ENTREVISTA A RAQUEL REVUELTA ARMENGOU.
Raquel Revuelta es una destacada empresaria, presentadora y referente en la moda flamenca. Tras ser coronada Miss España en 1989, fundó en 1999 el Salón Internacional de la Moda Flamenca (SIMOF), evento clave para la moda flamenca a nivel internacional que se ha consolidado como uno de los principales referentes de la moda española, atrayendo a diseñadores, modelos y profesionales de todo el mundo. Es asimismo directora de Doble Erre, una agencia especializada en la gestión de eventos y comunicación en el sector de la moda. Además de su faceta empresarial, Raquel ha sido una figura mediática, participando en programas de televisión y documentales sobre moda y cultura, y siendo entrevistada por cadenas internacionales como BBC, CNN y Televisión Española Internacional. Como conferenciante, ha impartido ponencias sobre sostenibilidad en la moda y la gestión cultural en congresos internacionales. Defensora activa de la moda sostenible, ha promovido el uso de materiales ecológicos y prácticas responsables en la moda flamenca. Ha recibido premios como la Medalla de Oro de la Ciudad de Sevilla y Premio Andaluz del Año, así como distinciones internacionales por su contribución a la moda y la cultura. Raquel Revuelta ha trabajado también en la mentoría y empoderamiento de mujeres jóvenes en la moda, consolidándose como una de las embajadoras más influyentes de la cultura española.
Temas de Psicoanálisis le agradece a Raquel Revuelta su disponibilidad para la entrevista que llevamos a cabo a la hora del almuerzo después de un duro día de trabajo, con viva participación y mucha sinceridad. Gracias.
TdP. — Raquel, me gustaría empezar con un concepto difícil de definir: ¿qué es una mujer realmente?, sobre todo ahora que hay abundancia de personas que nacen con un género y desean cambiarlo a lo largo de sus vidas porque se sienten identificados con el hecho de ser una mujer. ¿Qué es lo que nos define? ¿Cómo definirías lo que somos?
Raquel Revuelta. — Creo que primero tendríamos que ver desde qué punto de vista estamos considerándolo. Si hablamos desde un punto de vista puramente físico o desde un punto de vista emocional. Si empezamos hablando desde el punto de vista físico, yo creo que es bastante evidente. Una mujer es una persona que tiene unas características muy concretas, yo me estoy refiriendo al físico que nos dan los genes, a nuestro fenotipo, aquel con el que nacemos. Eso es indiscutible. Físicamente nacemos mujeres u hombres. Nacemos XX o XY. Lo que sucede es que ese físico puede ser el vehículo, el continente, mientras que el contenido puede ser el femenino o no.
Si me permites el símil, en una botella de vino puedes introducir agua. Y esto puede producir sorpresa e incluso confusión pues estás viendo una botella con la etiqueta del vino, el color de la botella de vino, la forma de la botella de vino y sin embargo, encuentras agua en ella. Confunde al que está dentro y al que ve desde fuera, el exterior nos da una identidad y el interior siente otra identidad. Pienso que ellos también deben sentir esa confusión.
Tdp. — Cuando un hombre nace fenotípicamente hombre y quiere ser mujer, porque se siente mujer, ¿tú que crees que busca? ¿Qué quiere decir eso de ser mujer?
Raquel Revuelta. — Yo creo, en primer lugar, que busca sentirse coherente consigo mismo, creo que busca coherencia. Este es un asunto complejo que personalmente me inquieta, creo que tengo mucha sensibilidad en este sentido, que empatizo mucho con estas personas y observo que ellos lo tienen muy claro. Yo, sin embargo, soy la que no lo tiene claro. Yo todos los días me siento ratificada y recibo el feedback de mi identidad porque lo veo físicamente, porque tengo funciones de mujer, porque tengo una emotividad de mujer. Sin embargo, en ocasiones no sé si me estoy sintiendo como una mujer o como un hombre. A veces me sorprendo observando en mí conductas reconocidas socialmente como masculinas, sin que sienta por ello que mi identidad como mujer se resienta. Lo que sí que tengo claro es que me siento muy bien en el cuerpo donde estoy, donde vivo. O sea, mi cuerpo me gusta, me siento muy cómoda y considero que es un vehículo maravilloso para llevar a cabo mi vida. Y eso, si no se siente así, debe ser un tormento y un drama, un drama tremendo para estas personas que se han sentido hombres en un cuerpo de mujer o viceversa. Y que eso se debe reflejar en su manera de expresarse, de sentir y de vivir.
TdP. — Algunas personas hablan del rol social de la mujer como un rol social deseado, y me sorprende pues socialmente hemos sido ciudadanos de segunda clase hasta hace muy poco tiempo, no teníamos los mismos derechos sociales que el hombre, de modo que no se comprende bien el anhelo de ese rol social. Nos gustaría saber qué piensas tú de eso. Por ejemplo, la mujer suele atender, cuidar, servir. Suele, solemos tener una función de cuidadora, se espera de nosotras que seamos comprensivas emocionales, empáticas.
Raquel Revuelta. — Eso, efectivamente, es una realidad. O sea, nosotras durante muchísimo tiempo, históricamente, hemos sido así, porque desde pequeñas, desde que hemos nacido, ese es el mensaje que hemos recibido de nuestros progenitores, de la sociedad en general, desde un punto de vista cultural. Creo que, de un tiempo a esta parte, estamos intentando cambiar ese rol y yo creo que vamos por muy buen camino. Pero hay matices, me explico: no quisiera que esto se entendiera como que ahora renegamos de todas esas funciones que nos adjudicaban obligatoriamente. Personalmente, yo las acepto y asumo con mucho gusto porque me encanta ejercerlas, no por imposición social. Me parece un privilegio haber tenido la posibilidad de cuidar y atender a mis hijos, decidir sobre cuestiones que son muy importantes para ellos, desde el colegio o la persona que se encargaría del servicio en casa. Sí que es cierto que yo me he sentido una privilegiada porque he podido decidir; desde que nacieron mis hijos he trabajado hasta las 15:00h, que es cuando mis hijos salían de sus centros escolares, y a partir de esa hora, mi tiempo se lo dedicaba a ellos. Esto no todas las mujeres pueden hacerlo. Y me gustaría que todas las mujeres pudiéramos llegar a esa posición de libre elección acerca de tener hijos y poderlos cuidar todo el tiempo que sea necesario por libre elección, no por imposición social.
Todas las mujeres y todos los hombres, porque hay muchos hombres a los que les encanta adoptar ese rol. Hay muchos hombres que quisieran invertir mucho más tiempo en sus hijos. De nuevo volvemos al terreno de los sentimientos. Hay hombres que quizás por proyección o por identificación no habitual, o por compensación, se esfuerzan de un modo muy entregado con los hijos, con primor, mimo y amor.
Y en una pareja, por ejemplo, el reparto de papeles puede ser decidido libremente entre los dos. Quiero decir que hay muchos hombres que quisieran invertir mucho más tiempo en sus hijos. De nuevo volvemos al terreno de los sentimientos, hay hombres que yo he conocido de cerca que quizás por proyección o por identificación no habitual, o por compensación, se esfuerzan de un modo muy entregado con los hijos. En cualquier caso, soy partidaria de erradicar la obligatoriedad de asumir un papel, sea el que sea.
TdP. — Según tu experiencia, ¿has notado diferencias entre las actitudes culturales de tus hermanos varones y de tus hijos varones? ¿Has percibido que la asunción de este rol de la mujer guarda relación con la inteligencia emocional? ¿Has apreciado que la mujer sea más reparadora de relaciones, que los chicos, por algún motivo, tienden a pelear y las mujeres a reconciliar de algún modo?
Raquel Revuelta. — No sabría decir si la inteligencia emocional y lo demás son un atributo más frecuentemente femenino. Yo creo que la mujer es mucho más generosa, mucho más desprendida, más servicial. Se nos pide que seamos buenas, eficientes, y eso es posible que nos haya supuesto un estímulo para desarrollar más inteligencia emocional. Yo creo que hay hombres que poseen una gran inteligencia emocional y no sé si podría decir lo mismo de su generosidad, que es una característica que encuentro con mucha más frecuencia en la mujer y quizá todo venga por una cuestión antropológica. Quizás la empatía, atributo también típicamente femenino, liga con la inteligencia emocional, y cada día la valoro más por su enorme utilidad en las relaciones. De hecho, al final vivir significa eso, relacionarse. Me parece que la mujer suele estar interesada en que las relaciones fluyan, sean buenas. Y quizás esto tiene que ver con la prole, con sacar adelante a la humanidad, con tener hijos. Creo que tiene que ver con que funcione todo.
TdP. — Esto que dices me parece muy importante, se ve que tienes un alto concepto de la mujer. ¿Piensas que es saludable admitir cierto grado de dependencia sana, por parte de ambos, y que las funciones de hombres y mujeres se complementan? ¿Y las mujeres, crees que son diferentes como compañeras?
Raquel Revuelta. — Considero que las mujeres tenemos unas capacidades e inquietudes que son magníficas para la vida. Igual que los hombres, aunque creo que las nuestras son menos visibles, en general.
Sin embargo, el hombre para mí es el compañero ideal, es mi complemento. Ahora, parece que está de moda vivir sola, estar sola/solo, es la recomendación general cuando alguien se separa o pierde a su pareja. Y es natural y necesario hacer el duelo por la pérdida que se ha tenido pero mi tendencia natural es a compartir con una pareja. La felicidad la siento más intensamente si es compartida con un hombre. Aunque es necesario saber estar solo, mi sentido de la vida pasa por compartirla en muchos aspectos con un compañero. Quizás por tramos. He tenido diferentes parejas que han sido compañeros de ese tramo de mi vida.
Por otro lado, tengo compañeras de trabajo y tengo compañeras de vida, o tengo amigas de muchos años que conservo y también otras que voy incorporando, que son más circunstanciales. Con todas presumo de estar satisfecha y son importantes en mi vida. No establezco ninguna diferencia entre amigas y amigos, salvo en algunas conversaciones que prefiero tenerlas con amigas: hay cuestiones que me resulta más cómodo hablarlas con mujeres porque sé que me van a entender bastante mejor ya que se trata de cuestiones relativas a la sexualidad, o a asuntos exclusivamente femeninos y es probable que se sientan identificadas conmigo y puedan sentir lo mismo que yo. En cuestiones emocionales, amigos y amigas pueden ser interlocutores válidos, aunque creo que la empatía, como decíamos, es una virtud más frecuente entre las mujeres. Quizás por esa generosidad de la que hablábamos antes, esas ganas de darse, de preocuparse acerca de qué te pasa, cómo puedo ayudarte. Una actitud más servicial, que yo encuentro con más frecuencia entre las mujeres. Empatizar va mucho más allá de comprender. Y poco tiene que ver con la inteligencia cognitiva o académica. Empatizar es ser capaz de ponerte en la piel del otro, es un acto de generosidad, de ser capaz de sentir lo que el otro está sintiendo.
TdP. — En la relación romántica, ¿crees que el papel de la mujer tendría que ser diferente? ¿consideras que es descalificador para la mujer el cortejo de un hombre?
Raquel Revuelta. — A mi entender, no. Yo lo asumo de una manera muy natural y con mucho gusto. Me parece algo bonito, elegante, incluso. Es más, entiendo que hay un rol femenino y un rol masculino que a mí me agradan. Ha sido así siempre y es como una tradición. Ahora bien, la tradición tiene que estar al servicio de las personas y no las personas al servicio de la tradición, entonces, es posible que esa tradición tenga que evolucionar, como de hecho está evolucionando. No considero que implique una descalificación de la mujer, no creo que un hombre, con el cortejo, ponga a la mujer en un lugar inferior. El mando o la dirección de una situación puede ser llevado a cabo por la mujer desde una actitud aparentemente más pasiva. La provocación es un acto activo que estimula el movimiento del hombre. El hombre corteja porque la mujer da otras pistas. Puede haber mujeres que lo vivan de forma descalificadora según su biografía y sus vivencias previas, el entorno en el que han sido educadas, etc. Sin embargo, en sí mismo, no me parece que el cortejo reste dignidad a la mujer. Creo que son cuestiones que en sí no son dignas o indignas. En ocasiones, una misma vivencia puede ser sentida de manera diferente por distintas personas.
Por ejemplo, yo me presenté a un certamen de belleza que muchos consideraban que era indigno para mí porque las chicas que se presentaban a este tipo de de certámenes, eran mujeres que pertenecían a otra clase social inferior o que no tenían la posibilidad de desarrollarse desde un punto de vista intelectual, personal o social, como yo tenía. Y lo hice por romper las normas establecidas, por un poco de rebeldía y también por buscar una herramienta que me ayudase en mi propósito profesional, podía ser un instrumento muy eficiente para poder llegar al mundo de la moda, porque desde aquí, desde Sevilla, en aquel momento tenías que irte a Madrid o a Barcelona. Había acabado mi licenciatura y sentí que era el momento.
Ahí entendí que las cosas, y por eso me he referido antes a esto, no son dignas o indignas, sino que somos la personas las que las dignificamos o no. Y creo que esto es aplicable al cortejo. Mandar flores o abrir la puerta de un coche al subir otra persona me parece un gesto de cortesía que puede ser realizado tanto por un hombre como por una mujer, aunque tradicionalmente haya sido cosa de hombres. Ambos, con dignidad y con convencimiento.
TdP. — En relación a estos usos, ¿qué te parece que la sexualidad masculina sea valorada socialmente y la femenina descalifique a la mujer? O sea, de un hombre promiscuo se valora su hombría mientras que una mujer promiscua tiene muy mala prensa social. Parece como si se esperase de la mujer más castidad. ¿Crees que esta expectativa sobre la mujer podría ser un reclamo para que mantenga sus funciones al servicio de los hijos y de su esposo, y no como un ser que tiene deseos propios e iniciativas sexuales?
Raquel Revuelta. — Esta realidad se está alternando con otra que es tremenda. Y es que las mujeres somos promiscuas ya. El cortejo del que hablábamos antes lo hacen las chicas, ellas “les entran” a los chicos jóvenes de una manera descarada y brutal. A mí me parece una reacción social a todo lo establecido. Me recuerda al efecto que tuvo en España que no se permitiera la pornografía en el cine, que abocó a que aumentara el consumo de pornografía enormemente. La mujer ha estado obligada a ser pasiva en la relación de pareja. Ahora que todo está permitido, hay un desbloqueo, un efecto rebote que yo creo que se equilibrará con el tiempo.
Tampoco establezco diferencias entre hombres y mujeres en el sentido de que yo he podido sentir atracción sexual hacia un hombre desconocido sin que me una a él ninguna relación previa. Esta sexualidad así sentida es muy masculina típicamente, y yo me he sentido en este sentido muy igualitaria, muy masculina. Estamos hablando de la capacidad de disfrutar sexualmente sin tener que sentir amor. Quizás la diferencia entre ambos se sitúa en el tiempo que viene después. En general, considero que las mujeres necesitamos, posteriormente, darle un sentido a ese encuentro. Y quizás los hombres no. Aunque es difícil generalizar.
TdP. — Seguimos con la relación de pareja. ¿Crees que el consentimiento le otorga poder a la mujer? ¿Consideras que puede abrir una fisura en el seno de una relación de intimidad?
Raquel Revuelta. — Creo que la necesidad de crear algún tipo de acuerdo explícito es la consecuencia de situaciones muy graves, como violaciones y abusos por parte de hombres que han estado en una posición de abuso de poder durante mucho tiempo. Pero pienso que hoy tenemos que mirar con lupa algunas cosas y especificar cada caso o individualizar. Con la finalidad de que el abuso deje de existir, pero también procurando no dañar y no crear distancias entre hombres y mujeres. Al margen de esto, los actos delictivos deben ser juzgados y perseguidos.
TdP. — Es difícil medirlo, tradicionalmente, parece que el “no” ha formado parte del juego sexual como respuesta de resistencia femenina que debe ser vencida por el hombre. ¿En ocasiones puede ser complicado para un hombre saber si un “no” es definitivo y claro?
Raquel Revuelta. — Muy complicado, pero la fórmula no puede ser idear algo que quite espontaneidad y afectos a la relación y a la intimidad. En ocasiones puede resultar ofensivo para la mujer pues queda colocada directamente en el lugar de la víctima. Y el hombre en el lugar del potencial agresor. Quizás hemos de invertir en educación sexual efectiva para chicos y chicas y fomentar siempre el respeto y el afecto en ambas direcciones.
TdP. — Raquel, fuiste la mujer más bella en 1989 en España. ¿tú crees que la valoración social de la belleza femenina es hoy la misma que entonces?
Raquel Revuelta. — Afortunadamente ha cambiado para bien, te contaré una anécdota personal: soy la pequeña de 3 hermanos, los dos varones. Mi madre me pedía ayuda doméstica solo a mí porque consideraba que estas actividades solo las teníamos que hacer las mujeres. Esto a mí me indignaba, ya entonces me sentía muy defensora de la mujer, muy feminista. Sin embargo, cuando me presenté al certamen de Miss España tuve que soportar las críticas de algunas feministas de la época, que nos calificaron como mujeres florero porque nos mostrábamos en paños menores. Para mí el certamen fue un trampolín que utilicé para acercarme al mundo de la moda. Me parece tan digno usar una cualidad física con la que has nacido como una capacidad intelectual, como la de escribir, por ejemplo. En ningún momento se estableció una vulneración de mi intimidad. Para mí lo indignante era tener que ocuparme de las tareas domésticas mientras mis hermanos no lo hacían, el Certamen fue una herramienta en mi lucha dentro del mundo profesional. Y esto lo encuentro digno. Yo tenía unas condiciones físicas y las estaba utilizando para un objetivo concreto.
Ahora es poco popular criticar lo que una mujer hace con su cuerpo, porque ahora el mensaje feminista reivindica que cada una haga lo que le venga en gana con su cuerpo como propiedad de una que es.
TdP. — ¿Se valora la belleza femenina ahora igual que antes?
Raquel Revuelta. — Diría que se valora de otra manera, más sana, creo yo… con menos complejos. Sin tanta crítica social. Está más ordenada. Antes, por el hecho de ser guapa parece que tenías que ir pidiendo perdón y tenías que ir demostrando que además de guapa no eras tonta.
El valor de la belleza es universal, a todos nos gusta tenerla cerca, a mí me gusta tener una silla bonita, una mesa bonita, rodearme de belleza en general. El ser humano, por condición, creo que es bastante esteta, le gusta la belleza, dentro de la subjetividad personal de cada uno, pues se trata de un valor en gran medida subjetivo, afortunadamente, que guarda relación con nuestro mundo interior, nuestros valores, nuestra bondad. En nuestro físico mostramos buena parte de lo que llevamos dentro. Otra cosa es el cuidado personal, ahora tenemos mucho más medios para cuidarnos y para acercarnos a esa belleza que subjetivamente, cada uno desea y que es la oportuna para cada uno de nosotros.
TdP. — El traje de flamenca, ¿crees que añade erotismo a la mujer?
Raquel Revuelta— Creo que el erotismo de una mujer no está en el traje de flamenca, es la mujer la que despierta el erotismo con su actitud. Lo que sí es verdad, y creo que nos ocurre a todas las mujeres que vestimos un traje de flamenca, es que nos empoderamos, porque nos favorece a todas.
TdP. — La posición tuya de liderazgo empresarial en la moda flamenca, ¿sería una forma de ratificar tu capacidad profesional?
Raquel Revuelta. — Entre otras cosas. Efectivamente, ya no hago las cosas pensando en esa reivindicación, sí me planteo retos constantes que me hagan sentirme viva por el hecho de aportar algo.
El traje de flamenca era, en un principio, un traje regional tradicional. Cuando empecé con SIMOF hace 30 años hubo mucha controversia, surgieron muchos detractores, no detractores del traje sino de lo que allí estaba ocurriendo, de lo que se estaba provocando, que era la revolución del traje de flamenca para convertirse en moda flamenca. Antes de SIMOF, la confección del traje regional se hacía a través de una economía sumergida en las casas de las costureras, en sus talleres clandestinos. Cuando lo organizamos por primera vez, cuando lo creamos, pedimos su implicación a los jóvenes diseñadores de aquel momento, consagrados ahora. Ellos comenzaron a crear, a utilizar nuevos tejidos, nuevos elementos sin perder la esencia de lo tradicional y regional. Considero que con mi equipo hemos logrado, a través de SIMOF, la dignificación de una industria posicionándola en desfiles de diseñadores internacionales que beben de nuestra moda flamenca, se inspiran en nuestras señas de identidad, en nuestra idiosincrasia, en nuestros valores, en lo que nos hace diferentes.
He de reconocer que, desde luego, he realizado este camino sin esa intención, sin saberlo y sin buscar este resultado.
Entrevista realizada por Mª del Carmen Saavedra, codirectora de Temas.