóricos diferentes que subyacen a la clínica. Y a darnos cuenta que ciertas formulaciones teóricas describen el mismo hecho clínico referido por otras escuelas con distintas palabras. No obstante, las distancias teóricas entre las variadas escuelas psicoanalíticas siguen siendo considerables. Y es ahí, creo, donde el IRED tiene un papel importante.
En mi opinión, dichas experiencias clínicas compartidas han contribuido en generar un nuevo clima internacional de acercamiento entre los psicoanalistas, que propicia la emergencia de personas como Stefano Bolognini, con su propuesta del diccionario de la API. Aunque nuestros orígenes sean diferentes, es posible compartir espacios con otros analistas para construir juntos algo psicoanalítico. Con los grupos clínicos: construir el modelo teórico-técnico que subyace al material presentado. Con el diccionario: construir la historia y la idea fundamental de los conceptos psicoanalíticos. Aunque en el caso del diccionario es indispensable una metodología particular.
Desde esta perspectiva, podríamos decir que el IRED, junto con el desarrollo de los grupos clínicos, es otra herramienta continente del movimiento psicoanalítico en el seno de la API. Continente, en el sentido bioniano, del modelo continente/contenido, para contrarrestar las tendencias a la fragmentación mencionadas.
Mi participación, primero, durante bastantes años, en los grupos clínicos organizados por la Federación Europea de Psicoanalistas (FEP), y ahora, como colaborador del IRED desde su creación, me permite establecer esta correlación entre uno y otro.
Ahora bien, pienso que compartir espacios clínicos y teóricos no quiere decir necesariamente que el futuro del psicoanálisis contemporáneo sea el eclecticismo, combinando una y otra teoría. No entiendo así el desarrollo del psicoanálisis.
A la pregunta de Wallerstein, si existe uno o muchos psicoanálisis, creo que la respuesta está en cambiar la conjunción copulativa “o” por una “y”. Por tanto: “uno y muchos psicoanálisis”. Un psicoanálisis, porque cada psicoanalista adquiere y se identifica con un determinado psicoanálisis: el que ha recibido en su formación en el marco del grupo de pertenencia, y luego desarrollado en su práctica. Y muchos psicoanálisis, porque conviven dentro del mismo marco de la API. Sin embargo, para que estos psicoanálisis no sean excluyentes entre sí, y fragmenten la API, sino que haya una interacción beneficiosa se requiere de instrumentos adecuados. Aquí se sostiene la idea de que los grupos clínicos y el IRED cumplen esa función. Aunque esta convivencia de las propias teorías con las de otros no implica aceptar las otras sin más, tarea imposible, sino relativizar algunas de las propias, al dejar de poner el acento en un aspecto para llevarlo a otro distinto, por ejemplo.
Especificidad de la metodología del IRED
El primer texto del proyecto del Diccionario Enciclopédico de la IPA, como se le llamó al principio, reflejaba el ambicioso objetivo de crear una herramienta realmente internacional. Es decir, que cada entrada recogiera todas las tendencias y escuelas del pensamiento psicoanalítico desarrolladas desde Freud hasta la actualidad que se hubieran ocupado del tema. En este sentido, quedaba justificado el término Enciclopedia, al incluir la evolución histórica de cada concepto, así como el de Diccionario, porque reunía un catálogo de conceptos.
Como los impulsores del proyecto reconocen, ya existen excelentes diccionarios de psicoanálisis. Por ejemplo, el ya clásico Diccionario de Psicoanálisis de Laplanche y Pontalís. O el llamado precisamente Diccionario Internacional de Psicoanálisis, coordinado por A. Mijolla, que recurre a autores de casi todas las teorías psicoanalíticas. Sin embargo, en ambos cada entrada es escrita por uno o, máximo, dos autores, por lo que siempre existirá un sesgo personal, cuando no imprecisión, si trata de definir conceptos alejados de los propios.
En cambio, la metodología específica del IRED, como ya han explicado muy bien la Coordinadora Eva Papiasvili y Arne Jemstedt, lo convierten realmente en un diccionario realmente un diccionario internacional. Tan solo resaltaré dos cosas. Una, el carácter “inclusivo”, pues recoge tanto los pensamientos psicoanalíticos importantes como los minoritarios. Y dos, el número considerable de analistas de diferentes tradiciones que contribuyen en una misma entrada. Recordemos que hay el borrador regional, luego el borrador tri regional, junto con la revisión general de los respectivos coordinadores regionales y alguna puntualización menor que puedan añadir los demás miembros de los equipos.
Y unas palabras sobre la elección de las primeras entradas del proyecto. Como ha dicho Eva Papiasvili —en su artículo Características únicas del diccionario enciclopédico interregional de psicoanálisis/IRED— se pidió a todos los miembros de las tres regiones que escogieran cinco conceptos fundamentales del psicoanálisis, más otro que consideraran específico de su región. El resultado fue el siguiente para los cinco conceptos más propuestos: Inconsciente, Transferencia, Contratransferencia, Continente/contenido e Identificación proyectiva. En cuanto al concepto local: para Europa, el Encuadre psicoanalítico; y para Norteamérica y Latinoamérica, el mismo: Enactment. ¿Podríamos pensar que estas palabras constituirían ya elementos básicos para un terreno teórico común de partida?
Otras reflexiones
Algunas reflexiones desde diferentes perspectivas personales:
– Como redactor de alguna entrada. Comencé mi colaboración con la entrada Encuadre psicoanalítico, como miembro de un sub-equipo europeo, constituido por otra colega y yo, ambos pertenecientes a distintas sociedades psicoanalíticas, no demasiado alejadas teóricamente, pero con algunas diferencias. Así que el primer trabajo consistió en contrastar nuestros textos. Como era una de las primeras palabras del proyecto, al menos en mí prevalecía la idea de redactar un texto según lo habitual en los diccionarios de la época. Es decir, conseguir un texto unitario, consensuado. Así que me resultó difícil, cuando había aspectos que parecían poco conciliables. Luego el texto fue revisado, con comentarios y añadidos, por los colegas de las otras dos regiones, Norteamérica y Latinoamérica, que nosotros debíamos incluir. Lo que incrementó mi dificultad. Hasta que entendí que una de las características del diccionario es el ser inclusivo de todas las ideas y desarrollos experimentados en un concepto según las distintas escuelas. Así que fue necesario hacer un esfuerzo para acercarme a considerar otras ideas, junto con las que yo había podido aportar. No en contraposición, sino ofreciendo otra vía paralela, y que en algunos puntos podían tocarse. Tal contrastación, me obligaba a ser más preciso en la formulación de mis ideas, y a ver estas con el contraste de fondo de las que son diferentes. En consecuencia, ha sido una experiencia enriquecedora.
– Como revisor de entradas escritas por colegas de otras regiones. También fue enriquecedor. Al hacer la revisión, fui aprendiendo de nuevo, con esfuerzo, a no contraponer mis ideas, sino ponerlas junto a las otras. Me sucedió con la entrada “Enactment”, escrita por colegas norteamericanos y latinoamericanos. Y también participé como un lector más de entre los 100 miembros interregionales, de otras entradas ya casi finalizadas, para hacer alguna matización, cuando se trató de conceptos que me eran familiares.
– Como profesor del Instituto de Psicoanálisis de Barcelona. Un ejemplo, después de haber trabajado el término Transferencia, según la línea de pensamiento que yo he aprendido, y apoyado en la bibliografía que me resulta más cercana, les pedí a los candidatos de mi Seminario que leyeran la entrada Transferencia en el IRED y contestaran a estas cuestiones: Claridad en la definición del concepto, en la descripción de la evolución histórica y de las diferentes posiciones teóricas; y por último, les pedía si su lectura les había ayudado a mejorar su comprensión del concepto de transferencia.
El resultado fue un duro ejercicio de lectura… Aunque fue provechoso. Para los que no lo sepan, la entrada Transferencia consta de cincuenta páginas. A partir de lo que los candidatos habían aprendido en el seminario, tuvieron que resituarlo en el marco de otras concepciones, algunas no suficientemente comprendidas porque las leían por primera vez y además en versiones obviamente resumidas. Esto supuso ponerles en contacto con la diversidad de las teorías psicoanalíticas, en torno a un concepto fundamental, y, por tanto, tomar conciencia de lo incompleto de toda posición teórica. Y en consecuencia de la necesidad de apertura a otros desarrollos. Sin embargo, como yo lo entiendo, no se pretende que los candidatos “integren” estas otras teorías, a veces, muy distantes de las recibidas, sino que sepan que existen para aprender a convivir y dialogar con ellas.
Conclusiones
1. El IRED cumple una función continente en el movimiento psicoanalítico de la IPA, al acercar posiciones y tender puentes entre las diferentes teorías. Un núcleo de esta función contenedora serían los equipos regionales del diccionario. Dicha función continente es compartida con los grupos clínicos internacionales mencionados.
2. Constituye un documento de especial relevancia, al reunir en torno a cada concepto las diferentes teorías desarrolladas en el tiempo hasta la actualidad. Por lo tanto, es útil también para estudiosos, investigadores e historiadores del psicoanálisis.
3. Dado el carácter enciclopédico e inclusivo del diccionario hace que el texto sea plural y denso. A veces, ante la imposibilidad de conciliar posiciones divergentes, solo es posible colocarlas unas junto a otras, como he dicho. Por lo tanto, en mi opinión, si se quiere utilizar el IRED para la formación de analistas, será necesario prestarles ayuda, para evitar confusiones o una mezcolanza inadecuada de teorías diferentes. Los candidatos de mi Instituto, tras leer el texto sobre la transferencia, me dijeron que echaban en falta la clínica. Aunque inmediatamente se dieron cuenta de que no tenía cabida en un diccionario. Pero esto reafirma lo que aquí se sostiene, que tanto el enfoque clínico como el teórico deben echarse en falta mutuamente.
Referencias bibliográficas
Tuckett, D. et alts (2008). Psychoanalysis Comparable and Incomparable. The evolution of a method to describe and compare psychoanalytic approaches. London. Routledge.
Wallerstein, R. S. (1988. One Psychoanalysis or Many? International Journal of Psychoanalysis (69). pp.5-21.
Diccionario Enciclopédico Interregional de la Asociación Psicoanalítica Internacional. Transferencia, pp. 669-726 https://online.flippingbook.com/view/1045111/666/
Antonio Pérez-Sánchez
Miembro del equipo europeo del IRED. Ex-presidente y analista didáctico de la SEP. Coordinador del Sponsoring Committe del Grupo de Estudios de la IPA, Núcleo Portugués de Psicoanálisis.
[1] Texto para la mesa redonda sobre el Diccionario de la IPA (IRED) en la sesión científica online de la SEP, el 18 de noviembre.