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El olvido está lleno de memoria.
Mario Bennedetti, 1995

 

El escritor chileno Carlos Cerda escribió un libro que se llamaba Casa Vacía, que trataba de la vecindad de una casa que había sido un centro de torturas. Dicha novela está basada en una historia real sobre lo que ha ocurrido con los vecinos de estos recintos, quienes afirman escuchar voces y lamentos desde estos lugares.
Las chilenas y chilenos vivimos y convivimos desde hace 50 años con estas casas ocultas, a nuestro alrededor. Hemos convivido con el dolor del exilio, la relegación, la tortura, los asesinatos y las desapariciones forzadas. Resuenan como ecos en nuestros oídos, los lamentos, o se agolpan imágenes traumáticas propias, o imágenes de imágenes dolorosas prestadas de fotos, películas, documentales, y de tantos y tantos relatos, durante la dictadura o posteriores a ella.
Este 2023 se cumplieron 50 años desde el golpe civil y militar, cuando por la fuerza se intentó aplacar los vientos de cambio que soplaban en Chile, y en toda Latinoamérica. 50 años no es sólo un número, es medio siglo, y hoy estamos enfrentados a cómo construir memoria histórica. Alguien podría decir que cada uno hace su memoria, o por el contrario tratar de olvidar como si fuera una suerte de pesadilla. Pero sabemos, gracias al psicoanálisis, que la memoria por más que queramos soterrarla aparece, emerge, en los intersticios y porfiadamente desde el inconsciente. También el psicoanálisis nos ha enseñado que lo que no se elabora se repite, que además ello permea y se transmite transgeneracionalmente. Así, transcurrido medio siglo de aquel día fatídico del 11 de septiembre de 1973, las y los psicoanalistas chilenos definimos que queríamos hacer memoria juntos, no sólo individualmente, ni en el pequeño grupo, ni refugiados en cada una de nuestras asociaciones o grupos de pertenencia. Haciendo eco de lo que planteara Lewkowicz (2012) de que “Aprendemos trabajosamente, que quizás nosotros sea la primera persona. Ellos y yo son los pronombres de la desolación”.
Por ello, en octubre de 2022 fuimos convocados por la Asociación de Psicoanálisis de Santiago (APSAN), a una reunión con todas las agrupaciones psicoanalíticas para organizar un Encuentro a propósito de los 50 años. La convocatoria fue entusiasta, pero prudente, pues no sólo la conmemoración de los 50 años del golpe era una temática compleja como para reunirse, sino que como asociaciones, instituciones y/o grupos psicoanalíticos nunca habíamos organizado algo colectivamente de esta magnitud y con la participación de todos.
En algunos grupos la temática del trauma asociado a las violaciones de Derechos Humanos (DDHH) en Chile, ya había implicado organizar seminarios, conversatorios, congresos, y algunas personas como yo o instituciones como el Instituto Latinoamericano de Salud Mental (ILAS) y DDHH, habíamos atendido víctimas desde tiempos de dictadura hasta hoy. Además, no es menor la producción de libros, artículos, realizados en Chile, publicados nacional e internacionalmente, muchos de los cuales han sido referentes teóricos del abordaje psicoanalítico de las traumatizaciones extremas como señeramente las llamó Bruno Betteleheim. Fuera de ello, la mayoría de las asociaciones y grupos psicoanalíticos nacieron, o al menos se formalizaron durante la transición democrática, y muchos de las y los asociados de todos los grupos habían nacido después de la dictadura.
Por otra parte, cada grupo tiene referentes teóricos diferentes, e incluso a veces no entendemos lo mismo respecto qué es el psicoanálisis o la práctica psicoanalítica: si es la figura de Freud, Lacan, Winnicott, Miller, Klein, Ferenczi, o los desarrollos contemporáneos de Butler, Bromberg, Benjamin, Castoriadis, Kristeva, lo que está como trasfondo.
Todos estos elementos mencionados podrían haber sido obstáculos, comprendidos como diferencias, y de hecho, el proceso no fue fácil, pero las diferencias adquirieron el valor de ser vividas como diversidades y por eso se tituló: Encuentro conmemorativo Chile y los psicoanálisis: 50 años del Golpe de Estado.
El proceso de organización implicó un diálogo fructífero, dio lugar a un pre-encuentro preparatorio, en miras al Gran Encuentro de carácter público, buscando una convocatoria que fuera amplia, diversa, y que fuera más allá de las comunidades psicoanalíticas. Así fue como se escogió como locación el Auditorio del Museo de la Memoria y los Derechos Humanos¹, espacio emblemático, y participaron:, Asociación Psicoanalítica de Santiago (APSAN); Asociación Psicoanalítica Chilena (APCH); Asociación de Psicoanálisis y Psicoterapia Relacional de Chile (APPR CHILE,); Sociedad Chilena de Psicoanálisis (ICHPA); Instituto Latinoamericano de Salud Mental y Derechos Humanos (ILAS; Nueva Escuela Lacaniana Cf. Stgo (NEL); Grupo Psicoanalítico Plus (PLUS); Colectivo Trenza (TRENZA).
La convocatoria superó todas las expectativas, pues en el auditorio cabían 100 personas, y se inscribieron más de 600, por lo que habilitamos la transmisión sincrónica vía youtube.
Tal como señalé al principio, creo que en el encuentro hicimos eco de las palabras de Carlos Cerda, rompiendo la fragmentación y haciendo memoria colectivamente:

Había que oír esas voces. Quienes las escucharon podían encontrar respuesta a sus angustias. Lo advirtieran o no, nunca sus destinos pudieron alejarse de esas paredes.
Si no hay oídos para el dolor, no hay oído verdadero para nada.
Todos somos vulnerables a la desgracia. El único consuelo es saber que nuestro lamento será escuchado por un corazón solidario.

Germán Morales Farías
Psicólogo Clínico
Profesor Asociado Pontificia Universidad Católica de Chile.
Miembro de la Asociación de Psicoanálisis y Psicoterapia Relacional de Chile (APPR).

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