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La película de Jean-Pierre y Luc Dardenne refleja de una manera sensible e intimista la trayectoria de un adolescente, Cyril, a quien su padre ha dejado en un Centro de Menores. El filme narra los intentos del chico por lidiar con su angustia y su dolor y salir adelante, y muestra también momentos en que la catástrofe parece ceñirse sobre él de manera irremediable. 

Dedicamos este número de Temas a las dificultades de los adolescentes en el momento actual, a la importancia del entorno en la contención y posible resolución de la crisis evolutiva propia de la adolescencia, a cómo los fallos de esta contención  llevan a conductas autolesivas, a la violencia y a un delicado equilibrio entre transgresión y justicia. El filme de los hermanos Dardenne ilustra todos estos aspectos, pero hace hincapié en algo muy relevante: la capacidad de resistencia del propio adolescente.     

Al principio de la película, asistimos a los intentos de Cyril por encontrar a su padre, que le prometió que iría a buscarle al cabo de un mes. No entiende que se fuera sin dejarle su bicicleta. Cuando al fin la consigue, con la ayuda de una mujer que le acoge los fines de semana, Cyril ya no dejará de moverse en ella. Atraviesa momentos difíciles sin que éstos puedan derribarle. Su manera de luchar  contra la adversidad nos hace pensar en un junco o una espiga, que se doblan a causa del viento, pero una y otra vez vuelven a ponerse en pie. La imagen repetida de Cyril surcando el espacio con su bicicleta se convierte en un potente símbolo de su resistencia. 

Cuando se convence de que su padre ha decidido no ocuparse más de él, Cyril araña sus brazos con rabia. La conducta de este adolescente que se autolesiona nos impacta por su dramatismo, es este dolor irresistible que en un momento crítico se vive con impotencia,  una lesión infligida que uno trata de trasladar a su propio cuerpo. 

Más adelante, Cyril cae en la red del cabecilla de una banda, lo que le lleva a realizar un robo con violencia. Es detenido y llevado ante la justicia. La fiscal (o jueza) de menores ayuda a que Cyril encuentre el camino de la reparación. Finalmente, cuando parece que el camino se va allanando, viene la escena final. El hijo del hombre a quien robó con violencia no quiere perdonarle y le persigue hasta hacerle caer de una pedrada desde lo alto de un árbol. Una caída que parece mortal. 

Es el momento culminante del filme. Cyril renace, vuelve a montar en su bicicleta y sigue su camino. Su resistencia ha podido más que todo lo que amenazaba con derribarle: el abandono de su padre, su desesperación y su rabia contra sí mismo, su paso por una banda, su encuentro con el chico que no quiere darle otra oportunidad. 

El paso por la adolescencia está repleto de peligros y en ocasiones el entorno parece conjurarse para volverlos insuperables. Pero la adolescencia también es un momento en que la resistencia se pone a prueba y en que el adolescente, como Cyril, puede salir victorioso y reforzado.