El abrazo de los abuelos Desde la experiencia y el amor
Editorial Herder, Barcelona 2023
El dibujo de la portada, realizado por Stefano Vuga, expresa a través de la imagen el título de este libro “El abrazo de los abuelos: desde la experiencia y el amor”, de Teresa Pont. La autora, psicóloga y psicoterapeuta psicoanalítica, colabora en diferentes masters de universidades catalanas y es autora de diversos libros, entre los que se encuentran: “Breves encuentros con delincuentes”, “Profiling. El acto criminal”, “Los tests gráficos en psicodiagnóstico” y coautora de “En Juego”. Ahora nos brinda esta última publicación, una obra nacida en el confinamiento obligado por la pandemia COVID-19, un confinamiento creativo que sin duda permitió la inspiración de reflexiones y recomendaciones surgidos de la experiencia vital de ser abuela y psicoterapeuta. Tal como nos lo recuerda en la introducción: “Tuve el deseo de hacerles llegar a mis nietos unos valores que considero esenciales para mí”. Sin duda este lugar de abuela, es un momento de integración, de balance, que brinda la distancia apropiada, no estar en primera línea, no muy cerca, tampoco muy lejos, para transmitir un legado construido a lo largo de las vicisitudes vividas y elaboradas de la vida.
Esther Giménez Salinas, en el prólogo, comenta: “transmite un abrazo a la vida con deseos de generar cambios, de estimular mentes abiertas y libres, de dar valor a la palabra y a la comunicación, con respeto a la individualidad y animando a la socialización”.
El título de este libro genera un amplio espectro de expectativas. La mía, fue encontrar en él la inspiración de cómo ser abuelos, cómo poder transitar por esta etapa plena de desafíos, retos y duelos, y cómo encontrar nuestro lugar en la familia ampliada por nietos, yernos y nueras. Al mismo tiempo, los abuelos representan la vinculación intergeneracional que transmite la herencia cultural y la historia familiar. Recuerdo un comentario leído en una publicación en la que realizaban una encuesta para niños sobre sus abuelos y alguien respondió: “son los que realmente tienen tiempo para nosotros”. Es decir, están allí disponibles y receptivos cuando sea necesario, facilitando de ese modo la función parental.
A través de un lenguaje directo, y al mismo tiempo muy pensado, la autora despliega consideraciones llenas de sabiduría que dan estructura al texto, organizado en dos partes: las etapas de la vida y los conceptos importantes sobre la vida.
La primera analiza las etapas de la evolución desde el nacimiento hasta la muerte. Describe, con excepcional claridad, los procesos emocionales, logros y obstáculos de este transitar. Son consideraciones intensamente asimiladas, fruto de la conjunción de la experiencia vivida e informada de un saber profundo de los procesos inconscientes de la naturaleza humana. Deducimos un notable bagaje del conocimiento de los grandes autores psicoanalíticos que han aportado una comprensión de la mente más allá de los aspectos evidentes del comportamiento y de la consciencia. Tras esas reflexiones tan pensadas, matizadas, se evidencian largas horas de lecturas de Freud, Klein, Bion, Meltzer, Winnicott (y quizás muchos otros valiosos autores).
Asimismo, me parece importante señalar, por no habitual, las consideraciones sobre el impacto de lo social en las vicisitudes de los diferentes pasos evolutivos. De cómo la presión de lo cultural y social, los adelantos tecnológicos, pueden tener su resonancia en la manera de relacionarnos y de comportarnos como individuos y como grupo.
La segunda parte, siguiendo con escritura fluida y amena, va discurriendo por sentimientos y emociones: empatía, vergüenza, ira, aburrimiento y otras no menos importantes. La descripción detallada de cada una de ellas permite una mayor comprensión de su sentido y valor. Y por ende, posibilita la comunicación con los otros y con uno mismo. Nos invita a no minimizarlos o mostrarnos indiferentes, poder comunicarlos, porque de lo contrario vamos poco a poco perdiendo, tal como lo expresa la autora, “el frescor de lo que uno es” y nos convertimos en ajenos a nosotros mismo y a los demás. Nombrarlos, entenderlos, comunicarlos, es liberarnos de estar atrapados en círculos viciosos, repetitivos. Es, en definitiva, la base de los procesos terapéuticos psicoanalíticos que brindan la oportunidad de una relación más saludable con nosotros mismos y con los demás . Me parece que Teresa, describiendo la panoplia amplia de sentimientos y emociones humanas, ofrece a sus nietos y a los lectores una brújula para guiarnos por los laberintos de la vida psíquica. Sabemos, por el legado de los grandes autores del psicoanálisis y por la experiencia clínica, que estamos constantemente amenazados por un modo primitivo de funcionar que nos lleva a espirales destructivas. Solo puede ser contrarrestado por Eros, por el amor, sentimiento vinculante que nos abre las puertas a la empatía, al apoyo mutuo, a la responsabilidad, al respeto y que Teresa nos lo recuerda en el subtítulo. Lleva mucho tiempo, quizás toda la vida, aprender a convivir con sentimientos contradictorios y encontrar cierta reconciliación sin eliminar ninguno de ellos: la agresividad y la ternura, la violencia y la bondad, el silencio y la comunicación.
Este libro es un legado, tal como dije, de una experiencia de vida pensada por el saber psicoanalítico, un regalo que Teresa nos ofrece al publicarlo. Nos hace partícipe de su síntesis reflexiva, de cómo ha integrado la comprensión del psiquismo humano.
Es un libro divulgativo, doblemente divulgativo. Para un público amplio, no especialista y para los profesionales de la salud mental. Para unos, disfrutarán de una descripción ágil y didáctica de los intrincados procesos emocionales y etapas evolutivas, para otros es una referencia de cómo explicarnos con claridad sin traicionar la complejidad de esos procesos.
Para concluir estas reflexiones que me ha suscitado la lectura de este libro, recordé inevitablemente algunas estrofas de una poesía de Jose Saramago.
“¿Qué cuántos años tengo? ¡Qué importa! ¡Tengo la edad que quiero y siento!
En que puedo gritar sin miedo lo que pienso, hacer lo que deseo, sin miedo al fracaso o lo desconocido.
Pues tengo la experiencia de los años vividos y la fuerza de la convicción de mis deseos …”
Y esto es lo que, también Teresa, nos regala en su abrazo de los abuelos.
Eileen Wieland