Marcella: ¿Por qué consientes en que te trate así? ¿Por qué no le abandonas?
Delia: ¿Y adónde voy? ¿Crees que Julio te quiere de verdad? Tienes que elegir bien a tu hombre. Debe ser el adecuado, ¿lo es, Julio?
Marcella: Pues no sé, dímelo tú. ¿Tú elegiste bien?
Delia: Yo entonces no sabía nada. Pero tú aún estás a tiempo.
Marcella: Y tú, mamá.
“Siempre nos quedará mañana” (C’è ancora domani) es una película italiana de 2023 dirigida por Paola Cortellesi en su debut como directora, que además es la protagonista principal del film. Nominada a 20 premios y ganadora de 6 de los Premios David di Donatello de 2024. En Italia superó en taquilla a Barbie y Oppenheimer.
La historia se desarrolla en Roma, en mayo de 1946, justo después de la Segunda Guerra Mundial. La película está rodada en blanco y negro, una decisión que la directora describe como instintiva y como un homenaje sutil al neorrealismo “rosa”, con toques cómicos y sarcásticos, que buscan equilibrio entre el drama y la comedia. Como la vida misma. Inspirada en las abundantes historias que le contaban su madre, abuela y bisabuela sobre esa época. Desde esta estructura, Cortellesi explora temas sociales e individuales muy profundos mientras mantiene un tono emotivo elevado y accesible.
Delia, la protagonista, está casada con Ivano, quien regularmente la golpea y la somete a constante desprecio y humillaciones; la pareja tiene tres hijos. La hija mayor, Marcella, a punto de comprometerse, desprecia la conducta de sumisión de su madre ante los abusos conyugales, a la vez que permanece ciega e ilusionada ante los abusos de su prometido. La jornada de Delia se divide entre tareas domésticas, y diversos trabajos mal remunerados como costurera, aplicación de inyecciones o reparación de paraguas. Los únicos alivios emocionales son su amistad con Marisa, una verdulera ingeniosa y optimista, y Nino, por quien tuvo un tierno cariño en el pasado que reverdece en cada encuentro casual.
Podría decirse que el impacto emocional de esta obra es debido a que conecta con una realidad social e individual, en la mayoría de los casos vivida por todos, contextualizada en un momento concreto del siglo XX y a la vez, completamente actual, aunque afortunadamente en proceso de reparación.
Impresiona ver la ilusión y la esperanza, a pesar de y como salida a la situación de falta de amor, de cuidado y de ternura. Delia abre cada mañana las ventanas del piso bajo en el que viven buscando la vida a pesar de recibir cada día frustración y bofetadas. Ella se va agarrando cotidianamente a los escasos elementos vitales que la vida le ofrece, conmueve ver cómo la vida vence por encima del horror.
En ella se presenta una dualidad. En el ámbito doméstico, Delia muestra una aparente aceptación de su situación. Soporta los abusos de su marido Ivano y las humillaciones de su suegro con una actitud de sumisión y resignación. Fuera de casa, Delia se transforma en una mujer vital y simpática. Mantiene amistades en el mercado y puede conectar emocionalmente con un antiguo novio buscando la dignidad de su persona y mostrando destellos de su verdadera personalidad. En esta dualidad palpita la opresión que ejerce el ambiente familiar y social. Delia debe integrar normas opresivas introyectadas (super yo) y no seguirlas le genera sentimientos de culpa que a la vez estimulan su sumisión. Ella sublima sus impulsos de rebeldía hacia actividades aceptadas socialmente como el cuidado de los hijos y el marido. Y racionaliza la situación, calificándola como normal para la época, minimizando el abuso y la sumisión y rebajando así el impacto emocional.
Como alternativa, la aceptación de estas normas supone aceptar la situación de infravaloración y desprecio en la que vive.
Marcella (hija de Delia) representa el cambio generacional, su compromiso con un chico bien situado económicamente. Inicialmente trae ilusión a la familia y a la propia Marcella enamorada, que está a punto de caer en la dinámica antigua de su madre accediendo a una pareja que abusa de ella. En el último momento, es salvada por Delia.
Ivano (marido de Delia) personifica la actitud negativa y el estancamiento. Se muestra autoritario y violento, resistiéndose a cualquier cambio. Mantiene una posición de poder impuesto a Delia del que no se quiere desprender ni aun en los momentos de mayor vulnerabilidad de ella. Ivano representa la inmadurez del varón, la conducta narcisista en la que se da como hecho natural que las mujeres tuvieran que estar al servicio de los hombres por designación social, no por deseo propio y correspondido. Para Ivano, Delia es una extensión de sí mismo, no hay dentro de él lugar alguno para las necesidades y el dolor de ella. Es un logro que hoy en día incluso los varones puedan escandalizarse de lo que hace 50 años era lo natural y convenido.
La agresividad está presente en la primera parte de la película, es asfixiante, indignante, dolorosa, injusta, y se muestra desdramatizada con elementos musicales, como si las palizas fueran un baile. Se percibe aquí cómo la directora cuida al espectador pero aun así, la fuerza de la imagen es abrumadora.
Algunos elementos como el chocolate o los cigarrillos aparecen como símbolos de libertad. Es curioso que ambos se nos presentan en la historia clandestinamente. El chocolate, además, es ofrecido por un soldado aliado, un personaje amable y de raza negra que ofrece ayuda a la protagonista. Estos elementos vitales, reparadores, aparecen como prohibidos para Delia.
De repente, más avanzada la historia, hay un punto de inflexión, surge un elemento catalizador de la esperanza y la vida saludable: la carta misteriosa, que crea en el espectador la ilusión de ser una carta de amor de su antiguo amor, Nino. Su llegada despierta el coraje y la esperanza de Delia, convirtiéndose en un símbolo de posibilidad de cambio. A partir de esa carta, la resignación se transforma en esperanza y Delia comienza a darle forma en su mente a un futuro diferente cuya evolución culmina con la decisión de ella de participar en las elecciones nacionales. La carta es un pasaporte hacia un futuro donde se oiga su voz. Este hecho simboliza un importante cambio personal y social. Esta transición de la resignación a la esperanza se refleja también en el estilo visual de la película, que combina el realismo de la posguerra italiana con elementos más estilizados y reparadores, creando un tono que equilibra la dureza de la realidad con la promesa de un mañana mejor. Esto se refuerza visualmente en el letrero “VIVA” que aparece reiterativamente mientras Delia camina con paso firme hacia el referéndum con su carta en la mano.
Finalmente, consigue el objetivo deseado, y arropada por un enorme grupo de mujeres, llega al lugar de las votaciones. Y es solo la fuerza social (grupal) la que consigue que cuando Delia es descubierta por Ivano, éste se pare y no se vea capaz de agredirla de nuevo. No es el dolor de ella, ni la evidente injusticia de la situación que Delia soporta, los elementos que frenan a Ivano, sino la fuerza social de todas las mujeres. En este hito histórico, Delia retira el carmín de sus labios antes de introducir el voto, imagen de gran fuerza visual, dándole a su identidad femenina un valor del que carecía, la capacidad de votar como cualquier ciudadano.
En conclusión, se trata de la crónica de una mujer que decide que su historia no terminará donde otros decidieron, reflejando los conflictos intrapsíquicos e interpersonales de una sociedad en transición. Retrata el doloroso proceso de confrontar e integrar aspectos reprimidos del psiquismo individual y colectivo, simbolizando la lucha por la emancipación femenina como un proceso de crecimiento psicológico y social de toda la sociedad. Destacaría la importancia de la ilusión y el amor a su hija como motores para lograr su sueño. La película concluye con una frase que encierra la esencia de la ilusión de Delia.
Stringiamo le schede come biglietti d’amore (“Nos aferramos a nuestras papeletas como a ca(hi)rtas de amor) (Anna Garrofano).
Mª del Carmen Saavedra Mateos
Marina Beà